miércoles, 23 de octubre de 2013

Mariología

NATIVIDAD DE LA VIRGEN SANTÍSIMA

Con varios días de anticipación había anunciado Ana a Joaquín que se acercaba su alumbramiento. Con este motivo envió ella mensajeros a Séforis, a su hermana menor Marha; al valle de de Zabulón, a la viuda Enue, hermana de Isabel; y a Betsaida, a su sobrina María Salomé, llamándolas a su lado. Vi a Joaquín, la víspera del alumbramiento de Ana, que enviaba numerosos siervos a los prados donde estaban sus rebaños, yendo él mismo al más cercano.

Entre las nuevas criadas de Ana, sólo guardó en su casa a aquéllas cuyo servicio era necesario. Vi a María Helí, la hija mayor de Ana, ocupándose en los quehaceres domésticos. Tenía entonces unos diecinueve años, y habiéndose casado con Cleofás, jefe de los pastores de Joaquín, era madre de una niñita llamada María de Cleofás, de más o menos cuatro años en aquel momento. Joaquín oró, eligió sus más hermosos corderos, cabritos y bueyes y los envió al templo como sacrificio de acción de gracias. No volvió a casa hasta el anochecer.

Por la noche vi llegar a casa de Ana a sus tres parientas. La visitaron en su habitación situada detrás del hogar, y la besaron. Después de haberles anunciado la proximidad de su alumbramiento, Ana, poniéndose de pie, entonó con ellas un cántico concebido más o menos en estos términos: “Alabad a Dios, el Señor, que ha tenido piedad de su pueblo, que ha cumplido la promesa hecha a Adán en el paraíso, cuando le dijo que la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente…”. No me es posible repetir todo con exactitud. Se encontraba Ana en éxtasis, enumerando en su cántico todas las imágenes que figuraban a María. Decía: “El germen dado por Dios a Abraham ha llegado a su madurez en mi misma”. Hablaba luego de Isaac, prometido de Sara, y agregaba: “El florecimiento de la vara de Aarón se ha cumplido en mí”.

La he visto penetrada de luz en medio de su aposento, lleno de resplandores, donde aparecía también, en lo alto, la escala de Jacob. Las mujeres, llenas de asombro y de júbilo, estaban como arrobadas, y creo que vieron la aparición. Después de la oración de bienvenida se sirvió a las mujeres una pequeña comida de frutas y agua mezclada con bálsamo. Comieron y bebieron de pie, y fueron a dormir algunas horas para reposar del viaje. Ana permaneció levantada, y oró. Hacia la media noche, despertó a sus parientas para orar juntas, siguiéndola éstas detrás de una cortina cerca del lecho. Ana abrió las puertas de una alacena embutida en el muro, donde se hallaban varias reliquias dentro de una caja. Vi luces encendidas a cada lado; pero no sé si eran lámparas. Al pie de este pequeño altar había un escabel tapizado.

El relicario contenía algunos cabellos de Sara, a quien Ana profesaba veneración; huesos de José, que Moisés había traído de Egipto; algo de Tobías, quizás un trozo de vestido, y el pequeño vaso brillante en forma de pera donde había bebido Abraham al recibir la bendición del ángel y que Joaquín había recibido junto con la bendición. Ahora sé que esta bendición constaba de pan y vino y era como un alimento sacramental. Ana se arrodilló delante de la alacena. A cada lado de ella estaba una de las dos mujeres, y la tercera, detrás. Recitó un cántico: creo que se trataba de la zarza ardiente de Moisés.

Vi entonces un resplandor celestial que llenó la habitación, y que, moviéndose, condensábase en torno de Ana. Las mujeres cayeron como desvanecidas con el rostro pegado al suelo. La luz en torno de Ana tomó la forma de zarza que ardía junto a Moisés, sobre el monte Horeb, y ya no me fue posible contemplarla. La llama se proyectaba hacia el interior: de pronto vi que Ana recibía en sus brazos a la pequeña María, luminosa, que envolvió en su manto, apretó contra su pecho y colocó sobre el escabel delante del relicario. Prosiguió luego sus oraciones. Oí entonces que la niña lloraba. Vi que Ana sacaba unos lienzos debajo del gran velo que la cubría y fajándola, dejaba la cabeza, el pecho y los brazos descubiertos. La aparición de la zarza ardiendo desapareció.

Levantáronse entonces las mujeres y en medio de la mayor admiración recibieron en brazos a la criatura recién nacida, derramando lágrimas de alegría. Entonaron todas juntas un cántico de acción de gracias, y Ana alzó a la niña en el aire como para ofrecerla. Vi entonces que la habitación se volvió a llenar de luces y oí a los ángeles que cantaban Gloria y Aleluya. Pude escuchar todo lo que decían: supe que, según lo anunciaban, veinte días más tarde la niña recibiría el nombre de María. Entró Ana en su alcoba y se acostó.

Las mujeres tomaron a la niña, la despojaron de la faja, la lavaron y, fajándola de nuevo, la llevaron en seguida junto a su madre, cuyo lecho estaba dispuesto de tal manera que se podía fijar contra él una pequeña canasta calada, donde tenía la niña un sitio separado al lado de su madre. Las mujeres llamaron entonces a Joaquín, el cual se acercó al lecho de Ana, y arrodillándose, derramó abundantes lágrimas de alegría sobre la niña. La alzó en sus brazos y entonó un cántico de alabanzas, como Zacarías en el nacimiento del Bautista. Habló en el cántico del santo germen, que colocado por Dios en Abraham se había perpetuado en el pueblo de Dios y en la Alianza, cuyo sello era la circuncisión y que con esta niña llegaba a su más alto florecimiento. Oí decir en el cántico que aquellas palabras del profeta: “Un vástago brotará de la raíz de Jessé”, cumplíase en este momento perfectamente. Dijo también, con mucho fervor y humildad, que después de esto moriría contento.

Noté que María Helí, la hija mayor de Ana, llegó bastante tarde para ver a la niña. A pesar de ser madre ella misma, desde varios años atrás, no había asistido al nacimiento de María quizás porque, según las leyes judías, una hija no debía hallarse al lado de su madre en tales circunstancias. Al día siguiente vi a los servidores, a las criadas y a mucha gente del país reunidos en torno de la casa. Se les hacía entrar sucesivamente, y la niña María fue mostrada a todos por las mujeres que la atendían. Otros vecinos acudían porque durante la noche había aparecido una luz encima de la casa, y porque el alumbramiento de Ana, después de tantos años de esterilidad, era considerado como una especial gracia del cielo.

LA NATIVIDAD DE MARÍA EN EL ORBE

En el instante en que la pequeña María se hallaba en los brazos de Santa Ana, la vi en el cielo presentada ante la Santísima Trinidad y saludada con júbilo por todos los coros celestiales. Entendí que le fueron manifestados de modo sobrenatural todas sus alegrías, sus dolores y su futuro destino. María recibió el conocimiento de los más profundos misterios, guardando, sin embargo, su inocencia y candor de niña. Nosotros no podemos comprender la ciencia que le fue dada, porque la nuestra tiene su origen en el árbol fatal del Paraíso terrenal. Ella conoció todo esto como el niño conoce el seno de la madre donde debe buscar su alimento.

Cuando terminó la contemplación en la cual vi a la niña María en el cielo, instruida por la gracia divina, por primera vez pude verla llorar. Vi anunciado el nacimiento de María en el Limbo a los santos Patriarcas en el mismo momento penetrados de alegría inexplicable, porque se había cumplido la promesa hecha en el Paraíso. Supe también que hubo un progreso en el estado de gracia de los Patriarcas: su morada se hacía más clara, más amplia y adquirían mayor influencia sobre las cosas que acontecían en el mundo. Era como si todos sus trabajos, todas sus penitencias de su vida, todos sus combates, sus oraciones y sus ansias hubiesen llegado, por decirlo así, a su completa madurez produciendo frutos de paz y de gracia.

Observé un gran movimiento de alegría en toda la naturaleza al nacimiento de María; en los animales, y en el corazón de los hombres de bien; y oí armoniosos cantos por doquiera. Los pecadores se sintieron como angustiados y experimentaron pena y aflicción. Vi que en Nazaret y en las regiones de la Tierra Prometida varios poseídos del demonio se agitaban en medio de convulsiones violentas. Corrían de un lado a otro con grandes clamores; los demonios bramaban por boca de ellos clamando: “¡Hay que salir!... ¡Hay que salir!...”. He visto en Jerusalén al piadoso sacerdote Simeón, que habitaba cerca del templo, en el momento del nacimiento de María, sobresaltado por los clamores desaforados de locos y posesos, encerrados en un edificio contiguo a la montaña del templo, sobre el cual tenía Simeón derechos de vigilancia.

Lo vi dirigirse a media noche a la plaza, delante de la casa de los posesos. Un hombre que allí habitaba le preguntó la causa de aquellos gritos, que interrumpían el sueño de todo el mundo. Uno de los posesos clamó con más fuerza para que lo dejaran salir. Abrió Simeón la puerta y el poseso gritó, precipitándose afuera, por boca de Satanás: “Hay que salir… Debemos salir… Ha nacido una Virgen… ¡Son tantos los ángeles que nos atormentan sobre la tierra, que debemos partir, pues ya no podemos poseer un sólo hombre más…!”. Vi a Simeón orando con mucho fervor. El desgraciado poseso fue arrojado violentamente sobre la plaza, de un lado a otro; y vi que el demonio salía por fin de su boca.

Quedé muy contenta de haber visto al anciano Simeón. Vi también a la profetisa Ana y a Noemí, hermana de la madre de Lázaro, que habitaba en el templo y fue más tarde la maestra de la niña María. Fueron despertadas y se enteraron, por medio de visiones, de que había nacido una criatura de predilección. Se reunieron y se comunicaron unas a otras las cosas que acababan de saber. Creo que ellas conocían ya a Santa Ana.

ANUNCIO DEL NACIMIENTO DE MARÍA VIRGEN

En el país de los Reyes Magos mujeres videntes tuvieron visiones del nacimiento de la Santísima Virgen. Ellas decían a los sacerdotes que había nacido una Virgen, para saludar a la cual habían bajado muchos espíritus del cielo; que otros espíritus malignos se lamentaban de ello. También los Reyes Magos, que observaban los astros, vieron figuras y representaciones del acontecimiento. En Egipto, la misma noche del nacimiento de María, fue arrojado del templo un ídolo y echado a las aguas del mar. Otro ídolo cayó de su pedestal y se deshizo en pedazos. Llegaron más tarde a casa de Ana varios parientes de Joaquín que acudían desde el valle de Zabulón y algunos siervos que habían estado lejos. A todos les fue mostrada la niña María.

En casa se preparó una comida para los visitantes. Más tarde concurrieron muchas gentes para ver a la niña María, de modo que fue sacada de su cuna y puesta en sitio elevado, como sobre un caballete, en la parte anterior de la casa. Estaba sobre lienzos colorados y blancos por encima, fajada con lienzos colorados y blancos transparentes hasta debajo de los bracitos. Sus cabellos eran rubios y rizados. He visto después a María Cleofás, la hija de María Helí y de Cleofás, nieta de Ana, de algunos años de edad, jugar con María y besarla. Era María Cleofás una niña fuerte y robusta, tenía un vestidito sin mangas, con bordes colorados y adornos de rojas manzanas bordadas. En los brazos descubiertos llevaba coronitas blancas que parecían de seda, lana o plumas. La niña María tenía también un velo transparente alrededor del cuello.

LA NIÑA RECIBE EL DULCE NOMBRE DE MARÍA

Hoy vi una gran fiesta en casa de Ana. Los muebles habían sido cambiados de lugar y puestos a un lado en las habitaciones del frente. Los tabiques de juncos, que formaban habitaciones separadas, habían sido quitados para poder disponer una gran mesa. En torno de la sala vi una mesa amplia, baja, llena de platos y fuentes para la comida. En el centro se había levantado un altar cubierto con un paño rojo y blanco, sobre el cual había una cunita también de rojo y blanco y una colcha celeste. Al lado del altar había un atril cubierto, con rollos de pergamino conteniendo oraciones. Delante del altar había cinco sacerdotes de Nazaret con vestimentas de ceremonias. Joaquín estaba con ellos. En el fondo, en torno del altar, había mujeres y hombres, parientes de Joaquín, todos con trajes de fiesta.

Recuerdo a la hermana de Ana, Maraha de Séforis y a su hija mayor. Santa Ana había dejado el lecho; pero no asistió a la ceremonia, quedándose en la habitación, detrás del hogar. Enue, la hermana de Isabel, trajo a la pequeña María, poniéndola en brazos de Joaquín. Los sacerdotes se colocaron delante del altar, cerca de los rollos y recitaron en alta voz las oraciones. Joaquín entregó a la niña al principal de ellos, el cual alzándola en el aire, mientras rezaba, como para ofrecerla a Dios, la dejó luego en su cuna, sobre el altar. Tomó después unas tijeras de forma particular, con las cuales cortó tres pequeñas guedejas de cabello a ambos lados de la cabeza y la frente de la criatura, quemándolas en el brasero. Tomó luego una caja que contenía aceite y ungió los cinco sentidos de la niña, tocándole con el pulgar las orejas, los ojos, la nariz, la boca y el hueco del estómago. Sobre el pecho de la criatura colocó un pergamino donde estaba escrito el nombre de María. Luego se cantaron salmos y se sirvió la comida, la cual no pude ver.

