|
Hugo de Génova, Santo |
Religioso
Martirologio Romano: En Génova, de la provincia de Liguria, san
Hugo, religioso, que, después de haber luchado largo tiempo en
Tierra Santa, fue designado para regir la Encomienda de la
Orden de San Juan de Jerusalén en esta ciudad, y
se distinguió por su bondad y su caridad hacia los
pobres (c. 1233).
Etimología: Hugo = aquel de inteligencia clara, viene
del germano
Nacido alrededor de 1186 en Alessandria (Italia), se convirtió
en un caballero de la Orden de San Juan de
Jerusalén. Después de largas campañas en Tierra Santa, fue elegido
Maestro de la Encomienda de San Juan en Génova (Italia)
y trabajó en la enfermería más cercana. Fue famoso por
poderes milagrosos sobre los elementos naturales. Se cree que murió
en 1233.
Fue el Comandante en Génova y su hospital alcanzó
mucha fama durante su administración. Eso no le impidió
ser un religioso ejemplar, logrando "el ejercicio de la religión
hacia Dios y sus vecinos". Es bien sabido cuánto sacrificio
y devoción puede contener esta frase.
De acuerdo a un retrato
escrito en sus tiemmpos sabemos que San Hugo era delgado,
con un rostro ascético, y pequeño en estatura.
Él
era bastante gentil y amable con todos. Su mortificación no
resultaba una malestia para los demás. Dormía en un tablero,
en un rincón del sótano del Hospital; sirvió a los
pobres con amor y tacto, dándoles comida, dinero, consuelo espiritual
y amor fraternal. Él lavaba los pies a los
pascientes, cuidaba de ellos, y cuando ellos morían, él los
enterraba. La cruz de ocho puntas, (símbolo de su orden),
no sólo estaba en su capa, él la llevaba en
su corazón. Tan grande era su celo que él se
ciñó con un cinturón metálico que usaba dentro de sus
vestiduras, hacía ayunos continuamente durante todo el año y durante
la Cuaresma no comía nada cocinado.
Todos los días recitaba el
oficio y oía Misa con tal fervor que muchas veces
cayó en éxtasis y se elevaba del suelo a la
vista de todos. Su oración era, evidentemente, continua, y Dios
le recompensó por ello con un don de poder realizar
milagros.
Estos milagros fueron presenciados por el arzobispo de Génova, Otto
Fusco, así como por cuatro venerable canónigos que frecuentaban la
casa del santo y atestiguaron sobre lo que vieron.
Se cuenta,
por ejemplo, que en uno de esos días sofocantes en
Italia, de aquellos en que se siente que el calor
lo aplasta, algunas mujeres se encontraban en la sala común
de la enfermería lavando la ropa de los enfermos; el
suministro de agua falló y no llegaba líquido a la
fuente del monasterio, la única solución era recorrer una gran
distancia para acarrear el agua necesaria. Ellas comenzaron a quejarse
a viva voz, por lo que San Hugo pudo oírlas
y acudió para ver que era lo que pasaba.
Cuando llegó le pidieron que les diera agua, y ante
su negativa ellas rompieron en llanto exclamando: "¿Acaso usted no
es capaz de conseguir cualquier cosa de Dios?", "debemos orar"
fue su respuesta, "¡todo debemos hacerlo nosotras!", "no soy el
Señor, Él dijo que la fe obra milagros, ¿tienen fe
ustedes?", ellas lloraban diciendo que estaban agotadas por el trabajo
y el calor. Él no estaba muy convencido pero
en un gesto de caridad, oró al Creador, y luego
hizo la señal de la cruz y las aguas brotaron
de las rocas de la fuente ante las exclamaciones de
sorpresa de las empleadas.
Por su fe, capaz de mover montañas,
su vigilante e incansable caridad, así como por sus otras
virtudes diarias, especialmente su gentileza y cortesía, es para nosotros
un ejemplo vigorizante, y tal vez imitándolo podamos compartir la
gloria eterna.
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario