Varios ejemplos nos ofrece el papa Benedicto; ejemplos luminosos en primer lugar para los sacerdotes, pero también estímulos para las almas consagradas y los fieles laicos en el mundo.
"Durante el año, la liturgia nos presenta como ejemplos a santos ministros del altar, que han sacado la fuerza para imitar a Cristo de la intimidad diaria con él en la celebración y en la adoración eucarística. Hace algunos días celebramos la memoria de san Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla a finales del siglo IV. Fue definido "boca de oro" por su extraordinaria elocuencia; pero también fue llamado "doctor eucarístico", por la amplitud y profundidad de su doctrina sobre el santísimo Sacramento. La "divina liturgia" que más se celebra en las Iglesias orientales lleva su nombre, y su lema: "basta un hombre lleno de celo para transformar un pueblo", muestra cuán eficaz es la acción de Cristo a través de sus ministros.
En nuestra época, sobresale la figura de san Pío de Pietrelcina, al que recordaremos el viernes próximo. Cuando celebraba la santa misa, revivía con tal fervor el misterio del Calvario, que edificaba la fe y la devoción de todos. También los estigmas, que Dios le donó, eran expresión de su íntima configuración con Jesús crucificado.
Además, al pensar en los sacerdotes enamorados de la Eucaristía, no se puede olvidar a san Juan María Vianney, humilde párroco de Ars en tiempos de la Revolución francesa. Con la santidad de su vida y su celo pastoral, logró convertir aquella aldea en un modelo de comunidad cristiana animada por la palabra de Dios y los sacramentos" (Ángelus, 18-septiembre-2005).
Sacerdotes así contagian a todos los fieles el amor a Cristo-Eucaristía, sin necesidad de grandes catequesis o palabras, tan sólo con su modo de celebrar y su forma de recogerse en oración ante el Sagrario.
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