Varias semanas después del nacimiento de María, vi a Joaquín y a Ana que iban con la Niña al templo para ofrecer un sacrificio. La presentaron al templo con vivos sentimientos de piedad y agradeciendo a Dios de un modo parecido a lo que más tarde hizo la Virgen Santísima cuando presentó al Niño Jesús y lo rescató del templo, según las prescripciones de la ley. Al día siguiente entregaron su ofrenda, prometiendo consagrar la niña a Dios en el templo dentro de algunos años. Después volvieron a Jerusalén.

FUENTE: DE LAS VISIONES DE LA BEATA ANA KATERINA EMERICK / INFANCIA DE LA VIRGEN SANTISIMA

La vida oculta de la Virgen María", la obra que recoge las visiones de la beata Ana Catalina Emmerich sobre la vida de la Madre de Dios que la Sagrada Escritura no cuenta, está causando en estos días un interés sin precedentes.

Aunque no son dogma de fe, la Iglesia considera las visiones o revelaciones particulares de gran valor para acercarse, en este caso, a la figura de la Virgen. Se trata de la primera vez que se publican en español estas visiones de la religiosa alemana estigmatizada del siglo XIX.

El libro recoge con minuciosidad las notas tomadas por Clemente Brentano de las visiones de la mística de Dulmen, incluye las narraciones de la religiosa sobre los antepasados de la Virgen, su Inmaculada Concepción, su nacimiento y sus primeros años, el ingreso y la estancia en el Templo, la boda con San José, la Visitación a su prima Isabel, los nacimientos de San Juan Bautista y de Jesús, la caravana de los Reyes Magos, la huida a Egipto, la matanza de los Inocentes, la permanencia de la Sagrada Familia en Egipto y el regreso a Nazaret, la muerte de San José y su estancia en Éfeso con San Juan y el final de su vida terrena.

Religión en Libertad ofrece a sus lectores una selección de textos con las visiones de Ana Catalina sobre el aspecto físico de la Virgen, sus padres Santa Ana y San Joaquín, su nacimiento y el de Jesús, algunos de talles sobre Moisés, la Anunciación, la circuncisión de Jesús, Egipto, etc.

Santa Ana
«He visto a Ana de pequeña. No era especialmente bonita, pero sí más que otras; no era ni de lejos tan bonita como María, pero era extraordinariamente sencilla y de una piedad infantil, y así la he visto en todas las edades, de doncellita, madre y viejecita; y por eso siempre que he visto una vieja aldeana de aspecto infantil se me ocurría: "Esta es como Ana"».

San Joaquín
«Joaquín no era nada guapo. San José, incluso cuando ya no era joven, era en comparación un hombre muy guapo. Joaquín era de figura menuda, ancho y sin embargo delgado, y cada vez que pienso en él me veo obligada a reírme, pero era un hombre maravilloso, santo y piadoso además de pobre».

Nacimiento de María
«Una luz sobrenatural llenó el cuarto y se adensó tejiéndose en torno a Ana. Las mujeres se prosternaron sobre sus rostros, como aturdidas. La luz tomó en torno a Ana toda la forma de aquella figura que tuvo en el Horeb la zarza ardiente de Moisés, así que ya no pude ver nada más de Ana. La llamas irradiaba completamente hacia adentro, y entonces de repente vi que Ana recibió en sus manos la refulgente Niña María, la envolvió en su manto, la apretó contra su corazón y luego la puso desnuda en la banqueta delante del relicario y siguió rezando.

Entonces oí llorar a la niña y vi que Ana sacó los pañales que guardaba debajo de su gran velo y la envolvió. Fajó a la niña en colores gris y rojo hasta debajo de los brazos, y dejó desnudos el pecho, los brazos y la cabeza. Entonces desapareció de su alrededor la aparición de la zarza ardiente».

Moisés
«Moisés era pelirrojo, muy alto y ancho de hombros. Su cabeza era muy alta y en punta como un pilón de azúcar y tenía la nariz grande y curvada. En la parte superior de su amplia frente tenía dos prominencias como cuernos, que estaban vueltas una hacia otra; no eran rígidas como los cuernos de los animales, sino de piel blanda y como rayada o estriada. Solo sobresalían un poco, como dos colinas parduzcas y arrugadas en la parte superior de la frente. De pequeño ya las tenía en forma de verruguitas. Estas protuberancias le daban un aspecto prodigioso, y nunca las pude sufrir porque me recordaban involuntariamente imágenes del demonio. He visto varias veces protuberancias de éstas en la frente de ancianos profetas y ermitaños; algunos solo tenía una en medio de la frente».

Jerusalén
«Cuando voy por las calles de la actual Jerusalén para hacer el Viacrucis, muchas veces veo debajo de un edificio en ruinas una gran arcada que en parte está derruída y en parte llena de agua que ha entrado allí. El agua llega actualmente al tablero de la mesa, en cuyo centro se levanta una columna en torno a la cual cuelgan cajas llenas de rollos escritos. Debajo de la mesa también hay en el agua más rollos escritos. Estos subterráneos deben ser sepulcros; se extienden hasta el Monte Calvario. Creo que esta es la casa que habitó Pilatos. A su tiempo se descubrirá este tesoro de manuscritos».

La Virgen María
«La Santísima Virgen tenía el cabello rojizo y muy abundante, y las cejas negras, altas y finas; la frente muy alta; grandes ojos entornados con grandes pestañas negras; nariz recta, larga y fina; una boca muy noble y amable; la barbilla puntiaguda; estatura mediana, y sus andares con sus ricos atavíos eran suaves, graves y castos».

Anunciación
«Cuando esta luz penetró en su costado derecho, la Santísima Virgen se volvió totalmente traslúcida y como transparente y fue como si ante esta luz, la opacidad se retirara como la noche. En ese momento María estaba tan traspasada de luz que nada de ella parecía oscuro o encubierto, toda su persona estaba resplandeciente y lúminosa.

Después vi desaparecer al ángel y retirarse el haz de luz que salía de él. Fue como si desde el cielo hubieran reabsorbido aquel torrente de luz. Mientras la luz se retiraba, cayeron sobre la Santísima Virgen muchos capullos de rosas blancas, cada una con una hojita verde».

Nacimiento
«El resplandor en torno a la Santísima Virgen se hacía cada vez mayor y ya no se veía la luz de la lámpara que había encendido José. La Santísima Virgen estaba vuelta a Oriente y arrodillada sobre su colcha de dormir con su amplio vestido suelto y extendido en torno a ella.

A las doce de la noche se quedó arrobada en oración; la vi elevarse sobre la Tierra de modo que podía verse el suelo debajo de ella. Tenía las manos cruzadas sobre el pecho y en torno a ella seguía aumentando el resplandor. Todo estaba entrañable y jubilosamente agitado, incluso las cosas inanimadas, la roca del techo, las paredes, el techo y el suelo de la gruta estaba como viva dentro de aquella luz. Entonces ya no vi más el techo de la gruta, y una vía de luz se abrió entre María y lo más alto del Cielo con un resplandor cada vez más alto».

La cueva del pesebre
«La Cueva del Pesebre está verdaderamente muy cómoda y tranquila; aquí no viene nadie de Belén y solo pasan por aquí los pastores. En Belén nadie se preocupa de lo que pase en las afueras, pues allí, con tanto forastero, hay mucha gente y muchas aglomeraciones. En Belén se compra y se sacrifica mucho ganado, porque muchos de los presentes pagan sus tributos con ganado. También hay muchos paganos que sirven de criados».

Circuncisión
«El mango y la hoja del cuchillo eran de piedra; el mango era liso y castaño y tenía una ranura donde iba encajada la hoja, que era del color amarillento de la seda bruta y no me pareció muy afilada.

Hicieron el corte con la punta ganchuda del cuchillo que, abierto, tendría de largo por lo menos un palmo. El sacerdote hirió también al niño con la afilada uña de su dedo, chupó la herida y la roció con agua vulneraria y un calmante de las cajitas.

Puso lo que había cortado entre dos plaquitas redondas y brillantes de color castaño rojizo, que estaban un poco ahondadas en el centro. Era como la cajita muy plana de una materia preciosa que entregaron a la Santísima Virgen. Entonces dieron el niño a la cuidadora que lo vendó y fajó de nuevo en sus pañales. El niño había estado fajado en blanco y rojo hasta los bracitos, pero ahora le envolvieron también los bracitos».

Ofrenda
«Cuando Mensor se arrodilló y depositó los regalos con conmovedoras palabras de homenaje, inclinó humildemente su cabeza descubierta y cruzó sus manos sobre su pecho. María desnudó la parte superior del cuerpo del Niño, que estaba envuelto en pañales rojos y blancos y al que se le veía brillar tiernamente detrás de su velo; le sujetaba la cabecita con una mano y lo abrazaba con la otra; el niño tenía sus manitas cruzadas sobre el pecho, como si rezara. Relucía amablemente y a veces también hacía de un modo encantador como si agarrara algo en torno a sí».

Egipto
«Muy extrañada vi ruinas de edificios, grandes trozos de gruesos muros, torres a medias y también templos casi enteros; columnas como torres a las que se podía subir dando vueltas por fuera; altas columnas que por arriba eran delgadas y terminaban en punta, cubiertas completamente de extrañas figuras; y muchas figuras grandes como de perros tumbados con cabeza humana».

Muerte de San José
«Jesús rondaba los treinta años cuando José se fue debilitando cada vez más. Muchas veces vi que Jesús y María estaban con él y que María se sentaba muchas veces en el suelo delante de su lecho o en un taburete de tres patas, redondo y bajo, que a veces utilizaba de mesa. Los vi comer pocas veces. A San José le llevaban a comer al lecho un plato con tres rebanadas cuadradas blancas como de dos dedos de largo o frutas pequeñas en una taza. Le daban de beber en una especie de ánfora.

Cuando José murió, María estaba sentada a la cabecera de su lecho y lo tenía en brazos, mientras que Jesús estaba junto a su pecho».

LA BIBLIA DICE QUE MARÍA ESTÁ “LLENA DE GRACIA”, LO QUE SIGNIFICA QUE ELLA NO TIENE PECADO

Lucas 1, 27-31: “… y el nombre de la virgen era María. Y presentándose el ángel a ella, le dijo: Salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras y discurría qué podría significar aquella salutación. El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús”.

Las biblias protestantes modernas no traducen Lucas 1, 28 como: “Salve, llena de gracia”. Dicen: “Alégrate, hija muy favorecida”, o algo similar. Las traducciones protestantes están erradas. Hay varias formas de demostrar que están equivocados. La palabra en el original griego es kecharitomene. Esta palabra se relaciona directamente con la idea de “gracia”. Los eruditos griegos señalan que kecharitomene proviene de la raíz de la palabra charis, que tiene un significado literal de “gracia”. De las 150 apariciones de la palabra, la biblia protestante King James traduce charis como “gracia” 129 veces.

Es muy importante también tener en cuenta que las primeras traducciones protestantes tenían a Lucas 1, 28 como “llena de gracia” o su equivalente. El famoso protestante William Tyndale (1494-1536) es considerado como un héroe entre los protestantes. Su versión de la Biblia fue traducida al inglés moderno primitivo por cerca de 1525. Tyndale traduce Lucas 1, 28 como: “Salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres” (http://wesley.nnu.edu/biblical_studies/tyndale/). El inglés protestante Thomas Cranmer (1489-1556) también traduce el pasaje como “llena de gracia”.

San Jerónimo (347-420 d.C.) fue el estudioso bíblico de la Iglesia primitiva. Incluso las traducciones protestantes de la biblia protestante King James de 1611, llaman a San Jerónimo “el padre más sabio, y el mejor lingüista exento de controversia en su época y cualquier otra posterior a él” (del prefacio de los traductores de la Biblia King James de 1611). San Jerónimo traduce “kecharitomene”como “gratiae plena”, que significa “llena de gracia que has recibido” en la vulgata latina. “Gracia” también fue aceptada como la traducción correcta en el Nuevo Testamento de Rheims en 1582.

El Palabras de Imágenes del Nuevo Testamento del famoso erudito en griego, el protestante A.T. Robertson, dice de Lucas 1, 28, lo siguiente:

“Muy favorecida (kecaritwmenh). Participio pasivo perfecto de caritow y significa dotado con gracia (cariβ), enriquecida con la gracia, como en Efesios 1, 6: … la Vulgata gratia plena “es correcto, si significa ‘llena de gracia que has recibido’, incorrecto, si significa ‘llena de gracia que has de dar (Robertson, Word Pictures of the New Testament, Lucas 1, 28).

