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En la Solemnidad de San José, presentamos un bellísimo artículo sobre este gran santo que ha sido ofrecido a nuestro blog por Javier Luiz Candelario Diéguez, presidente de la Sociedad Una Voce Cuba.
Aprovechamos la ocasión para elevar a Dios una oración por nuestro Santo Padre Benedicto XVI con ocasión de su onomástico, pidiendo que sea bendecido con la protección y asistencia de su celestial patrono.
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Por encima de los mártires y de las vírgenes santas, más encumbrado que los patriarcas y los profetas, y aún más elevado que los apóstoles y los coros angélicos, se encuentra en singular trono de gloria San José. Pues así como en la tierra no hubo nadie después de la Santísima Virgen, más próximo a Jesús, que él, así tampoco después de la Virgen María, en los cielos lo hay más cercano a Dios que San José. Y es precisamente, en proporción con esta gloria tan excelsa, de donde deriva su tan poderosa intercesión. Nuestro Señor Jesucristo, que en la tierra le estuvo sujeto, rindiéndole obediencia y respeto como a verdadero Padre, no dejará de conceder en el cielo todo aquello por cuanto San José le ruegue. Bien enseña Santo Tomas de Aquino, que le está concedido el socorrer en toda necesidad y negocio, el defender y favorecer y tratar con paternal afecto a todos los que acuden a él. A propósito de lo cual decía Santa Teresa de Ávila: “Parece que algunos Santos han recibido de Dios la gracia de socorrer en una necesidad particular; este en cambio socorre en todas, según lo sé por experiencia, y quien no se fiara de mis palabras que lo ponga a prueba…” Sin embargo sorprende y contrasta que aun hoy en día San José continué siendo el santo olvidado de muchos.
La solemnidad de Ntro. Padre y Señor san José, cada 19 de Marzo, es un momento realmente especial en el Año Litúrgico. En este día la Santa Madre Iglesia reconoce los méritos y virtudes de Aquel, a quién estuvieron confiados la guarda y cuidado de la Sagrada Familia. Mas, el padre adoptivo del Redentor y Purísimo Esposo de la Madre de Dios, continúa desde el cielo velando e intercediendo por la Familia de su Hijo: la Iglesia Católica; de quien es solicito patrono universal y defensor.
San José es el varón justo y dichoso que toco a María por esposo, al que le fue concedido ver y oír, alimentar y sostener, educar, llevar en brazos, besar, vestir y custodiar a Jesús, el Verbo eterno del Padre, a quien tanto los profetas anunciaron, a quien la humanidad entera por siglos espero y a quien los reyes y los sabios murieron deseando conocer. San José es el carpintero humilde y decidido que acepta el plan de Dios y como María también brinda un si generoso.
Ser padre de Jesús y esposo castísimo de la Virgen María son los principales títulos de la grandeza de san José, sin excluir otros, claro está, pero sólo a partir de estos se supone un caudal asombroso de gracias y santidad; directamente proporcionados a la excelsitud de su misión. En el hogar y taller de Nazaret San José es cabeza y guía de la Sagrada Familia, maestro de la vida interior, que nos enseña caminos concretos, modos humanos y divinos de acercarnos a Jesús, a tratar a Nuestro Dios a ser limpios; dignos de ser otros Cristos… Trabajador empeñado en su tarea, servidor fiel de Dios en relación continúa con Jesús, que experimento lo que es ser de Dios y estar plenamente entre los hombres, santificando el mundo. Con el homenaje de su veneración, los magos ofrecieron a Jesús oro, incienso y mirra; San José en cambio le había dado, por entero su corazón joven y enamorado. Coloca el dulce nombre de Jesús al Salvador y derrama lágrimas de dolor al perderle en el templo. Arriesga y sacrifica todo, por estar junto a Jesús y a María, salvando la vida del Niño al huir a Egipto, para terminar luego de toda una vida a su lado muriendo tranquilo en sus brazos.
“Ite ad Joseph”, acudid a San José, como ha dicho la tradición cristiana con una frase tomada del Antiguo Testamento porque la devoción a San José no pueden faltar en ninguna alma cristiana. Pedir e imitar sus elevadas virtudes, solicitar su auxilio, implorar su patrocinio es prenda segura de bienaventuranza. La misma Iglesia nos brinda ejemplo, pues no ha querido transitar por el mundo moderno, sin antes confiarse a su cuidado, mandando colocar su nombre en el Canon de La Misa, y declarándole su solicito patrono universal. Que la devoción al Santo Patriarca esté presente en nuestra vida diaria de cristianos, particularmente durante el mes de Marzo y cada miércoles del año, día especialmente dedicado a su culto y honra. Y nunca olvidemos invocarle en toda necesidad, pero sobre todo a favor de los agonizantes y moribundos de quien es especial protector. En las apariciones de Fátima bien que se nos presenta con el Niño Jesús en brazos bendiciendo al mundo, prueba que desde la gloria no olvida a la débil humanidad caída de quien un día formo parte y es padre solicito, dispuesto siempre a mediar por ella.
En la vida del Santo Patriarca, tenemos los cristianos, el modelo perfecto de la vida interior. Modestia, recogimiento, pureza de corazón, sencillez y rectitud de intención, solo serian las primeras joyas de su diadema. No escatimaba San Pedro Crisólogo al decir: "San José fue un hombre perfecto, que poseyó todo género de virtudes" En efecto, San José es ejemplo especial para los solteros, por su castidad; para los casados, como padre de la Sagrada Familia; para los religiosos por su entrega a Jesús y María; para los sacerdotes por su respeto al tratar a Cristo; para los trabajadores, pues fue siempre un trabajador ejemplar, para los seminaristas; al ser el educador de Cristo y por las controvertidas decisiones que tuvo que tomar antes de aceptar la decisión de recibir a María como esposa y ser padre custodio de Jesús. Además es el patrono de la buena muerte, ya que murió en los brazos de Jesús y María y de la Iglesia Universal, pues el hogar de Nazaret fue en verdad Iglesia domestica.
Una Voce Cuba, conocedora de su valimiento y especial poder ante Nuestro Señor, atestiguado en los milagros por su medio alcanzados y avalados por el testimonio de innumerables santos, le profesa singular devoción y acogiéndose también ella a su intercesión, le toma y elige por patrono. ¡San José, ayúdanos a hacer y a enseñar como Cristo, los caminos divinos –ocultos y luminosos- diciendo a los hombres que pueden tener de continuo aquí en la tierra una eficacia espiritual extraordinaria. Se tú mismo nuestro camino, porque tu conoces la senda y el atajo cierto, que llevan por tu amor al amor de Jesucristo!
Pidamos al glorioso San José, la gracia de imitarle en su vida santa, al tiempo que nos socorra con su valimiento y auxilio. "Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan. Paréceme ha algunos años que cada año en su día le pido una cosa, y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío." Santa Teresa de Ávila.
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