domingo, 27 de octubre de 2013

Abba Filemón “La enseñanza dada al hermano Juan sobre la meditación secreta”



(Un raro texto árabe-copto medieval sobre la oración de Jesús)


Premisas

Este breve texto presenta una especie de síntesis de la espiritualidad filocálica y proviene casi con seguridad de los monasterios del Bajo Egipto, pudiendo remotantarse a la mitad del siglo VI.

Al texto árabe corresponde, en la edición griega, 62 líneas sobre un total de 787, lo cual equivale a menos del 8 % del texto integral. A grandes líneas, se trata de la sección E (y del inicio de la sección 1). El copista copto (o mejor dicho, quien le pidió la transcripción, el superior de Deir al-Muharraq) ha transcripto solo esta mínima parte, aquella que contenía las únicas dos citas sobre la oración de Jesús.

Las palabras claves del texto pueden ser reagrupadas en dos: por un lado, la meditación secreta (6 veces), la hesiquía (2 veces) y la nepsis (4 veces); por otro lado, el corazón (8 veces), el espíritu (5 veces) y el pensamiento (4 veces). Un dato relevante es que todas estas palabras son justamente los términos esenciales de la antología constituida por la Filocalia y estas dos páginas del copista copto representan verdaderamente la quinta esencia de la Filocalia.
Cabe señalar también la importancia atribuida a la oración de las Horas, notándose que ésta no es absolutamente eliminada o sustituida por la oración de Jesús. Estas anotaciones nos permiten intuir que el texto proviene de una tradición (la macariana) semieremítica en la cual el oficio comunitario tenía una gran importancia y ejercía el rol de sostén para el monje agotado por la oración solitaria y en el cual la eucaristía dominical (con la correspondiente vigilia) era ya costumbre.


EL TEXTO:


1Un hermano de nombre Juan, que venía de la región de la costa, acercándose al santo y gran abba Filemón y abrazándoles los pies, le dijo:
2¿Qué debo hacer, padre, para salvarme? 3Porque veo que mi intelecto vaga por aquí y por allá, y va hacia aquello que no debe.
4Y aquel, tardandose un poco en contestar, le dijo: “esta pasión es propia de aquellos que permanecen en el mundo y no tienen aún el perfecto deseo de Dios. 6En efecto, no ha llegado todavía a ti el calor del deseo y del conocimiento de Él.
7Le dijo el hermano: "¿Qué debo hacer, padre?".
8Él le dijo: "Ve, y por algún tiempo has una meditación secreta en tu corazón, 9que pueda purificar tu intelecto de estas cosas.
10 Y el hermano, no conociendo cómo hacer lo que se le había dicho, dijo al anciano: “Padre, ¿Qué es la meditación secreta?”
11Y le dijo: “Ve, permanece sobrio en tu corazón, y di sobriamente en tu mente, con temor y temblor: 12"Señor Jesucristo, ten piedad de mí".13 El beato Diádoco, en efecto, enseña así a los principiantes.
14 Fue entonces y, con la ayuda de Dios y la oración del padre, recogiose en la hesiquía, 15 llenándose pronto de dulzura, con esta meditación.
16 Pero dado que ésta improvisadamente se retiró de él y ya no podía con sobriedad cultivarla y orar, 17 volvió al anciano y le contó lo que le había sucedido.
18 Y él le dijo: “He aquí, por un breve tiempo has conocido los pasos de la hesiquia y de su realización,
19 y has experimentado la dulzura que de ella deriva.  20 Ten pues esto siempre en tu corazón: sea que comas sea que bebas, sea que te encuentra en compañia de alguien, sea que estés fuera de la celda o vayas por algún camino, 21no te olvides de hacer esta oración con una mente sobria y un intelecto estable, no te olvides de salmodiar y de meditar oraciones y salmos. 22Y también cuando tengas alguna necesidad que tu intelecto no sea perezozo en meditar secretamente y en orar. 23Así podrás comprender la profundidad de la divina Escritura y del poder que en ella se esconde, 24 dando al intelecto un incesante trabajo, para cumplir el dicho apostólico que prescribe: “Orad incesantemente” (lTs 5,17).  
23 Presta atención, pues, pon cuidado y custodia tu corazón, para que no acoga pensamientos malos, vanos e inútiles. 26Sino que siempre, cuando duermas y cuando te levantes, cuando comas y cuando bebas o cuando estés acompañado, 27en secreto, mentalmente, que tu corazón permanezca meditando los salmos y orando: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí!”
28Y también, cuando cantes los salmos, presta atención en no decir palabras con la boca mientras tu mente se distrae en otras cosas.
29 El hermano preguntó entonces: “En el sueño yo veo muchas fantasías vanas”.
30Y el anciano le dijo: “No seas perezozo ni pusilánime, y antes de acostarte has muchas oraciones en tu corazón y resiste a los pensamientos, 31 para que no seas movido por la voluntad del diablo y así Dios te acoga.


180Aunque tú, por ahora, no puedas combatir así, sin embargo permanece siempre en la meditación secreta.
181 Y sé solícito en cumplir las horas diurnas y las oraciones fijadas por los santos padres: tercia, sexta, nona y vísperas.
182 Y sé solícito también  en cumplir las liturgias nocturnas.
 183Observa con toda tus fuerzas el no hacer nada solo para complacer a los hombres, 184ni enemistarte nunca con tu hermano, para que no te separes de tu Dios. 

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