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Brígida de Suecia, Santa |
Fundadora de la Orden del Santísimo Salvador
Martirologio Romano: Santa Brígida, religiosa,
nacida en Suecia, que contrajo matrimonio con el noble Ulfo,
del que tuvo ocho hijos, a los cuales educó piadosamente,
consiguiendo al mismo tiempo con sus consejos y con su
ejemplo que su esposo llevase una vida de piedad. Muerto
éste, peregrinó a muchos santuarios y dejó varios escritos, en
los que habla de la necesidad de reforma tanto de
la cabeza como de los miembros de la Iglesia. Puestos
los fundamentos de la Orden del Santísimo Salvador, en Roma
pasó de este mundo al cielo (1373).
Etimológicamente: Brigida =
Aquella que es poderosa y fuerte, el origen es incierto,
posiblemente hebreo o célticoSANTA BRIGIDA
era hija de Birgerio, gobernador de Uplandia, la principal provincia
de Suecia. La madre de Brígida, Ingerborg; era hija del
gobernador de Gotlandia oriental. Ingerborg murió hacia 1315 y dejó
varios hijos. Brígida, que tenía entonces doce años aproximadamente, fue
educada por una tía suya en Aspenas. A los tres
años, hablaba con perfecta claridad, como si fuese una persona
mayor, y su bondad y devoción fueron tan precoces como
su lenguaje. Sin embargo, la santa confesaba que de joven
había sido inclinada al orgullo y la presunción.
La Pasión:
centro de su vida A los siete años tuvo una visión
de la Reina de los cielos. A los diez, a
raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que
la impresionó mucho, soñó que veía al Señor clavado en
la cruz y oyó estas palabras: "Mira en qué estado
estoy, hija mía." "¿Quién os ha hecho eso, Señor?", preguntó
la niña. Y Cristo respondió: "Los que me desprecian y
se burlan de mi amor." Esa visión dejó una huella
imborrable en Brígida y, desde entonces, la Pasión del Señor
se convirtió en el centro de su vida espiritual.
Matrimonio Antes
de cumplir catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf
Gudmarsson, quien era cuatro años mayor que ella. Dios les
concedió veintiocho años de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y
cuatro hijas, una de las cuales es venerada con el
nombre de Santa Catalina de Suecia. Durante algunos años, Brígida
llevó la vida de la época, como una señora feudal,
en las posesiones de su esposo en Ulfassa, con la
diferencia de que cultivaba la amistad de los hombres sabios
y virtuosos.
En la Corte Hacia el año 1335, la santa fue
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Brígida de Suecia, Santa |
llamada a la corte del joven rey Magno II para
ser la principal dama de honor de la reina Blanca
de Namur. Pronto comprendió Brígida que sus responsabilidades en la
corte no se limitaban al estricto cumplimiento de su oficio.
Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente arrastrar
al vicio; Blanca tenía buena voluntad, pero era irreflexiva y
amante del lujo. La santa hizo cuanto pudo por cultivar
las cualidades de la reina y por rodear a ambos
soberanos de buenas influencias. Pero, aunque Santa Brígida se ganó
el cariño de los reyes, no consiguió mejorar su conducta,
pues no la tomaban en serio.
Las Visiones La santa empezó
tener por entonces las visiones que habían de hacerla famosa.
Estas versaban sobre las más diversas materias, desde la necesidad
de lavarse, hasta los términos del tratado de paz entre
Francia e Inglaterra. "Si el rey de Inglaterra no firma
la paz -decía-- no tendrá éxito en ninguna de sus
empresas y acabará por salir del reino y dejar a
sus hijos en la tribulación y la angustia." Pero tales
visiones no impresionaban a los cortesanos suecos, quienes solían preguntar
con ironía: "¿Qué soñó Doña Brígida anoche?"
Problemas familiares y
peregrinaciones Por otra parte, la santa tenía dificultades con su propia
familia. Su hija mayor se había casado con un noble
muy revoltoso, a quien Brígida llamaba "el Bandolero" y, hacia
1340, murió Gudmaro, su hijo menor. Por esa pérdida la
santa hizo una peregrinación al santuario de San Olaf de
Noruega, en Trondhjem. A su regreso, fortalecida por las oraciones,
intentó con más ahinco que nunca volver al buen camino
a sus soberanos. Como no lo lograse, les pidió permiso
de ausentarse de la corte e hizo una peregrinación a
Compostela con su esposo. A la vuelta del viaje, Ulf
cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos sacramentos
ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que
oraba fervorosamente por el restablecimiento de su esposo, tuvo un
sueño en el que San Dionisio le reveló que no
moriría. A raíz de la curación de Ulf, ambos esposos
prometieron consagrarse a Dios en la vida religiosa.
