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Catalina de Siena, Santa |
Virgen y Doctora de la Iglesia Patrona de Italia y de
Europa
Martirologio Romano: Memoria de santa Catalina de Siena, virgen y
doctora de la Iglesia, que habiendo entrado en las Hermanas
de la Penitencia de Santo Domingo, deseosa de conocer a
Dios en sí misma y a sí misma en Dios,
se esforzó en asemejarse a Cristo crucificado y trabajó también
enérgica e incansablemente por la paz, para que el Romano
Pontífice regresara a la Urbe y por la unidad de
la Iglesia, dejando espléndidos documentos llenos de doctrina espiritual (1380).
Etimológicamente:
Aquella que es pura y casta, es de origen griego.Lo que más maravilla en la
vida de Santa Catalina de Siena no es tanto el
papel insólito que desempeñó en la historia de su tiempo,
sino el modo exquisitamente femenino con que lo desempeñó. Al
Papa, a quien ella llamaba con el nombre de “dulce
Cristo en la tierra”, le reprochaba la poca valentía y
lo invitaba a dejar Aviñón y regresar a Roma, con
palabras humanísimas como éstas: “¡Animo, virilmente, Padre! Que yo le
digo que no hay que temblar”. A un joven condenado
a muerte y a quien ella había acompañado hasta el
patíbulo, le dijo en el último instante: “¡a las bodas,
dulce hermano mío! que pronto estarás en la vida duradera”.
Pero la voz sumisa de la mujer cambiaba de tono
y se traducía frecuentemente en ese “yo quiero” que no
admitía tergiversaciones cuando entraba en juego el bien de la
Iglesia y la concordia de los ciudadanos.
Catalina nació en
Siena (Italia) el 25 de marzo de 1347 y era
la vigésimo cuarta hija de Santiago y Lapa Benincasa. A
los siete años celebró su místico matrimonio con Cristo. Esto
no se debió a fantasías infantiles, sino que era el
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Catalina de Siena, Santa |
comienzo de una extraordinaria experiencia mística, como se pudo comprobar
después . A los quince años entró a la Tercera
Orden de Santo Domingo, comenzando una vida de penitencia muy
rigurosa. Para vencer la repugnancia hacia un leproso maloliente, se
inclinó y le besó las llagas.
Como no sabía leer
ni escribir, comenzó a decir a varios amanuenses sus cartas,
afligidas y sabias, dirigidas a Papas, reyes, jefes y a
humilde gente del pueblo. Su valiente compromiso social y político
suscitó no pocas perplejidades entre sus mismos superiores y tuvo
que presentarse ante el capítulo general de los dominicos, que
se celebró en Florencia en mayo de 1377, para explicar
su conducta.
En Siena, en el recogimiento de su celda,
dictó el “Diálogo sobre la Divina Providencia” para tributar a
Dios su último canto de amor. En los comienzos del
gran cisma aceptó el llamamiento de Urbano VI para que
fuera a Roma. Aquí se enfermó y murió rodeada de
sus muchos discípulos a quienes recomendó que se amaran unos
a otros. Era el 29 de abril de 1380: hacía
un mes que había cumplido 33 años.
Fue canonizada el
29 de abril de 1461. En 1939 fue declarada patrona
de Italia junto con San Francisco de Asís, y el
4 de octubre de 1970 Pablo VI la proclamó doctora
de la Iglesia, y el 1 de Octubre de 1999
S.S. Juan Pablo II la declaró Patrona de Europa.
Además Santa
Catalina tiene los siguientes patronatos: ° contra los incendios; ° contra los
males corporales; ° contra la enfermedad; ° contra los abortos involuntarios; ° contra
las tentaciones; ° Allentown, Pennsylvania; ° para la prevención de incendios; ° de
los bomberos; ° de las enfermeras; ° de las personas ridiculizadas por
su piedad; ° de los enfermos.