Si María es “llena de gracia”, eso sugiere fuertemente que ella está libre de pecado. Porque la gracia está en oposición al pecado. El ángel no dice que María se llenará de gracia, sino que él se ha presentado ante María ya en ese estado. Ella fue concebida en ese estado. Por otra parte, María es declarada como “bendita entre las mujeres” porque su posición es única.

MARÍA FUE PERPETUAMENTE VIRGEN

Hemos visto que María es la nueva Eva y el Arca de la Nueva Alianza. Ahora veremos la evidencia bíblica de la perpetua virginidad de María. La mayoría de los protestantes de nuestros días rechazan la virginidad perpetua de María; ellos creen que contradice la Biblia. Muchos de ellos se sorprenderán que los primeros protestantes, incluyendo a Martín Lutero, Juan Calvino, Ulrico Zwinglio y otros creían en la virginidad perpetua de María. La idea de que María dejó de ser Virgen y tuvo otros hijos además de Jesús fue inventada muchas generaciones después de los orígenes de la “reforma” protestante. Por lo tanto, la posición protestante acerca de este asunto no sólo contradice la antigua tradición católica y la Biblia (como veremos), sino a su propia “tradición” protestante.

MATEO 1, 25 NO DESMIENTE LA PERPETUA VIRGINIDAD DE MARÍA

Lo primero que los protestantes suelen citar en contra de la virginidad perpetua de María es Mateo 1, 25.

Mateo 1, 24-25: “Al despertar José de su sueño hizo como el ángel del Señor le había mandado, recibiendo en casa a su esposa, la cual, sin que él antes la conociese, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús”.

Algunas Biblias traducen “pero no la conoció hasta que dio a luz un hijo”. Según los protestantes, esto demuestra que María dejó de ser Virgen después del nacimiento de Jesús. Esto es incorrecto. La palabra griega que significa “hasta” (heos) no implica que José tuvo relaciones conyugales con María después del nacimiento de Jesucristo. Simplemente significa que no tuvieron relaciones hasta ese momento, sin decir nada de lo que pasó después del nacimiento. Esto se demuestra a continuación por muchos pasajes. También hay que tener en cuenta que la Biblia fue escrita hace miles de años. Fue escrita en un tiempo y en un lenguaje que no expresan e implican las mismas cosas que en el lenguaje moderno.

Por ejemplo, en 2 Samuel 6, 23, leemos que Dios maldijo a Micol, la esposa de David. Él la maldijo porque se burló de David por la forma en que él se regocijó ante el Arca de la Alianza. Como resultado, Micol no tuvo hijos “hasta” el día de su muerte.

2 Samuel 6, 23: “Y ya Micol, hija de Saúl, no tuvo hijos hasta el día de su muerte”.

¿Significa esto que Micol comenzó a tener hijos después de su muerte? Obviamente que no. Este versículo demuestra que cuando la Escritura describe algo como verdadero “hasta” o “antes” de un cierto momento, no significa necesariamente que dejó de ser cierto después de ese momento. Aquí hay muchos otros ejemplos de esto:

Hebreos 1, 13: “¿Y a cuál de los ángeles dijo alguna vez: Siéntate a mi diestra mientras pongo a tus enemigos por escabel de tus pies”.

Otras traducciones dicen: “Siéntate a mi diestra hastaque ponga a tus enemigos por escabel a tus pies”. Aquí se refiere al Hijo de Dios. ¿Esto significa acaso que el Hijo de Dios dejará de sentarse a la diestra del Padre después que los enemigos de Dios son puestos por escabel de sus pies? Obviamente que no. Él permanecerá siempre a la diestra de Dios Padre.

1 Timoteo 4, 13: Mientras llego, aplícate a la lección, a la exhortación y a la enseñanza”.

Otras traducciones dicen: Hasta que yo llegue, aplícate etc.”. ¿Acaso esto significa que debemos abandonar la doctrina y la enseñanza después que él venga? Obviamente que no.

Hechos 23, 1: “Pablo, puestos los ojos ante el sanedrín, dijo: Hermanos, siempre hasta hoy me he conducido delante de Dios con toda rectitud de conciencia”.

¿Esto significa necesariamente que Pablo dejó de tener rectitud de conciencia después de ese día? Obviamente que no.

La preposición “antes” se puede usar de la misma manera.

Juan 4, 49: “Le dijo el cortesano: Señor, baja antes que mi hijo muera”.

Aquí vemos que la palabra “antes” se puede utilizar de una manera similar a la palabra “hasta”. Este niño no murió; Jesús lo sanó (Juan 4, 50). Por lo tanto, la declaración de Mateo 1, 18 que citamos a continuación, que dice que María estuvo en cinta “antes” que ella y José se unieran, no significa que se unieron después que dejó de estar en cinta. Simplemente significa que ella estuvo embarazada sin ningún tipo de contacto sexual.

Mateo 1, 18: “La concepción de Jesucristo fue así: Estando desposada María, su madre, con José, antes de que conviviesen, se halló haber concebido María del Espíritu Santo”.

Lo cierto es que Mateo 1, 25 y Mateo 1, 18 no desmienten de ninguna manera la perpetua virginidad de María. Los protestantes no pueden alegar legítimamente que estos pasajes constituyen una prueba de que María dejó de ser virgen. Estos pasajes tampoco prueban la perpetua virginidad de María. Su perpetua virginidad se prueba en otras cosas de la Biblia.

¿QUÉ DECIR SOBRE EL HIJO “PRIMOGÉNITO”, NO IMPLICA QUE HUBO OTROS HIJOS?

Lucas 2, 7: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón”.

Mateo 1, 25: “Sin que él antes la conociese, dio a luz un hijo [“primogénito” agregan otras versiones], y le puso por nombre Jesús”.
El “hijo primogénito” es un título jurídico otorgado a un hijo primogénito en una familia judía: en otras palabras, se le da a un hijo varón que también es el primer hijo.

Dios ordenó específicamente a los israelitas que santificaran (es decir, que reservaran) a sus hijos primogénitos para una especial consagración y al servicio de Dios. El título “hijo primogénito” ostenta una importancia adicional porque ese niño tiene derecho a una doble porción de la herencia (Deuteronomio 21, 17). Este título de “hijo primogénito” era dado a los niños independientemente de si la mujer tuviera otros hijos después de él. A modo de ejemplo: “podemos ver esto en la inscripción griega de una tumba en Tel el Yaoudieh (cf. “Bíblica” 11, 1930 369-90) para una madre que murió en el parto: ‘En el dolor del parto de mi hijo primogénito, el destino me llevó al fin de la vida’” (Citado en “Brothers and Sisters of Jesus”, de William Most).

En Éxodo 13 y 34, leemos acerca de la prescripción de Dios de que el “primogénito” le sea consagrado a Él. Había una ceremonia para la “santificación del primogénito” (Éxodo 13 y 34, 20). No se posponía la ceremonia para el “hijo primogénito” hasta que la mujer tuviera un segundo hijo.

Éxodo 13, 2 y 12: “Conságrame todo primogénito; las primicias del seno materno entre los hijos de Israel, tanto de los hombres cuanto de los animales, mías son… Consagrarás a Dios todo cuanto abre la vulva; y de todo primer parto de los animales que tengas, el macho lo consagrarás a Dios”.

Por lo tanto, que los Evangelios digan que Jesús fue el primogénito de María (Lucas 2, 7) no contradice en absoluto la virginidad perpetua de María. Simplemente significa que Él fue su primer hijo varón. No dice nada si llegaron otros hijos más tarde.

¿QUÉ DECIR SOBRE LOS “HERMANOS” DE JESÚS?

Los no católicos a menudo suelen presentar los pasajes que mencionan los “hermanos y hermanas” de Jesús. En primer lugar, se debe mencionar que ninguna sola vez se describe a estos “hermanos” como hijos de María, la madre de Jesús.

Marcos 6, 3: “¿No es acaso el carpintero, hijo de María, y el hermano de Santiago, de José, y de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?; y se escandalizaban de Él”.

Mateo 13, 55: “¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago, y José, Simón y Judas?”.

En el original griego las palabras utilizadas son adelphoi (“hermanos”) y adelphe (“hermanas”). Las palabras adelphoi y adelphe se pueden referir a hermanos reales. Sin embargo, la Biblia también usa estas palabras para describir a personas que no son hermanos, sino primos o parientes o vecinos cercanos.

LA BIBLIA DICE QUE ABRAHAM ERA EL HERMANO DE LOT, PERO NO LO ERA PROPIAMENTE

Lot era sobrino de Abraham. Abraham era su tío (Génesis 11, 31 y 14, 12). Sin embargo, la Biblia describe dos veces a Lot como “hermano” de Abraham. La razón es porque la palabra “hermano” no significa necesariamente un hermano. Como se mencionó anteriormente, puede significar un sobrino o un pariente o un hermanastro o un amigo cercano de la familia.

Génesis 14, 14: “Y como supo Abraham que había sido hecho cautivo su hermano…”.

Lot era el sobrino de Abraham La Biblia también dice que era su hermano
Gén. 11, 27: “Estas son las generaciones de Teraj: Teraj engendró a Abraham, Najor y Aram. Aram engendró a Lot”.

Gén. 12, 5: “Tomó, pues, Abraham a Sarai, su mujer, y a Lot, su sobrino…”.

Gén. 14, 12: “Capturaron a Lot, sobrino de Abraham, con su hacienda, y se fueron: él habitaba en Sodoma”.


Gén. 14, 14: “Y como supo Abraham que había sido hecho cautivo su hermano…”.

Gén. 14, 16: “Y recobró todo el botín y a Lot, su hermano…”.

Algunos protestantes intentan responder a esto argumentando que el Antiguo Testamento no fue escrito en griego, sino en hebreo. Por tanto, ellos dicen, el caso de Lot no prueba que adelphoi pueda referirse a una persona que no es propiamente un hermano. Esto se responde que si bien que el Antiguo Testamento fue originalmente escrito en hebreo, éste fue traducido acertadamente al griego por setenta eruditos unos cuantos siglos antes de la venida de Cristo. Esta acertada traducción se llama la septuaginta.

Esta traducción griega del Antiguo Testamento, la septuaginta, es citada alrededor de 300 veces por los escritores inspirados del Nuevo Testamento. Eso significa que los escritores del Nuevo Testamento aceptaban la septuaginta. En la septuaginta, la misma palabra griega adelphos se usa para describir a Lot como hermano de Abraham. Adelphos es el singular de adelphoi, la palabra usada en el Nuevo Testamento para los “hermanos” de Jesús. Por lo tanto, el Antiguo Testamento usa adelphos para describir a alguien que no es literalmente un hermano.

Pero el punto también se puede probar en el Nuevo Testamento. En Hechos 3, 17 y en Romanos 9, 3 vemos que adelphoi (hermanos) se usa para describir a las personas de la misma nacionalidad que no son hermanos. Tenga en consideración esos versículos para rematar el argumento de los protestantes al respecto.

Por otra parte, en Lucas 10, 29, y Mateo 5, 22, vemos que adelphos (“hermano”) se utiliza para referirse al vecino, no necesariamente al hermano.

PERO HAY UNA PALABRA GRIEGA PARA PRIMO, ANEPSIOS; SI LOS HERMANOS DE JESÚS ERAN PRIMOS EN LUGAR DE HERMANOS, ¿POR QUÉ NO SE UTILIZA ANEPSIOS?

La Iglesia católica enseña que María fue siempre virgen y no tuvo otros hijos. La Iglesia católica no enseña que todos los “hermanos” de Jesús eran necesariamente sus primos. Ellos podían haber sido por extensión parientes o amigos cercanos o personas consideradas partes de la familia por el matrimonio o la ley o la patria. Por ejemplo, en 2 Samuel 1, 26; el rey David llama a Jonathan su “hermano”. Jonathan y David no eran hermanos o primos. David se había casado con la hermana de Jonathan, Micol, la hija del rey Saúl. Por lo que David se casó en la familia.

El número de los “hermanos” de Jesús (adelphoi) mencionados en la Biblia parecen indicar que algunos de ellos ni siquiera eran parientes por extensión, sino que eran considerados parte de la familia de otra manera. Si al menos uno o algunos de ellos no eran primos, sino familiares por más extensión o vecinos o amigos cercanos de la familia, entonces se habría usado la palabra adelphoi. Por lo tanto, el hecho que no haya sido utilizada la palabra primo no prueba de manera alguna que María tuvo otros hijos.

LA EVIDENCIA DE MATEO 27, 56 MUESTRA QUE LOS “HERMANOS” DE JESÚS NO ERAN SUS HERMANOS

Mateo 13, 55: “¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago, y José, Simón y Judas?”.

Santiago y José son dos de los nombres que se dan como los “hermanos” de Jesús. Se puede demostrar, por los siguientes puntos, que eran hijos de otra mujer y no hermanos de Jesús. Por favor, lea con atención.

Había tres mujeres al pie de la cruz: 1) la Santísima Virgen María (la madre de Jesús), 2) María, la mujer de Cleofás (que se dice que es la hermana de la Santísima Virgen María), y 3) María Magdalena.

Juan 19, 25: “Estaban junto a la cruz de Jesús [1] su Madre y la hermana de su Madre, [2] María de Cleofás y [3] María Magdalena”.

María, la esposa de Cleofás, también es descrita como “la otra María”, en Mateo 28, 1. La Biblia nos dice que Santiago y José son los hijos de esta María:

Mateo 27, 56: “Entre ellas María Magdalena y María la madre de Santiago y José y la madre de los hijos de Zebedeo”.

Por lo tanto, Santiago y José (que son llamados “hermanos” de Jesús) no son sus hermanos, sino al menos sus primos. Sin embargo, probablemente ni siquiera son primos hermanos. Esto es porque María de Cleofás (la madre de Santiago y de José), que se dice que es la “hermana” de la madre de Jesús (Juan 19, 25), también se llamaba María. Es muy poco probable que a dos hermanas de una familia hebrea se les dé el mismo nombre. Lo más probable es que no eran hermanas, sino miembros del mismo clan, que son llamadas “hermanas” de la misma manera que Santiago, José, Simón y Judas eran llamados “hermanos” de Jesús. Todo esto demuestra que ninguna de las declaraciones de la Biblia de los hermanos y hermanas de Jesús refuta, de manera alguna, la virginidad perpetua de la Santísima Virgen María. Ahora examinemos la prueba de que María no tuvo otros hijos y que ella fue perpetuamente virgen.

JUAN 19, 26 PRUEBA QUE MARÍA NO TUVO HIJOS ADEMÁS DE JESÚS

Al morir en la cruz, Jesús le confía el cuidado de su madre al Apóstol San Juan.

Juan 19, 26-27: “Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a la madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo [Juan] la recibió en su casa”.

Los estudiosos señalan que se trataba de un encargo de custodia formal (Gerry Matatics, op. cit.). Jesús confió a su madre a San Juan para que él se hiciera cargo de ella. Si María hubiera tenido otros hijos, como los protestantes sostienen, Jesús no le habría dicho a San Juan a que tomara a María como su madre. Ella habría sido puesta al cuidado de uno de sus muchos “hermanos”. El hecho que Jesús haya confiado a María a San Juan, demuestra que no tenía otros hijos.

Los protestantes tratan de responder a esto argumentando que los “hermanos” de Jesús no eran creyentes, y que por eso Jesús la confió a San Juan. Sin embargo, esto se refuta por Hechos 1, 14. Ahí se indica que los “hermanos” de Jesús eran creyentes. Jesús ciertamente sabía que lo eran o se convertirían en creyentes y, por lo tanto, Él no la habría confiado a San Juan si ellos fueran sus hermanos.

También es muy significativo que cuando fue encontrado Jesús en el templo a los 12 años de edad, no hay indicación alguna de que María y José tuvieron otros hijos (Lucas 2, 41-51). Eso indica que Él era hijo único. Él también es señalado como “el hijo de María” (Marcos 6, 3), no como un hijo de María. Ni una sola vez se dice que María tuvo otros hijos.

LA RESPUESTA DE MARÍA AL ÁNGEL EN LUCAS 1 INDICA QUE ELLA HABÍA HECHO VOTO DE VIRGINIDAD PERPETUA

Lucas 1, 30-34: “El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin. Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?

El ángel se aparece a María y le dice que ella concebirá y dará a luz un hijo. María responde diciendo: “¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?”. El significado real es: ¿cómo podrá ser esto, puesto que soy virgen? María comprendía cómo eran concebidos los hijos. Su respuesta sólo tiene sentido si ella hubiera hecho voto de virginidad de por vida. Ella se preguntaba cómo podría concebir si era virgen.

También hay que señalar que el matrimonio de María con San José, no es contradictorio con el hecho de que ella hubiera hecho voto de virginidad. El comportamiento moral en esa época dictaba que las mujeres hacían voto virginidad tuvieran un protector de sexo masculino que la guardara y respetara el voto. Ese fue el papel de San José.

ES INIMAGINABLE QUE EL ARCA DE LA NUEVA ALIANZA TUVIESE CONTACTO SEXUAL

Ya hemos visto que la Biblia enseña claramente que María es el Arca de la Nueva Alianza. Al ser la criatura más sagrada en la Tierra y el vaso del Altísimo, es totalmente incongruente – completamente en desacuerdo con la dignidad y el rol del Arca – pensar que ella hubiese tenido algún contacto sexual. Para preparar al pueblo para la venida de Dios en el monte Sinaí, Moisés dijo:

Éxodo 19, 14-15: “Bajó de la montaña Moisés a donde estaba el pueblo, y le santificó, y ellos levaron sus vestidos. Después dijo al pueblo: Aprestaos durante tres días y nadie toque mujer”.

Cuando David estaba de viaje y necesitó pan del sacerdote, leemos:

1 Samuel 21, 5: “El sacerdote respondió a David: No tengo a mano pan del ordinario; pero hay pan santo, siempre que tus mozos se hayan abstenido de trato con mujeres”.

El Arca fue creada por la más sublime y sagrada razón, y nunca habría de tener contacto sexual. Oza fue herido de muerte por el mero hecho de tocar el Arca cuando no debería haberlo hecho (2 Samuel 6, 6-8).

EZEQUIEL 44 Y LA PROFECÍA SOBRE LA PUERTA CERRADA ES UNA PROFECÍA ACERCA DE LA PERPETUA VIRGINIDAD DE MARÍA

Ezequiel 44, 2: “Y me dijo el Señor: Esta puerta ha de estar cerrada; no se abrirá ni entrará por ella hombre alguno, porque ha entrado por ella el Señor, Dios de Israel; por tanto, ha de quedar cerrada”.

Aquí vemos que el Señor pasará a través de esta puerta, y ningún otro hombre pasará por ella. Esta es una profecía acerca de la virginidad perpetua de María. Ella es la puerta cerrada, a través de la cual vendrá el Señor. Esa es una razón por la cual María ha sido llamada “la Puerta del Cielo” en los escritos tradicionales católicos.

LA PERPETUA VIRGINIDAD DE MARÍA ERA FIRMEMENTE CREÍDA EN LA ANTIGUA IGLESIA CRISTIANA

Segundo Concilio de Constantinopla, 553 d.C., canon 6: “Si alguno llama a la santa gloriosa siempre Virgen María madre de Dios, en sentido figurado y no en sentido propio… sea anatema”.

Algunos protestantes y la mayoría de los miembros de la Iglesia “ortodoxa” reclaman honrar el Segundo Concilio de Constantinopla. Este fue el quinto concilio ecuménico. Como vemos aquí, es evidente que se enseña la virginidad perpetua de María.

Papa San Martín I, Concilio de Letrán, 649 d.C., can. 3: “Si alguno no confiesa, de acuerdo con los Santos Padres, propiamente y según verdad por madre de Dios a la santa y siempre Virgen María, como quiera que concibió en los últimos tiempos sin semen por obra del Espíritu Santo al mismo Dios Verbo propia y verdaderamente, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente le engendró, permaneciendo ella, aun después del parto, en virginidad indisoluble, sea condenado” (Denzinger 256).

La antigua Iglesia cristiana creía que María fue perpetuamente virgen. En el siglo IV, San Jerónimo, el padre de los estudios bíblicos y quien tradujo la Biblia al latín, defendió esta verdad contra Helveticus, un hereje que la negó. Como ya se mencionó, incluso los primeros protestantes, incluyendo a Lutero, Calvino y Zwinglio, aceptaron la perpetua virginidad de María.

LA PRUEBA BÍBLICA DE LA ASUNCIÓN CORPORAL DE MARÍA A LOS CIELOS Y SU REALEZA EN EL CIELO

La Iglesia católica enseña que, después de que su curso de vida en la tierra, la Santísima Virgen María fue asunta en cuerpo y alma al cielo. Su cuerpo no permaneció en la tumba ni sufrió la corrupción de la carne, porque esto es un castigo por el pecado original, que ella no tenía. Puesto que ella estaba exenta de todo pecado original, y fue el Arca privilegiada, María fue llevada directamente al cielo en cuerpo y alma. Ese es el llamado dogma de la Asunción corporal de María.

Los no católicos dicen que no hay evidencia en la Biblia de la Asunción de María. Por el contrario, nos encontramos con una descripción de ello en Apocalipsis capítulo 12.

Apocalipsis 12, 1: Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”.

La mujer en Apocalipsis 12, 1 representa una serie de cosas. Los Padres de la Iglesia entienden que significa la Madre de Jesús; ellos también entienden que significa, en cierto nivel, la Iglesia. No hay duda de que significa María, porque el Hijo de esta mujer es el que gobierna todas las naciones con vara de hierro (Apocalipsis 12, 5). Ese es Jesús, por supuesto, y por lo tanto la madre tiene que ser la Virgen María. Por lo tanto, el Apocalipsis capítulo 12 nos da una clara imagen de María elevada al cielo y colocada como Reina del cielo.
La Biblia también nos da una idea de la Asunción de María en el Salmo 132, 8.

Salmo 132, 8: Levántate, Señor, y ven a tu morada, tú y el arca de tu majestad”.

Este interesante salmo habla del Señor y del Arca que se levantan o son llevados a un lugar de descanso permanente. Esta es una imagen de la Asunción, porque Jesús es el Señor y María es la nueva Arca, como hemos demostrado. Ambos fueron llevados al cielo en cuerpo y alma. Jesús ascendió por sí mismo; María ascendió por Jesús.

Si se dice que el Arca de la Antigua Alianza es llevada a un lugar de descanso, ¿cuánto más el Arca de la Alianza nueva y eterna? También vemos que se dice que el Arca ha sido santificada.

LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO SE DESPRENDE LÓGICAMENTE DE SU PRESERVACIÓN DEL PECADO

La asunción corporal de María se desprende lógicamente de la preservación de todo pecado original y actual. La corrupción de la carne en la tumba es una consecuencia del pecado original (Génesis 3, 19). La mayoría de los protestantes están de acuerdo en este punto. Como el Arca de la Nueva Alianza, María no tuvo pecado original. Como resultado, ella estuvo libre de sus consecuencias. De esto se sigue que Dios no permitió que su cuerpo viera la corrupción.

Salmo 15, 10: “Pues no abandonarás mi alma en el sepulcro; ni permitirás que el cuerpo de tu santo vea la corrupción”.

Este salmo, que dice que Dios no permite que su santo experimente la corrupción, está citada en el Nuevo Testamento en Hechos capítulo 2. Se refiere a Jesús.

Hechos 2, 31: “Con visión anticipada habló de la resurrección de Cristo, que no sería abandonado en el hades ni vería su carne la corrupción”.

Del mismo modo, habiendo sido María preservada de todo pecado, ella no sufrió corrupción alguna de la carne en la tumba y fue asunta en cuerpo y alma al cielo.

EL ARCA ESTABA HECHA DE MADERA INCORRUPTIBLE

El Arca de la Antigua Alianza era de acacia de madera, una acacia incorruptible.

Éxodo 25, 10: “Harás un arca de madera de acacia…”.

La acacia de madera es extremadamente durable que la Septuaginta, la versión griega del Antiguo Testamento, en realidad traduce esta palabra como “incorruptible” o de madera “que no se descompone”. Si el Arca de la Antigua Alianza era incorruptible, cuánto más incorruptible debiera ser el Arca de la Nueva Alianza. Dios prescribió específicamente que la madera fuera de acacia para la construcción del arca, porque servía como una prefigura del cuerpo y el alma incorruptibles de la nueva Arca, la Santísima Virgen.

LA ASUNCIÓN CORPORAL DE MARÍA NO ESTÁ EN CONTRADICCIÓN CON LAS REALIDADES BÍBLICAS

Algunas personas consideran fantasioso que María pueda haber sido asunta en forma milagrosa en cuerpo y alma al cielo. Sin embargo, la Biblia nos dice que Elías fue llevado milagrosamente al cielo (2 Reyes 2, 1, 11). También leemos que Enoc fue llevado milagrosamente para caminar con Dios (Hebreos 11, 5; Génesis 5, 24). También en la Biblia se enseña claramente – y es un artículo de la fe cristiana antigua – que todos los hombres, sean bueno o malo, serán milagrosamente reunidos con sus cuerpos en el juicio final, la resurrección de los justos y de los réprobos (1 Cor. 15). Por lo tanto, no es de ninguna manera contrario a la realidad bíblica creer que María fue asunta al cielo porque ella era el Arca de Dios perfecta y sin pecado.

LA BIBLIA INDICA QUE MARÍA ES LA “REINA MADRE” EN EL REINO DE JESUS

Dios estableció un pacto con David para establecer un reino. La monarquía davídica, el reino de Dios en la tierra, estaba destinado a ser un prototipo del reino espiritual de Dios que establecería Jesucristo. Es por eso que Jesús es llamado en los Evangelios el hijo de David. Es por eso que el mismo Pedro dice en Hechos 2, 30 que Jesús está sentado en el trono de David. Lucas 1, 32 dice de Jesús lo siguiente:

“Él será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre…”.

