jueves, 27 de octubre de 2011

El todo por el Todo



Todos queremos alcanzar la felicidad, buscamos la alegría que no termina, la realización de nuestras vidas. Siempre queremos tanto, pero no siempre estamos dispuestos a dar lo que se precisa para alcanzar el objeto de nuestros deseos.
Como cristianos que somos, tenemos claro que el eje de nuestra vida debe ser Dios. Sabemos que nada bueno podemos alcanzar sin su ayuda, sin su presencia en nuestras vidas. Repetimos tantas veces que "donde está Dios no falta nada", es decir que la teoría la tenemos clara. Queremos al Todo en nuestra existencia, en nuestro ser, en nuestra familia, en nuestro hogar.
La pregunta clave sería ¿qué estamos dispuestos a dar para tener a Dios en nuestro ser?.
Porque para tener al Todo, tenemos que darlo todo, dar el todo por el Todo.
En esto no caben las rebajas, ni los descuentos, ni las ofertas o gangas. Si no estás dispuesto a darlo todo, jamás llegarás a poseer al Todo.
Cuando amas de verdad a alguien, no mides, no calculas. Ese amor se manifiesta en un deseo de entregarse por completo al ser amado. Si no sientes ese deseo, es que aún no conoces el verdadero amor.
Quien ama a Dios lo único que desea es darse a El, sin dejar nada para si mismo. Y no descansa hasta encontrar el medio para hacer posible esa entrega. Y cuando lo encuentra, consume cada día de su vida, entregando sus fuerzas, su trabajo, cada respiro, para hacer feliz al ser amado, para hacer aquello que Dios le ha encomendado, lo que a El le agrada. El todo por el Todo.
Hasta el Cielo.

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