Juan 10, 11-18. Pascua. Oremos por los sacerdores que son como "el Buen Pastor" en muchos momentos de nuestra vida. | |
Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre. Oración introductoria Señor mío, vengo ante Ti porque quiero tener un momento de intimidad contigo. Soy esa oveja que pierde fácilmente el rumbo si no está en comunicación permanente con su pastor. En esta oración, con un acto libre de mi voluntad, quiero entregarme completamente a Ti, quiero ser parte de tu rebaño, muéstrame el camino a seguir. Petición ¡Ven Espíritu Santo! Dame la docilidad de la oveja que nunca abandona a su pastor. Meditación del Papa Cuando sólo se quiere ser dueño de la vida, esta se hace cada vez más vacía, más pobre; fácilmente se acaba por buscar la evasión en la droga, en el gran engaño. Y surge la duda de si de verdad vivir es, en definitiva, un bien. No. De este modo no encontramos la vida. Las palabras de Jesús sobre la vida en abundancia se encuentran en el discurso del buen pastor. Esas palabras se sitúan en un doble contexto. Sobre el pastor, Jesús nos dice que da su vida. "Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente". Sólo se encuentra la vida dándola; no se la encuentra tratando de apoderarse de ella. Esto es lo que debemos aprender de Cristo; y esto es lo que nos enseña el Espíritu Santo, que es puro don, que es el donarse de Dios. Cuanto más da uno su vida por los demás, por el bien mismo, tanto más abundantemente fluye el río de la vida. En segundo lugar, el Señor nos dice que la vida se tiene estando con el Pastor, que conoce el pastizal, los lugares donde manan las fuentes de la vida. Encontramos la vida en la comunión con Aquel que es la vida en persona; en la comunión con el Dios vivo, una comunión en la que nos introduce el Espíritu Santo. (Benedicto XVI, 3 de junio de 2006). Reflexión En algunos países de América Latina, en este domingo de Pascua, día del "Buen Pastor", se celebra -además del Jueves Santo- el día de los sacerdotes. Gracias a Dios, nuestra Iglesia Católica cuenta con muchos y muy santos sacerdotes en todas las latitudes del mundo. Pero algunos de nuestros enemigos se han confabulado rabiosamente para atacarlos con calumnias de muy mal gusto, para desprestigiarlos y manchar públicamente su buena fama y reputación con mentiras soeces y deshonestas. Y, lo que es peor, algunos católicos inconscientes se han prestado como tontos útiles para hacerles eco y seguir su juego tan sucio y tan poco leal. Pero, en fin, si Cristo mismo fue perseguido y calumniado, no podemos esperar una suerte diversa para sus sacerdotes. Él mismo nos lo advirtió: "El discípulo no es más que su Maestro: si al amo le llamaron Beelzebul -o sea, príncipe de los demonios-, ¿cuánto más a los de su casa?" (Mt 10, 24-25). Si nos calumnian injustamente, es señal de que vamos por el mismo camino que siguió nuestro Señor. Pero, aunque es verdad que algunos pocos, poquísimos, sí han fallado -pues los sacerdotes son también seres humanos frágiles y pecadores- debemos hacerles justicia y reconocer públicamente que los buenos sacerdotes son, por fortuna, la inmensa mayoría, casi todos. Y se comportan como "buenos pastores", siguiendo el ejemplo de Jesucristo, el Buen Pastor. Todos nosotros, en las más diversas circunstancias de la vida, hemos tenido a nuestro lado a santos sacerdotes que nos han ayudado a mantenernos en pie, a pesar de las dificultades. Y a ellos les debemos la perseverancia en nuestra fe y en nuestra vocación cristiana. Yo recuerdo con grandísimo cariño -y estoy seguro de que también tú, querido amigo lector- la figura de sacerdotes que han dejado una huella indeleble en mi existencia porque han sabido ser, como Cristo, "buenos pastores". Pastores, sí; y también buenos, como auténticos padres, amigos y compañeros de la vida. De san Francisco de Sales, aquel obispo inefablemente amable, dulce y bondadoso, la gente solía decir: "¡Cuán bueno debe ser Dios, cuando ya es tan bueno el obispo de Ginebra!". Y se cuenta que un hombre incrédulo de la Francia del siglo XIX, alrededor del año 1840, fue invitado a visitar al padre Juan María Vianney, conocido como el santo Cura de Ars. Y, a pesar de haber ido en contra de su voluntad, después de conocerlo, exclamó: "¡Hoy he visto a Dios en un hombre!". Es impresionante también el testimonio que nos narró personalmente, hace algunos años, Mons. Tadeusz Kondrusiewicz, entonces Administrador apostólico de la Rusia europea y actual Arzobispo de Moscú: Perni es una ciudad que se encuentra en los Urales y, durante el comunismo, había allí campos de concentración. Todavía en los años ochenta estaba detenido en ese lugar un sacerdote lituano, Sigitas Tamkjavicius, hoy obispo metropolitano de Kaunas. Después de la santa Misa los fieles me invitaron a visitar el cementerio. Me llevaron ante la tumba del primer sacerdote que había trabajado en esa ciudad, muerto en el siglo XIX. La gente me decía: "Durante sesenta años hemos permanecido sin iglesia y sin sacerdote, pero estaba esta tumba; y durante las fiestas veníamos aquí y rezábamos sobre