Viuda, vida
religiosa, aumentan las visiones Según parece, Ulf murió en 1344 en
el monasterio cisterciense de Alvastra, antes de poner por obra
su propósito. Santa Brígida se quedó en Alvastra cuatro años
apartada del mundo y dedicada a la penitencia. Desde entonces,
abandonó los vestidos lujosos, solo usaba lino para el velo
y vestía una burda túnica ceñida con una cuerda anudada.
Las visiones y revelaciones se hicieron tan insistentes, que la
santa se alarmó, temiendo ser víctima de ilusiones del demonio
o de su propia imaginación. Pero en una visión que
se repitió tres veces, se le ordenó que se pusiese
bajo la dirección del maestre Matías, un canónigo muy sabio
y experimentado de Linkoping, quien le declaró que sus visiones
procedían de Dios. Desde entonces hasta su muerte, Santa Brígida
comunicó todas sus visiones al prior de Alvastra, llamado Pedro,
quien las consignó por escrito en latín. Ese período culminó
con una visión en la que el Señor ordenó a
la santa que fuese a la corte para amenazar al
rey Magno con el juicio divino; así lo hizo Brígida,
sin excluir de las amenazas a la reina y a
los nobles. Magno se enmendó algún tiempo y dotó liberalmente
el monasterio que la santa había fundado en Vadstena, impulsada
por otra visión.
En Vadstena había sesenta religiosas. En un edificio
contiguo habitaban trece sacerdotes (en honor de los doce apóstoles
y de San Pablo), cuatro diáconos (que representaban a los
doctores de la Iglesia) y ocho hermanos legos. En conjunto
había ochenta y cinco personas. Santa Brígida redactó las constituciones;
según se dice, se las dictó el Salvador en una
visión. Pero ni Bonifacio IX con la bula de canonización,
ni Martín V, que ratificó los privilegios de la abadía
de Sión y confirmó la canonización, mencionan ese hecho y
sólo hablan de la aprobación de la regla por la
Santa Sede, sin hacer referencia a ninguna revelación privada.
En la
fundación de Santa Brígida, lo mismo que en la orden
de Fontevrault, los hombres estaban sujetos a la abadesa en
lo temporal, pero en lo espiritual, las mujeres estaban sujetas
al superior de los monjes. La razón de ello es
que la orden había sido fundada principalmente para las mujeres
y los hombres sólo eran admitidos en ella para asegurar
los ministerios espirituales. Los conventos de hombres y mujeres estaban
separados por una clausura inviolable; tanto unos como las otras,
asistían a los oficios en la misma iglesia, pero las
religiosas se hallaban en una galería superior, de suerte que
ni siquiera podían verse unos a otros.
El monasterio de
Vadstena fue el principal centro literario de Suecia en el
siglo XV. A raíz de una visión; Santa Brígida escribió
una carta muy enérgica a Clemente VI, urgiéndole a partir
de Aviñón a Roma y establecer la paz entre Eduardo
III de Inglaterra y Felipe IV de Francia. El Papa
se negó a partir de Aviñón pero, en cambio envió
a Hemming, obispo de Abo, a la corte del rey
Felipe, aunque la misión no tuvo éxito. Entre tanto, el
rey Magno, que apreciaba más las oraciones que los consejos
de Santa Brígida, trató de hacerla intervenir en una cruzada
contra los paganos letones y estonios. Pero en realidad se
trataba de una expedición de pillaje. La santa no se
dejó engañar y trató de disuadir al monarca. Con ello
perdió el favor de la corte, pero no le faltó
el amor del pueblo, por cuyo bienestar se preocupaba sinceramente
durante sus múltiples viajes por Suecia.
En Roma e Italia Había
todavía en el país muchos paganos, y Sarta Brígida ilustraba
con milagros la predicación de sus capellanes. En 1349, a
pesar de que la "muerte negra" hacía estragos en toda
Europa, Brígida decidió ir a Roma con motivo del jubileo
de 1350. Acompañada de su confesor, Pedro de Skeninge y
otros, se embarcó en Stralsund, en medio de las lágrimas
del pueblo, que no había de volver a verla. En
efecto, la santa se estableció en Roma, donde se ocupó
de los pobres de la ciudad, en la espera de
la vuelta del Pontífice a la Ciudad Eterna. Asistía diariamente
a misa a las cinco de la mañana, se confesaba
todos los días y comulgaba varias veces por semana (según
era permitido en aquella época). El brillo de su virtud
contrastaba con la corrupción de costumbres que reinaba entonces en
Roma: el robo y la violencia hacían estragos, el vicio
era cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y lo
único que interesaba al pueblo era escapar de sus opresores.
La austeridad de la santa, su devoción a los santuarios,
su severidad consigo misma, su bondad con el prójimo, su
entrega total al cuidado de los pobres y los enfermos,
le ganaron el cariño de muchos. Santa Brígida atendía
con particular esmero a sus compatriotas y cada día daba
de comer a los peregrinos suecos en su casa que
estaba situada en las cercanías de San Lorenzo in Damaso.
