viernes, 23 de noviembre de 2012

Santa Felicidad y sus Siete Hijos


Hoy, 23 de noviembre, conmemoramos a Santa FELICIDAD y sus SIETE HIJOS, Mártires.

SANTA FELICIDAD (¿101?-165) nació en Roma, en tiempos de persecuciones a los cristianos.

Según lo relata la tradición contenida en el Martyrologium Hieronymianum, la relación de mártires compilada por San Jerónimo, Santa Felicidad fue una viuda cristiana que vivió en la época del emperador Antonino.

Santa Felicidad se dedicaba primordialmente a realizar obras de caridad, y convirtió a muchos al cristianismo con su ejemplo.

Cuando las autoridades del imperio romano encargadas de encontrar a los seguidores de Jesús dieron con ella, no les quedó más remedio que llevarla a prisión junto con sus siete hijos.

Estos jóvenes, a los que se conoce también como los “Siete Hermanos”, llevaba por nombres: Alejandro, Felipe, Félix, Januario, Marcial, Silvano y Vital; todos compartían un amor fraternal y hacia su santa madre.

Al ser llevados ante el juez, Santa Felicidad los instó a que permanecieran fieles a Cristo.

Así, uno por uno fueron pasando frente al prefecto de Roma, llamado Publio, para negarse a retractarse de su fe, y uno por uno fueron siendo ultimados frente a la desgraciada Felicidad.

Januario, el mayor, murió flagelado; Félix y Felipe a garrote vil; Silvano fue arrojado de cabeza a un precipicio; y los tres más jóvenes, Vital, Alejandro y Marcial, fueron decapitados.

Cuatro meses después, la propia Santa Felicidad siguió la suerte de sus siete hijos, y murió martirizada por no renegar de sus convicciones religiosas.

Los restos mortales de Santa Felicidad fueron sepultados en la catacumba de Máximo, en la Vía Salaria de Roma, y pronto empezaron a aparecer en la Ciudad Eterna basílicas consagradas en su honor.

La leyenda de Santa Felicidad guarda paralelos muy cercanos con la de Santa Sinforosa y su prole, al grado que se puede pensar que en algún momento hayan sido confundidas y que en realidad se trate de la misma persona.

SANTA FELICIDAD Y SUS SIETE HIJOS nos ilustran de manera expresa el espíritu que subyace en el apego a la religión.

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