San Marón, patrono, protector e inspirador de la Iglesia maronita, nunca tuvo la idea de formar una Iglesia aparte; sino, más bien, quiso iniciar dentro de la Iglesia de Antioquía un camino especial de santidad, inspirado en el Evangelio donde Cristo es ” el camino, la verdad y la vida”. Su vida relatada con pocas líneas por el historiador eclesiástico Teodoreto, obispo de Ciro, se resume en pocas palabras :
“fidelidad a Cristo, siguiendo los
consejos evangélicos, fidelidad a la Iglesia de Cristo, defendiendo
heroicamente a su Cabeza visible el Obispo de Roma y fidelidad a las
santas tradiciones de la Iglesia oriental, llevando una vida de asceta
en la cumbre de una montaña, cercano al pueblo de Kfar Nabo, donde
estaba erigido un templo al dios pagano Nabo, que él transformó en un
templo cristiano para adorar al verdadero Dios.”
San Marón cultivó heroicamente en su vida
cenobítica las virtudes evangélicas, retirado del mundo, entregándose ,
día y noche, en oraciones, ayunos y mortificaciones. La fama de su
santidad fue reconocida por San Juan Crisóstomo, en una carta dirigida a
Marón, en 405, desde su exilio en el Cáucaso. Me permito reproducir el
texto resumido de esta carta llena de emoción espiritual, para la
edificación nuestra : ” A Marón, presbítero y solitario : Unidos por los
lazos de amor, lo tenemos presente, entre nosotros. Los ojos de la
caridad son de tal vigor que las distancias lejanas son impotentes de
debilitarlos, con el pasar del tiempo. Desearíamos escribirte con
frecuencia pero por varias dificultades se nos hace difícil. Mismo así
le escribiremos cuantas veces se nos está permitido para decirle que
nosotros nunca te olvidamos y donde estemos tu estás en nuestra alma.
Tú, procura notificarnos sobre tu salud, para que aun separados por el
cuerpo, tengamos el consuelo de saber que estás bien y esto nos
fortifica en nuestra soledad. Ante todo te ruego que reces a Dios por
mí” .
El mérito de San Marón no fue solamente
en haber llevado una vida de perfección individual, sino, también, por
haber atraído hacia él a muchos jóvenes que imitaron su ejemplo de
santidad y después de su muerte, acontecida en 410, continuaron llevando
una vida monástica comunitaria en una montaña de Siria, en el famoso
Convento de San Marón, cuna de la formación de la futura Iglesia
Maronita, jerárquicamente instituida en el Líbano (685) por San Juan
Marón su primer patriarca
“El ejemplo arrastra y la santidad se
difunde. En vida de San Marón y después de su muerte, se incrementó la
vida contemplativa en la Iglesia. Eran muchos los que, buscando la
intimidad profunda con Dios e imitando la vida de Cristo, se aislaban
por todas esas montañas , viviendo en pequeñas comunidades como monjes o
como ermitaños solitarios”. El mismo historiador Teodoreto escribía
exclamando : Marón embelleció el coro divino de los santos. Fue quien
plantó para Dios el jardín que hoy florece en la región de Ciro” (Cfr.
Vida de S. Charbel, Juan Antonio Flores Santana, Arzobispo de Santiago
de los Caballeros, Rep. Dominicana, 1997). (La Fiesta de san Marón, es 9
de febrero)
OTRO ACERCAMIENTO DE LA IGLESIA MARONITA Y DE LOS MARONITAS
Los Maronitas son los cristianos
católicos orientales que deben su nombre a San Marón, santo hombre,
rígido defensor de la fe católica en Oriente, monje modelo cuyo ejemplo
siguieron numerosos discípulos, un apóstol que la Providencia de Dios
eligió para confirmar a los vacilantes en su fe y para organizar el
núcleo principal de la nación maronita que será baluarte de la lucha en
favor de la fe y en beneficio del triunfo de la verdad sobre la mentira y
de la libertad contra la opresión. Marón vivió en el siglo IV, en las
cercanías de Antioquía, donde trabó relaciones de amistad con grandes
figuras como San Basilio y San Juan Crisóstomo y otros ilustres Doctores
de la Iglesia. De joven, siguiendo las enseñanzas del Divino Maestro,
dejó su familia, sus bienes y fue a buscar la calma en una montaña,
entregándose a la oración la contemplación y el trabajo. Dios le otorgó
el don de los milagros, sanando las enfermedades del cuerpo y del
espíritu y sus prodigios llegaron a proyectarse en lejanos países.