Pero
su ministerio apostólico no se reducía a la práctica de
las buenas obras ni a exhortar a los pobres y
a los humildes. En cierta ocasión, fue al gran monasterio
de Farfa para reprender al abad, "un hombre mundano que
no se preocupaba absolutamente por las almas". Hay que decir
que, probablemente, la reprensión de la santa no produjo efecto.
Más éxito tuvo su celo por la reforma de otro
convento de Bolonia. Allí se hallaba Brígida cuando fue a
reunirse con ella su hija, Santa Catalina, quien se quedó
a su lado y, fue su fiel colaboradora hasta el
fin de su vida. Dos de las iglesias romanas más
relacionadas con nuestra santa son la de San Pablo extramuros
y la de San Francisco de Ripa. En la primera
se conserva todavía el bellísimo crucifijo, obra de Cavallini, ante
el que Brígida acostumbraba orar y que le respondió más
de una vez; en la segunda iglesia se le apareció
San Francisco y le dijo: "Ven a beber conmigo en
mi celda". La santa interpretó aquellas palabras como una invitación
para ir a Asís. Visitó la ciudad y de allí
partió en peregrinación por los principales santuarios de Italia, durante
dos años.
Profecías y revelaciones Las profecías y revelaciones Santa Brígida se
referían a las cuestiones mas candentes de su época. Predijo,
por ejemplo, que el Papa y el emperador se reunirían
amistosamente en Roma. Al poco tiempo así lo hicieron (El
Papa Beato Urbano V y Carlos IV, en 1368).
La profecía de que los partidos en que estaba dividida
la Ciudad Eterna recibirían el castigo que merecían por sus
crímenes, disminuyeron un tanto la popularidad de la santa y
aun le atrajeron persecuciones. Brígida fue arrojada de su casa
y tuvo que ir con su hija a pedir limosna
al convento de las Clarisas.Por otra parte, ni siquiera el
Papa escapaba a sus severas admoniciones proféticas.
El gozo que
experimentó la santa con la llegada de Urbano a Roma
fue de corta duración, pues el Pontífice se retiró poco
después a Viterbo, luego a Montesfiascone y aun se rumoró
que se disponía a volver a Aviñón.
Al regresar de
una peregrinación, a Amalfi, Brígida tuvo una visión en la
que Nuestro Señor la envió a avisar al Papa que
se acercaba la hora de su muerte, a fin de
que diese su aprobación a la regla del convento de
Vadstena. Brígida había ya sometido la regla a la aprobación
de Urbano V, en Roma, pero el Pontífice no había
dado respuesta alguna. Así pues, se dirigió a Montefiascone montada
en su mula blanca. Urbano aprobó, en general, la fundación
y la regla de Santa Brígida, que completó con la
regla de San Agustín. Cuatro meses más tarde, murió el
Pontífice. Santa Brígida escribió tres veces a su sucesor, Gregorio
XI, que estaba en Aviñón, conminándole a trasladase a Roma.
Así lo hizo el Pontífice cuatro años después de la
muerte de la santa.
En 1371, a raíz de otra visión,
Santa Brígida emprendió una peregrinación a los Santos Lugares, acompañada
de su hija Catalina, de sus hijos Carlos y Bingerio,
de Alfonso de Vadaterra y otros personajes. Ese fue el
último de sus viajes. La expedición comenzó mal, ya que
en Nápoles, Carlos se enamoró de la reina Juana I,
cuya reputación era muy dudosa. Aunque la esposa de Carlos
vivía aún en Suecia y el marido de Juana estaba
en España; ésta quería contraer matrimonio con él y la
perspectiva no desagradaba a Carlos. Su madre, horrorizada ante tal
posibilidad, intensificó sus oraciones. Dios resolvió la dificultad del modo
más inesperado y trágico, pues Carlos enfermó de una fiebre
maligna y murió dos semanas después en brazos de su
madre. Santa Brígida prosiguió su viaje a Palestina embargada por
la más profunda pena. En Jaffa estuvo a punto de
perecer ahogada durante un naufragio Sin embargo durante, la accidentada
peregrinación la santa disfrutó de grandes consolaciones espirituales y de
visiones sobre la vida del Señor.
A su vuelta de
Tierra Santa, en el otoño de 1372, se detuvo en
Chipre, donde clamó contra la corrupción de la familia real
y de los habitantes de Famagusta quienes se habían burlado
de ella cuando se dirigía a Palestina. Después pasó a
Nápoles, donde el clero de la ciudad leyó desde el
púlpito las profecías de Santa Brígida, aunque no produjeron
mayor efecto entre el pueblo.
