domingo, 28 de octubre de 2012

La verdadera manifestación de la familia


La verdadera manifestación de la familia es la cotidiana alegría de estar juntos
 
La verdadera manifestación de la familia
La verdadera manifestación de la familia
Es la que corre a toda velocidad por los pasillos de nuestras casas, la que juega a indios y vaqueros por los recovecos del salón, la que expone sus dibujos -hechos con pasta de dientes- en los cuartos de baño, la que enarbola globos llenos de agua que caen inexorables sobre la tarima, la que trepa por las estanterías de papá como Spiderman, la que se esconde en los armarios por si acaso, la que de un portazo expresa su libertad de expresión, la que dice que no a todo (nadie se cree a estas alturas que sea cosa de la edad), la que grita a pleno pulmón su victoria sobre los orcos subido en la tapicería del nuevo sillón, la que comprueba rotulador en ristre la magnífica textura de las paredes del hogar, la que afirma sus buenos propósitos con un "no os preocupéis que hoy preparo yo la cena", la que te impide ver el telediario (sin duda algo providencial tal y como anda el patio), la que nos reúne todos los días en una inacabable tertulia nocturna, la que se disfraza con armaduras de cartón en una encarnizada lucha contra Lord Voldemort, la que impide que uno ande pendiente de si mismo ni siquiera durante una décima de segundo.

La verdadera manifestación de la familia es la cotidiana alegría de estar juntos, la armonía de los gritos, el pis inesperado, los encargos, el juguete de la discordia, la fiebre, los vasos rotos, las notas, los embarazos, las idas y venidas a urgencias, los suspiros, las mochilas, el bocadillo que se resiste, esos áridos deberes, los dedos en la red eléctrica, los celos, las vacunas, los números rojos, el chicle entre las sábanas, el perdón reiterado, la madre parapetada en la cocina, las visitas que se escabullen, la crónica afonía, el "¿qué hacemos hoy?", los cumpleaños, los churros con sal, o el beso inefable de un niño de siete años nada más llegar a "la casa encendida".

La familia es la reivindicación del cariño. Es nuestra ciudadanía, nuestra nación, nuestro orgullo. La familia es la esencia del mismo Dios, es un érase que se era que agudiza el ingenio y acrecienta el amor. La familia escucha siempre, comprende siempre, perdona siempre. En la familia despunta la inmensidad de la naturaleza humana, en el vigor de un aprendizaje que conforma la virtud y desprecia el fraude. La familia es la etimología más exacta de palabras como verdad, corazón, estrella, compasión o belleza. La familia es el núcleo de toda literatura, del alma de su sintaxis. La familia es aquel lugar donde descansa la Historia Universal, donde el tiempo es un milagro que alumbra su propia resurrección. La familia es memoria, confianza, compañía. La familia es el regazo donde nace la vida y su misterio se hace persona

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