sábado, 24 de noviembre de 2012

No es un Dios de muertos

Lucas 20, 27-40. Tiempo Ordinario. No buscar la felicidad en la tierra, tener los ojos puestos en la eternidad.
 
No es un Dios de muertos
Del santo Evangelio según san Lucas 20, 27-40


En aquel tiempo se acercaron a Jesús algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, y le preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, también murió la mujer. Esta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer. Jesús les dijo: Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven. Algunos de los escribas le dijeron: Maestro, has hablado bien. Ya no se atrevían a preguntarle nada.

Oración introductoria

Señor, Tú eres un Dios de vivos no de muertos, por eso te pido que me muestres en esta oración cómo puedo aprovechar cada minuto de mi vida para crecer espiritual y apostólicamente, camino seguro para alcanzar la santidad.

Petición

Dios mío, hazme poner toda mi esperanza y esfuerzo en alcanzar el cielo.

Meditación del Papa

El Señor, partiendo precisamente de estos cinco libros, demuestra la realidad de la resurrección y dice: ¿No sabéis que Dios se llama Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob? Así pues, Dios toma a estos tres y precisamente en su nombre se convierten en el nombre de Dios. Para comprender quién es este Dios se deben ver estas personas que se han convertido en el nombre de Dios, en un nombre de Dios: están inmersas en Dios. Así vemos que quien está en el nombre de Dios, quien está inmerso en Dios, está vivo, porque Dios -dice el Señor- no es un Dios de muertos, sino de vivos; y si es Dios de estos, es Dios de vivos; los vivos están vivos porque están en la memoria, en la vida de Dios. Y precisamente esto sucede con nuestro Bautismo: somos insertados en el nombre de Dios, de forma que pertenecemos a este nombre y su nombre se transforma en nuestro nombre, y también nosotros, con nuestro testimonio -como los tres del Antiguo Testamento-, podremos ser testigos de Dios, signo de quién es este Dios, nombre de este Dios. Por tanto, estar bautizados quiere decir estar unidos a Dios; en una existencia única y nueva pertenecemos a Dios, estamos inmersos en Dios mismo. Benedicto XVI, 11 de junio de 2012.

Reflexión

La resurrección era un tema controvertido entre los judíos. No había un dogma, por eso los saduceos no lo creían. Sin embargo, los fariseos estaban convencidos de esta doctrina. También San Pablo utilizará el argumento de la resurrección para poner a los fariseos de su parte cuando era juzgado por Ananías (Hechos de los apóstoles 23, 6-9).
Creer o no creer en la resurrección da lugar a dos estilos de vida. Los que buscan la felicidad sólo en esta tierra y los que tienen los ojos puestos en la eternidad.

Pero vamos a detenernos en el punto que origina la discusión: ¿habrá matrimonios en el cielo? Interesante pregunta. Ello nos lleva a profundizar en el fin último del matrimonio.

Cuando un hombre y una mujer se casan movidos por un amor auténtico buscan, sobre todo, hacer feliz a la otra persona y formar una familia. Por eso no escatiman los detalles que pueden hacer la vida más agradable a la pareja: un beso, un regalo, una atención, unos momentos de diálogo íntimo... Pero, si realmente quieren darle lo mejor a la persona amada deben buscar lo que realmente le hará feliz, lo que va a colmar plenamente su corazón. No se quedarán en lo pasajero de esta vida, sino que querrán darle el Bien Máximo, es decir, a Dios. Es el mejor regalo que pueden hacerse unos esposos: procurar por todos los medios que la otra persona tenga a Dios. Porque Dios es el Bien mismo y la fuente de toda felicidad.

Propósito

Buscar la felicidad en esta tierra y tener los ojos puestos en la eternidad.

Diálogo con Cristo

Señor, no permitas que deje pasar mi tiempo de modo infructuoso. Si hoy terminase mi vida, ¿qué podría ofrecerte? Graba en mi alma la conciencia de que a medida que la vida avanza y la eternidad se acerca, sólo tu amor queda y todo lo demás se va a convertir en nada


sábado 24 Noviembre 2012
Sábado de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario
San Andrés Dung-Loc
Leer el comentario del Evangelio por
Catecismo de la Iglesia Católica : “Creo en la resurrección de la carne”
Lecturas
Apoc. 11,4-12.

Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de la tierra.
Si alguien quiere hacerles daño, saldrá un fuego de su boca que consumirá a sus enemigos: así perecerá el que se atreva a dañarlos.
Ellos tienen el poder de cerrar el cielo para impedir que llueva durante los días de su misión profética; y también, tienen poder para cambiar las aguas en sangre y para herir la tierra con toda clase de plagas, todas las veces que quieran.
Y cuando hayan acabado de dar testimonio, la Bestia que surge del Abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará.
Sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran Ciudad -llamada simbólicamente Sodoma y también Egipto- allí mismo donde el Señor fue crucificado.
Estarán expuestos durante tres días y medio, a la vista de gente de todos los pueblos, familias, lenguas y naciones, y no se permitirá enterrarlos.
Los habitantes de la tierra se alegrarán y harán fiesta, y se intercambiarán regalos, porque estos dos profetas los habían atormentado".
Pero después de estos tres días y medio, un soplo de vida de Dios entró en ellos y los hizo poner de pie, y un gran temor se apoderó de los espectadores.
Entonces escucharon una voz potente que les decía desde el cielo: "Suban aquí". Y ellos subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos.

Salmo 144(143),1.2.9-10.

De David.
Bendito sea el Señor, mi Roca,
el que adiestra mis brazos para el combate
y mis manos para la lucha.
El es mi bienhechor y mi fortaleza,
mi baluarte y mi libertador;
él es el escudo con que me resguardo,
y el que somete los pueblos a mis pies.
Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo
y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas,
porque tú das la victoria a los reyes
y libras a David, tu servidor.
Líbrame de la espada maligna.
 
Lucas 20,27-40.

Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección,
y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda.
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.
El segundo
se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia.
Finalmente, también murió la mujer.
Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?".
Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan,
pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán.
Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él".
Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien".
Y ya no se atrevían a preguntarle nada.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
 
Leer el comentario del Evangelio por
Catecismo de la Iglesia Católica
§ 996-1000
“Creo en la resurrección de la carne”
Desde el principio, la fe cristiana en la resurrección ha encontrado
incomprensiones y oposiciones... “En ningún punto la fe cristiana encuentra
más contradicción que en la resurrección de la carne”. (S. Agustín sal.
88,2-5) Se acepta muy comúnmente que, después de la muerte, la vida de la
persona humana continúa de una forma espiritual. Pero ¿cómo creer que este
cuerpo tan manifiestamente mortal pueda resucitar a la vida eterna?
¿Qué es resucitar? En la muerte, separación del alma y del cuerpo, el
cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al
encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios
en su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida
incorruptible uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la resurrección
de Jesús.
¿Quién resucitará? Todos los hombres que han muerto: “Los que hayan
hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para
la condenación.” (Jn 5,29, cf Dn 12,2)
¿Cómo? Cristo resucitó con su propio cuerpo: “Mirad mis manos y mis
pies; soy yo mismo.” (Lc 24,39); pero El no volvió a una vida terrenal. Del
mismo modo, en El “todos resucitarán con su propio cuerpo, que tienen
ahora.” (Cc. De Letrán IV: DS 801), pero este cuerpo será “transfigurado en
cuerpo de gloria” (Flp 3,21), en “cuerpo espiritual” (1Cor 15,44) “Pero
dirá alguno: ¿cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la
vida? ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. Y lo que tú
siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano...se siembra
corrupción, resucita incorrupción...; los muertos resucitarán
incorruptibles. En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista
de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad. (cf
1Cor 15,35-53) Este “cómo” sobrepasa nuestra imaginación y nuestro
entendimiento; no es accesible más que en la fe. Pero nuestra participación
en la eucaristía nos da ya un anticipo de la transfiguración de nuestro
cuerpo por Cristo... ya que tiene la esperanza de la resurrección. (cf San
Ireneo de Lión, haer. 4,18, 4-5)
¿Cuándo? “El último día” (Jn 6,39-40), al fin del mundo. En efecto, la
resurrección de los muertos está íntimamente asociada a la parusía de
Cristo. 

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