viernes, 28 de octubre de 2011

Stabat Mater: Los Dolores de la Virgen


La Secuencia Stabat Mater canta el misterio de la Virgen al pie de la Cruz compartiendo los dolores del Hijo; los dolores que no sintió en el parto del Hijo -en ella no recayó la maldición ni los efectos del pecado original- no le fueron ahorrados al engendrar el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia: en la Cruz aparece como Madre de la Iglesia, "y los dolores que no sufrió al darlo a luz, los padeciera, inmensos, al hacernos renacer para ti" (Prefacio, La Virgen María junto a la cruz del Señor I, en Colección MBVM, Nº 12). Y al pie de la Cruz nos recuerda hoy que lo nuestro es también "compartir en la carne los sufrimientos de Cristo en favor de su cuerpo que es la Iglesia" (Col 1,24).

La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba

mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,

fiero cuchillo tenía.

¡Oh cuán triste y cuán aflicta
se vió la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!

Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

Y, ¿cuál hombre no llorará,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,
vió a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.

Vió morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.

Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!
Llore yo con ansias tantas
que el llanto tan dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén
.

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