En la monarquía hebrea, la más poderosa, honrada e importante mujer en el reino era la madre del rey. Ella era conocida como “la reina madre”. En hebreo, ella era llamada “el Gebirah”. El Gebirah, la reina madre del reino, poseía un poder único de influencia con el Rey. Su influencia, poder y prestigio superaba al de la esposa del rey. Vemos claramente la influencia única y el poder de la “reina madre” en 1 Reyes 1 y 2 (3 Reyes 1 y 2 en la Biblia católica tradicional).

La madre del rey Salomón era Betsabé. El poder e influencia de Betsabé como la reina madre era tan grande que Adonías, le dijo a ella:

1 Reyes 2, 17: “Y él (Adonías) prosiguió: Te pido que digas a Salomón, porque él no te lo negará, que me dé por mujer a Abisag, la sunamita”.

Adonías comprendía la posición y el poder de la reina madre. Sin embargo, la petición de que Adonías hizo no era razonable. Adonías quería casarse con Abisag, que fue la última esposa del rey David. A tomarla como esposa, Adonias habría podido reclamar en trono de Salomón. Por esta razón el rey no podía haber concedido su petición.

A pesar que el pedido de Adonías no era razonable y que nunca habría sido concedido por el rey, esto nos muestra que se reconocía que la reina madre tenía un único y profundo poder de influencia en el Rey. Esta influencia era tan grande que Adonías dijo: “porque él no te lo negará”.

Los siguientes versículos arrojan más luz sobre esta verdad. En 1 Reyes 2, 19, leemos que Betsabé (la reina madre) fue a hablar al rey Salomón para pedirle el favor. Cuando ella entró, el rey se inclinó ante ella e hizo que se instalara para ella un trono a su lado.

LA BIBLIA NOS MUESTRA DE QUE LA REINA MADRE HABÍA UN TRONO Y HONOR ÚNICO

1 Reyes 2, 19-20: “Betsabé fue a hablar a Salomón a favor de Adonías, y el rey se levantó para salir a su encuentro, y después de postrarse ante ella, se sentó sobre su trono, poniendo otra para la madre del rey, que se sentó a su derecha. Ella le dijo entonces: Tengo una cosita que pedirte; no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te negaré nada”.

Como podemos ver, la Biblia enseña que la reina madre es honrada con un trono junto al rey. Ella no es igual al rey, por supuesto, pero ella era honrada con él como la reina del reino. Aquí podemos ver una descripción perfecta de la realeza de la Virgen María y de su influencia con el rey. Ella es la reina madre en el reino de Jesús. María es infinitamente inferior a su Divino Hijo. Sin embargo, ella es el Arca perfecta, la reina del cielo y de la tierra.

Es por eso que María tiene tal poder en el cielo con su divino Hijo – un poder e influencia que es mayor de lo que la reina madre del Antiguo Testamento sobre el rey. Es por eso que es tan eficaz pedir favores a ella, porque ella se los puede pedir de Jesús. Ella se coloca, en el reino de Jesús, al lado de él como la reina del cielo y la tierra.

En el Salmo 45, también vemos una referencia al trono de Dios y de la reina con él:

Salmo 45, 6 y 9: “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino… y a tu diestra está la reina con oro de Ofir”.

¿ESTÁN CONDENADOS POR JESÚS EL AVEMARÍA Y LAS REPETICIONES DEL ROSARIO?

Algunos no católicos afirman que las oraciones católicas como el Avemaría y el Rosario están condenados por Jesús.

Mateo 6, 7-8: “Y orando no seáis habladores, como los gentiles, que piensan ser escuchados por su mucho hablar. No es asemejéis pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes que se las pidáis”.

Al igual que otras objeciones que hemos tratado, esta objeción también se refuta por una consideración más profunda de la Biblia. Probablemente el mejor ejemplo para refutar la objeción protestante sobre este punto es Apocalipsis 4, 8.

Apocalipsis 4, 8: “Los cuatro vivientes tenían cada uno de ellos seis alas, y todos en torno y dentro estaban llenos de ojos, y no se daban reposo día y noche, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que viene”.

Los ángeles en el cielo dicen una y otra vez, día y noche, “Santo, Santo, Santo”. Por tanto, es falsa la idea de que todas oraciones que contienen repeticiones son “paganas”. La objeción no puede estar más equivocada.

En Mateo 6, 7, Jesús no condena las oraciones que contienen palabras que se repiten, ni tampoco condena las múltiples repeticiones de una misma oración (por ejemplo, decir de corrido cinco veces el Padrenuestro o el Avemaría). No, Él está denunciando las prácticas de los paganos. Los paganos creían que podían agradar a sus falsos dioses por su elocuencia y elaborados discursos. Ellos pensaban que tenían que decir precisamente las cosas correctas y las palabras y nombres en ciertos días, para que sus falsos dioses los oyeran o recordaran sus necesidades. Jesús denuncia su paganismo. Él está enseñando que el verdadero Dios conoce todas las cosas.

Salmos 136, 1-26: “Alabad al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Alabad al Dios de los dioses, porque es eterna su piedad. Al único en hacer portentos, porque es eterna su piedad… [etc.]”.

Jesús repite la misma oración tres veces seguidas, cuando oró a su Padre en el Huerto de Getsemaní. Eso se lee en Mateo 26, 39, Mateo 26, 42, y en Mateo 26, 44. En Mateo 20, 29-33, Jesús responde a la oración con que los ciegos repetidamente le pedían misericordia.

Como podemos ver, la Biblia contiene muchos ejemplos donde se repiten las oraciones al Dios verdadero. Esas no son “vanas repeticiones” de los paganos. De hecho, las oraciones de la Iglesia católica a María en el Avemaría y el Rosario están previstas por la misma Virgen María en Lucas 1:

Oración del Avemaría: “Dios te salve, María, llena de gracia; el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

Lucas 1, 46-48: “Dijo María: Mi alma engrandece al Señor y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada”.

Es evidente que sólo la Iglesia católica es la que cumple esta profecía, porque se trata de todas las generaciones de la verdadera Iglesia.

EL ÚNICO E INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA RECIBE UNA ATENCIÓN ÚNICA EN LA ESCRITURA

La Iglesia católica honra y difunde la devoción al Corazón Inmaculado de María. Ella tuvo el corazón más puro que todo ser humano jamás haya existido. Al igual que el Arca de la Antigua Alianza, la devoción al Corazón Inmaculado de María es poderosa para con Dios. Algunos no católicos condenan esta devoción como no bíblica. Por el contrario, sólo el Corazón de María está específicamente mencionado en el Nuevo Testamento. El corazón de ninguna otra buena o santa persona recibe el tipo de atención que se da al corazón de María en el Evangelio. Su corazón es único entre los seres humanos porque nunca estuvo manchado por el pecado.
Lucas 2, 18-19: “Y cuantos los oían se maravillaban de lo que les decían los pastores. María guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón”.

Lucas 2, 51: “Bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto, y su madre conservaba todo esto es su corazón”.

La singular alma de María también recibe una mención especial en la Escritura.

Lucas 2, 35: “Y una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones”.

MARÍA ES LA MADRE DE DIOS

Es sorprendente que tantos no católicos tengan problemas con el título “María, madre de Dios”. Ellos admiten que María es la madre de Jesús, pero sostienen que ella no debe ser considerada “madre de Dios”. Los protestantes que sostienen que María no es la madre de Dios, no parecen darse cuenta que no es lógicamente consistente creer que Jesús es Dios y negar que María es la madre de Dios. En realidad esa posición niega la divinidad de Jesucristo, quien es una persona divina con dos naturalezas.

Hecho: Jesucristo es Dios. La Biblia lo enseña en muchos lugares (Juan 1, 1; Juan 20, 28; Juan 8, 58; Isaías 9, 6; etc.).

Hecho: María es la madre de Jesús. La Biblia lo enseña en muchos lugares (Lucas 1, 31; Mateo 1, 25, etc.).

Conclusión innegable: María es la madre de Dios.

Lucas 1, 31-32: “Y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre”.

Isaías 7, 14: “El Señor mismo os dará por eso la señal: He aquí que la Virgen grávida da a luz, y le llama Emmanuel (Dios con nosotros)”.

La Biblia indica que María es la madre de Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”.

Lucas 1, 43: “¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?”.

Isabel dice explícitamente que María es la madre del Señor, que es el único Señor Jesucristo, que es Dios.

Efesios 4, 5: “Sólo un Señor, una fe, un bautismo…”.

Juan 20, 28: “Respondió Tomás y dijo: ¡Señor mío y Dios mío!”.

Esto debería ser bastante simple. Por desgracia, no es suficiente para algunas personas. El error protestante sobre este punto debe ser abordado y refutado de manera más completa.

Los protestantes señalan que la naturaleza divina de Dios es eterna y sin principio, lo que es ciertamente verdadero. Puesto que la naturaleza de Dios es eterna y sin duda no proviene de María, ellos argumentan que no se puede decir que María es la “madre” de Dios. Este es el principal argumento de los protestantes sobre este punto. Es un argumento muy deficiente.

El error protestante sobre este punto es que le atribuyen a la persona del Hijo de Dios sólo lo que le pertenece a la naturaleza divina. No le atribuyen a la persona del Hijo de Dios lo que le pertenece o corresponde a su naturaleza humana.

Debido a que el Hijo de Dios se convirtió verdaderamente en hombre, al no atribuirle lo que le pertenece a su naturaleza humana, ellos en realidad niegan que Jesucristo es al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre.

El Hijo de Dios, Jesucristo, es una persona divina (la segunda persona de la Santísima Trinidad) con dos naturalezas. Él es verdadero Dios y verdadero hombre. Jesucristo no es un hombre que se unió con o fue inspirado por Dios. No, Él es verdadero Dios que verdaderamente se hizo hombre.

Juan 1, 14: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…”.

Jesús no sólo fue un hombre especial que tenía una única inspiración y conexión con el Verbo de Dios (el Hijo de Dios). No, Él es el Verbo de Dios hecho carne. Por lo tanto, atribuir al Hijo de Dios sólo lo que pertenece específicamente a su naturaleza divina, y no también lo que se aplica a su asumida naturaleza humana – como hacen los protestantes cuando niegan que María es la madre de Dios – es dividir a Jesús en dos personas diferentes.

En el siglo quinto hubo un hereje llamado Nestorio. Él argumentaba como los protestantes de nuestros días sobre este asunto. Él sostenía que a María no se le debía llamar Theotokos (madre/portadora de Dios), sino sólo Christotokos (portadora de Cristo). La Iglesia reconoció de inmediato la herejía de Nestorio y la condenó en el año 431 en el Concilio de Éfeso. La visión falsa de Nestorio fue reconocida por la Iglesia a la herejía que la Biblia condena como la “disolución” de Jesús y el “anticristo”. Esta falsa idea “disuelve” a Cristo al separar de su única persona lo que pertenece a su naturaleza humana. Esto da como resultado la división de Jesús en dos personas, y la posición de que Jesús era sólo un hombre que llevaba (o estaba inspirado por) la persona de Dios, en lugar de ser una persona divina que se hizo verdaderamente hombre. Esta herejía resulta en la adoración de un hombre y en la adoración de dos hijos. La Iglesia identificó esto claramente y lo condenó.

Segundo Concilio de Constantinopla, 553: “El santo sínodo de Éfeso… ha pronunciado sentencia contra la herejía de Nestorio… y todos aquellos que más tarde adoptaren la misma opinión… Ellos expresaron estas falsedades contra los verdaderos dogmas de la Iglesia AL OFRECER EL CULTO A DOS HIJOS, tratando de dividir lo que no se puede dividir, E INTRODUCIENDO TANTO EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA LA OFENSA DEL CULTO AL HOMBRE. Pero el sagrado coro de los espíritus celestiales adoran junto a nosotros al único Señor Jesucristo”.

Concilio de Éfeso, 431, canon 5: “Si alguno se atreve a decir que Cristo es hombre teóforo o portador de Dios y no, más bien, Dios verdadero, como hijo único y natural, según el Verbo se hizo carne y tuvo parte de modo semejante a nosotros en la carne y en la sangre (Hebreos 2, 14), sea anatema”.

Jesús no es dos personas diferentes. Él es UNA PERSONA DIVINA con dos naturalezas. Por lo tanto, lo que le sucede a su naturaleza humana realmente le sucede a su sola persona. Su persona fue concebida y nació en su humanidad de María. Ella, por lo tanto, es verdaderamente su madre, y la madre de Dios.

El significado que conlleva esta verdad es asombroso. Como la Iglesia siempre ha enseñado, el Hijo de Dios, eterno e igual al Padre, tuvo dos nacimientos. Él nació antes del tiempo, y desde toda la eternidad, de Dios Padre (Juan 16, 28; Juan 8, 42). Él nació en el tiempo, como hombre, de María, su madre. Sólo María posee esta conexión inescrutable con Dios, con una persona de la Santísima Trinidad. Es a partir de esta verdad, que ella es verdaderamente madre de Dios, de donde provienen todas sus otras prerrogativas y privilegios únicos.