Muchos jóvenes siguieron su ejemplo,
imitando sus virtudes y procurándolo para escuchar sus enseñanzas y
adoptar su espiritualidad. Fueron llamados “discípulos de San Marón” y
después de su muerte, ocurrida en el año 410, crecieron mucho, y
formaron el “Convento de San Marón” que cobijaba a numerosos monjes que
se dedicaron a luchar con heroísmo contra los errores doctrinales de su
época. En el año 517, los cristianos monofisitas que no aceptaron la fe
católica definida en el Concilio Ecuménico de Calcedonia (a.451),
mataron a 350 miembros de ellos que son conocidos como “ Mártires,
discípulos de San Marón”. El Papa Hermes IV reconoció su martirio y así
quedó sellada la fe maronita con su sangre.
Al pueblo que en el Patriarcado de
Antioquía siguió la orientación religiosa de San Marón y sus discípulos,
se les aplicó el nombre de “Maronitas”. En el siglo VII, por ocasión de
la invasión árabe, los maronitas para escapar a la opresión de los
conquistadores, tomaron la fuga y se refugiaron en los montes y los
valles del Líbano donde formaron la Iglesia Maronita , bajo el liderazgo
de San Juan Marón, un monje discípulo de San Marón, reconocido por el
Papa como Primer Patriarca Maronita de Antioquía y de todo el Oriente.
Hasta hoy, los maronitas tienen un Patriarca que lleva junto a su propio
nombre, el nombre de Pedro, el Apóstol de Cristo, primer Obispo de
Antioquía y más tarde, primer Obispo de Roma, Vicario de Cristo, Papa de
la Iglesia Universal. Actualmente el Patriarca maronita se llama
Beshara Rai, y al mismo tiempo es Cardenal de la Iglesia Católica que
puede ser elegido Papa.
Los maronitas no son, pues, una secta
cristiana, ni una religión misteriosa, ni una Iglesia disidente, sino
una nación católica, un pueblo de origen definido, una Iglesia
particular que tiene un destino providencial en el desarrollo de su
historia y en la mística de sus santos.
LOS MARONITAS Y ROMA
Si el mundo ignora la lucha de los
maronitas contra el error y si los discípulos de San Marón llegasen
alguna vez a dudar de su identidad, o si los adversarios tratan de
denigrar el papel importante que los maronitas juegan en la vida de la
Iglesia, los Papas de Roma, sin embargo, han prestado con sus bondadosas
palabras un valioso testimonio que llena de orgullo y de satisfacción a
los hijos de San Marón :
Así León X, escribía, en 1515, al Patriarca maronita :
“ conviene que alabemos y bendigamos la divina clemencia, porque entre
las naciones orientales infieles y en los campos del error, haya el
Altísimo querido que sean los maronitas casi rosas entre espinos”.
Clemente XII en 1735 , califica a la nación maronita de “Rosa entre las
espinas, de roca solidísima contra la cual se rompen las furias de la
infidelidad y de las herejías”. Y San Pío X, entre otras palabras, dice,
hablando de los maronitas : ” Amamos a todos los cristianos del
Oriente, pero los Maronitas ocupan un lugar especial en nuestro corazón
porque han sido en todo tiempo la alegría de la Iglesia y el consuelo
del Papado…, la fe católica está arraigada en el corazón de los
Maronitas como los muy antiguos cedros están hincados por sus potentes
raíces en las altas montañas de su patria”.
