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Conrado, Santo |
Etimológicamente significa “ consejero audaz”. Viene de la lengua alemana.
Nos
encontramos ante el segundo santo después de la separación
luterana de la Iglesia de Roma.
Nació en Venushof el
22 de diciembre de 1818 y murió en la Baja
Baviera tal día como hoy del 1894.
No le acompañó
la suerte los primeros años de su vida. Se quedó
huérfano y tuvo que ponerse a trabajar en la factoría
de Venushof.
Los ideales del joven John Birndorfer – así se
llamaba antes de entrar en el convento – eran de
alcanzar la perfección humana y cristiana hasta el más alto
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Conrado, Santo |
grado que un ser humano puede lograr.
A la edad de
21 años, se dio cuenta de que Dios lo llamaba
a una vida monástica , alejada del ruido de la
fábrica. Dejó Parzham, renunció a su fábrica, a todo con
tal de vivir en la comunidad de los Capuchinos como
un hermano lego, es decir, sin llegar siquiera a sacerdote.
Una
vez que pronunció ante dios sus votos de obediencia, celibato
y pobreza – no miseria – lo enviaron al monasterio
de Altötting.
Hay junto al lugar sagrado una gruta de la
madre de Dios. Cada año la visitan miles y miles
de peregrinos y devotos. A él le gustaba mucho estar
ahí atendiendo a la gente como guardián.
Este trabajo lo realizó
por espacio de 41 años.
Su paciencia era imperturbable, su
atención a la gente brillaba por su amabilidad, sus palabras
de aliento, su piedad y su diligencia en cuidar todos
los detalles.
Nunca lo vio nadie irritado, nunca dijo una palabra
fuera de tono o un juicio contra nadie, aunque
su trabajo era inmenso por la mucha gente que acudía
al monasterio.
Recibía tantas visitas que apenas tenía tiempo para comer
con la comunidad religiosa.
Se ganaba los corazones de los adultos
y niños.
Así lo confirma el hecho de que tres
días antes de su muerte, supo que tenía que dejar
aquella portería para entrar en las puertas del cielo.
Fue
llevado a los altares en el 1934 por el Papa
Pío XI.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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