Del santo Evangelio según san Lucas 21, 5-11
En aquel tiempo algunos ponderaban la belleza del Templo, que
estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas. Jesús les dijo:
Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que
no sea derruida. Le preguntaron: Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál
será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir? Él dijo:
Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y
diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca". No les sigáis. Cuando
oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es
necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.
Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación y reino contra
reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares,
habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo.
Oración introductoria
Señor y Dios mío, buscarte equivale a encontrarte, porque siempre Tú
estás dispuesto, esperándome en el Sagrario y en la oración. No quiero
anteponer nada a tu amor que es lo único definitivo y seguro que tengo
en la vida. ¡Ven Espíritu Santo! Ilumina y guía esta meditación.
Petición
Señor, concédeme la gracia de afianzar mi vida en Ti para poder ser testigo y misionero de tu amor.
Meditación del Papa
Jesús no describe el fin del mundo, sino que lo anuncia con palabras
ya existentes del Antiguo Testamento. El hablar del futuro con palabras
del pasado pone este discurso a resguardo de cualquier vinculación
cronológica. No se trata de una nueva formulación de la descripción del
porvenir, como sería de esperar de los adivinos, sino de insertar la
visión del futuro en la Palabra de Dios, que ya se nos ha dado, y cuya
estabilidad por un lado, y sus potencialidades abiertas por otro,
resultan de este modo evidentes. Queda claro que la Palabra de Dios de
entonces ilumina el futuro en su significado esencial. No ofrece, sin
embargo, una descripción del futuro, sino que nos muestra solamente el
camino recto para ahora y para el mañana.
Las palabras apocalípticas de Jesús nada tienen que ver con la
adivinación. Quieren precisamente apartarnos de la curiosidad
superficial por las cosas visibles y llevarnos a lo esencial: a la vida
que tiene su fundamento en la Palabra de Dios que Jesús nos ha dado; al
encuentro con Él, la Palabra viva; a la responsabilidad ante el Juez de
vivos y muertos (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, segunda parte, p. 23).
Reflexión
No busquemos aterrarnos mutuamente ni vivir en el miedo pensando en
que el tiempo está cerca y ya se acaba la figura de este mundo con la
venida del Justo Juez, Cristo. Y no es así porque El mismo nos lo acaba
de decir: Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando
mi nombre y diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca". ¿Quiere Cristo
que vivamos atemorizados? No ¿Quiere que nos la pasemos analizando cada
guerra y cada peste e interpretándolo todo bajo esta óptica terrorífica?
No. Entonces, ¿qué quiere Cristo?
Quiere que nos dejemos de cuentos de terror y de una pasividad
estéril y vivamos, sí, velando para cuando venga, pero velando como
siervos fieles, esto es, cumpliendo como el soldado que tiene una misión
en la vida. "Velar" por tanto no es estar en estado de terror e
infundiendo terror en los demás, sino "trabajar" por hacer que cada día
más este Rey sea más adorado y amado por los hombres; para que el
imperio del amor triunfe sobre los mezquinos deseos humanos.
¿Por qué el Templo será derruido? Por la codicia de los hombres.
¿Por qué habrá guerras? Por el odio de unos contra otros. ¿Por qué
pestes, hambre, desolación? Por culpa del pecado que no busca soluciones
sino que trae daños estériles.
Pero en cambio si el cristiano trabaja firme y constante por
edificar su propia casa en Roca firme; si se empeña por trabajar en la
viña del Señor y sacar fruto abundante, el ciento por uno; si procura
que en su casa jamás falte el aceite para su lámpara, no sea que venga
el Esposo; si se esmera en realizar cuanto le ha sido confiado por el
Dueño, como siervo trabajador; si, en fin, saca tiempo de debajo de las
piedras y hace del amor su tesoro, y reproduce todos sus talentos, ¿le
quedará tiempo para aterrarse por el fin del mundo?
Propósito
Trabajar por edificar mi casa, es decir mi vida de cada día sobre
roca firme, sobre Dios. A través de la oración, de la confianza y
esperanza en Él.
