lunes, 26 de noviembre de 2012

¿Por qué lucho? Por lo que creo


Quien cree y ama poco, lucha poco. Porque nadie da la vida por aquello en lo que no cree.
 
¿Por qué lucho? Por lo que creo

Luchamos cada día por conquistar muchas metas. Uno lucha para sacar adelante a su familia. Otro lucha para defender el suelo y la gente de su Patria. Otro lucha por conseguir el pan de cada día.

¿Por qué lucho en mi vida? Por aquello que necesito, por aquello que amo, por aquello en lo que creo.

Quien cree y ama poco, lucha poco. Porque nadie da la vida por aquello en lo que no cree. En cambio, somos capaces de ponerlo todo, nuestra mente, nuestro corazón y nuestras fuerzas, por eso que consideramos justo, bueno, bello.

La pregunta "¿por qué lucho?" se convierte entonces en otra pregunta: "¿en qué creo?"
Si creo en algo miserable y pobre, lucharé por nubes de engaño. Si creo en algo noble y grande, lucharé por una causa buena.

En cambio, si creo en Cristo, en la Iglesia, en la gracia, lucharé para que el Evangelio se difunda, para que la verdad llegue a más corazones, para que la pureza sea acogida, para que la generosidad y la justicia permitan al pobre y al enfermo encontrar a su lado manos amigas.

¿Por qué voy a luchar hoy? Por aquello en lo que creo. Por eso necesito pedir a Dios, con la humildad de aquel padre de familia del Evangelio (cf. Mc 9,22-24), que ayude mi incredulidad, que me conceda una fe grande, fuerte y bella, para este día y para todas las luchas que me tocará afrontar durante mi existencia terrena.

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