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Anacleto (Cleto), Santo |
III Papa
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de san Cleto, papa,
el segundo que rigió la Iglesia Romana después de san
Pedro. († 88) ¿Son
dos o tan sólo uno?, por mucho tiempo se pensó
que Anacleto y Cleto habían sido dos papas distintos del
siglo primero. Después resultó claro que el segundo nombre era
sólo una abreviación familiar del primero. Y así ha quedó
registrado en la sucesión cronológica de los jefes de la
iglesia de Roma: Anacleto o Cleto fue el tercero, después
de Pedro y Lino. Tercero, entonces, en la serie de
papas. Sobre su origen sobreviven incertidumbres, algunos historiadores piensan
que era nacido en Roma, pero su nombre de origen
claramente griego deja una sombra de dudas sobre este tema.
Relatos
muy antiguos le atribuyen la construcción de un santuario sepulcral
llamado «Memoria», en el sitio del entierro de Pedro, en
los jardines del Vaticano, territorio que entonces pertenecía al dominio
imperial y formado por jardines, campos y tierras sin cultivar.
A Anacleto se le atribuye también la disposición que prohibía
a los hombres de Iglesia usar los cabellos largos, lo
que sería un primer ejemplo de tonsura eclesiástica.
Su pontificado se
desarrolla en algunos años de paz, bajo el emperador Vespasiano
(que reina del 69 al 79), y bajo su hijo
mayor Tito (79 al 81). En tiempos de este último
Italia conoce una de las más importantes catástrofes de su
historia: la erupción del Vesubio en agosto del 79, con
la destrucción de Herculano y Pompeya. Y poco después Roma
verá surgir el edificio destinado a convertirse en su emblema:
el anfiteatro Flavio (Coliseo) para los juegos públicos, sede de
luchas mortales entre gladiadores y de suplicios para los cristianos.
El mismo lugar que diecinueve siglos después sería elegido
por los sucesores de Pedro, Lino y Anacleto para presidir
el Vía Crucis con el que se rememora el calvario
de Cristo en Viernes Santo.
Finaliza pronto el reinado de Tito,
y con el arribo de su hermano Domiciano comienza la
persecusión. Pero no sólo contra los cristianos. De hecho, las
primeras víctimas son los judíos, forzados a derivar al Estado
el tributo debido al templo de Jerusalén destruido por Tito.
Una persecución por razones financieras: porque las grandes obras públicas
han desangrado las finanzas imperiales; también los judeocristianos deberán pagar.
Después la persecusión va a ensañarse a los cristianos en
general, no sólo contra sus bienes. Contra ellos se lanza
la acusación de “ateísmo”, es decir, de no adorar a
los dioses del Estado, y esta acusación comporta la pena
capital.
No sabemos cómo murió Cleto; la persecusión a los
cristianos continuó luego de su muerte. No se conoce el
lugar de su sepultura, aunque es presumible que haya sido
en los jardines vaticanos.
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