La comitiva llegó a Roma
en marzo de 1373. Brígida, que estaba enferma desde hacía
algún tiempo, empezó a debilitarse rápidamente, y falleció el 23
de julio de ese año, después de recibir los últimos
sacramentos de manos de su fiel amigo, el Padre Pedro
de Alvastra. Tenía entonces setenta y un años. Su cuerpo
fue sepultado provisionalmente en la iglesia de San Lorenzo in
Panisperna. Cuatro meses después, Santa Catalina y Pedro de Alvastra
condujeron triunfalmente las reliquias a Vadstena, pasando por Dalmacia, Austria,
Polonia y el puerto de Danzig.
Santa Brígida, cuyas reliquias
reposan todavía en la abadía por ella fundada, fue canonizada
en 1391 y es la patrona de Suecia.
Visiones y escritos
Uno
de los aspectos más conocidos en la vida de Santa
Brígida, es el de las múltiples visiones con que la
favoreció el Señor, especialmente las que se refieren a los
sufrimientos de la Pasión y a ciertos acontecimientos de su
época. Por orden del Concilio de Basilea, el Juan de
Torquemada, quien fue más tarde cardenal, examinó el libro de
las revelaciones de la santa y declaró que podía ser
muy útil para la instrucción de los fieles; pero tal
aprobación encontró muchos opositores. Por lo demás; la declaración de
Torquemada significa únicamente que la doctrina del libro es ortodoxa
y que las revelaciones no carecen de probabilidad histórica. El
Papa Bcnedicto XIV, entre otros, se refirió a las revelaciones
de Santa Brígida en los siguientes términos: "Aunque muchas de
esas revelaciones han sido aprobadas, no se les debe el
asentimiento de fe divina; el crédito que merecen es puramente
humano, sujeto al juicio de la prudencia, que es la
que debe dictarnos el grado de probabilidad de que gozan
para que crearnos píamente en ellas."
Santa Brígida, con gran
sencillez de corazón, sometió siempre sus revelaciones a las autoridades
eclesiásticas y, lejos de gloriarse por gozar de gracias tan
extraordinarias, las aprovechó como una ocasión para manifestar su obediencia
y crecer en amor y humildad. Si sus revelaciones la
han hecho famosa, ello se debe en gran parte a
su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.
El libro de sus revelaciones fue publicado por primera vez
en 1492.
Las brigidinas tienen unas lecciones de maitines tomadas
de sus revelaciones sobre las glorias de María, conocidas con
el nombre de "Sermo Angelicus", en recuerdo de las palabras
del Señor a la santa: "Mi ángel te comunicará las
lecciones que las religiosas de tus monasterios deben leer en
maitines, y tú las escribirás tal como él te las
dicte".
¡Felicidades a quienes lleven este nombre!
Sta. Brígida de Suecia(1302-1373) Madre, viuda, fundadora de la Orden del Santísimo Salvador Mística, Patrona de Suecia Proclamada por Juan Pablo II: Patrona de Europa Fiesta: 23 de Julio
Jesús le dice: “Brígida,
te hablo no solamente a ti sino también a todos los cristianos. Tú
serás mi esposa... y por medio de ti hablaré al mundo. Mi espíritu
permanecerá en ti hasta tu muerte”
Sta. Brígida:"La verdadera sabiduría, entonces consiste en obras, no en grandes talentos que el mundo admira; pues los sabios en la estima del mundo . . . son necedad que hacen nada de la voluntad de Dios, y no saben como controlar sus pasiones"
AMOR MEUS CRUCIFIXUS ESTLema
oficial de la Orden del Santísimo Salvador. Encierra lo que Dios quiere
de nosotros: Crucificados con el amado, amándolo. Inspirado por Santa
Brígida, quien conformó a sus hijos espirituales como hijos de la pasión
del Señor.
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SANTA
BRIGIDA era hija de Birgerio, gobernador de Uplandia, la principal
provincia de Suecia. La madre de Brígida, Ingerborg; era hija del
gobernador de Gotlandia oriental. Ingerborg murió hacia 1315 y dejó
varios hijos. Brígida, que tenía entonces doce años aproximadamente, fue educada por una tía suya en Aspenas. A los tres años, hablaba con perfecta claridad, como si fuese una persona mayor, y su bondad y devoción fueron tan precoces como su lenguaje. Sin embargo, la santa confesaba que de joven había sido inclinada al orgullo y la presunción.
La Pasión: centro de su vidaA los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos. A los diez, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que la impresionó
mucho, soñó que veía al Señor clavado en la cruz y oyó estas palabras:
"Mira en qué estado estoy, hija mía." "¿Quién os ha hecho eso, Señor?",
preguntó la niña. Y Cristo respondió: "Los que me desprecian y se burlan
de mi amor." Esa visión
dejó una huella imborrable en Brígida y, desde entonces, la Pasión del
Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual.