CONCLUSIÓN ACERCA DE LA ENSEÑANZA BÍBLICA SOBRE MARÍA

Estas son las razones bíblicas de por qué la Iglesia siempre ha reconocido la importancia y la necesidad de la devoción a la Santísima Virgen María. Ella es la nueva Eva, el vaso purísimo, la puerta sellada, y la Madre de Dios. Negarse a tenerle devoción a Ella es equivalente a un hombre que en el Antiguo Testamento se negase a venerar el Arca de la Alianza o negarse a marchar detrás de ella en la batalla. Ese hombre caería preso de los enemigos de Dios y se separaría del campo del pueblo de Dios.

1 Samuel 4, 22: “Ha pasado de Israel la gloria, por haber sido capturada el arca de Dios”.

 


 


El fundamento bíblico de la oración a María y la enseñanza católica sobre María .


La bienaventurada Virgen María es la madre de Jesucristo. Contrariamente a lo que afirman algunos, la Iglesia católica no enseña y nunca ha enseñado que la Virgen María es Dios. Eso sería una herejía. María es sólo una criatura, pero el mayor de los seres humanos que han sido creados por Dios. Por favor lea esta evidencia bíblica de la enseñanza de la Iglesia católica acerca de María, y por qué es tan necesario comprender su rol e importancia.

Para entender la Biblia y lo que enseña acerca de María (la madre de Jesucristo), es necesario entender los tipos bíblicos.

Un tipo es un evento verdadero, persona o institución en el Antiguo Testamento que presagia o prefigura algo del Nuevo Testamento.

LA BIBLIA ENSEÑA QUE ADÁN, EL PRIMER HOMBRE, FUE EL TIPO DE JESUCRISTO

Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Adán fue sólo un hombre. Sin embargo, la Biblia dice que Adán fue un tipo de aquel que habría de venir, Jesucristo.

Romanos 5, 14: “Pero la muerte reinó desde Adán hasta Moisés aun sobre aquellos que no habían pecado, a semejanza de la transgresión de Adán, que es el tipo del que había de venir [Jesús]”.

¿Cómo fue Adán el tipo de Jesús? La respuesta está mejor resumida en el siguiente pasaje.

Romanos, 5, 19: “Pues como, por la desobediencia de un solo hombre, muchos se constituyeron en pecadores, así también, por la obediencia de uno, muchos se constituirán en justos”.

Adán sumergió al mundo en el pecado; Cristo vino a redimir al mundo del pecado de Adán. Adán pecó por su desobediencia en el del árbol de la ciencia del bien y del mal; Cristo redimió al mundo por su obediencia y sacrificio en el árbol de la cruz. Esa es la razón de por qué la Biblia dice que Cristo es el nuevo o segundo o último Adán. Él vino a deshacer lo que hizo Adán. Él se convirtió en la cabeza de la nueva y redimida raza de quienes viven sobrenaturalmente en Cristo, mientras que Adán, el primer hombre, fue la cabeza de la humanidad que cayó en el pecado.

LA BIBLIA ENSEÑA QUE JESUCRISTO ES EL SEGUNDO ADÁN

1 Corintios 15, 45: “Que por eso está escrito: ‘El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente’; el último Adán, espíritu vivificante”.

Hay muchos tipos bíblicos. Recuerde que todos esos eventos, personas y cosas fueron eventos reales, personas y cosas que también prefiguraron algo que ocurriría después. He aquí algunos ejemplos:

1 Cor. 10, 12 – La Biblia enseña que el paso por el Mar Rojo (Éxodo 14) es prefigura del bautismo.

1 Pedro 3, 19-21 – La Biblia enseña que el Arca de Noé y el Gran Diluvio prefiguraban la salvación por el bautismo y la Iglesia.

1 Cor. 5, 7 – La Biblia enseña que el Cordero Pascual que era sacrificado (Éxodo 12) es prefigura de Cristo, el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo (Juan 1, 29).

Heb. 8, 8-9 – La Biblia enseña que el sistema del Antiguo Testamento era una “sombra” o figura del Nuevo Testamento.

Mateo 12, 40 – La Biblia enseña que los tres días que Jonás pasó en el vientre de la ballena son prefigura de la Resurrección de Cristo después de tres días de su muerte.

Se podrían dar muchos otros ejemplos de tipos bíblicos. Es importante comprender que el cumplimiento de un tipo (llamado “antitipo”) es mayor que el tipo. Jesucristo es infinitamente mayor que Adán; el Nuevo Testamento es mayor que el Antiguo; la Resurrección es mayor que las tribulaciones de Jonás, etc. Teniendo esto en mente, debemos ahora considerar los tipos de María, la madre de Jesucristo. Hay muchos tipos de María. Además de otras evidencias bíblicas, estos tipos proporcionan innegables pruebas bíblicas de la enseñanza católica acerca de María. Los siguientes puntos serán sin duda nuevos y sorprendentes para muchos no católicos.

ASÍ COMO CRISTO ES EL NUEVO ADÁN, MARÍA ES LA NUEVA EVA

Como ya se ha mencionado, Adán fue un tipo (prefigura) de Jesucristo. Hubo también una singular mujer que se involucró con Adán, el primer hombre, en la caída del mundo en el pecado. Ella fue Eva, la primera mujer. Fue la transgresión de Adán lo que constituyó el pecado original. Pero Eva estuvo vinculada de manera fundamental e inextricable a los acontecimientos que condujeron al pecado original. La mujer (Eva) pecó y fue la que condujo a Adán al pecado.

Génesis 3, 1-6: “Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Dios el Señor, dijo a la mujer: ‘¿Con que os ha mandado Dios que no comáis de los arboles todos del paraíso?’ Y respondió la mujer a la serpiente: ‘Del fruto de los árboles del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir’. Y dijo la serpiente a la mujer: ‘No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal’. Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él sabiduría, y tomó ella de su fruto y comió, y dio también de él a su marido, que también con ella comió”.

Así como “la mujer” (Eva) estuvo íntimamente involucrada en los eventos que condujeron al pecado original, hay una mujer que está íntimamente involucrada en los eventos que condujeron a la Redención. Esa mujer es María, la madre de Jesucristo. Ella es la nueva Eva.
Hay numerosos claros paralelismos en la Biblia entre Eva y María. Esto demuestra que María es la nueva Eva, así como Cristo es el nuevo Adán.

EVA SE COMUNICÓ CON, CREYÓ Y OBEDECIÓ A UN ÁNGEL CAÍDO (LA SERPIENTE) –
MARÍA SE COMUNICÓ CON, CREYÓ Y OBEDECIÓ A UN ÁNGEL BUENO (GABRIEL)

Génesis 3, 4-6: “Y dijo la serpiente a la mujer: No, no moriréis… y [Eva] tomó de su fruto y comió…”.

Lucas 1, 26-38: “… fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea… a una Virgen… y el nombre de la Virgen era María. Y presentándose a ella le dijo: Salve, llena de gracia, el Señor es contigo… El ángel le dijo: No temáis, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús… Dijo María: He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel”.

Eva se acercó a la serpiente (el diablo), un ángel caído. Eva creyó en sus palabras mentirosas y desobedeció a Dios. Eva pecó e hizo que su marido pecara, sumergiendo al mundo en la muerte.

Gabriel, un ángel bueno, se presentó a María. María creyó en su mensaje de salvación; que ella era bendita entre las mujeres, llena de gracia, y daría a luz al Salvador. María obedeció a Dios, ella consintió en la concepción de Jesucristo en su seno, y permitió que Él viniera y redimiera al mundo del pecado de Adán.

Incluso en la Iglesia muy antigua, estos paralelos bíblicos fueron reconocidos como identificando a María como la nueva Eva, al igual que Jesucristo es el nuevo Adán. San Irineo fue un famoso Padre apostólico del siglo II. Él contrasta la primera Eva con la segunda Eva (María).

San Irineo, Contra las Herejías, Libro III, cap. 22, 185 d.C.: “En conformidad con este diseño, María la Virgen fue obediente, diciendo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lucas, 1, 38). Pero Eva fue desobediente; porque ella no obedeció cuando aún era virgen… Y así fue también que el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María. Porque lo que la virgen Eva tenía atado, por incredulidad, fue lo que la Virgen María desató por la fe”.

EVA FUE LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES –
MARÍA, COMO MADRE DE JESÚS, ES LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES, E INCLUSO DE LA VIDA MISMA

Génesis 3, 20: “El hombre llamó Eva a su mujer, por ser la madre de todos los vivientes”.

Eva fue llamada la “madre de todos los vivientes” porque todos los que los que han vivido descienden de ella. María es también la madre de todos los vivientes, pero incluso de una forma mayor. María es la madre de Jesucristo, quien es la vida misma y en quien se encuentra toda la vida.

Juan 1, 4: “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

Mateo 1, 16: “María, de la cual nació Jesús…”.

Juan 14, 6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”.

Jesús es la vida. María es, por lo tanto, literalmente la madre de la Vida misma. Es claro el paralelismo con Eva, la madre de todos los vivientes. La diferencia es que María es la madre de la Vida que es infinitamente mayor que la existencia humana. Quienes viven y mueren en su Hijo tienen acceso a la vida eterna en Él y en llegar a ser nuevas criaturas.

2 Corintios 5, 17: “De hecho que el que es de Cristo se ha hecho criatura nueva”.

El cumplimiento (María es la madre de todos los vivientes) es nuevamente mayor que el tipo (Eva como madre de todos los vivientes).

EVA FUE CREADA SIN PECADO –
LA NUEVA EVA, MARÍA, TAMBIÉN TUVO QUE SER CREADA SIN PECADO

Hemos visto que la Biblia indica que María es la nueva Eva. Entonces la pregunta es: ¿en qué estado fue creada el alma de Eva? Génesis 2 dice que Eva fue libre de todo pecado. Toda la creación era perfecta hasta la caída de la humanidad. Tanto Adán como Eva fueron creados en estado de justicia original. Ellos no perdieron el estado de perfección original, en el cual estaban libres de todo pecado, hasta que cometieron el pecado original, como nos narra Génesis 3.

Si Dios creó a la primera mujer (la primera Eva) sin ningún pecado, entonces él podía ciertamente crear la segunda (y mayor) Eva (la santísima Virgen María) sin ningún pecado. Eso fue exactamente lo que Él hizo. Él tuvo que hacerlo como una cuestión de proporción y justicia porque ella sería el primer miembro de la humanidad redimida.

DEFINICIÓN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Papa Pío IX, Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854: “Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles”.

Algunos equivocadamente piensan que la Inmaculada Concepción se refiere a la concepción milagrosa de Jesús en el vientre de la Virgen María. Ello no es correcto. Jesús, de hecho, fue concebido sin ningún pecado en el vientre de María, pero la Inmaculada Concepción se refiere a la concepción de María en el vientre de su madre. Desde el primer instante de su creación, ella fue preservada de toda mancha del pecado original, el que heredan todos los otros miembros de la raza humana (excepto Jesús).

Dios la preservó libre de todo pecado en previsión de los méritos de salvación de Jesucristo. Este privilegio le fue concedido a María porque ella habría de ser el arca pura y sin maldición que portaría al Dios santo. Para que pudiera llevar a la santidad infinita, María tuvo que ser santa desde el primer instante de su creación.

JESÚS SALVÓ A MARÍA DE UNA MANERA SUPERIOR

Por lo tanto, si María fue preservada de toda mancha de pecado original, ¿ello significa que no tuvo Salvador? No. La misma Virgen María responde que sí.

Lucas 1, 46-47: “Mi alma engrandece al Señor, y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador”.

Dios salvó a María preservándola de contraer el pecado original. Supongamos que un hombre cae en un profundo hoyo en el bosque, pero es rescatado por un amigo. Supongamos ahora que un hombre ve a una mujer que camina hacia el profundo hoyo, y la sujeta justo antes de que ella caiga en él. En primer lugar él la detiene de caer en el hoyo, de manera que ella no se lesiona ni ensucia en absoluto. ¿Él salvó a la mujer? Ciertamente que sí lo hizo. Él la salvó de una manera superior, impidiendo que cayera en el hoyo y sufriera cualquier consecuencia dañina.

Así es como Dios salvó a María. Jesús fue su salvador de una manera superior, preservándola de contraer el pecado original, y preservándola del pecado toda su vida. Él hizo esto de María en consideración de su papel único. La impecabilidad de María se indica en numerosos tipos en la Biblia.

Algunos expresan incredulidad ante la noción de que Dios crease a alguien completamente libre de pecado. Ellos se olvidan que Dios creó al primer hombre y a la primera mujer sin pecado.

LA BIBLIA ENSEÑA QUE MARÍA ES EL ARCA DE LA NUEVA ALIANZA

Ahora veremos que la Biblia identifica a María como el Arca del Nuevo Testamento. Identifica a María como la Nueva Alianza que equivale al Arca del Antiguo Testamento. María es el nuevo y mayor cumplimiento de lo que fue prefigurada por el Arca del Antiguo Testamento. Esta información es una de las más importantes y reveladoras acerca del profundo rol de María.

Puesto que llevaba y representaba la presencia de Dios, el Arca de la Antigua Alianza/Testamento era la cosa más sagrada y poderosa sobre la tierra fuera de Dios mismo. El Arca de la Alianza era un cofre sagrado que contenía las tablas de piedra de los Diez Mandamientos (Deuteronomio, 10, 5). El Arca también contenía y representaba la presencia espiritual de Dios en la tierra. Cuando Dios habló a Moisés, lo hizo desde los dos querubines que estaban en el Arca.

Números, 7, 89: “Cuando Moisés entraba en el tabernáculo de la reunión para hablar con el Señor, oía la voz que le hablaba desde encima del propiciatorio, puesto sobre el arca del testimonio, entre los dos querubines; así le hablaba Dios”.

Éxodo 25, 21-22: “Pondrás el propiciatorio sobre el arca, encerrando en ella el testimonio que yo te daré. Allí me revelaré a ti, y de sobre el propiciatorio, de en medio de los dos querubines, te comunicaré yo todo cuanto para los hijos de Israel te mandaré”.

Veamos ahora la forma en que la Biblia identifica a María como el Arca de la Nueva Alianza.

El Arca de la Antigua Alianza La Virgen María
Contenía la palabra escrita de Dios (Deut. 10, 5)
Contenía el Verbo de Dios hecho carne, Jesús (Juan 1, 1)

Jesucristo es el Verbo de Dios hecho carne (Juan, 1, 1). Por lo tanto, al igual que el Arca de la Antigua Alianza contenía la palabra escrita de Dios, María (que es el Arca de la Nueva Alianza) contiene la Palabra de Dios hecha carne.

Apocalipsis 19, 13: “… y viste un manto empapado en sangre y tiene por nombre Verbo de Dios”.

El Arca de la Antigua Alianza La Virgen María
Entonces la nube cubrió el tabernáculo de la reunión, y la gloria de Dios llenó la habitación (Éxodo, 40, 34-35)
Y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra (Lucas, 1, 35)

El tabernáculo fue construido para contener el Arca santa (Éxodo 40, 2-3). Cuando Dios bajaba sobre el tabernáculo y el Arca para hablar con Moisés, leemos en Éxodo 40, 34-35 que la nube de la gloria o de la presencia visible de Dios (llamada la “Shekinah) lo “cubría”. La palabra usada para describir cómo esta presencia única de Dios que “cubría” el Arca es episkiasei en la traducción griega del Antiguo Testamento.

Éxodo 40, 34-35: “Entonces la nube cubrió el tabernáculo de la reunión, y la gloria de Dios llenó la habitación. Moisés no pudo ya entrar en el tabernáculo de la reunión, porque lo cubría la nube, y la gloria de Dios llenaba el habitáculo”.

La misma palabra episkiasei se usa en el griego del Nuevo Testamento para describir cómo la presencia de Dios “cubría” a la Virgen María. La Biblia utiliza esta palabra sólo para referirse al Arca y a María.

Lucas 1, 35: “El ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios”.

La clara implicación es que la presencia de Dios cubría a María y descendía sobre ella – puesto que ella es la Nueva Arca – al igual como cubrió el Arca del Antiguo Testamento. Esto revela que María, si bien es una criatura e infinitamente inferior que Dios, es la nueva Arca. Por lo tanto, Ella tiene una conexión única con Dios, una única santidad, santificación y poder.

LA SORPRENDENTE EVIDENCIA DE 2 SAMUEL 6 Y LUCAS 1 DE QUE MARÍA ES EL ARCA DE LA NUEVA ALIANZA

Considérese el sorprendente paralelismo que la Escritura nos da entre lo que sucedía con el Arca de la Antigua Alianza en 2 Samuel 6 (2 Reyes 6 en la Biblia católica tradicional), y lo que le sucedió a la Santísima Virgen María, el Arca de la Nueva Alianza, en el capítulo 1 del Evangelio de Lucas. Lucas 1 es la historia más completa en la Biblia acerca de la Virgen María.

El Arca de la Antigua Alianza La Virgen María
2 Samuel 6, 9: “Se atemorizó entonces David del Señor y dijo: ¿Cómo vendrá a mí el Arca del Señor?”
Lucas 1, 43: “[Y dijo Isabel] ¿De dónde que venga a mí la madre de mi Señor?”

David dice: “¿Cómo vendrá a mí el Arca del Señor?” mientras que Isabel pregunta “¿de dónde que venga a mí la madre de mi Señor?”.
Isabel le dice lo mismo a María que dijo David acerca del Arca porque María es el Arca de la Nueva Alianza. La única diferencia entre las dos preguntas es que literalmente se usa “madre” en donde se dice Arca. La Biblia nos está diciendo que la madre del Señor = el Arca. Esto se confirma despejando toda duda cuando avanzamos en la historia.

David saltó delante del Arca El niño saltó en la presencia de María
2 Samuel 6, 16: “Cuando el Arca del Señor llegó a la ciudad de David, Micol, hija de Saúl, miró por la ventana: y al ver al rey David saltando y danzando delante del Señor…”.
Lucas 1, 41-44: “Así que oyó el Isabel el saludo de María, exultó el niño en su seno, e Isabel se llenó del Espíritu Santo, … porque así que sonó la voz de tu salutación en mis oídos, saltó de gozo el niño en mi seno”.

David saltó delante del Arca, al igual que el niño en el seno de Isabel saltó delante de María (la Nueva Arca).

El Arca se quedó por tres meses María (el Arca) se quedó por tres meses
2 Samuel 6, 11: “Tres meses estuvo el Arca del Señor en la casa de Obededón de Gat, y el Señor le bendijo a él y a toda su casa”.
Lucas 1, 56-57: “María permaneció con ella como unos tres meses y se volvió a su casa. Le llegó a Isabel el tiempo de dar a luz, y parió un hijo”.

En 2 Samuel 6, leemos que el Arca se quedó con Obededón de Gat por tres meses. Del mismo modo, en Lucas 1, leemos que María (el Arca de la Nueva Alianza) se quedó con Isabel por tres meses.

2 Samuel 6, 11 también menciona que el Señor bendijo a Obededón y a su casa el tiempo en que estuvo el Arca. La “bendición” en la Escritura indica frecuentemente una descendencia fecunda. En este hecho vemos otro paralelo en Lucas 1 sobre María. Porque Lucas 1, 57 nos dice que después que María se quedó con Isabel, el Señor bendijo a su casa con el nacimiento de un niño, Juan el Bautista.

David fue a buscar el Arca de Judá Esto ocurrió cuando María (el Arca) fue a Judá
2 Samuel 6, 2: “Y acompañado de todo el pueblo congregado tras él, [David] se puso en camino para Baalat de Judá, para buscar el Arca de Dios, sobre la cual se invoca el nombre del Señor Sabaot, sentado entre dos querubines”.
Lucas 1, 39-40: “En aquellos días se puso María en camino y con presteza fue a la montaña, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel”.

Como leemos aquí, estos increíbles paralelos ocurrieron cuando David salió de la montaña de Judá para buscar el Arca (2 Samuel 6, 2), y cuando María, el Arca de la Nueva Alianza, fue a la montaña de Judá (Lucas 1, 39).

El Apocalipsis también indica que María es el Arca de la Nueva Alianza
Apocalipsis 11, 19; 12, 1: “Se abrió el templo de Dios, que está en el cielo, y se dejó ver el Arca del Testamento en su Templo, y hubo relámpagos, y voces, y rayos, y un temblor, y granizo fuerte. [12,1] Apareció en el cielo una señal grande, una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas”.

La Biblia no fue escrita indicando capítulos o versículos. No fue sino hasta el siglo XII que la Biblia fue dividida en capítulos y versículos. Por lo tanto, el autor del Apocalipsis, el Apóstol San Juan, escribió lo que comienza en el capítulo 12 continua e inmediatamente después que termina el capítulo 11. Y en el final del capítulo 11, leemos que el Arca del testamento/alianza de Jesús fue vista en el cielo. El siguiente versículo es Apocalipsis 12, 1. Por lo tanto, las palabras que terminan el capítulo 11 son seguidas inmediatamente de las palabras con que comienza el capítulo 12, sin ninguna división.

Esto significa que la aparición del Arca de la alianza de Jesús justo al final del capítulo 11 – “se dejó ver el Arca del Testamento de su Templo” (Apoc. 11, 19) – se explica inmediatamente por la visión de “la mujer” vestida de sol, con que comienza el capítulo 12, justo el versículo siguiente (Apoc. 12, 1). Esto indica que “la mujer” vestida de sol, que llevaba a la Persona Divina en su seno (la Virgen María), es el Arca del Nuevo Testamento.

El Arca contenía el maná del desierto María contenía el maná del cielo (Jesús)
Hebreos 9, 4: “… el arca de la alianza, cubierta toda ella de oro, y en ella un vaso de oro que contenía el maná, la vara de Arón, que había reverdecido, y las tablas de la alianza”.
Juan 6, 48-51: “Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Yo soy el pan vivo bajado del cielo… y el pan que yo le daré es mi carne para la vida del mundo”.

No cabe duda que el maná del desierto (Éxodo 16) prefigura a Jesús como el pan de vida. Jesús hace una conexión entre los dos en Juan capítulo 6. Él hace referencia al maná del desierto, y luego dice que su carne es el verdadero maná. Bien, el maná del desierto fue colocado dentro del Arca de la Antigua Alianza. Ello prefigura a Jesucristo mismo (el verdadero maná del Nuevo Testamento) que estuvo contenido en el seno de María, la madre de Jesús.

En Hebreos 9, 4, también leemos que la vara de Aarón fue colocada dentro del Arca de la Antigua Alianza. En Números 17 leemos que esta vara floreció para confirmar al verdadero sumo sacerdote. La vara de Aarón entonces significa el verdadero sumo sacerdote. En el Nuevo Testamento, Jesús es descrito como el verdadero sumo sacerdote [también llamado pontífice].

Hebreos 3, 1: “Vosotros, pues, hermanos santos, que participáis de la vocación celeste, considerad al Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra confesión, Jesús”.

Véase también Hebreos 6, 20, Hebreos 9, 11, y otros pasajes que también prueban que Jesús es el verdadero sumo sacerdote. La conclusión ineludible es que la vara de Aarón que fue colocada dentro del Arca prefiguraba a Jesucristo, el verdadero sumo sacerdote, quien estuvo contenido en el vientre de María (el Arca de la Nueva Alianza).

No hay absolutamente ninguna duda de que el Nuevo Testamento indica que María es el Arca de la Nueva Alianza. Esta evidencia es innegable.

PUESTO QUE MARÍA ES EL ARCA DE LA NUEVA ALIANZA, ELLO SIGNIFICA QUE ELLA LO MÁS SAGRADO EN LA TIERRA FUERA DE JESUCRISTO

El Arca de la Alianza era la cosa más sagrada en la tierra después de la presencia de Dios mismo. El Arca fue depositada en el tabernáculo, en el santo de los santos. La presencia del Arca es lo que hizo que fuera tan sagrado el santo de los santos.

2 Paralipómenos (o Crónicas) 35, 3: “Colocada el arca santa en la casa que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel”.

El Arca era tan santa que cuando el pueblo de Dios la seguía, ellos tenían que mantener una distancia respetuosa.

Josué 3, 3-5: “Y dieron al pueblo esta orden: Cuando veáis el Arca de la Alianza del Señor, vuestro Dios, llevada por los sacerdotes, hijos de Leví, partiréis de este lugar donde estáis acampados y os pondréis en marcha tras ella, pero dejando entre vosotros y ella una distancia de dos mil codos, sin acercaros a ella, para que podáis ver el camino que habéis de seguir, pues no habéis pasado nunca por él”.

Las personas que ilegalmente tocaban el Arca eran castigadas con la muerte.

2 Samuel 6, 6-7: “Cuando llegaron a la era de Nacón, tendió Oza la mano hacia el arca de Dios y la agarró, porque los bueyes recalcitraban. Encendióse de pronto la cólera de Dios, y cayó allí muerto, junto al arca de Dios.

Los hombres de Bet-semes fueron muertos porque se habían atrevido a mirar dentro del arca.

1 Samuel 6, 19: “Los hijos de Jeconías no se alegraron con las gentes de Bet-semes al ver dentro del arca de Dios, e hirió éste de entre ellos a setenta hombres. El pueblo hizo gran duelo por haberlos herido Dios con tan gran plaga”.

Vemos cuán sagrado consideraba Dios aquello que había de entrar en contacto cercano con su presencia espiritual.

DADO QUE MARÍA ES LA NUEVA ARCA, ELLA TUVO QUE SER SANTA Y CREADA SIN PECADO

Dios dio las más específicas indicaciones para la construcción del Arca. Él ordenó que fuera hecha del oro más puro.

Éxodo 25, 10-13; 24: “Harás el arca de madera de acacia, dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho y codo y medio de alto. La cubrirás de oro puro, por dentro y por fuera, y en torno de ella pondrás una corona de oro. Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en los cuatro ángulos, dos de un lado, dos del otro. Harás unas barras de madera de acacia y las cubrirás de oro… la revestirás de oro puro, y harás de ella una corona de oro todo en derredor”.

