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Margarita Occhiena, Venerable |
Margarita Occhiena nació el 1 de abril de 1788 en
Capriglio (Asti, norte de Italia). Casada con Francisco Bosco, se
trasladó a vivir a I Becchi. Después de la muerte
prematura de su marido, Margarita, a sus 29 años, tuvo
que sacar adelante a su familia, ella sola, en un
tiempo de hambruna cruel. Cuidó de la madre de Francisco
y de su hijo Antonio, a la vez que educaba
a sus propios hijos, José y Juan. Éste último sería
sacerdote y el fundador de la Congregación Salesiana.
Mujer fuerte,
de ideas claras, de fe recia, decidida en sus opciones,
observaba un estilo de vida sencillo y se preocupó de
la educación cristiana de sus hijos. Educó a tres chicos
de temperamento muy diferente y más de una vez se
vio obligada a tomar decisiones extremas (tal como tener que
mandar fuera de casa al más pequeño, Juan, a fin
de preservar la paz en casa y ofrecerle la posibilidad
de estudiar).
Corría el año 1848 cuando, con un cariño
especial, acompañó a su hijo Juan en su camino hacia
el sacerdocio y fue entonces, a sus 58 años, cuando
abandonó su casita y tranquilidad en su pueblo y le
siguió en su misión entre los muchachos pobres y abandonados
de Turín. Aquí, durante diez años, madre e hijo unieron
sus vidas con los inicios de la Congregación Salesiana. Ella
fue la primera y principal cooperadora de don Bosco y,
con su amabilidad hecha vida, aportó su presencia maternal al
Sistema Preventivo.
Fue así como, aún sin saberlo, llegó a
ser la "cofundadora" de la Familia Salesiana, capaz de formar
a tantos santos, como Domingo Savio y Miguel Rua. Era
analfabeta pero estaba llena de aquella sabiduría que viene de
lo alto, ayudando, de este modo, a tantos niños de
la calle, hijos de nadie. Para ella Dios era lo
primero, así consumió su vida en el servicio de Dios,
en la pobreza, la oración y el sacrificio. Murió a
los 68 años de edad, en Turín, un 26 de
noviembre de 1856. Una multitud de muchachos que lloraban por
ella como por una madre, acompañó sus restos al cementerio.
Fue
declarada Venerable, el 15 de Noviembre de 2006, por Benedicto
XVI a través de un decreto publicado hoy por la
Congregación para la Causa de los Santos.
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