Catalina de Siena
Catalina Benincasa, conocida como Santa Catalina de Siena O.P., (* Siena, 25 de marzo de 1347 – † Roma, 29 de abril de 1380) fue una santa católica. El Vaticano la reconoce como co-patrona de Europa e Italia y Doctora de la Iglesia Católica.
Hija número 24 de un total de 25 (su hermana gemela Giovanna, la
vigésimo cuarta, vivió sólo pocos meses) de Jacobo Benincasa, tintorero,
y de Lapa Piagenti (o Piacenti), hija de un poeta local.
Infancia
Bautizada como Catalina Benincasa, pertenecía a una familia de
la clase media-baja de la sociedad, compuesta básicamente por
fontaneros y notarios, conocida como "la fiesta de los doce", quienes
entre una revolución y otra, gobernaron en la república de Siena desde 1355 a 1368.
Sus hermanos la apodaron como Eufrosina. Catalina no tuvo una
educación formal; desde temprana edad mostró su gusto por la soledad y
la oración, y siendo niña todavía, a la edad de siete años, se consagró a
la mortificación e hizo voto de castidad. A los doce años sus
inadvertidos padres comenzaron a hacer planes de matrimonio para
Catalina, pero ella reaccionó cortándose todo su cabello y encerrándose,
con un velo sobre su cabeza. Con objeto de persuadirla, sus padres la
obligaron a realizar fatigosas tareas domésticas, sin embargo Catalina
se encerró más en sí misma, aún más convencida. Sólo un evento inusual,
una paloma que se posó en la cabeza de Catalina mientras oraba,
convenció a Jacobo de la sincera vocación de su hija.
A los dieciocho años tomó el hábito de La orden Tercera de Santo Domingo, y fue de todos modos probada su vocación para la Iglesia. Se sometía al cilicio
(hoy visible en la iglesia de Santa Catalina de la Noche, parte del
complejo de Santa María de la Escala) y a prolongados períodos de ayuno,
sólo alimentada por la Eucaristía.
En esta primera fase de su vida, estas prácticas eran llevadas a cabo
en solitario. El historiador Rudolph Bell ha señalado, con base en sus
investigaciones, que los ayunos de Catalina indican anorexia nerviosa. 1
Juventud
Seguramente en los carnavales de 1366 vivió lo que describió en sus cartas como un "Matrimonio Místico" con Jesús, en la basílica de Santo Domingo de Siena, teniendo diversas visiones como la de Jesucristo en su trono con San Pedro y San Pablo,
después de las cuales comenzó a enfermar cada vez más y a demostrar aún
más su amor a los pobres. Este mismo año murió su padre y en Siena se
inició un golpe de Estado.
Sus hagiógrafos sostienen que en 1370 recibió una serie de visiones del infierno, el purgatorio y el cielo, después de las cuales escuchó una voz que le mandaba a salir de su retiro y entrar a la vida pública. 2
Comenzó a escribir cartas a hombres y mujeres de todas las condiciones,
manteniendo correspondencia con la principales autoridades de los
actuales territorios de Italia, rogando por la paz entre las repúblicas de Italia y el regreso del papa a Roma. Mantuvo de hecho correspondencia con el Papa Gregorio XI, emplazándolo a reformar la clerecía y la administración de los Estados Pontificios.
Durante el tiempo que duró la peste de 1374,
Catalina acudió al socorro de los desgraciados, sin mostrarse jamás
cansada, y aún, si hubiera de creer a los historiadores de su época,
podría decirse que operó algunos milagros. Poco después, el 1 de abril de 1375 en Pisa, Catalina recibió los denominados estigmas invisibles, de modo que sentía el dolor pero no eran visibles las llagas externamente. 3
En junio de 1376 Catalina fue enviada a Aviñón como embajadora de la República de Florencia, con el fin de lograr la paz de dicha república con los Estados Pontificios y el Papa mismo. 4 La impresión que causó Catalina en el Papa significó el retorno de la administración de éste a Roma el 17 de enero de 1377.
Más feliz en otras ciudades de Italia, afirmó en ellas su fidelidad a la Santa Sede.
Respondió a las cuestiones capciosas de algunos sabios y de varios
obispos, de un modo que los confundió. Tras grandes trabajos e inmensas
dificultades, reconcilió a los florentinos con el Papa Urbano VI, sucesor de Gregorio XI, colgando el 18 de julio de 1378 una rama de olivo en el Palacio en señal de paz. 5
Muerte
Se retiró luego a la más profunda soledad; pero de allí hubo de sacarla el cisma de los anti-Papas. Apoyó al Papa romano Urbano VI, quien la convocó a Roma donde vivió hasta su muerte el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres años. Fue sepultada en la Iglesia de Santa María sopra Minerva en Roma, su cráneo fue llevado a la Iglesia de Santo Domingo de Siena en 1384 y un pie se encuentra en Venecia.
Entre los principales seguidores de Catalina, se encontraban su confesor y biógrafo, posteriormente general de los dominicos, Fray Raimundo de las Viñas, de Capua (fallecido en 1399) y Estefano de Corrado Maconi (fallecido en 1424), quien fue uno de sus secretarios, y se convirtió luego en Prior General de los Cartujos. El libro de Raimundo sobre la vida de Catalina, la "leyenda", fue terminado en 1395.
Una segunda versión de la vida de Catalina, el "suplemento", fue
escrito unos años después por otro de sus seguidores, Fray Tomás
Caffarini (muerto en 1434), quien posteriormente escribió también la "Leyenda Menor", libro que fue traducido al italiano por Estefano Maconi.
Canonización
Canonización de Catalina, por el Papa Pío II.
Pío II la declaró santa en 1461. Inicialmente, se la conmemoraba el mismo día de su muerte, el 29 de abril. En 1628 Urbano VIII la movió al día siguiente, para no superponerla con San Pedro de Verona, hasta que en 1969 volvió a su fecha primitiva. En 1939 Pío XII la declaró patrona principal de Italia, junto a San Francisco de Asís. En 1970 Pablo VI le otorgó el título de Doctora de la Iglesia, siendo la segunda mujer en obtener tal distinción (después de santa Teresa de Jesús y antes de Santa Teresita del Niño Jesús). En 1999, bajo el pontificado de Juan Pablo II, se convirtió en una de las Santas Patronas de Europa. 6
Obra escrita
Santa Catalina dejó el Diálogo de la Divina Providencia, llamado simplemente Diálogo, escrito durante cinco días de éxtasis religioso, del nueve al catorce de octubre de 1378; 26 Oraciones; y 381 cartas, grandes trabajos de la literatura Toscana vernácula.
Referencias
- ↑ Bell, R. Holy Anorexia. Chicago: The University of Chicago Press, 1985.
- ↑ Papasogli, G. Catalina de Siena, Reformadora de la Iglesia. Madrid: Editorial BAC, 1980, pp. 30-48.
- ↑ Papasogli, G. Catalina de Siena, Reformadora de la Iglesia, pp. 161-163.
- ↑ La Carta 229 avisa al papa Gregorio XI
de que irá a verlo para tratar el tema de la reconciliación de los
florentinos: "Por eso voy yo ahora allí, para ponerlos humillados en
vuestro regazo. Estoy segura de que vos, como pastor, los recibireis a
pesar de las injurias y persecuciones que os han hecho".
- ↑ La misma Santa lo relata en la Carta 303 dirigida a Sano de Maco.
- ↑ Alejandro Olivar (1999). El santoral del calendario. Dossiers CPL. 83. Barcelona: Centre De Pastoral Liturgica. p. 78. ISBN 9788474675603.
Bibliografía
- Catalina de Siena (2002). Obras de Santa Catalina de Siena. El diálogo. Oraciones y Soliloquios. Madrid: Editorial BAC. ISBN 978-84-7914-024-3.
- Salvador y Conde, Joaquín (Ed.) (1982). Epistolario de Santa Catalina de Siena. Salamanca: Editorial San Esteban. ISBN 84-85045-52-1.
Enlaces externos
SANTA CATALINA DE SIENA Virgen y Doctora de la Iglesia1347-1380 Fiesta: 29 de abril Por SCTJM
Una temprana vida de virtud Santa
Catalina nació en 1347 en Siena, hija de padres virtuosos y piadosos.
Ella fue favorecida por Dios con gracias extraordinarias desde una corta
edad, y tenía un gran amor hacia la oración y hacia las cosas de Dios. A
los siete años, consagró su virginidad a Dios a través de un voto
privado. A los doce años, la madre y la hermana de Santa Catalina
intentaron persuadirla para llegar al matrimonio, y así comenzaron a
alentarla a prestar más atención a su apariencia. Para complacerlos,
ella se vestía de gala y se engalanaba con joyas que se estilaban en esa
época. Al poco tiempo, Santa Catalina se arrepintió de esta vanidad. Su
familia consideró la soledad inapropiada para la vida matrimonial, y
así comenzaron a frustrar sus devociones, privándola de su pequeña
cámara o celda en la cual pasaba gran parte de su tiempo en soledad y
oración. Ellos le dieron varios trabajos duros para distraerla. Santa
Catalina sobrellevó todo esto con dulzura y paciencia. El Señor le
enseñó a lograr otro tipo de soledad en su corazón, donde, entre todas
sus ocupaciones, se consideraba siempre a solas con Dios, y donde no
podía entrar ninguna tribulación.
Más
adelante, su padre aprobó finalmente su devoción y todos sus deseos
piadosos. A los quince años de edad, asistía generosamente a los pobres,
servía a los enfermos y daba consuelo a los afligidos y prisioneros.
Ella prosiguió el camino de la humildad, la obediencia y la negación de
su propia voluntad. En medio de sus sufrimientos, su constante plegaria
era que dichos sufrimientos podían servir para la expiación de sus
faltas y la purificación de su corazón.
Intimidad y Celebraciones Esponsales con Jesús Como
una consagración más formal a Dios, a los diez y ocho años, Santa
Catalina recibió el largo hábito blanco y negro deseado de la tercera
orden de Santo Domingo. El hecho de pertenecer a una tercera orden
significaba que la persona viviría la espiritualidad Dominica, pero en
el mundo secular. Ella fue la primera mujer soltera en ser admitida. A
partir de ese momento su celda llego a ser su paraíso, y se ofrecía a si
misma en oración y mortificación. Durante tres años vivió como en una
ermita, manteniéndose en silencio y sin hablar con nadie excepto Dios y
su confesor. Durante este período, había momentos en que formas
repugnantes y figuras tentadoras se presentarían en su imaginación, y
las tentaciones más degradantes la asediaban. Posteriormente, el diablo
extendió en su alma como una nube y una oscuridad tan grande que fue la
prueba más severa jamás imaginable. Santa Catalina continuó con un
espíritu de oración ferviente, de humildad y de confianza en Dios.
Mediante ello perseveró victoriosa, y al final fue liberada de dichas
pruebas que solo habían servido para purificar su corazón. Cuando Jesús
la visitó después de este tiempo, ella le pregunto: "¿Dónde estabas Tú,
mi divino Esposo, mientras yacía en una condición tan abandonada y
aterradora?" Ella escuchó una voz que le decía, "Hija, estaba en tu
corazón, fortificándote por la gracia." En 1366, Santa Catalina
experimentó lo que se denominaba un ‘matrimonio místico’ con Jesús.