Es interesante que el Arca no sólo tenía que estar cubierta de oro en derredor, sino que hay una referencia específica a que tenga en torno de ella pondrás una corona de oro”.

El Arca de la Antigua alianza tenía una corona de oro La Virgen María (la Nueva Arca) también tenía una corona
Éxodo 25, 11: “La cubrirás de oro puro… pondrás en torno de ella una corona de oro”.
Apocalipsis 12, 1: “Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas”.

El Arca de la Antigua Alianza tenía que ser perfecta y santa porque era el único lugar donde se asentaba la presencia espiritual de Dios. La santidad de Dios no puede ser empañada por el contacto con algo que contenga defectos. Del mismo modo, la Virgen María, como la Nueva Arca y portadora de Jesucristo, tuvo que ser creada sin pecado y en estado de perfección.

Ella no sólo contuvo la presencia espiritual de Dios, sino al mismo Dios Jesucristo. Ella no sólo contuvo la palabra escrita de Dios, sino el Verbo de Dios hecho carne (Juan 1, 1). Por consiguiente, María debe ser perfecta. Ella debe estar libre de todo pecado. Ella debe ser siempre virgen y jamás tocada por el hombre.

Si el Arca de la Antigua Alianza, que contenía las tablas de la Ley escrita, estaba envuelta por la presencia espiritual de Dios, recubierta por el oro más puro y fue construida según las más precisas especificaciones de Dios, ¿cuán superior debió ser la creación de María, el Arca de la Nueva Alianza? Como sabemos, la figura (anti-tipo) es siempre superior a la prefigura (tipo). María, el Arca de la Nueva Alianza, por tanto, debe ser y es muy superior que el Arca de la Antigua Alianza.

Al igual que el Arca de la Antigua Alianza, María también debe tener un tremendo poder sobre el Diablo y los enemigos de Dios. Ella debe tener un poder de intercesión para con Dios único, en atraer sus bendiciones y en ayudar al pueblo de Dios, al igual como lo fue el Arca de la Antigua Alianza.

AL IGUAL QUE EL ARCA DE LA ANTIGUA ALIANZA, MARÍA TIENE UN PODER DE INTERCESIÓN ÚNICO; ELLA TIENE UN IMPRESIONANTE PODER SOBRE LOS ENEMIGOS DE DIOS, SOBRE EL DIABLO Y EN ASISTIR AL PUEBLO DE DIOS

El Arca de la Antigua Alianza tenía un poder impresionante. Cuando fue capturada por los filisteos, les sucedieron cosas extraordinarias a ellos como a su falso dios, Dagón.

1 Samuel 5, 1-5: “Capturaron, pues, los filisteos el arca de Dios y la llevaron de Eben-Ezer a Azoto, y la metieron en el templo de Dagón y la pusieron junto a Dagón. Al día siguiente, levantándose de mañana, vieron los filisteos a Dagón tendido en tierra y con la cara contra ella, delante del arca del Señor. Le recogieron y volvieron a ponerle en su sitio; pero al otro día, cuando se levantaron, encontraron a Dagón tendido en tierra boca abajo y cortadas la cabeza y las manos, que yacían en el umbral, sin quedar de Dagón más que el tronco. Por esto los sacerdotes de Dagón y cuantos entran en el templo de Dagón en Azoto no pisan todavía el umbral del templo”.

Los filisteos comenzaron a ser destruidos por haber capturado el Arca. Esto los llevó a devolver el Arca a sus enemigos, los israelitas.

1 Samuel, 5, 7: “Viendo los de Azoto lo que pasaba, dijeron: ‘Que no quede entre nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano pesa mucho sobre nosotros y sobre Dagón, nuestro dios’”.

El Arca infundía un terror mortal a los enemigos de Dios.

1 Samuel, 5, 10: “Entonces mandaron el arca de Dios a Acarón. Pero cuando entró el arca de Dios en Acarón, los acaronitas se pusieron a gritar: ‘Han traído el arca del Dios de Israel para que nos mate a todos, a nosotros y a nuestro pueblo’”.

Las aguas del Jordán se secaron milagrosamente por el Arca.

Josué 3, 13-14: “[Y el Señor dijo a Josué]: ‘Y cuando los sacerdotes que llevan el arca de la alianza del dueño de toda la tierra ponga la planta de sus pies en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se partirán, y las que bajan de arriba se pararán en montón’. Cuando hubo salido el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, precedido por los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza…”.

María, la Nueva Arca, tiene este poder y más aún; porque la figura es superior a la prefigura, y el Nuevo Testamento es superior al Antiguo. Ahora cubriremos más evidencia bíblica para la enseñanza católica acerca de la Virgen María.

LA TIERRA DE LA QUE FUE CREADO ADÁN ES UN TIPO DE MARÍA Y SU PRESERVACIÓN DEL PECADO (SU CONCEPCIÓN INMACULADA)

Hemos verificado que Jesucristo es el nuevo Adán. Adán fue formado de la tierra o arcilla.

Génesis, 2, 7: “Modeló el Señor Dios al hombre de la tierra [adamah] y le inspiró un el rostro aliento de vida, y fue así el hombre animado”.

La palabra hebrea para “tierra” es Adamah. Es un nombre femenino. Adán se llamó así porque él vino de la Adamah, su nombre significa hijo de la tierra, el hijo de la Adamah (este punto está tomado de Gerry Matatics, Biblical Foundations International, Dunmore, Pennsylvania).

Nos podríamos extender más sobre este punto, pero está claro que, en cierto nivel, la tierra de la cual fue creado Adán es un tipo de María. El primer Adán fue creado por Dios de la tierra, y el segundo Adán (Jesucristo), tomó carne de María, su madre. Entonces, la pregunta es, ¿cuál era el estado de la tierra cuando fue creada?

Génesis 1, 31: Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho, y hubo tarde y mañana, día sexto”.

La tierra de la cual fue formado el primer Adán – y de hecho, la totalidad de la creación de Dios antes de la caída – estaba completamente libre de maldición, pura y perfecta. El pecado y la maldición no tenían lugar en ella.

María, quien dio a luz al segundo y mayor Adán (Jesucristo), también estuvo completamente libre maldición, fue pura y perfecta. Ella tuvo que ser preservada de toda mancha de pecado y de la maldición del pecado original. Eso es lo que se llama la Inmaculada Concepción.

SÓLO MARÍA Y SU IMPECABILIDAD REALIZAN COMPLETAMENTE LO QUE FUE PREDIJO EN GÉNESIS 3, 15: “PONDRÉ ENEMISTAD ENTRE TI [LA SERPIENTE] Y LA MUJER…”

Poco después de la caída de Adán y Eva, Dios hizo esta profecía:

Génesis 3, 14-15: “Dijo luego el Señor Dios a la serpiente: ‘Por haber hecho esto, maldita serás entre todos los ganados y entre todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el polvo todo el tiempo de tu vida. Pondré perpetua enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo; Ella te aplastará la cabeza, y tú le acecharás el calcañal”[1].

Dios dice que habrá enemistad – hostilidad, división, oposición – entre el diablo y “la mujer”. En el mismo contexto, leemos del linaje de la mujer, y la victoria que se concederá por medio de la mujer y su linaje/descendencia. En la Biblia, los hijos de un hombre y sus descendientes se llaman linaje. El linaje de la mujer, por lo tanto, es algo único. Se refiere a un hijo que es producido por una sola mujer. Esto, obviamente, se refiere a la concepción virginal y al nacimiento del seno de la Santísima Virgen María, la madre de Jesús. El “linaje” de la mujer se refiere a Jesucristo.

Por lo tanto, la mujer identificada aquí que tiene una oposición o enemistad con la serpiente es claramente María, la madre de Jesucristo. La mujer no es Eva, quien dio oídos a la serpiente. Se trata de María.

Dios dice que pondrá enemistad u oposición entre la serpiente y la mujer. Como resultado, María debe ser completamente preservada del pecado. Porque cuando alguien peca, ese alguien no se opone al diablo, sino que se da al diablo. La única manera que la mujer pueda tener oposición completa y definitiva con la serpiente es por la preservación del pecado y del pecado de Adán.

El hecho de que María es esta “mujer”, y por lo tanto, completamente libre de la dominación del pecado y del diablo, es la razón de por qué Jesús llama a María “mujer” en el Nuevo Testamento. Jesús nunca llamó a su madre más que “mujer”. Muchos no católicos creen que esta era una manera de Jesús menospreciar a su madre restándole importancia a su rol; todo lo contrario, Jesús estaba identificando a María como siendo la “mujer” de Génesis 3, 15.

Génesis 3, 15: “Pondré perpetua enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo; Ella te aplastará la cabeza, y tú le acecharás el calcañal”.

Juan 2, 3-5: “No tenían vino, porque el vino de la boda se había acabado. En esto dijo la madre de Jesús a éste: No tienen vino. Y Jesús le dijo: Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? No es aún llegada mi hora. Dijo la madre a los servidores: haced lo que Él os diga”.

Una lectura superficial de este pasaje de Juan deja a muchos la impresión de que Jesús está reprendiendo a su madre en las bodas de Caná. Sin embargo, aquí se revela el poder de intercesión de María con Jesús. Jesús dice que su hora aún no ha llegado; en otras palabras, aún no era el momento para que Él revelara sus poderes milagrosos. Su propósito era esperar más tiempo. No obstante, ante la insistencia de su madre, que tuvo compasión con la pareja de recién casados, Jesús realizó el milagro. Él realizó su primer milagro a instancias de su madre, a pesar de que su hora “aún no había llegado”. Este es un excelente ejemplo de cómo se obtienen las gracias de Jesús por la intercesión de María, gracias que Él, no estaría dispuesto a dar si no fuera por el pedido de su Madre.

Muchos no católicos también objetan que si María es tan crucial, ¿por qué Jesús permitió que los evangelistas quizás dieran la impresión que Él estaba menospreciando el rol de su madre? Ellos sostienen que ciertos versículos dan esa impresión, o al menos no hacen mucho para disipar esa idea. La respuesta es que Dios no arroja perlas a los cerdos (Mateo 7, 6). A menudo, Él oculta ligeramente sus verdades, o las pone apenas debajo de la superficie, de manera que los esfuerzos superficiales o insinceros de las personas pasen por encima de ellos o se queden con una impresión errada. Sin embargo, aquellos que son más pacientes y profundizan más – o simplemente confían en la Iglesia que Jesús estableció – encuentran la joya y el verdadero significado.

Lucas, 8, 8-10: “El que tenga oídos para oír que oiga. Sus discípulos le preguntaron qué significada aquella parábola, y Él contestó: A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, de manera que viendo no vean y oyendo no entiendan”.

Esto es muy cierto en el caso de las enseñanzas de la Biblia acerca del profundo rol de María. Las lecturas superficiales y los esfuerzos insinceros mantienen a la gente sin poder ver aquello. Pero está allí en la Escritura. Como ya vimos, María es la nueva Eva y la mujer del Génesis 3, 15. Ella es también el Arca de la Nueva Alianza, y mucho más, como veremos. Todo está allí en la tipología bíblica y en muchos pasajes entendidos más profundamente; pero muchos siguen siendo ajenos a ello. Viendo no ven, y oyendo no entienden. Al no confiar en la única Iglesia que estableció Cristo, ellos lamentablemente han adquirido sólo un entendimiento superficial y erróneo acerca de lo que enseña la Biblia.

Juan 19, 26-27: “Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a la madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo [Juan] la recibió en su casa”.

Aunque había otras mujeres al pie de la cruz, Jesús escoge a su madre. Jesús, nuevamente la llama “mujer”, porque ella es la mujer del Génesis 3, 15: la única en completa oposición a la serpiente. Jesús también indica a San Juan para que tome a su madre como suya.

EL ALMA DE MARÍA GLORIFICA EL SEÑOR, Y EL TODOPODEROSO HIZO GRANDES COSAS PARA ELLA

En Lucas 1, vislumbramos los privilegios únicos que Dios ha concedido a María.

Lucas 1, 46-50: “Dijo María: Mi alma engrandece al Señor y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso, cuyo nombre es Santo. Su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen".

La Biblia dice que el alma de María engrandece al Señor; no lo disminuye. María no va en detrimento de Jesús, sino que lleva a la gente a Jesús. El Arca de la Antigua Alianza significaba el poder y la presencia de Dios. Cuando se estaba en su presencia, les inspiraba devoción, confianza y amor al Todopoderoso. De manera similar, pero mayor, María, la nueva Arca, nos dirige y centra poderosamente en torno de Jesucristo. Todo lo que es y tiene María viene de ser la madre de Jesucristo. Él hizo grandes cosas a ella preservándola del pecado.

También hay que hacer una mención especial de Lucas 1, 48, en que María profetiza que “todas las generaciones la llamarán bienaventurada”. Esta es una profecía acerca de la oración católica del Avemaría. Durante generaciones lo católicos han rezado: “Dios te salve María, llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

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