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Atilano de Zamora, Santo |
Obispo
Martirologio Romano: En la ciudad de Zamora, también en Hispania,
san Atilano, obispo, que, siendo monje, fue compañero de san
Froilán en la predicación de Cristo por las tierras devastadas
por los musulmanes (916).
Fecha de canonización: 1095 por el
Papa Urbano II
Pocos datos, y
algunos improbables. Pero los ciertos bastan para destacar la personalidad
eminente de uno de los obispos españoles de los difíciles
años de la Reconquista.
Nace en Tarazona hacia el 850, familia
noble. A 15 años está ya en el monasterio. Ordenado
sacerdote y dedicado a la pastoral activa, destaca como predicador.
Sin embargo, Atilano anhela la vida solitaria de oración y
penitencia. Para eso busca un maestro experimentado que es ardua
tarea en aquella época ya que, por testimonio de Odilón
de Samos que inspeccionó por mandato de Ordoño I la
vida eremítica en Galicia, se sabe que había de todo
entre los solitarios, incluso eremitas que hacían de espías para
el mejor postor. Acertó en la elección: Un monje predicador
y al mismo tiempo solitario llamado Froilán, que no era
sacerdote, ni amigo de honores y alabanzas.
Ambos se apartan en
la montaña del norte de León, cerca de Valdorria y
ya estarán juntos siempre... hasta que sean obispos. Con ansias
de soledad que pocas veces pudieron disfrutar.
Su fama de santidad
y el rumor extendido en la comarca hace que hombres
y mujeres de todas partes acudan a la zona del
Curueño para escuchar de ellos la Palabra divina.
Por las peticiones
insistentes de las gentes del pueblo, se ven obligados a
levantar un monasterio en Veseo que llegó a contar en
la época de los santos hasta 300 monjes que seguirán
la regla de San Fructuoso o San Isidoro.
Fama que llega
a toda España. La corte de Oviedo, Alfonso III el
Magno colma de honores al abad Froilán y le faculta
para construir monasterios en su reino. Era la hora de
impulsar la labor colonizadora soñada. Las fronteras del reino astur-leonés
llegaban hasta la línea del Duero. Zamora, Toro y Simancas
son fortalezas que vigilan los posibles asaltos árabes al reino
cristiano. Las tierras fronterizas a ambos lados del río estaban
despobladas y devastadas por los reyes asturianos. Lo exigía así
la táctica militar. Pero había que ir empujando la frontera
más abajo y en la zona del Duero era preciso
levantar los poblados destruidos y explotar las tierras abandonadas. Esta
preocupación regia hermanaba con el deseo evangelizador de Friolán y
Atilano: los monasterios podrían ser la fuerza cohesiva capaz para
la colonización. El monasterio había de ser una organización a
cuyo amparo se acogieran las gentes, enseñaran las artes de
la paz e infundiera el espíritu de cruzada en la
guerra de reconquista.
Cuando se asientan las posiciones fronterizas por la
derrota de Almondhir, cerca de Benavente o de Zamora, se
comienza su reedificación y repoblación. Los santos Froilán y Atilano
fundan el monasterio doble de San Salvador de Tábara, que
llega a reunir hasta 600 religiosos, hombres y mujeres, con
separación completa, sometidos a severa disciplina.
Esto facilita la labor colonizadora
y cultural, además de religiosa. Los campos se roturan y
cultivan al abrigo del monasterio donde se alaba a Dios,
se reza, se estudia, se copian libros hasta llegar a
ser en siglo X, el más refinado escritorio. Allí ejercen
los arquitectos, pergamineros, pintores, miniaturistas que elevan el alma, y
se desarrollan los oficios y el arte.
Y a orillas del
Esla fundan otros pequeños cenobios.
Culminan sus fundaciones en Moreruela. Se
levanta allí un gran monasterio, en lugar alto y ameno,
que alberga a 200 monjes. Luego será enriquecido con privilegios
por Alfonso VII, Fernando II, y el Papa Alejandro III
y, ya en el siglo XII, cuna del Císter en
España. Son contemplativos al tiempo que poseen un dinamismo emprendedor.
Fueron consagrados Obispos el mismo día de Pentecostés del año
900. El abad, Froilán, será obispo de León hasta su
muerte, en el 905; el prior, Atilano, será el obispo
de la repoblada Zamora, gobernándola con sabiduría y bondad hasta
el cinco de octubre del 919, que fue su muerte.
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