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Porfecías cumplidas del Padre Pío

* El padre Pío tenía un amigo en común con el cardenal Montini y con dos años de antelación le dijo, a través del mencionado amigo, que sería Papa, para que se preparara para esa dignidad. Lo sería con el nombre de Juan XXIII.

* Un día al pasear con el párroco Salvador Pannullo, se detienen en una calle, Pío percibe un aletear de ángeles y vuelos de campanas y preanuncia que allí se construiría una iglesia capuchina donde el Padre Agustín y el padre Alberto serían superiores de ese convento.

* Cuando Karol Wojtyla era un sacerdote en su nativa Polonia, cada vez que visitaba a Italia viajaba a San Giovanni Rotondo para confesarse con el Padre Pío. En una de esas ocasiones, el Padre Pío pareció entrar en un breve trance y le dijo: “Vas a ser Papa”… y continuó: “También veo sangre… Vas a ser Papa y veo sangre”.

La carta (inédita) de Wojtyla al Padre Pío


Andrea Tornielli

«Me permito recomendarle las ingentes dificultades pastorales que mi pobre obra encuentra en la presente situación…». Hay una carta inédita que Karol Wojtyla envió a Padre Pío de Pietrelcina, el fraile con los estigmas, pocos días antes de ser nombrado arzobispo de Cracovia. Una carta nunca publicada ni conocida, que la postulación de la causa de beatificación de Juan Pablo II ha hallado en el archivo de la Curia de Cracovia y que quizá inicialmente había sido confundida con la transcripción de una de las dos carta del futuro Papa al futuro santo ya conocidas. En cambio aquella copia escrita a máquina era del todo desconocida del todo y añade una nueva prueba fundamental a la reconstrucción de la relación entre Wojtyla y el Padre Pío.

Como es sabido se conocían dos letras, escritas en latín y enviadas al fraile el 17 y el 28 de noviembre de 1962 por el joven obispo auxiliar de Cracovia que en aquellos días se encontraba en Roma para el Concilio. En la primera Wojtyla pedía las oraciones del Padre Pío por la médica Wanda Poltawska, madre de familia, enferma de cáncer. En la segunda el obispo agradecía al santo del Gargano por la curación acaecida de la mujer. La nueva misiva (Archivo de la Curia de Cracovia, fondo K. Wojtyla, BI 3123 a), de la cual “Il Giornale” anticipa el contenido, está fechada el 14 de diciembre de 1963 y es más larga que las precedentes. Como las otras dos fue escrita en Roma, probablemente en la conclusión de la segunda sesión del Concilio Vaticano II. Ha sido publicada y comentada por don Francesco Castelli –colaborador de la postulacón de la causa de Juan Pablo II– en el nuevo número de la revista “Servi della Sofferenza”.

Al final de las primeras líneas, Wojtyla hace referencia a las precedentes peticiones dirigidas por él al Padre Pio: «Vuestra paternidad se acordará ciertamente que ya algunas veces en el pasado me he permitido recomendar a Sus oraciones casos particularmente dramáticos y dignos de atención». Y ya aquí hay una primera sorpresa. Hasta hoy, de hecho, se ha sabido siempre que el futuro Papa pidió y obtuvo las oraciones del fraile sólo para la médica Poltawska. No se conocían otros casos. El joven obispo polaco agradece al Padre Pío la curación de una mujer enferma de cáncer –está claro que se trata del caso ya conocido– pero en el número de las personas curadas Wojtyla añade el hijo de un abogado, gravemente enfermo desde el nacimiento. «Ambas personas están bien», declara en el texto inédito. Por lo tanto, además de esta carta y a las dos ya conocidas existe al menos otra misiva con la cual Wojtyla pedía la curación del joven.

El futuro Papa recurre después al Padre Pío por una señora paralizada de su diócesis, por tanto una nueva petición. Ulterior indicio de una relación consolidada. Pero no es todo. Esta vez, de hecho, el obispo añade una petición personal: «Al mismo tiempo me permito recomendarle las ingentes dificultades pastorales que mi pobre obra encuentra en la presente situación». ¿A qué se refiere Wojtyla, que por primera vez pide algo para sí mismo? ¿Y cuáles son las «ingentes dificultades» que apunta? Desde la mitad de 1962 monseñor Wojtyla atraviesa una fase delicata de su vida. En junio de 1962 había muerto el arzobispo de Cracovia, Baziak, y desde hacía meses estaba abierta la búsqueda de un candidato para la sucesión que sea grato al primado polaco, el cardenal Stefan Wyszynski, y a la autoridad del Estado. Wyszynski había presentado más veces ternas de nombre rechazadas por el gobierno comunista. Después de dos ternas distintas rechazadas de plano, un alto funcionario del Partido comunista, Zenon Kliszko, sugiere que se proponga a «un hombre de diálogo, como el joven obispo auxiliar, del cual he olvidado el nombre, con el cual en dos semanas hemos resuelto el caso del seminario de Cracovia».

Aquel obispo es Karol Wojtyla, que había reivindicado cno firmeza el derecho de la Iglesia sobre la sede del seminario, ocupado por los comunistas locales. Con sólo 43 años, Karol Wojtyla se encuentra así arzobispo de la sede cardinalicia de Cracovia, después de haber regido durante más de un año y medio aquella sede como administrador apóstolico, entre «ingentes dificultades pastorales».

Nótese la coincidencia de las fechas. La carta del futuro Papa al Padre Pío, con la petición de oraciones e intercesión, es del 14 de diciembre. Exactamente dos semans después, el 30 de diciembre, llega la designación como arzobispo metropolitano de la prestigiosa diócesis polaca.

Como es sabido, Wojtyla y Padre Pío se encontraron sólo una vez, en 1948. Pero el descubrimiento de esta nueva carta atestigua la profundidad del vínculo existente entre el fraile con los estigmas y el Papa que lo proclamará beato y después santo.