martes, 2 de octubre de 2012

El mayor en el Reino de los Cielos


Mateo 18, 1-5.10. Ángeles Custodios. Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es.
 
El mayor en el Reino de los Cielos
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5.10


En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron:«¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?» El llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. «Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. «Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.

Reflexión

El mundo de hoy sólo acepta a los "grandes", a los mejores, a los primeros en el ámbito económico. Se ve también en los jóvenes, cómo ansían tener lo mejor del momento, aunque no les falte nada o lo tengan todo. Esto ha provocado que el hombre se olvide de su dignidad, de que está hecho para conseguir ideales más grandes, que un poco de gloria, por tener abundantes riquezas, no pueden dar.

Así es nuestro mundo, o mejor así hemos hecho nuestro mundo. Pero la realidad de Dios es otra. Es opuesta a los criterios del mundo. Cristo nos dice que si queremos ser los primeros seamos los últimos, y si queremos ser los más grandes sirvamos a todos. Lo que más vale en el hombre es su vida interior, sus virtudes, su voluntad, y no cuánto tiene o posee.

Por eso los más grandes en el Reino de los Cielos son los que son como niños, porque Dios ama a los pequeños de espíritu. ¿Cómo podemos hacernos niños ante Dios? La solución es sencilla, pero muy difícil por lo que significa para cada persona. Hay que ser humildes a ejemplo de Cristo, que supo decir que sí a lo que el Padre le pedía aun cuando le costase muchísimo.
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Hoy celebramos a los Ángeles Custodios
¿Quiénes son?

Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma a este respecto San Jerónimo: "Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia".

En el Antiguo Testamento se puede observar cómo Dios se sirve de sus ángeles para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando Elías fue alimentado por un ángel (1 Reyes 19, 5.)

En el nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles: el mensaje a José para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la cárcel, los ángeles que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.

La misión de los ángeles custodios es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como algo infantil, pero no debía ser así, pues si pensamos que la persona crece y que con este crecimiento se tendrá que enfrentar a una vida con mayores dificultades y tentaciones, el ángel custodio resulta de gran ayuda.

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está cerquísima de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.

También se les pueden pedir favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinado peligro o las guíen en una situación difícil.

El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha de 1494. 
 
 
 martes 02 Octubre 2012
Memoria de los Santos Ángeles de la Guarda

Santos Ángeles Custodios


Leer el comentario del Evangelio por
San Juan María Vianney : "Os enviaré a mi ángel"

Lecturas

Exodo 23,20-23.


Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado.
Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él.
Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.
Entonces mi ángel irá delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, los hititas, los perizitas, los cananeos, los jivitas y los jebuseos, y los exterminará.


Salmo 91(90),1-2.3-4.5-6.10-11.


Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: "Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío".

El te librará de la red del cazador
y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas.

No temerás los terrores de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las tinieblas,
ni la plaga que devasta a pleno sol.

No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque hiciste del Señor tu refugio
y pusiste como defensa al Altísimo



Mateo 18,1-5.10.


En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Juan María Vianney (1786-1859), sacerdote, cura de Ars
Sermón para la fiesta de los Santos Ángeles Custodios

"Os enviaré a mi ángel"

Aunque el buen Dios se baste a sí mismo, sin embargo emplea, para
gobernar el mundo, el ministerio de sus ángeles... Si vemos a Dios cuidar
con tanto esmero de nuestra vida, debemos concluir que nuestra alma es algo
muy grande y muy precioso, para que emplee para su conservación y
santificación todo lo que tiene de más grande en su tribunal. Nos dio a su
Hijo para salvarnos; Este mismo Hijo... nos da a cada uno de nosotros, uno
y hasta varios ángeles, que únicamente se ocupan de pedirle para nosotros
las gracias y los socorros necesarios para nuestra salvación... ¡Oh, qué
poco conoce el hombre lo que es, y el fin para qué ha sido creado! Leemos
en la Escritura que el Señor decía a su pueblo: " Voy a enviaros a mi
ángel, con el fin de que os conduzca en todos vuestros pasos " (Ex
23,20)... Debemos invocar a menudo a nuestros ángeles de la guarda,
respetarlos y, sobre todo tratar de imitarlos en todas nuestras acciones.
La primera cosa que debemos imitar en ellos, es el pensamiento de la
presencia de Dios... En efecto, si estuviéramos bien penetrados de la
presencia de Dios, ¿cómo podríamos hacer el mal? ¡Nuestras virtudes y todas
nuestras buenas obras, serían mucho más agradables a Dios!... Dios le dice
a Abraham: "¿Quieres ser perfecto? Camina en mi presencia" (Gn 17,1).
¿Cómo puede ser que olvidemos tan fácilmente al buen Dios, si lo tenemos
siempre delante de nosotros? ¿Por qué no tenemos respeto y reconocimiento
hacia nuestros ángeles, que nos acompañan día y noche?... "Soy demasiado
miserable, diréis, para merecer esto”. No sólo, hermanos míos, Dios no os
pierde de vista un instante, sino que os da un ángel, que no deja de guiar
vuestros pasos. ¡Oh, inmensa felicidad, tan poca conocida por los hombres!
 
 
 

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