Cuando ella estaba orando en su habitación, se le apareció una visión de
Cristo, acompañado por Su madre y un cortejo celestial. Tomando la mano
de Santa Catalina, Nuestra Señora la llevó hasta Cristo, quien le
colocó un anillo y la desposó Consigo, manifestando que en ese momento
ella estaba sustentada por una fe que podría superar todas las
tentaciones. Para Catalina, el anillo estaba siempre visible, aunque era
invisible para los demás.
Su servicio al prójimo Luego
de tres años de vida solitaria en su hogar, Santa Catalina sintió que
el Señor la estaba llamando en ese momento a llevar una vida más activa.
Por lo tanto, comenzó a relacionarse más con los demás y a servirlos.
Dios recompensó su caridad con los pobres a través de varios milagros, a
menudo multiplicando víveres en sus manos, y haciendo que ella pudiera
llevar todo lo necesario a los pobres, lo cual no hubiera podido
lograrlo de otro modo a través de su fortaleza natural. En su ardiente
caridad, trabajó intensamente por la conversión de los pecadores,
ofreciendo sus continuas oraciones y ayunos. En Siena, cuando hubo un
terrible brote de peste, trabajó constantemente para aliviar a los
enfermos. "Nunca se la vio tan admirable como en ese momento”, escribió
un sacerdote que la había conocido desde su infancia. "Siempre estaba
con los que padecían por causa de la peste; los preparaba para la muerte
y los enterraba con sus propias manos. Yo mismo fui testigo del gozo
con que los atendía y de la maravillosa eficacia de sus palabras, que
dieron lugar a muchas conversiones."
Todos
sus discursos, acciones y su silencio inducían a los hombres al amor a
la virtud, de tal modo a que nadie, de acuerdo al Papa Pío II, que se
acercara alguna vez a ella regresaba sin ser una mejor persona. Santa
Catalina era capaz de reconciliar a los peores enemigos, más a través de
sus oraciones que de sus palabras. Por ejemplo, un hombre a quien ella
estaba tratando de persuadir para que llevara una vida virtuosa, cuando
Santa Catalina vio que sus palabras no estaban teniendo efecto, ella
hizo una pausa repentina en su discurso para ofrecer oraciones por el.
Sus oraciones fueron escuchadas en ese mismo instante, y un cambio
radical se produjo en el hombre. Luego se reconcilió con sus enemigos y
adoptó una vida penitencial. Los pecadores más empedernidos no podían
resistir sus exhortaciones y oraciones en pos de un cambio de vida.
Miles acudían a escucharla o solo a verla, y fueron ganados por sus
palabras y por su ejemplo de arrepentimiento.
Se
reunieron alrededor de la santa un grupo de fervientes seguidores. Por
ejemplo, un ermitaño de edad avanzada abandonó su soledad para estar
cerca de ella porque decía que encontraba más paz de mente y progreso en
la virtud siguiéndola que lo que jamás hubiera hallado en su celda.
Otro descubrió que cuando ella hablaba, el amor divino se inflamaba en
todo su ser, y su desprecio por lo mundano aumentaba. Un cálido afecto
la vinculaba a aquellos a quienes ella llamaba su familia espiritual –
hijos suyos dados por Dios a quienes podía ayudar a lo largo del camino
hacia la perfección. Ellos eran testigos de su espíritu de profecía, su
conocimiento de las conciencias de los demás y su extraordinaria luz en
las cuestiones espirituales. Ella leía sus pensamientos y frecuentemente
tenía conocimiento de sus tentaciones cuando se alejaban de ella. En
ese momento la opinión pública acerca de Catalina estaba dividida;
varios la reverenciaban como a una santa, mientras que otros la
consideraban una fanática o la denunciaban como hipócrita. Su confesor
de ese tiempo, el Padre Raimundo, sería posteriormente el biógrafo de la
santa.
Una conciliadora para la IglesiaUno
de los mayores logros de Santa Catalina fue su labor de llevar de
vuelta el Papado a Roma a partir de su desplazamiento a Francia.
Asimismo, se la llego a reconocer como conciliadora – ella comenzó
ayudando a resolver varios conflictos familiares, y luego su trabajo se
amplió para incluir el establecimiento de la paz en las ciudades estados
italianas. Por ejemplo, en 1375, Santa Catalina tuvo noticias a través
de Fray Raimundo de que la gente de Florencia se había adherido a una
liga que estaba en contra de la Santa Sede. El Papa Gregorio XI, que
residía en Avignon, escribió a la ciudad de Florencia, pero sin éxito.
Ocurrieron divisiones internas y asesinatos entre los florentinos, y
pronto se demando su reconciliación. Santa Catalina fue enviada por los
magistrados de la ciudad como mediadora. Antes de llegar a Florencia, se
reunió con los jefes de los magistrados, y la ciudad encomendó toda la
situación a su criterio, con la promesa de que debía ser seguida a
Avignon por sus Embajadores, quienes debían firmar y ratificar las
condiciones de reconciliación y confirmar cada cosa que había hecho. Su
Santidad, luego de haber tenido una conferencia con ella, en admiración
de su prudencia y santidad, le manifestó: "No deseo nada más que la paz.
Dejo esta cuestión totalmente en sus manos; solo le recomiendo el honor
de la Iglesia." Sin embargo, los florentinos no fueron sinceros en su
búsqueda de la paz, y continuaron sus intrigas secretas para apartar a
toda Italia de su obediencia a la Santa Sede.
La
santa tuvo otra misión durante su viaje a Avignon. El Papa Gregorio IX,
electo en 1370, tenía su residencia en Avignon, donde los cinco papas
previos también habían residido. Los romanos se quejaban de que sus
obispos habían abandonado su iglesia durante setenta y cuatro años, y
amenazaron con llevar a cabo un cisma. Gregorio XI hizo un voto secreto
para regresar a Roma; pero no hallando este deseo agradable a su corte,
el mismo consulto a Santa Catalina acerca de esta cuestión, quien le
respondió: "Cumpla con su promesa hecha a Dios." El Papa, sorprendido de
que tuviera conocimiento por revelación lo que jamás había revelado a
nadie, resolvió inmediatamente hacerlo. La Santa pronto partió de
Avignon. Se cuenta con varias cartas escritas por ella y dirigidas al
Papa, a fin de adelantar su retorno a Roma, en donde finalmente falleció
en 1376. Posteriormente, Santa Catalina escribió al Papa Gregorio
XI en Roma, exhortándole firmemente a contribuir por todos los medios
posibles a la paz general de Italia. Su Santidad le encomendó la misión
de ir a Florencia, aún dividida y obstinada en su desobediencia. Ella
vivió un tiempo allí en medio de varios peligros incluso contra su
propia vida. A la larga, ella logró que la gente de Florencia se
dispusiera a la sumisión, a la obediencia y a la paz, aunque no bajo la
autoridad de Gregorio XI, sino del Papa Urbano VI. Esta reconciliación
ocurrió en 1378, luego de lo cual Santa Catalina regresó a Siena.
Conclusión de la Vida de la SantaSanta
Catalina regreso de esta manera a Siena, donde prosiguió su vida de
oración. Ella obtuvo la unión perpetua de su alma con Dios. Aunque a
veces estuviera obligada a conversar con diferentes personas sobre
varios y diversos asuntos, ella siempre estaba ocupada y absorta en
Dios. En una visión, Jesús se le presentó con dos coronas, una de oro y
otra de espinas, ofreciéndole elegir con cual de las dos se complacería.
Ella respondió: "Yo deseo, Oh Señor, vivir aquí siempre conforme a tu
pasión, y encontrar en el dolor y en el sufrimiento mi reposo y
deleite." Luego, tomando ansiosamente la corona de espinas, se la colocó
sobre la cabeza.