Diálogo con Cristo
Señor, sé que al final triunfará tu Reino, pero mi corazón a menudo
no entiende y le cuesta aceptar acontecimientos que parecen no tener
ningún sentido, como la muerte de un joven. Enséñame que el sentimiento
puede ayudarme, pero no es lo esencial. Ayúdame a ser optimista, a
edificar mi vida en la roca firme de tu voluntad y a tenerla como mi
guía en todo mi obrar.
martes 27 Noviembre 2012 Martes de la trigésima cuarta semana del tiempo
ordinario
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa San Virgilio
Salzburgo
Leer el comentario del Evangelio por Santa Teresa Benedicta de la Cruz : “¡Alabad a Dios en su templo...que todo
ser viviente alabe al Señor!” (Sal.150)
Lecturas
Apoc.
14,14-19.
Y vi una nube
blanca, sobre la cual estaba sentado alguien que parecía Hijo de hombre, con
una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano. En seguida
salió del Templo otro Angel y gritó con voz potente al que estaba sentado
sobre la nube: "Empuña tu hoz y siega, porque ha llegado el tiempo de la
cosecha y los sembrados de la tierra están maduros". Y el que estaba
sentado sobre la nube pasó su hoz sobre la tierra, y esta quedó segada. Entonces otro Angel salió del Templo que está en el cielo, llevando también
una hoz afilada. Y salió del altar otro Angel -el que tiene poder sobre
el fuego- y gritó con voz potente al que tenía la hoz afilada: "Empuña tu hoz
y cosecha los racimos de la viña de la tierra, porque han llegado a su
madurez". El Angel pasó la hoz afilada sobre la tierra, cosechó la viña
y arrojó los racimos en la inmensa cuba de la ira de Dios.
Salmo 96(95),10.11-12.13.
Digan entre las
naciones: "¡El Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud". Alégrese el cielo y
exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo
con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque. Griten de gozo delante del
Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.
Lucas 21,5-11.
Y como algunos,
hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y
ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día
no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le
preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que
va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar,
porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El
tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y
revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no
llegará tan pronto el fin". Después les dijo: "Se levantará nación
contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y
hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes
señales en el cielo.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo
de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita
descalza, filosofa, mártir, copatrona de Europa La oración de la
Iglesia
“¡Alabad a Dios en su templo...que todo ser viviente alabe
al Señor!” (Sal.150)
En la Antigua Alianza ya existía una
cierta comprensión del carácter eucarístico de la oración. La obra
prodigiosa de la tienda de la alianza (Ex 25) como, más tarde, la del
templo de Salomón, fue considerada como la imagen de toda la creación
reunida entorno a su Señor para adorarlo y servirle... Así mismo, según
el relato de la creación, el cielo ha sido desplegado como un toldo, los
entramados constituían las paredes de la tienda. Así como las aguas de
debajo de la tierra fueron separadas de las de encima de la tierra, la
cortina del templo separaba el lugar santo del espacio exterior... El
candelabro de siete brazos es figura de las luminarias del cielo. Los
corderos y los pájaros representan la creación de los seres vivos que
pueblan el agua, la tierra y los aires. Y del mismo modo que la tierra
fue confiada al cuidado del hombre, al gran sacerdote le compete estar en
el santuario...
En el lugar del templo de Salomón, Cristo ha
construido un templo de piedras vivas (1Pe 2,5), la comunión de los
santos. Cristo está en su centro como el sumo sacerdote eterno y sobre el
altar está él mismo como sacrificio ofrecido eternamente. Toda la
creación participa de esta liturgia solemne: los frutos de la tierra como
ofrendas misteriosas, las flores y los candelabros, los tapices y la
cortina del templo, el sacerdote consagrado así como unción y bendición
de la casa de Dios.
Los querubines no están tampoco ausentes.
Sus figuras esculpidas por los artistas montan guardia junto al
Santísimo. Ahora, los monjes, imágenes vivientes de los ángeles, hacen
guardia alrededor del altar para que la alabanza a Dios no cese nunca, ni
en la tierra ni en el cielo... Sus cantos de alabanza matutina despiertan
la creación desde la aurora para que se una toda ella a enaltecer al
Señor: montañas y colinas, ríos y corrientes de agua, mares y vientos,
así como todo lo que se mueve en ellos, lluvia y nieve, todos los pueblos
de la tierra, todos los hombres de todas las condiciones y de todas las
razas, y por fin, los habitantes del cielo, los ángeles y los santos (Dn
3,57-90)... Nos debemos unir, en la liturgia, a esta alabanza eterna de
Dios. “Nosotros” ¿quiénes somos nosotros? No se trata solamente de los
monjes y monjas..., sino de todo el pueblo cristiano.
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