No es necesario extenderse más sobre este
sublime aprecio de los Papas a los Maronitas y es muy elocuente la
actitud de los últimos Pontífices que convivieron con los recientes
dramas que afectaron a los maronitas en la última guerra que castigó
cruelmente durante 17 años al Líbano. Las palabras, los gestos , la
preocupación casi diaria y la manifestación continua del afecto más puro
y sincero del actual papa Juan Pablo II hacia el Líbano, han sido un
suave bálsamo para las heridas del pueblo maronita y una fuerte dosis de
esperanza para los hijos de San Marón en su ardua lucha por una digna
supervivencia .Y la convocación, recientemente, a una Asamblea especial
del Sínodo de los Obispos dedicado al Líbano, como también, la visita
del Sumo Pontífice a la tierra de los fenicios, no fue sino una prueba a
más del amor que tiene el Papa por los cristianos del Líbano, en
general, y particularmente por el destino de la Iglesia Maronita en
aquel país.
LOS MARONITAS Y EL LÍBANO
Perseguidos por causa de su fe, los
maronitas se refugiaron en el Líbano, encontrando en él una tierra de
libertad y con el espíritu tenaz transformaron su árido suelo en un
floreciente y fecundo vergel. Su historia se identificó con la historia
del Líbano y no será extraño verlos defender su patria con valentía ,
sangre y heroísmo. Jamás el Líbano, único baluarte del cristianismo en
oriente , se dejó avasallar por sus enemigos, gracias a la lucha de los
maronitas y sus hermanos libaneses :“Toda la Siria, escribía Jaled el
conquistador árabe, cayó como un camello, el Líbano solo quedó erguido”.
¡Solo Dios sabe cuanta sangre vertió la nación maronita en esas luchas
de exterminio que acompañaron su 13 siglos …
Caro fue el precio que pagó la nación
maronita por causa de la ayuda que prestaron sus fuerzas a los cruzados,
en su marcha al santo Sepulcro. Finiquitada la conquista europea, todo
el odio de sus enemigos cayó sobre el Líbano, ensangrentando sus campos y
arrasando su territorio. Esta historia dolorosa no se cerraba sino a
cortes intervalos de tiempo, para volver a abrirse más triste y verter
más sangre mártir. Tales fueron las matanzas feroces de los años 1834,
1845, 1860, 1914, 1920, 1925 y últimamente en la guerra de 17 años que
comenzó el 13 de abril 1975.
Inútil continuar a deplorar los tristes y
dramáticos episodios que ya son patrimonio de la historia; pero es
necesario advertir que los maronitas se sienten responsables de la vida o
de la muerte del Líbano, único territorio donde se sienten dueños de su
destino y donde radica la Iglesia madre que organiza su rito y que vela
por la integridad de su fe y la sanidad de sus tradiciones. Como es
Roma para los católicos, Armenia para el pueblo armenio, Palestina para
los palestinos e Israel para el pueblo judío, así es el Líbano para los
maronitas. Sin una tierra no se puede asegurar una existencia permanente
y digna, y sin el Líbano el maronita se siente desamparado,
desorientado y errante. Pero al mismo tiempo los maronitas son
conscientes de que no son ellos los únicos dueños de la tierra de los
Cedros, por esto siempre extienden sus manos y abren sus corazones a
todos los habitantes que integran el territorio libanés para juntos
construir un Líbano libre, unido y soberano, donde el perseguido
encuentra un refugio seguro y donde existen pacíficamente las diversas
comunidades que profesan distintas creencias y siguen diferentes
ideologías.
Así pues, no todo libanés es maronita,
tampoco cada maronita es libanés, pero sí, todos los maronitas deben
defender la soberanía del Líbano, si quieren ser solidarios con su
Iglesia madre y sentirse como miembros de una única familia que tiene
sus raíces en el Líbano.
LOS MARONITAS EN ARGENTINA
Los maronitas se radicaron
definitivamente en el Líbano debido a las circunstancias de opresión, en
la región de Siria, donde vivía su mayor parte, en tiempo de la
expansión árabe, en el albor del Islam. Su presencia en la Argentina,
como en varios puntos del mundo, se debió a otras circunstancias de otra
dramática opresión turca motivada por siglos de arbitrariedad que
culminaron en la masacre despiadada del año 1860 que introdujo en la
vida del maronita libanés el miedo del futuro y la incertidumbre del
porvenir de sus hijos. La opresión, el miedo, la miseria, fueron los
principales factores que, sumados al espíritu aventurero que el libanés
heredó de los fenicios, sus antepasados, abrieron progresivamente las
puertas de la emigración a los diferentes países del mundo, entre ellos
la Argentina. A finales del siglo pasado, principalmente en la década de
los ochenta, comenzaron a llegar al país platense emigrantes solitarios
que poco a poco determinaron la emigración en masa a estas benditas y
vastas tierras donde los nuevos emigrantes encontraron una cálida
acogida que les incentivó a traer sus familias y integrarse rápida y
totalmente en todos los campos de la vida argentina. Así, contamos
actualmente con muchos mandatarios, profesionales, empresarios, hombres
de cultura y de arte, figuras eminentes de la Iglesia y un caudal
popular genuino y activo, conformando una comunidad maronita respetada y
disponible para el servicio de toda la sociedad argentina.
Los maronitas, en general, forman un
pueblo que alimenta sentimientos profundamente religiosos y vive muy
allegado a las iglesias y los conventos, dada su historia como un pueblo
que tuvo su origen en la vida monacal orientada por San Marón y sus
discípulos. En tiempos, no muy lejanos, el maronita en el Líbano debía
su formación religiosa y cultural gracias al esfuerzo del clero de su
Iglesia : Son famosas las escuelas que funcionaban al aire libre, debajo
del árbol de encina “Taht el sindiene”, bajo la orientación, muchas
veces rígida y severa del cura de la aldea o del monje del monasterio.
Muchas figuras lucieron en el campo de la cultura universal, en sus
diversas ramas del saber, lo que originó el adagio propagado en Europa :
“Sabio como un maronita”. Esta formación impregnada por un cuño
típicamente religioso y fundamentalmente monacal, dejó en la psicología
del maronita una inclinación natural a la vida espiritual y moral de
inspiración evangélica y una docilidad espontánea hacia los pastores de
su Iglesia. Encontrando en Argentina una sociedad profundamente católica
y conocida ya la fidelidad proverbial de los maronitas a los Papas de
Roma, los nuevos inmigrantes se integraron fácilmente en las parroquias y
diócesis católicas de la República. Así existen actualmente un obispo,
Mons. Hesayne y decenas de sacerdotes y religiosas y religiosos, todos
maronitas, a servicio de la Iglesia católica nacional. Este aporte
modesto y genuino, en el campo de la evangelización, hacen de los
maronitas valiosos colaboradores en la obra espiritual que emprendieron
los que descubrieron el continente americano y por lo tanto la comunidad
maronita o libanesa se pone en espíritu de igualdad con las demás
grandes colectividades que conforman la idiosincrasia del pueblo
argentino.
En el 5 de octubre de 1990 el Papa Juan
Pablo II creó la “Eparquía de San Charbel en Buenos de los Maronitas”,
que equivale a una diócesis con jurisdicción personal sobre los
descendientes de maronitas, en todo el territorio nacional, para ayudar
al pueblo maronita a conservar la fidelidad a su identidad espiritual
oriental. En la Iglesia universal de Cristo cabe, por razones históricas
de carácter cultural y étnico, una división de la comunidad cristiana
en dos ramas, la Occidental con centro Roma y la Oriental, con cuatro
centros principales que fueron los cuatro patriarcados de : Antioquía,
Jerusalén, Alejandría y Constantinopla. Las dos ramas son unificadas en
Cristo como cabeza invisible y en Pedro y sus Sucesores, como cabezas
visibles que presiden en la caridad y aseguran la unidad de la Iglesia
universal continuadora de la obra salvadora de Cristo. La diversidad de
Iglesias se debe a los diversos ritos que conforman la realidad cultural
y étnica de la iglesia universal. La pluralidad de los ritos es una
riqueza para la iglesia de Cristo y es motivo de una armoniosa unidad en
la diversidad. La Iglesia maronita, perteneciente a la grupo ritual de
la Iglesia de Antioquía, conserva en su liturgia el arameo, el idioma
que hablaba Cristo cuando pasó por la tierra.