esta tumba, incluso confesábamos nuestros pecados. Ninguno de nosotros ha conocido al sacerdote que está aquí sepultado. De él sólo sabemos lo que nos han contado nuestros abuelos. Y, sin embargo, durante estos sesenta años él, de modo invisible, ha estado presente entre nosotros, como si hubiera salido de la tierra para enseñarnos a ser fieles a nuestra vocación cristiana. Gracias a esta tumba hemos conservado la fe, que ahora renace y se refuerza". Gracias a Dios, en nuestra Iglesia hay muchos sacerdotes santos. Y, como éstos, tenemos legiones enteras y miríadas de ejemplos. Sacerdotes que, llenos de amor a Dios y a los demás, desgastan su vida en silencio y a escondidas, como la vela roja del Santísimo Sacramento que se consume de día y de noche en un continuo acto de amor y de adoración a Jesús Eucaristía. Pero los sacerdotes también necesitan de nuestra oración y de nuestro apoyo, para que el Señor les dé a todos el don de la santidad y de la perseverancia en su vocación. Y oremos también por las vocaciones, para que el Dueño de la mies mande a su Iglesia muchos y santos sacerdotes según su Corazón: buenos pastores, como Jesús, "el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas". Propósito Ante Cristo Eucaristía, ofrecerme como pobre instrumento para acercar a otros al Buen Pastor y pedir especialmente por los sacerdotes. Diálogo con Cristo El Señor es mi pastor, nada me falta. Qué verdad tan consoladora en este mundo individualista en donde nadie parece preocuparse por los demás. El pastor pide obediencia a sus ovejas y da la vida por ellas, por eso, permite, Padre mío, que sepa siempre responder a tu llamado y que sepa dar una dimensión sobrenatural a todos mis esfuerzos y actividades del día de hoy.
domingo 29 Abril 2012
Cuarto Domingo de Pascua Leer el comentario del Evangelio por San Basilio de Seleucia : «Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen» Lecturas Hechos 4,8-12. Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos, ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado, sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos. El es la piedra que ustedes, los constructores, han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular. Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos alcanzar la salvación". Salmo 118(117),1.8-9.21-23.26.28.29. ¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres; es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos. Yo te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias; Dios mío, yo te glorifico. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Epístola I de San Juan 3,1-2. ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Juan 10,11-18. Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre". Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. Leer el comentario del Evangelio por San Basilio de Seleucia (?-v. 468), obispo Oración 26; PG 44, 129 «Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen» Miremos a nuestro pastor, Cristo... Se regocija con las ovejas que están cercanas a él y va en busca de las extraviadas. No teme montes y bosques; recorre barrancos hasta llegar a la oveja perdida. Y aunque la encuentre en estado lastimoso, no se encoleriza, sino llevado por la compasión, la toma sobre sus hombros y, de su propio cansancio, cura la oveja cansada (Lc 15,4s)... Con razón Cristo proclama: "Yo soy el Buen Pastor, busco la oveja perdida, recupero a la extraviada, vendo a la que está herida, curo a la que está enferma» (Ez 34,16). He visto al rebaño de los hombres agobiado por la enfermedad; he visto a mis corderos descender al lugar de los demonios; he visto a mi rebaño despedazado por los lobos. He visto ésto y no lo he visto desde lo alto. Por eso tomé la mano desecada, atrapada por el mal, como por un lobo; desaté aquello que la fiebre había atado; hice ver a aquellos, cuyos ojos permanecieron cerrados desde el seno de su madre; saqué a Lázaro de la tumba, donde yacía desde hacía cuatro días (Mc 3,5; 1,31; Jn 9; 11). «Porque soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por sus ovejas "... Los profetas conocieron a este pastor, ya que antes de su Pasión, anunciaban lo que iba a venir: "Como cordero, llevado al matadero; como oveja ante el esquilador, no abría la boca" (Is 53,7). Como una oveja, el pastor ofreció su garganta por sus ovejas... Por su muerte, remedia a la muerte; por su tumba, vacía las tumbas... Las tumbas son pesadas y la prisión está cerrada, mientras el pastor, desciende de la cruz, no viene para llevar a sus ovejas apresadas la alegre noticia de su liberación. Lo vemos en los infiernos donde da la orden de liberación (1P 3,19); lo vemos llamar de nuevo a sus ovejas, llamarlas por su nombre y llevarlas de la estancia de los muertos a la vida. "El buen pastor da su vida por sus ovejas". Así es como se propone ganar el afecto de sus ovejas, y a las que saben oír su voz las ama Cristo. |
*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
domingo, 29 de abril de 2012
El Buen Pastor
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario