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Esteban de Perm, Santo |
Obispo de Perm
Etimológicamente significa “laureado, coronado”. Viene de la
lengua griega.
Nació entre los años 1340 y 1345 en Velikiy
Ustyug, una población de la región de Vologda, en Rusia.
Era
hijo de un clérigo de Oustoug de Rusia. Desde muy
joven, apenas sintió la vocación en su alma, pidió entrar
en el monasterio de Rostov-el Antiguo.
Aquí aprendió, al mismo tiempo
que las cosas propias de la carrera eclesiástica, el griego
y se hizo todo un especialista en la Biblia.
Tenemos la
suerte de conocer su vida, gracias al historiador san Sergio
de Radonege.
Una vez que terminó sus estudios, lo ordenaron de
sacerdote.
Sin la menor duda, salió para evangelizar las tribus paganas
que vivían alejadas en los Urales.
¿Cuál fue su labor en
este sitio inhóspito?
En primer lugar, para poder entrar en contacto
con ellos, aprendió su lengua, la transcribió a un alfabeto
y tradujo los Libros Santos con esta intención humana, cultural
y religiosa.
En su trabajo pastoral con aquella gente tuvo muchas
dificultades para que aceptaran la nueva luz que dimana del
Evangelio.
Como persona que sentía la presencia de Dios en su
vida, sobrellevaba con paciencia todo dolor y toda pena.
No obstante,
su éxito entre aquella población muy excelente. Por esta razón,
el metropolita de Moscú lo llamó para consagrarlo obispo.
No cambió
para nada con su nuevo cargo. Se entregó como antes
a la gente pobre. Sobrevino una hambre terrible. Entonces, gracias
a su intervención, trajeron trigo de Vologda para repartirlo gratis
a todos.
Murió en Moscú, Rusia, el 26 de abril de
1396.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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