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María de la Encarnación Guyart, Beata |
Religiosa
Martirologio Romano: En Québec, en Canadá, beata María de la
Encarnación Guyart Martin, la cual, siendo madre de familia, después
de la muerte de su esposo confió a su hijo,
aún pequeño, a los cuidados de su hermana e, ingresando
en las Ursulinas, estableció la primera casa de este Instituto
en Canadá, distinguiéndose por su actividad (1672).
Etimológicamente: María = Aquella
señora bella que nos guía, es de origen hebreo.Francesa, nació en 1599 María Guyart, de
familia humilde, en Tours, y a pesar de sentir muy
pronto la vocación religiosa, fue en 1617 dada en matrimonio
al comerciante Claudio Martin, que murió a los dos años,
dejándole un hijo, también llamado Claudio. Y aunque todavía hubo
de trabajar un tiempo como administradora de una empresa de
su cuñado, ya en 1621 hizo voto de virginidad perpetua.
En esos mismos años, de trabajos y ajetreos, tuvo notables
visiones de la Trinidad y del Verbo encarnado, recibiendo en
1627 la gracia mística del matrimonio espiritual. En 1631 ingresó,
por fin, en las Ursulinas de Tours, en donde su
vida mística alcanzó más altos vuelos. Tomó el nombre
de María de la Encarnación.
En 1639, con la joven María
de San José, pasó a América para fundar en Quebec
(Canadá). Guardando allí clausura conventual, fue desde entonces el alma
de las misiones en la Nueva Francia. Son años de
altísima vida mística, reflejada en admirables escritos y en miles
de cartas. María de la Encarnación, en medio de guerras
y revueltas, incertidumbres y martirios, avances misionales y retrocesos, fue
como el corazón de la Iglesia naciente, ayudando a unos,
aconsejando a otros, y animando a todos.
Para entrar mejor en
la vida misional, aprendió pronto las lenguas nativas, el iroqués,
el montañés, el algonquino y el hurón, hasta el punto
de que compuso diccionarios y catecismos. Uniendo a la oración
y a la penitencia su palabra encendida, convertía con la
gracia de Dios a las personas, llamándolas a perfección. Su
mismo hijo Claudio llegó a ser un excelente benedictino, y
escribió más tarde la biografía de su madre (París 1677).
En
una ocasión confesaba la Beata: «Gracias a la bondad de
Dios, nuestra vocación y nuestro amor por los indígenas jamás
han disminuido. Yo los llevo en mi corazón e intento,
muy dulcemente, mediante mis oraciones, ganarlos para el cielo. Existe
siempre en mi alma un deseo constante de dar mi
vida por su salvación» (Herencia 528).
María de la Encarnación murió
en 1672 con gran fama de santidad. Declarada venerable en
1911, fue beatificada el 22 de junio 1980, como «Madre
de la Iglesia católica en el Canadá», por S.S. Juan
Pablo II.
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