MatrimonioAntes de cumplir catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson,
quien era cuatro años mayor que ella. Dios les concedió veintiocho años
de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y cuatro hijas, una de
las cuales es venerada con el nombre de Santa Catalina de Suecia. Durante algunos años, Brígida llevó la vida de la época, como una señora feudal, en las posesiones de su esposo en Ulfassa, con la diferencia de que cultivaba la amistad de los hombres sabios y virtuosos.
En la Corte Hacia el año 1335, la santa fue llamada a la corte del joven rey Magno II para ser la principal dama de honor de la reina Blanca de Namur. Pronto comprendió Brígida que sus responsabilidades en la corte no se limitaban al estricto cumplimiento
de su oficio. Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente
arrastrar al vicio; Blanca tenía buena voluntad, pero era irreflexiva y
amante del lujo. La santa hizo cuanto pudo por cultivar las cualidades
de la reina y por rodear a ambos soberanos de buenas influencias. Pero, aunque Santa Brígida se ganó el cariño de los reyes, no consiguió mejorar su conducta, pues no la tomaban en serio.
Las VisionesLa santa empezó tener por
entonces las visiones que habían de hacerla famosa. Estas versaban
sobre las más diversas materias, desde la necesidad de lavarse, hasta
los términos del tratado de paz entre Francia e Inglaterra. "Si el rey de Inglaterra no firma la paz -decía-- no tendrá éxito en ninguna de sus empresas y acabará por salir del reino y dejar a sus hijos en la tribulación y la angustia." Pero tales visiones no impresionaban a los cortesanos suecos, quienes solían preguntar con ironía: "¿Qué soñó Doña Brígida anoche?"
Problemas familiares y peregrinacionesPor
otra parte, la santa tenía dificultades con su propia familia. Su hija
mayor se había casado con un noble muy revoltoso, a quien Brígida
llamaba "el Bandolero" y, hacia 1340, murió Gudmaro, su hijo menor. Por
esa pérdida la santa hizo una peregrinación al santuario de San Olaf de
Noruega, en Trondhjem. A su regreso, fortalecida por las oraciones,
intentó con más ahinco que nunca volver al buen camino a sus soberanos.
Como no lo lograse, les pidió permiso de ausentarse de la corte e hizo
una peregrinación a Compostela con su esposo. A la vuelta del viaje,
Ulf cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos sacramentos
ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que oraba
fervorosamente por el restablecimiento de su esposo, tuvo un sueño en el que San Dionisio le reveló que no moriría. A raíz de la curación de Ulf, ambos esposos prometieron consagrarse a Dios en la vida religiosa.
Viuda, vida religiosa, aumentan las visionesSegún parece, Ulf murió en 1344 en el monasterio cisterciense de Alvastra, antes de poner por obra su propósito. Santa Brígida se quedó en Alvastra cuatro años apartada del mundo y dedicada a la penitencia. Desde entonces, abandonó los vestidos lujosos, solo usaba lino para el velo y vestía una burda túnica ceñida con una cuerda anudada. Las visiones y revelaciones se hicieron tan insistentes, que la santa se alarmó, temiendo ser víctima de ilusiones del demonio o de su propia imaginación. Pero en una visión que se repitió tres veces, se le ordenó que se pusiese bajo la dirección del maestre Matías, un canónigo muy sabio y experimentado de Linkoping,
quien le declaró que sus visiones procedían de Dios. Desde entonces
hasta su muerte, Santa Brígida comunicó todas sus visiones al prior de
Alvastra, llamado Pedro, quien las consignó por escrito en latín. Ese
período culminó con una visión en la que el Señor ordenó a la santa que
fuese a la corte para amenazar al rey Magno con el juicio divino; así lo hizo Brígida, sin excluir de las amenazas a la reina y a los nobles. Magno se enmendó algún tiempo y dotó liberalmente el monasterio que la santa había fundado en Vadstena, impulsada por otra visión.
En Vadstena había sesenta religiosas. En un edificio contiguo habitaban trece sacerdotes (en honor de los doce apóstoles y de San Pablo), cuatro diáconos (que representaban a los doctores de la Iglesia) y ocho hermanos legos. En conjunto había ochenta y cinco personas. Santa Brígida redactó las constituciones; según se dice, se las dictó el Salvador en una visión. Pero ni Bonifacio IX con la bula de canonización, ni Martín V, que ratificó los privilegios de la abadía de Sión y confirmó la canonización, mencionan ese hecho y sólo hablan de la aprobación de la regla por la Santa Sede, sin hacer referencia a ninguna revelación privada.
En la fundación de Santa Brígida, lo mismo que en la orden de Fontevrault,
los hombres estaban sujetos a la abadesa en lo temporal, pero en lo
espiritual, las mujeres estaban sujetas al superior de los monjes. La
razón de ello es que la orden había sido fundada principalmente para las mujeres y
los hombres sólo eran admitidos en ella para asegurar los ministerios
espirituales. Los conventos de hombres y mujeres estaban separados por una clausura inviolable; tanto unos como las otras, asistían a los oficios en la misma iglesia, pero las religiosas se hallaban en una galería superior, de suerte que ni siquiera podían verse unos a otros.
El monasterio de Vadstena fue el principal centro literario de Suecia en el siglo XV. A raíz de una visión; Santa Brígida escribió una carta muy enérgica a Clemente VI, urgiéndole a partir de Aviñón a Roma y establecer la paz entre Eduardo III de Inglaterra y Felipe IV de Francia. El Papa se negó a partir de Aviñón pero, en cambio envió a Hemming, obispo de Abo, a la corte del rey Felipe, aunque la misión no tuvo éxito. Entre tanto, el rey Magno, que apreciaba más las oraciones que los consejos de Santa Brígida, trató de hacerla intervenir en una cruzada contra los paganos letones y estonios. Pero en realidad se trataba de una expedición de pillaje. La santa no se dejó engañar y trató de disuadir al monarca. Con ello perdió el favor de la corte, pero no le faltó el amor del pueblo, por cuyo bienestar se preocupaba sinceramente durante sus múltiples viajes por Suecia.
En Roma e ItaliaHabía todavía en el país muchos paganos, y Sarta Brígida ilustraba con milagros la predicación de sus capellanes. En 1349, a pesar de que la "muerte negra" hacía estragos en toda Europa, Brígida decidió ir a Roma con motivo del jubileo de 1350. Acompañada de su confesor, Pedro de Skeninge y otros, se embarcó en Stralsund, en medio de las lágrimas del pueblo, que no había de volver a verla. En efecto, la santa se estableció en Roma, donde se ocupó de los pobres de la ciudad, en la espera de la vuelta del Pontífice a la Ciudad Eterna. Asistía diariamente a misa a las cinco de la mañana, se confesaba todos los días y comulgaba varias veces por semana (según era permitido en aquella época). El brillo de su virtud contrastaba con la corrupción de costumbres que
reinaba entonces en Roma: el robo y la violencia hacían estragos, el
vicio era cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y lo único que
interesaba al pueblo era escapar de sus opresores. La austeridad de la santa, su devoción a los santuarios, su severidad consigo misma, su bondad con el prójimo, su entrega total al cuidado de los pobres y los enfermos, le ganaron el cariño de muchos. Santa Brígida atendía con particular esmero a sus compatriotas y cada día daba de comer a los peregrinos suecos en su casa que estaba situada en las cercanías de San Lorenzo in Damaso.
Pero su ministerio apostólico no se reducía a la práctica de las buenas obras ni a exhortar a los pobres y a los humildes. En cierta ocasión, fue al gran monasterio de Farfa para reprender al abad,
"un hombre mundano que no se preocupaba absolutamente por las almas".
Hay que decir que, probablemente, la reprensión de la santa no produjo
efecto. Más éxito tuvo su celo por la reforma de otro convento de Bolonia. Allí se hallaba Brígida cuando fue a reunirse con ella su hija, Santa Catalina, quien se quedó a su lado y, fue su fiel colaboradora hasta el fin de su vida. Dos de las iglesias romanas más relacionadas con nuestra santa son la de San Pablo extramuros y la de San Francisco de Ripa. En la primera se conserva todavía el bellísimo crucifijo, obra de Cavallini, ante el que Brígida acostumbraba orar y que le respondió más de una vez; en la segunda iglesia se le apareció San Francisco y le dijo: "Ven a beber conmigo en mi celda". La santa interpretó aquellas palabras como una invitación para ir a Asís. Visitó la ciudad y de allí partió en peregrinación por los principales santuarios de Italia, durante dos años.
Profecías y revelacionesLas profecías y revelaciones Santa Brígida se referían a las cuestiones mas candentes de su época. Predijo, por ejemplo, que el Papa y el emperador se reunirían amistosamente en Roma. Al poco tiempo así lo hicieron (El Papa Beato Urbano V y Carlos IV, en 1368). La profecía de que los partidos en que estaba dividida la Ciudad Eterna recibirían el castigo que merecían por sus crímenes, disminuyeron un tanto la popularidad de la santa y aun le atrajeron persecuciones. Brígida fue arrojada de su casa y tuvo que ir con su hija a pedir limosna al convento de las Clarisas.Por otra parte, ni siquiera el Papa escapaba a sus severas admoniciones proféticas.
El gozo que experimentó la santa con la llegada de Urbano a Roma fue de corta duración, pues el Pontífice se retiró poco después a Viterbo, luego a Montesfiascone y aun se rumoró que se disponía a volver a Aviñón.
