miércoles, 16 de octubre de 2013

Una amigable compañía


Continuación de “Un corazón confiado”…
 
Una hermana nos pedía explicar un poco más que entendíamos nosotros por “la fuga hacia afuera”
Se decía allí: «Pero aun la labor más caritativa es una “fuga” cuando me salgo del corazón, cuando caigo en una exteriorización, en un olvido de mí mismo y Su presencia».
Entendemos por “fuga” como una manera de hacer y de actuar en general, en la cual buscamos la satisfacción según el logro de algún objeto exterior. Entendiendo por objeto cualquier cosa material o situación determinada. Incluso la persecución de un objetivo espiritual, si nos aparta de Su presencia en el presente, vendría a constituir un “fuga”.
Solemos fugarnos tanto hacia afuera como hacia el futuro. Atender al deber que nos trae el presente es la herramienta que conocemos para evitar esta pérdida del sentido de lo sagrado.
Dios está con nosotros, es tan íntimo como la respiración, como el latido del corazón. Cuando actuamos ‒con Él esto es, consagrando lo que hacemos, suele hacerse evidente Su presencia en el discurrir de lo cotidiano.
Es una sensación de amigable compañía, de estar protegido y en una activa despreocupación. Un estar sostenidos, Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma” (Salmo 138, 5).

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