jueves, 27 de octubre de 2011

De la Carta de San Ignacio de Antioquìa a los Efesios


Procurad reunìros con màs frecuencia para celebrar la acciòn de gracias y la alabanza divina. Cuando os reunìs con frecuencia en un mismo lugar, se debilita el poder de Satanàs, y la concordia de vuestra fe le impide causaros mal alguno. Nada mejor que la paz, que pone fin a toda discordia en el cielo y en la tierra.

Nada de esto os es desconocido si mantenèis de un modo perfecto, en Jesucristo, la fe y la caridad, que son el principio y el fin de la vida: el principio es la fe, el fin la caridad. Cuando ambas virtudes van a la par se identifican con el mismo Dios, y todo lo demàs que contribuye al bien obrar se deriva de ellas. El que profesa la fe no peca, y el que posee la caridad no odia. Por el fruto se conoce el àrbol; del mismo modo, los que hacen profesiòn de pertenecer a Cristo se distinguen por sus obras. Lo que nos interesa ahora, màs que hacer una profesiòn de fe, es mantenernos firmes en esa fe hasta el fin.

Es mejor callar y obrar que hablar y no obrar. Buena cosa es enseniar, si el que ensenia tambièn obra. Uno sòlo es el Maestro, que lo dijo y existiò; pero tambièn es digno del Padre lo que enseniò sin palabras. El que posee la palabra de Jesus es capaz de entender lo que El enseniò sin palabras y llegar asì a la perfecciòn, obrando segun lo que habla y dàndose a conocer por lo que hace sin hablar. Nada hay escondido para el Senior, sino que aun nuestros secretos màs ìntimos no escapan a su presencia . Obremos pues siempre conscientes de que El habita en nosotros, para que seamos templos suyos y El sea nuestro Dios en nosotros, tal como es en realidad y tal como se manifestarà ante nuestra faz; por esto tenemos motivo màs que suficiente para amarlo.

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