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María de Cleofás, Santa |
Discípula de Jesús Tía de Nuestro Señor Jesucristo Madre de Judas Tadeo,
Santiago el Menor, Simón y José
Martirologio Romano: En Jerusalén, conmemoración
de las santas mujeres María de Cleofás y Salomé, que,
junto con María Magdalena, muy de mañana del día de
Pascua se dirigieron al sepulcro del Señor para ungir su
cuerpo y recibieron el primer anuncio de la Resurrección (s.
I).
Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es
de origen hebreo.En los grandiosos
acontecimientos de la Redención, durante el dramático epílogo sobre el
Calvario, un coro silencioso y triste de “piadosas mujeres” espera
un poco lejos que todo se haya terminado: “Estaban junto
a la cruz de Jesús su madre, la hermana de
su madre, María de Cleofás y María de Magdala” dice
el evangelista san Juan. Era el grupo de las que
“lo seguían desde cuando estaba en Galilea para servirlo, y
muchas otras que habían venido de Jerusalén junto con él”.
Entre las espectadoras se encuentra, pues, la santa que hoy
se venera, cuya continua y vigilante presencia cerca del Salvador
le ha merecido un puesto particular en la devoción de
los cristianos, más que su parentela con la Santísima Virgen
y san José.
A María de Cleofás –así llamada por
el marido Clopa o Cleofás— comunmente se le considera la
madre de los “hermanos del Señor” Santiago el Menor, apóstol
y obispo de Jerusalén, y José. El historiador palestino Hegesipo
dice que Cleofás era hermano de san José y padre
de Judas Tadeo y de Simón. Este último fue elegido
para suceder a Santiago el Menor en la sede episcopal
de Jerusalén.
La identificación de Alfeo con Cleofás llevó a
algunos exegetas a considerar a María de Cleofás cuñada de
la Virgen María, y madre de tres apóstoles. Cleofás (Alfeo)
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María de Cleofás, Santa |
es, además, uno de los discípulos que el día de
la resurrección de Jesús, mientras iban hacia Emaús, fueron alcanzados
por Jesús a quien reconocieron en la “fracción del pan”.
Mientras el esposo se alejaba de Jerusalén, con el corazón
lleno de melancolía y desilusión, la esposa María de Cleofás,
siguiendo el impulso de su corazón, iba de prisa a
la tumba del Redentor para rendirle el extremo homenaje de
la unción ritual con varios ungüentos. En efecto, el viernes
por la tarde se había quedado atrás con María Magdalena
para ver “en dónde lo dejaban”. Dice el evangelista Marcos:
“María la Magdalena y María, la madre de Santiago el
menor y de José miraban dónde lo ponían”.
Pasado el
sábado, muy de mañana, mientras el marido regresaba a casa,
María de Cleofás y las otras compañeras “compraron perfumes y
fueron a hacerle las unciones”; pero el ángel les anunció:
“No está aquí, ha resucitado”. A las piadosas mujeres, que
fueron al sepulcro con sus ungüentos y con su dolor,
les correspondió el privilegio de conocer las primeras la noticia
de la resurrección: “¿Por qué buscáis entre los muertos al
que vive?”. “Si Cristo no resucitó -dirá San Pablo- nuestra
fe no vale nada y nosotros seríamos unos mentirosos… Pero
Cristo resucitó y es la primicia de los otros que
ahora duermen y resucitarán”. Esta alegre noticia se la llevaron
a los “Doce y a todos los otros” unas pocas
mujeres, entre ellas María de Cleofás.
Sugerimos leer el Artículo Los hermanos de Jesús.
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