miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Qué significa "reflectir"?


 ‘Reflectir’ es dejar que se refleje la luz de otro cuerpo. Lo hace la luna respecto al sol. En el uso del término que hace Ignacio en los Ejercicios, significa abrirse como un espejo a la luz que brota del Espíritu. Repetido siempre y sólo al final de las contemplaciones, el requerimiento a “reflectir en mí mismo” está claramente dirigido a transponer a uno mismo lo que se contempla, a dejarse empapar la cabeza, el corazón y las entrañas por el misterio de Cristo contemplado.

Se designa y reconoce así la actividad del Espíritu, reconociendo como regalo suyo la transformación que va operando en el orante al ‘reflejarle’ (“nosotros, que llevamos todos la cara descubierta y reflejamos la gloria del Señor, nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; tal es el influjo del Espíritu del Señor”, 2 Cor 3,18). Esta relación profunda va haciendo adoradores en espíritu y en verdad, y conduce al contemplativo a sentirse cuidado, llevado y mimado por el mismo Señor contemplado.


La contemplación representa un modo de oración mucho menos directiva que la meditación (de ahí que Ignacio no se atreva a llamar contemplación a los ejercicios que propone en las Dos Banderas y los Tres Binarios). A la contemplación no se le puede conducir, ni forzar, ni manipular con la petición, ni tampoco con el propio pensamiento teológico. Lo suyo sólo es un mirar, escuchar y callar. En la contemplación es necesario dejarse llevar, reprender, animar e interpelar libremente por las mismas escenas contempladas. Al orante no se le pide razonar y sacar conclusiones de un pasaje de la vida de Jesús, sino sólo “ver las personas, oir lo que hablan y mirar lo que hacen; ... y después reflectir para sacar algún provecho de cada cosa de éstas”   [Ej 106-108; 114-116; 122-125; 194].


No es casualidad que Ignacio deje una y otra vez deliberadamente indeterminado el fruto de cualquier ejercicio contemplativo. La expresión “algún provecho” sólo la usa al hablar de la contemplación. A diferencia de lo que propone en la meditación, el autor de los Ejercicios recomienda entrar ahora en la oración sin pretender determinar previamente cuál ha de ser el ‘provecho’ de ella. Desde el silencio extasiado del orante, la contemplación es sobre todo un diálogo abierto, en el que el Espíritu frecuentemente termina hablando de lo que el contemplativo menos se esperaba.

La eficacia sorprendente y externamente imperceptible de la contemplación sólo es percibida por quien, con generosidad y honradez, se toma el tiempo suficiente para esperar al Señor, fijar en El su mirada y ‘malgastar’ las horas con El. Éste tal quedará transformado por la contemplación de los ‘misterios de la vida de Jesús’, aun cuando no sea directamente consciente de ello.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buena la explicación. Se puede llevar a cabo leyendo esta definición

Ber dijo...

Muchas gracias. La imagen de la Luna que refleja la luz delSol fue muy reveladora de esta sentido profundo que tiene el "reflectir". Gracias por compartirla aquí.

Unknown dijo...

Decíame un jesuita ha tiempo que, reflectir en la expresión de Ignacio, es reflexionar profundamente acerca del sentir. Tomadas las letra refle de reflexionar y, ctir de sentir.