Al regresar de una peregrinación, a Amalfi, Brígida tuvo una visión en la que Nuestro Señor la envió a avisar al Papa que se acercaba la hora de su muerte, a fin de que diese su aprobación a la regla del convento de Vadstena. Brígida había ya sometido la regla a la aprobación de Urbano V, en Roma, pero el Pontífice no había dado respuesta alguna. Así pues, se dirigió a Montefiascone montada en su mula blanca. Urbano aprobó, en general, la fundación y la regla de Santa Brígida, que completó con la regla de San Agustín. Cuatro meses más tarde, murió el Pontífice. Santa Brígida escribió tres veces a su sucesor, Gregorio XI, que estaba en Aviñón, conminándole a trasladase a Roma. Así lo hizo el Pontífice cuatro años después de la muerte de la santa.
En 1371, a raíz de otra visión, Santa Brígida emprendió una peregrinación a los Santos Lugares, acompañada de su hija Catalina, de sus hijos Carlos y Bingerio, de Alfonso de Vadaterra y otros personajes. Ese fue el último de sus viajes. La expedición comenzó mal, ya que en Nápoles, Carlos se enamoró de la reina Juana I, cuya reputación era muy dudosa. Aunque la esposa de Carlos vivía aún en Suecia y el marido de Juana estaba en España; ésta quería contraer matrimonio con él y la perspectiva no desagradaba a Carlos. Su madre, horrorizada ante tal posibilidad, intensificó sus oraciones. Dios resolvió la dificultad del modo más inesperado y trágico, pues Carlos enfermó de una fiebre maligna y murió dos semanas después en brazos de su madre. Santa Brígida prosiguió su viaje a Palestina embargada por la más profunda pena. En Jaffa estuvo a punto de perecer ahogada durante un naufragio Sin embargo durante, la accidentada peregrinación la santa disfrutó de grandes consolaciones espirituales y de visiones sobre la vida del Señor.
A su vuelta de Tierra Santa, en el otoño de 1372, se detuvo en Chipre, donde clamó contra la corrupción de la familia real y de los habitantes de Famagusta quienes se habían burlado de ella cuando se dirigía a Palestina. Después pasó a Nápoles, donde el clero de la ciudad leyó desde el púlpito las profecías de Santa Brígida, aunque no produjeron mayor efecto entre el pueblo.
La comitiva llegó a Roma en marzo de 1373. Brígida,
que estaba enferma desde hacía algún tiempo, empezó a debilitarse
rápidamente, y falleció el 23 de julio de ese año, después de recibir
los últimos sacramentos de manos de su fiel amigo, el Padre Pedro de Alvastra. Tenía entonces setenta y un años. Su cuerpo fue sepultado provisionalmente en la iglesia de
San Lorenzo in Panisperna. Cuatro meses después, Santa Catalina y Pedro
de Alvastra condujeron triunfalmente las reliquias a Vadstena, pasando
por Dalmacia, Austria, Polonia y el puerto de Danzig.
Santa Brígida, cuyas reliquias reposan todavía en la abadía por ella fundada, fue canonizada en 1391 y es la patrona de Suecia.
Visiones y escritos
Uno de los aspectos más conocidos en la vida de Santa Brígida, es el de las múltiples visiones con que la favoreció el Señor, especialmente las que se refieren a los sufrimientos de la Pasión y a ciertos acontecimientos de su época. Por orden del Concilio de Basilea, el Juan de Torquemada, quien fue más tarde cardenal, examinó el libro de las revelaciones de la santa y declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles; pero tal aprobación encontró muchos opositores.
Por lo demás; la declaración de Torquemada significa únicamente que la
doctrina del libro es ortodoxa y que las revelaciones no carecen de
probabilidad histórica. El Papa Bcnedicto XIV, entre otros, se refirió a
las revelaciones de Santa Brígida en los siguientes términos: "Aunque
muchas de esas revelaciones han sido aprobadas, no se les debe el asentimiento de fe divina; el crédito que merecen es puramente humano, sujeto al juicio de la prudencia, que es la que debe dictarnos el grado de probabilidad de que gozan para que crearnos píamente en ellas."
Santa Brígida, con gran sencillez de corazón, sometió
siempre sus revelaciones a las autoridades eclesiásticas y, lejos de
gloriarse por gozar de gracias tan extraordinarias, las aprovechó como
una ocasión para manifestar su obediencia y crecer en amor y humildad.
Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe en gran parte a su
virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.
El libro de sus revelaciones fue publicado por primera vez en 1492.
Las
brigidinas tienen unas lecciones de maitines tomadas de sus
revelaciones sobre las glorias de María, conocidas con el nombre de
"Sermo Angelicus", en recuerdo de las palabras del Señor a la santa: "Mi
ángel te comunicará las lecciones que las religiosas de tus monasterios
deben leer en maitines, y tú las escribirás tal como él te las dicte". ORACIONESAprobadas por El Papa Pío IX
En la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma todavía se puede contemplar, en la capilla del Santísimo Sacramento, el Crucifijo Milagroso ante el cual estuvo arrodillada Santa Brígida cuando recibió estas 15 Oraciones de Nuestro Señor. Allí hay
una inscripción conmemorando este evento, en latín: “Pendentis.
