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Luis Beltrán, Santo |
Religioso Presbítero
Martirologio Romano: En Valencia, en España, san Luis Bertrán,
presbítero de la Orden de Predicadores, que en América meridional
predicó el evangelio de Cristo y defendió a varios pueblos
indígenas (1581).
Etimología: Luis = Aquel que es famoso en la
guerra, viene del germano
Luis Beltrán nació en Valencia (España) el
l de enero de 1526, de familia rica y muy
virtuosa. Su padre, Juan Luis, después de haber quedado viudo,
quiso hacerse monje del monasterio de Porta-Coeli que queda cerca
de Valencia. Pero cuando ya iba llegando al monasterio, se
le aparecieron san Vicente Ferrer y san Bruno quienes le
dijeron que la voluntad de Dios no lo quería en
el convento sino en el mundo. Obedeció, regresó y al
poco tiempo se casó con la virtuosa Juana Angela Eixarch,
hija de Juan Eixarch, rico mercader.
Luis fue el primogénito de
esta pareja, y fue bautizado en la parroquia de San
Esteban, en la misma pila bautismal en donde dos siglos
antes había sido bautizado san Vicente Ferrer. Desde muy niño
dio claras muestras de su afición a la oración y
a la penitencia. Se cuenta que a los siete años
de edad pasaba largas horas en oración durante la noche
y luego se acostaba en el suelo; y para no
ser descubierto, desarreglaba la cama. Lector asiduo de las vidas
de los santos, se entusiasmó tanto con el ejemplo de
san Alejo y san Roque, quienes por amor a Dios
dejaron casa y parientes para peregrinar mendigando su sustento, que
resolvió seguir su ejemplo. Sacó dinero prestado, preparó algo de
ropa y alimento, buscó un compañero que compartiera su camino
y su vida, y partieron camino de Santiago. Como la
madre se encontraba enferma y sabía el dolor que estaba
causando a su padre, le escribió una carta que todavía
hoy se conserva y que comenzaba así:
“Tengo por muy
cierto el enojo que Vuestra Merced y la señora han
recibido con la resolución que he tomado. Mas ciertamente no
lo debían recibir, pensando que esta es la voluntad de
Dios...”.
Como es de suponer, poco después fue encontrado por
el criado que envió su padre a buscarlo. Lo encontró
cerca de Buñol, descansando tranquilamente junto a una fuente cerca
del pueblo que todavía hoy se conserva como entonces, y
que es centro de mucha devoción.
A los veinte años ingresó
a la Orden de Predicadores y después de su Ordenación
sacerdotal se dedicó a la predicación. En 1562 fue enviado
a América. En Colombia se dedicó a la catequización, a
bautizar y a levantar iglesias. Su celo y su caridad
le ganó el afecto de los indígenas, que acudían a
él de todas partes y lo acompañaban constantemente. En 1570
regresó a España y continuó su labor apostólica, y en
1574 el Capítulo general de Aragón lo nombró predicador general.
Él mismo define su estilo: “Yo predico en estilo que
todos lo entiendan. Y como Dios dijo a Isaías: Stilo
hominis. Quiere decir en buen romance claro, que lo entienda
todo el mundo. Esto es: estilo llano. Ningún cronista ha
guardado tan bien las reglas de los historiadores como los
sagrados evangelistas. ¡Qué cortos en contar las grandezas y hazañas
de Cristo! ¡Qué sin elocuencia! ¡Qué sin afectos! ¡Qué sin
retóricas! Para que resplandezca la verdad, sin color ni afeite,
sin ayuda de elocuencia y saber humano”.
Desempeñó varios cargos en
su Orden y murió el 9 de octubre de 1581,
a los 55 años de edad, en el palacio del
patriarca San Juan de Ribera, que era su amigo. Fue
canonizado por Clemente X en 1671, y la Iglesia colombiana
lo ha venerado siempre como uno de sus principales abogados
y patronos.
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