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Creer es razonable |
Ciudad del Vaticano, 21 noviembre 2012
”Avanzamos en este año
de la fe, llevando en el corazón la esperanza de
volver a descubrir el gozo de creer y el entusiasmo
de comunicar a todos la verdad de la fe (...)
que nos revela que el encuentro con Dios valoriza, perfecciona
y eleva lo que hay de verdadero, bueno y bello
en el hombre” ha dicho el Papa en la catequesis
de la audiencia general de los miércoles, celebrada en el
Aula Pablo VI.
Una fe que es “el conocimiento de Dios-Amor,
gracias a su propio amor” y que “nos abre los
ojos y nos permite conocer toda la realidad, más allá
de las estrechas perspectivas del individualismo y subjetivismo que desorientan
las conciencias”.
Benedicto XVI ha elegido dedicar la catequesis a la
racionalidad de esa fe en Dios, puntualizando que la tradición
católica “ha rechazado desde el principio el llamado fideísmo, que
es la voluntad de creer en contra de la razón
(...)
Dios,efectivamente, no es absurdo, si acaso es un misterio
(...) Y si mirando al misterio, la razón ve la
oscuridad, no es porque en el misterio no haya luz,
sino, más bien, porque hay demasiada. Es como cuando los
ojos miran directamente al sol y sólo ven tinieblas: ¿
diríamos por eso que el sol no es brillante? (...)
La fe permite mirar al "sol" de Dios, porque es
acogida de su revelación en la historia (...) Dios se
ha acercado a los seres humanos y se ha ofrecido
a su conocimiento, condescendiendo a los límites de la razón
humana”. Al mismo tiempo Dios “con su gracia, ilumina la razón
y le abre nuevos horizontes, inconmensurables e infinitos. Por eso,
la fe es un fuerte incentivo para buscar siempre y
no detenerse ni conformarse nunca ante el descubrimiento inagotable de
la verdad y la realidad (...) Intelecto y fe, ante
la revelación divina no son extraños o antagonistas, sino que
son, uno y otra, condiciones para comprender el significado, para
recibir el mensaje auténtico, acercándose al umbral del misterio (...)
La fe católica es, pues, razonable y tiene también confianza
en la razón humana (...) Asimismo, el conocimiento de la
fe, no está en contra de la recta razón (...)
En el irresistible deseo de verdad, sólo la relación armoniosa
entre fe y razón representa el camino acertado que conduce
a Dios y a la plenitud del ser”.
Sobre estas premisas,
“acerca del nexo fecundo entre entender y creer, hunde también
sus raíces la relación virtuosa entre la ciencia y la
fe. La investigación científica conduce al conocimiento de verdades siempre
nuevas sobre el hombre y el cosmos. El verdadero bien
de la humanidad, que es accesible en la fe, abre
el horizonte en que debe encuadrarse su camino de descubrimiento.
Por lo tanto, hay que fomentar, por ejemplo, las investigaciones
puestas al servicio de la vida y cuyo objetivo es
erradicar la enfermedad. También son importantes las investigaciones para descubrir
los secretos de nuestro planeta y del universo, conscientes de
que el hombre es el culmen de la creación, no
para explotarla insensatamente, sino para custodiarla y hacerla habitable”.
Así, la
fe “no entra en conflicto con la ciencia; al contrario,
coopera con ella, ofreciendo criterios básicos que promuevan el bien
de todos, y le pide que renuncie sólo a las
tentativas que -oponiéndose al plan original de Dios - pueden
producir efectos que se vuelven contra el hombre mismo. También
por esto, es razonable creer: si la ciencia es una
aliada valiosa de la fe para la comprensión del diseño
de Dios en el universo, la fe permite que el
progreso científico se realice siempre para el bien y la
verdad del hombre, fiel a este mismo diseño”.
“Por eso,-ha concluido
el Santo Padre- es decisivo para el hombre abrirse a
la fe y conocer a Dios y su proyecto de
salvación en Jesucristo.
Con el Evangelio se inaugura un nuevo
humanismo, una verdadera "gramática" de lo humano y de toda
realidad (...) Creer es razonable; está en juego nuestra existencia”.
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