miércoles, 21 de noviembre de 2012

Beato Andrés Solá



Sola_Estudio_de_RostroEl P. Andrés Solá nació el día 7 de octubre de 1895 en la masía Vilarrasa de Taradell, cerca de Vic, en una familia humilde. Sus padres se llamaban Buenaventura Solá y Antonia Molist. Tuvo once hermanos. Su infancia se desarrolló en un ambiente familiar cristiano donde la principal riqueza era el amor a Dios, a la Santisima Virgen y a la Iglesia Católica. En familia florecieron dos vocaciones más: Jaime, también claretiano, y Eudaldo, sacerdote diocesano de Vic.
Cursó el Postulantado en Vic, pasando después al Noviciado de Cervera. Durante el año de Noviciado sufrió pruebas en su salud con las que el Señor le purificó. Su primera profesión fue el 15 de agosto de 1914.
La obediencia lo envió a México . Ejerció de profesor en el Postulantado claretiano de Toluca y repartía su tiempo con la predicación popular. Durante la navidad de 1924 fue enviado a la Comunidad de León (Guanajuato), donde pudo dedicarse con más holgura a la predicación a pesar del veto del gobierno mexicano a todo ejercicio pastoral, sobre todo al clero extranjero.
La persecución religiosa se recrudeció cerrando templos y persiguiendo a sacerdotes y religiosos. El P. Andrés Solá se mantuvo fiel a su vocacion, continuando el ejercicio de su ministerio. Una fotografia de estudio, recuerdo de una Primera Comunión, delató al P. Solá como sacerdote. Fue acusado, junto con Leonardo Pérez, un laico colaborador, y el joven sacerdote mexicano Trinidad Rangel, de haber asaltado y descarrilado un tren. El P. Solá dijo con toda entereza: «Que me sea lícito manifestar que no tengo otro crimen, que yo conozca, que el de haber cumplido con mi deber como misionero que soy”. El día 25 de abril de 1927 fueron fusilados los tres. Tanto Leonardo como el P. Rangel murieron de inmediato, pero el P. Solá, herido de muerte, tuvo una larga agonia martirial. Se les conoce como los "mártires de San Joaquín", por el nombre del rancho en el que fueron fusilados.
Los tres, juntamente con otros 10 mártires mexicanos, fueron beatificados en Guadalajara (México) el 20 de noviembre de 2005. Presidió la celebración el Cardenal José Saraiva Martins, claretiano.

Beato P. Andrés Solá Molist C.M.F. Mártir

Sacerdote profeso de la Congregación de misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María (Claretianos). Nació el 7 de Octubre de 1895 en Taradell, de la provincia de Barcelona España, Diócesis de Vich.
Sus padres se llamaban Buenaventura Solá Comas y Antonia Molist Benet. Los Solá Molist tuvieron once hijos, Andrés fue el tercero.
Andrés asistió a la escuela primaria de Sentforas, a medio kilómetro de las tierras de El Clard que cultivaban y donde vivían sus padres. Su familia fue sencilla, de profundas raíces religiosas. La Cataluña rural de su tiempo estaba regulada por la vida del año cristiano. Las familias vivían fuertemente los lazos de la tradición cristiana. Abundaban las vocaciones sacerdotales y religiosas, a pesar de las continuas leyes y medidas anticlericales características de la España liberal del siglo XIX con restricciones, desamortizaciones y cierres de seminarios, casas religiosas e incautación de los bienes de la Iglesia y de sus instituciones.
Durante la predicación de un misionero claretiano a Andrés y a su hermano Santiago les llamó la atención aquel misionero. Ambos ingresaron en el seminario que los claretianos tienen en Vich. Primero entró Santiago en 1908. Al año siguiente lo siguió Andrés. Se destacó en obtener las máxima notas en conducta, y progresivamente, fue avanzando en los estudios hasta conseguir calificaciones también máximas.
Terminada la preparatoria, André fue acogido en el noviciado el 14 de agosto de 1913. Al siguiente año hizo sus primeros votos y la profesión perpetua o definitiva el 15 de agosto de 1917. Fue ordenado Sacerdote el año de 1922 y enviado a México como misionero.
De la personalidad del padre Solá podemos decir que era un hombre ordenado, fervoroso, modesto, devoto del Santísimo Corazón de María, sencillo, observante de cuanto se pedía de un religioso. Pero, los que lo conocieron, también lo recuerdan como una persona de carácter fuerte, recio, adusto, en ocasiones regañaba, sin embargo, dejaba entrever cierto espíritu de nobleza y ternura muy íntima en sus sentimientos; sensible y compasivo; generoso, aún a costa de sacrificios.
El P. Solá llegó a la Ciudad de México el 28 de agosto de 1923. Ejerció el ministerio en el seminario menor claretiano de Toluca y como predicador. Fue enviado a León en 1924, con el cargo específico de predicador. Por breve tiempo fue como misionero al pueblo de Axtla en San Luis Potosí, como encargado de aquella parroquia.
De vuelta a León en el año de 1925, cuando las leyes del gobierno sólo permitirían ejercer el ministerio a sacerdotes mexicanos, él decidió ejercer ocultamente su apostolado en casas de amigos. No quiso retirarse de México mientras pudiera ejercer fielmente el ministerio que sus superiores le habían encomendado, pues no debía dejar sin pastor a su grey.
El 31 julio de 1926, como medida de protesta ante las injustas y persecutorias leyes del gobierno, que atentaban contra derechos inviolables de los mexicanos, los Obispos de México decidieron, como extrema medida de protesta, suspender el culto público. Por su parte, el gobierno hizo valer las leyes y persiguió a sacerdotes, religioso y líderes católicos, ello llevó a la mayoría de los sacerdotes, a esconderse en casas, montes, cuevas, etc., para seguir ayudando espiritualmente a los fieles.
El P. Andrés Solá y el P. José Trinidad Rangel, se encontraban escondidos en casa de las señoritas Josefa Alba y su sobrina Jovita. Allí, habían dispuesto un lugar que hiciera las veces de oratorio en donde podía celebrar la misa, hacer oración y confesar a las personas. Diariamente asistía a misa un señor  llamado Leonardo Pérez Larios, fervoroso cristiano que hacía las veces de sacristán.
Después de dos años de ministerio, en León, el P. Andrés fue capturado y apresado el domingo 24 de abril de 1927, después de organizar una Hora Santa en la casa de las Alba. Los agentes de policía entraron a la casa, al verlo no pensaron que fuera sacerdote, sólo cuando revisaron su dormitorio y encontraron la fotografía en la que él daba la primera comunión a una niña se dieron cuenta que aquel hombre era sacerdote. Lo interrogaron y él no negó ser sacerdote. Fue conducido, junto con las dos Sritas. Alba y el Sr. Pérez Larios a la comandancia militar.
Fue atormentado por los militares, y trasladado al rancho de San Joaquín cerca de Lagos de Moreno, Jalisco, en compañía del P. José Trinidad Rangel y del señor Leonardo Pérez Larios. Aquel 25 de abril de 1927, sin juicio alguno, fueron asesinados. Cristo Rey les concedía la palma del martirio.

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