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Wolfgang de Ratisbona, Santo |
Obispo de Ratisbona Octubre 31
Etimológicamente significa “que
camina como el lobo”. Viene de la lengua alemana.
El aliento
fundamental del creyente en todo tiempo y lugar lo constituye
la oración. Si no se alimenta de ella se parece
a un cielo sin sol o a un jardín sin
bellas flores.
La vida de este joven comenzó en el año
937 hasta que murió en Peppingen (Austria) el 31 de
octubre del 994.
Cuando en la vida hay personas que les
molesta el nombre que le han puesto, él, sin embargo,
se lo agradeció a sus padres. Y con gracia les
decía:" Sólo que yo corro detrás de las ovejas para
alimentarlas y no para matarlas".
Comenzó su trabajo como profesor. Pero
este trabajo, aunque bello y lindo, no le llenaba. Por
eso pidió entrar en los Benedictinos.
En sus sueños juveniles
llevaba impresa la imagen de ser misionero en Hungría. No
era el mejor momento, ya que los húngaros habrían sufrido
una derrota con los alemanes.
A su vuelta de Hungría, lo
nombraron obispo de Ratisbona. Fue un obispo apostólico, lleno del
celo de Dios por sus fieles. Mostraba ante ellos una
santidad viva y un amor que no conoce límites.
Logró, mediante
su ejemplo, transformar la diócesis y al mismo clero.
Tenía tiempo
para todo. El mismo se encargó de la formación del
futuro emperador san Enrique II.
Por su parte era amable
e indulgente con todos, sobre todo con los que más
merecían estas dos cualidades de su rica personalidad.
Cayó enfermo en
Peppingen, cerca de Linz mientras hacía una visita pastoral a
esa parte de la diócesis. Lo llevaron, a petición suya,
al altar para que le diesen la Unción de los
Enfermos. La muchedumbre se agolpaba para verlo. El clero
quería impedirlo. Entonces les dijo:" Dejad queme vean morir y
que Dios nos dé a todos su misericordia".
¡Felicidades a quien
lleve este nombre!
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