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Bartolomé Días-Laurel, Beato |
Religioso y Mártir
Martirologio Romano: En Nagasaki, en Japón, beatos Francisco
de Santa María, presbítero de la orden de los Hermanos
Menores, y sus catorce compañeros, mártires, que por orden del
gobernador de la ciudad sufrieron el martirio en odio al
nombre cristiano (1627).
Nacido en Acapulco
y Mártir en Japón
Nació en la ciudad de los Reyes
y Puerto de Acapulco, en el Barrio del Pozo de
la Nación, aproximadamente en 1599.
En la primitiva Iglesia de Acapulco
recibió los sacramentos de la iniciación cristiana. Fue hermano lego de
los Descalzos franciscanos de la Provincia de San Diego de
México.
En el Convento de Nuestra Señora de Guía en Acapulco,
surgió su vocación religiosa. Ingresa para su formación al Noviciado del
Convento de San Buenaventura, en Valladolid (hoy Morelia, Michoacán) donde
recibió el hábito por vez primera el 13 de mayo
de 1615 y por segunda ocasión el 17 de octubre
de 1616; profesó como Hermano Lego el 18 de octubre
de 1617.
No mucho después se ofreció para las misiones, marchando
a Filipinas en 1619. Establecido en el convento de su
Orden en Manila, se dedicó al estudio del japonés y
a la práctica de la medicina y la enfermería. El
convento tenía anexo un hospital en el que se daba
acogida a los marineros y comerciantes japoneses que arribaban enfermos
a la ciudad. Allí practicó la lengua japonesa y la
enfermería, llegando a ser un notable profesional.
En 1623 llegó
la hora de su ida al Japón, siendo asignado como
compañero y ayudante del P. Francisco de Santa María. Se
le ha llamado guía y vanguardia del P. Francisco, porque
era Bartolomé quien programaba los viajes y actividades, y porque
junto con el hermano Antonio de San Francisco estudiaba cuáles
eran los sitios más seguros para conducir allí al sacerdote
sin peligro. Se adelantaba él muchas veces a aquellos lugares,
y llevaba personalmente sobre sus hombros el fardo con los
ornamentos y enseres del culto divino.
Él y fray Antonio se
encargaban también de las primeras lecciones de catecismo a los
catecúmenos, quedando para el sacerdote la preparación más inmediata. Estos
cursos de catequesis eran breves porque breves tenían que ser
las estancias de los misioneros, pero suplía el fervor lo
que el tiempo no daba de sí. Igualmente preparaban a
los niños y a los demás cristianos a la recepción
fructífera de los sacramentos. Atendía también a domicilio a los
enfermos cristianos, y, cuando era llamado, también a los paganos,
corriendo por caridad un grave peligro. Consta el amor que
ponía fray Bartolomé en la preparación de los niños a
la primera comunión.
Murió quemado vivo a fuego lento el 17
de agosto de 1627 en la colina de Nishizaka, en
Nagasaki, Japón. Sufrió el martirio en grupo junto con él
otros 14, entre laicos y un presbítero, dominicos y franciscanos.
Bajo el poder del cruel y sanguinario Daifusama, Shogun del
Japón, quien desató una cruenta persecución contra la fe católica.
Los nombres de sus compañeros son: Francisco de Santa
María (presbítero), y Antonio de San Francisco (religioso), los dos
miembros de la Orden de los Hermanos Menores; Gaspar Vaz
y María, esposos; Magdalena Kiyota, viuda; Cayo Jiyemon, Francisca, Francisco
Kurobioye, Luis Matsuo Soyemon, Martín Gómez, Tomás Wo Jinyemon, Lucas
Kiyemon y Miguel Kizayemon.
Fue Beatificado por el Papa Pío IX
junto con 204 mártires del Japón, encabezados por el dominico
Alfonso Navarrete, el 7 de julio de 1867 en la
Patriarcal Basílica de San Pedro en Roma.
Octubre 18: Beato Bartolomé Laurel. Religioso y mártir en el Japón, de la Primera Orden († 1627). Beatificado por Pío IX el 7 de julio de 1867. Bartolomé Laurel era nativo de México. Siendo joven vistió el hábito religioso en la Orden de los Hermanos Menores y profesó la regla de San Francisco en calidad de religioso no clérigo. Se hizo compañero y amigo inseparable del Beato Francisco de Santa María, con quien en 1609 llegó a Manila en Filipinas y de allí en 1622 arribó a las costas del Japón, donde trabajó intensamente como catequista. Atendió a la asistencia de los enfermos en los hospitales, trabajó también como médico; preparaba a los fieles a recibir los últimos sacramentos y a los paganos a abrazar la fe cristiana. Dio continuos ejemplos de humildad, mortificación, modestia y celo apostólico. Un día en Nagasaki era huésped de la familia de Gaspar Vaz junto con el Beato Francisco de Santa María y otros terciarios. La policía irrumpió en la casa y arrestó a los dos religiosos, seis terciarios, Gaspar Vaz y su mujer María; encadenados fueron conducidos a la prisión. Bartolomé Laurel, después de indecibles sufrimientos iluminados por la fe y el amor a Cristo, fue quemado vivo el 16 de agosto de 1627 en Nagasaki, en la Santa Colina.
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