La Eparquía Maronita cuenta actualmente
con cuatro parroquias ( Buenos Aires, Capital Federal – Villa Linch, San
Martín Bs.As – Mendoza – Tucumán.) que deben servir a más de un medio
millón de maronitas. Todo indica la gigante labor que sus autoridades
deben desarrollar para cumplir con la misión pastoral de su Iglesia.
SANTOS DE LA IGLESIA MARONITA
La santidad de san Marón reflejada en la
vida de sus seguidores forjó una espiritualidad profunda que marcó la
comunidad maronita en toda su historia ensangrentada y dio origen a un
número considerable de santos cuyas virtudes heroicas enriquecieron el
tesoro espiritual de la Iglesia por nobles figuras y maestros de
perfección. A parte de un número ilimitado de fieles, históricamente
ignorados, que lucharon indefectiblemente, durante 16 siglos, para
conservar su fidelidad al Evangelio y a Roma y sin contar los millares
de mártires que derramaron su sangre para dar testimonio de su fe, la
Iglesia maronita honra en los altares a muchos santos reconocidos,
beatificados o canonizados por la Iglesia universal cuya memoria forma
un tesoro espiritual invaluable :
- SAN MARON : Fundador y
Patrono de los maronitas, un cenobita de la Iglesia de Antioquía del
siglo IV, cuya fiesta se celebra el 9 de febrero.
- Los 350 Mártires : En el año 517, los
cristianos monofisitas que no aceptaron la fé católica definida en el
Concilio Ecuménico de Calcedonia (451), mataron a 350 miembros del
Convento de San Marón que son conocidos como “Mártires, discípulos de San Marón”.
El papa Hermes IV reconoció su martirio y así quedó sellada la fe maronita con su sangre.
Su fiesta se conmemora el día 31 de julio.
- Los Santos Liminaus, Santiago y las Santas Marina, Domnina y Cora, todos discípulos de San Marón. Su fiesta se celebra el 17 de julio.
- SAN JUAN MARON : Monje
del Convento de san Marón, obispo de Batrun y del Monte Líbano, elegido
y entronizado en 685 como primer patriarca de la Iglesia Maronita y
sexagésimo sucesor de San Pedro en la sede de Antioquía. Su fiesta 2 de
marzo.
- Los mártires MASABKI :
Francisco, Abdel Moti y Rafael Masabki, tres hermanos de sangre,
llamados mártires de Damasco, martirizados junto a 10 Frailes
franciscanos en la Iglesia de los frailes de san Francisco en Damasco,
el 10 de julio, de 1864, a raíz de la masacre en 1860 de los cristianos
del Líbano. Su fiesta, el domingo después del 10 de julio.
-SAN CHARBEL MAJLUF :
Monje ermitaño, maronita libanés cuyos milagros suscitaron la admiración
del mundo entero. Canonizado el 9 de octubre de 1977 por el papa Paulo
VI. Su fiesta es el tercer Domingo de julio. Este año 1998, llamado año
charbeliano, se conmemora el primer centenario de su muerte acontecida
el 24 de diciembre de 1898.
-SANTA RAFKA : Monja de
la Orden Libanesa Maronita, beatificada por el actual Papa Juan Pablo II
en 17 de mayo de 1985. Fue canonizada el 10 de Junio de 2001. Su fiesta
se celebra el 23 de marzo.
- SAN Nemtala EL-HARDINI
: Monje libanés maronita, maestro espiritual y profesor de teología de
San Charbel. Falleció el año 1858 a los 50 años de edad. Fue beatificado
por Juan Pablo II el 10 de mayo de 1998. Fue canonizado el 16 de Mayo
de 2004. Su fiesta se celebra el 14 de diciembre.
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