En
1378, cuando Urbano VI fue electo Papa, su temperamento hizo que los
cardenales se distanciaran, y que varios de ellos se retiraran. Luego
declararon la elección nula, y eligieron a Clemente VII, con quien se
retiraron de Italia y residieron en Avignon. Santa Catalina escribió
largas cartas a los cardenales quienes primero habían reconocido a
Urbano, y luego eligieron a otro; presionándolos a volver a su pastor
legal. Ella también le escribió a Urbano mismo, exhortándolo a
sobrellevar con temple y gozo los problemas en que se encontraba, y a
aplacar el temperamento que le había llevado a tener tantos enemigos. A
través del Padre Raimundo de Capua, su confesor y posteriormente su
biógrafo, el Papa pidió a Santa Catalina regresar a Roma. El la escuchó y
siguió sus instrucciones. Ella también escribió a los reyes de Francia y
de Hungría para exhortarlos a renunciar al cisma.
Mientras
trabajaba afanosamente para extender la obediencia al verdadero Papa,
la salud de Santa Catalina comenzó a deteriorarse. Ella falleció de un
ataque súbito a los 33 años en Roma. Los habitantes de Siena deseaban
conservar su cabeza. Hubo un milagro que se comentó en el cual tuvieron
un éxito parcial. Sabiendo que ellos no podían llevar a escondidas todo
su cuerpo fuera de Roma, decidieron llevar solo su cabeza, la cual
colocaron en un bolso. Cuando fueron detenidos por los guardias romanos,
oraron para que Santa Catalina los ayudara. Cuando los guardias
abrieron el bolso, parecía que ya no contenía su cabeza sino que todo el
bolso estaba lleno de pétalos de rosa. Una vez que regresaron a Siena,
volvieron a abrir el bolso y su cabeza estaba visible nuevamente. Debido
a este relato, Sana Catalina a menudo es observada sosteniendo una
rosa. La cabeza incorruptible y el dedo pulgar fueron sepultados en la
Basílica de Santo Domingo, donde se conservan en la actualidad. El
cuerpo de Santa Catalina esta enterrado en la Basílica de Santa María
sopra Minerva en Roma, que se encuentra cerca del Panteón.
Las
cartas de Santa Catalina son consideradas como una de las grandes obras
de principios de la literatura Toscana. Ella escribió 364, y más de 300
de ellas se conservan en la actualidad. En sus cartas dirigidas al
Papa, a menudo se refería al mismo con afecto como “Papa” o “Papi”
(“Babbo” en italiano). Aproximadamente un tercio de sus cartas estaban
dirigidas a mujeres. Otros destinatarios incluyen a sus diversos
confesores, entre ellos Raimundo de Capua, los reyes de Francia y
Hungría, la Reina de Nápoles y numerosas figuras religiosas. Su otra
obra magistral es el “Diálogo de la Divina Providencia,” un diálogo
entre el alma y Dios. Registrado entre Registrado entre 1377 y 1378 por
los miembros de su círculo. A menudo considerada como una analfabeta,
Santa Catalina es reconocida por Raimundo en su biografía como capaz de
leer latín e italiano, y otro hagiógrafo, Tommaso Caffarini, manifestó
que la santa podía escribir. El Papa Pío II canonizó a Catalina en 1461,
y el Papa Pablo VI le otorgó el título de Doctora de la Iglesia in
1970, haciéndola una de las primeras mujeres en recibir este honor. Su
Fiesta es el 29 de abril.
En la Confesión se realiza la misericordia de DiosSanta Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia: Los Diálogo 75. "También
recibe el alma de otra manera este bautismo, hablando de un modo
figurado, por especial providencia de mi divina caridad. Yo conocía la
debilidad y fragilidad del hombre, que le lleva a ofenderme. No que se
vea forzado por ella ni por ninguna otra cosa a cometer la culpa, si él
no quiere, sino que, como frágil, cae en culpa de pecado mortal, por la
que pierde la gracia que recibió en el santo bautismo en virtud de la
Sangre. Por esto fue necesario que la divina Caridad proveyese a
dejarles un bautismo continuo de la Sangre. Este bautismo se recibe con
la contrición del corazón y con la santa confesión, hecha, cuando tienen
posibilidad de ello, a los pies de mis ministros, que tienen la llave
de la Sangre. Esta Sangre es la que la absolución del sacerdote hace
deslizar por el semblante del alma.
Si la confesión es imposible,
basta la contrición de! corazón. Entonces es la mano de mi clemencia la
que os da el fruto de esta preciosa sangre. Mas, pudiendo confesaros,
quiero que lo hagáis. Quien pudiendo no la recibe, se ha privado del
precio de la Sangre. Es cierto que en el último momento, si el alma la
desea y no la puede haber, también la recibirá; pero no haya nadie tan
loco que con esta esperanza aguarde a la hora de la muerte para arreglar
su vida, porque no está seguro de que, por su obstinación, yo en mi
divina justicia, no le diga: "Tú no te acordaste de mí en vida, mientras
tuviste tiempo, tampoco yo me acuerdo de ti en la hora de la muerte".
Que nadie, pues, se fíe, y si alguien, por su culpa, lo hizo hasta
ahora, no dilate hasta última hora el recibir este bautismo de la
esperanza en la Sangre. Puedes ver, pues, cómo este bautismo es
continuo, en el que el alma debe ser bautizada hasta el final de su
vida.
En este bautismo conoce que mi operación (es decir, el
tormento de la cruz) fue finita, pero el fruto del tormento que por mí
habéis recibido es infinito en virtud de la naturaleza divina, que es
infinita, unida con la naturaleza humana, finita, que fue la que sufrió
en mí. Verbo, vestido de vuestra humanidad. Mas porque una naturaleza
está unida y amasada con la otra, la Deidad eterna trajo de sí e hizo
suya la pena que yo sufrí con tanto fuego de amor. Por esto puede
llamarse infinita esta operación, no porque lo sea el sufrimiento actual
del cuerpo y el sufrimiento que me proporcionaba el deseo de cumplir
vuestra redención (ya que ambas terminaron en la cruz cuando el alma se
separó del cuerpo), pero el fruto, que proviene del sufrimiento y del
deseo de vuestra salvación, sí es infinito. Por esto lo recibís
infinitamente. Si no hubiese sido infinito, no habría sido restaurado
todo el género humano: pasados, presentes y venideros. Ni el hombre
cuando peca podría levantarse después de su pecado, si no fuera infinito
este bautismo de la Sangre que se os ha dado, es decir, si no fuera
infinito su fruto.
Esto os manifesté en la apertura de mi
costado, donde halláis los secretos del corazón, demostrándoos que os
amo mucho más de lo que puedo manifestar con un tormento finito. ¿En qué
te he revelado que es infinito? En el bautismo de la Sangre, unido con
el fuego de mi caridad, derramada por amor, con el bautismo general,
dado a los cristianos y a quienes quieran recibirlo, del agua, unido con
la Sangre y con el fuego, en que el alma se amasa con mi Sangre. Para
dároslo a entender, quise que del costado saliese sangre y agua. Con
esto he querido responder a lo que tú me preguntabas."
Oración: Señor
Dios, tú has mostrado a santa Catalina el amor infinito hacia todos los
hombres, hechura de tus manos, que arde en tu corazón . Ella compartió
generosamente esta revelación y la vivió en todas sus consecuencias
hasta el heroísmo. Concédenos que podamos seguir su ejemplo, confiando
en tus promesas y aumentando nuestra fe en tu presencia en cada
sacramento, especialmente en el sacramento de tu perdón. Te lo pedimos
por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
De Ateneo Pontificio "Regina Apostolorum"
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