Este día se celebran a todos los millones de 
personas que han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para 
nosotros. Santo es aquel que ha llegado al cielo, algunos 
han sido 
canonizados y son por esto propuestos 
por la Iglesia como ejemplos de vida cristiana.
Comunión de los 
santosLa comunión de los santos, significa que ellos participan activamente 
en la vida de la Iglesia, por el testimonio de 
sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por 
su oración. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan 
de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. 
La intercesión de los santos significa que ellos, al estar 
íntimamente unidos con Cristo, pueden interceder por nosotros ante el 
Padre. Esto ayuda mucho a nuestra debilidad humana. 
Su intercesión 
es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos 
y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el 
mundo entero.
Aunque todos los días deberíamos pedir la ayuda de 
los santos, es muy fácil que el ajetreo de la 
vida nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir 
todas las gracias que ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la 
Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos 
especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión. 
Este día es el 1ro. de noviembre.
Este día es una 
oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios 
nos ha llamado a todos a la santidad. Que ser 
santo no es tener una aureola en la cabeza y 
hacer milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien, 
con amor y por amor a Dios. Que debemos luchar 
todos para conseguirla, estando conscientes de que se nos van 
a presentar algunos obstáculos como nuestra pasión dominante; el desánimo; 
el agobio del trabajo; el pesimismo; la rutina y las 
omisiones.
Se puede aprovechar esta celebración para hacer un plan para 
alcanzar la santidad y poner los medios para lograrlo:
¿Como alcanzar 
la santidad?- Detectando el defecto dominante y planteando metas para 
combatirlo a corto y largo plazo.
- Orando humildemente, reconociendo que 
sin Dios no podemos hacer nada.
- Acercándonos a los sacramentos.
Un 
poco de historiaLa primera noticia que se tiene del culto 
a los mártires es una carta que la comunidad de 
Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte 
de su 
santo obispo Policarpo, en el año156. 
Esta carta habla sobre Policarpo y  de los mártires 
en general. Del contenido de este documento, se puede deducir 
que la comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban 
su memoria el día del martirio con una celebración de 
la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde estaban sus 
tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio 
de Cristo y el de los mártires 
La veneración a 
los santos llevó a los cristianos a erigir sobre las 
tumbas de los mártires, grandes basílicas como la de San 
Pedro en la colina del Vaticano, la de San Pablo, 
la de San Lorenzo, la de San Sebastián, todos ellos 
en Roma. 
Las historias de los mártires se escribieron en 
unos libros llamados Martirologios que sirvieron de base para redactar 
el Martirologio Romano, en el que se concentró toda la 
información de los santos oficialmente canonizados por la Iglesia.
Cuando cesaron 
las persecuciones, se unió a la memoria de los mártires 
el culto de otros cristianos que habían dado testimonio de 
Cristo con un amor admirable sin llegar al martirio, es 
decir, los santos confesores. En el año 258, 
San Cipriano, habla  del asunto, narrando la historia de 
los santos que no habían alcanzado el martirio corporal, pero 
sí  confesaron su fe ante los perseguidores y cumplieron 
condenas de cárcel por Cristo.
Más adelante, aumentaron el santoral con 
 los mártires de corazón. Estas personas llevaban una vida 
virtuosa que daba testimonio de su amor a Cristo. Entre 
estos, están
 san Antonio (356) en Egipto y 
 san Hilarión (371) en Palestina. Tiempo después, 
se incluyó en la santidad a las mujeres consagradas a 
Cristo.
Antes del siglo X, el obispo local era quien determinaba 
la autenticidad del santo y su culto público. Luego se 
hizo necesaria la intervención de los Sumos Pontífices, quienes fueron 
estableciendo una serie de reglas precisas para poder llevar a 
cabo un proceso de canonización, con el propósito de evitar 
errores y exageraciones.
El  Concilio Vaticano II reestructuró el calendario 
del santoral:Se disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron 
a revisión crítica las noticias hagiográficas (se eliminaron algunos santos 
no porque no fueran santos sino por la carencia de 
datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia 
(no por su grado de santidad, sino por el modelo 
de santidad que representan: sacerdotes, casados, obispos, profesionistas, etc.); se 
recuperó la fecha adecuada de las fiestas (esta es el 
día de su nacimiento al Cielo, es decir, al morir); 
se dio al calendario un carácter más universal (santos de 
todos los continentes y no sólo de algunos). 
Categorías de 
culto católicoLos católicos distinguimos tres categorías de culto:
- Latría o 
Adoración:  Latría viene del griego latreia, que quiere decir 
servicio a un amo, al señor soberano. El culto de 
adoración es el culto interno y externo que se rinde 
sólo a Dios.
- Dulía o Veneración: Dulía viene del griego 
doulos que quiere decir servidor, servidumbre. La veneración se tributa 
a los siervos de Dios, los ángeles y los bienaventurados, 
por razón de la gracia eminente que han recibido de 
Dios. Este es el culto que se tributa a los 
santos. Nos encomendamos a ellos porque creemos en la comunión 
y en la intercesión de los santos, pero jamás los 
adoramos como a Dios. Tratamos sus imágenes con respeto, al 
igual que lo haríamos con la fotografía de un ser 
querido. No veneramos a la imagen, sino a lo que 
representa.
- Hiperdulía o Veneración especial: Este culto lo reservamos para 
la Virgen María por ser superior respecto a los santos. 
Con esto, reconocemos su dignidad como Madre de Dios e 
intercesora nuestra. Manifestamos esta veneración con la oración e imitando 
sus virtudes, pero no con la adoración.
Todos llamados 
a ser santos  
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