Pendente Dei verba a accepit aure accipit et verbum corde Brigitta Deum.
Anno Jubilei MCCCL”
Por mucho tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuántos latigazos había recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Cierto día se
le apareció Jesucristo, diciéndole: “Recibí en Mi Cuerpo cinco mil,
cuatrocientos ochenta latigazos; son 5.480 azotes. Si queréis honrarlos
en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padre Nuestro;
también 15 veces el Ave María, con las siguientes oraciones, durante un
año completo. Al terminar el año, habréis venerado cada una de Mis
Llagas”. (Nuestro Señor mismo le dictó las oraciones a la santa.)
Primera Oración Padrenuestro - Ave Maria.
¡Oh
Jesucristo ¡Sois la eterna dulzura de todos los que Os aman; la alegría
que sobrepasa todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los
pecadores. Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer
en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de
asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a
ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el
instante de Vuestra Concepción y especialmente durante Vuestra Sagrada
Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad, según
el plan divino.
Acordaos, Oh Señor, que durante la última cena
con Vuestros discípulos les habéis Lavado los pies; y después, les
distéis Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre Preciosísima.
Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima
Pasión.
Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo ”Mi Alma está triste hasta la muerte.”
Acordaos
de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado,
en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la crucifixión.
Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento,
fuisteis traicionado por Vuestro discípulo. Judas; apresado por los
habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis
acusado por falsos testigos e injustamente juzgado por tres jueces; todo
lo cual sucedió en la flor de Vuestra madurez, y en la solemne estación pascual.
Acordaos
que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con
manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo
bofetadas. Después, coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras manos
una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes
y agobiado de oprobios y ultrajes.
En memoria de todas estas
penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz
concededme antes de morir, una contrición verdadera, una confesión
sincera y completa, adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis
pecados. Amén.
Segunda Oración. Padrenuestro - Ave Maria
¡Oh
Jesús, la verdadera libertad de los ángeles y paraíso de delicias!
Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido, cuando
Vuestros enemigos como leones furiosos, os rodearon con miles de
injurias: salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios
inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración a estos
tormentos y a las palabras injuriosas, Os suplico. ¡Oh mi Salvador, y
Redentor! que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y
que bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la
salvación eterna. Amén.
Tercera Oración. Padrenuestro - Ave Maria.
¡Oh
Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni
limitar! Vos abarcáis todo; y todo es sostenido bajo Vuestra amorosa
potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los
judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe clavaron Vuestras
Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndoos en un estado
suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron Vuestras
Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad.
Extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones
violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
¡Oh
Jesús!, en memoria de este santo dolor que habéis soportado con tanto
amor en la Cruz, Os suplico concederme la gracia de temeros y amaros.
Amén.
Cuarta Oración. Padrenuestro - Ave María.
O
Jesús, Médico Celestial! elevado en la Cruz para curar nuestras llagas
con las Vuestras! Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos
que habéis sufrido en todos Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a
tal grado, que no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima
de la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de Vuestro
Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros
sufrimientos, no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos, a Vuestro
Padre Celestial, diciéndole: “ Padre, perdónalos porque no saben lo que
hacen.” Por esta inmensa misericordia, y en memoria de estos
sufrimientos, Os hago esta súplica: conceded que el recuerdo de Vuestra
muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de
todos nuestros pecados. Amén.
Quinta Oración. Padrenuestro - Ave María.
¡Oh
Jesús!, ¡Espejo de Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que
habéis sentido al contemplar con anticipación, las almas que habían de
condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la
predestinación de aquellos que se salvarían, mediante los méritos de
Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente habéis contemplado tristemente
la inmensa multitud de réprobos que serian condenados por sus pecados; y
Os habéis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y
desgraciados pecadores.
Por este abismo de compasión y piedad y
principalmente por la bondad que demostrasteis hacia el buen ladrón,
diciéndole: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”, hago esta súplica,
Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordia de
mí. Amén.
Sexta Oración. Padrenuestro - Ave Maria.
¡Oh
Jesús. Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis
sufrido, cuando, desnudo y como un crimina! común y corriente, fuisteis
clavado y elevado en la Cruz. También! fuisteis abandonado de todos
Vuestros parientes y amigos con la excepción de Vuestra muy amada Madre.
En Vuestra agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos; luego, la
encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a Maria: “mujer,
he aquí a tu hijo!” Y a Juan: “ He aquí a tu Madre!
Os suplico,
Oh mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de
Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Y en todas mis
aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, ten
piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora
de mi muerte. Amén.
Séptima Oración. Padrenuestro - Ave Maria
¡Oh
Jesús, inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mí! En profundo
gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: “Tengo sed” Era sed por la
salvación del género humano. Oh mi Salvador os ruego que inflaméis
nuestros corazones con el deseo de dirigirnos a la perfección, en todas
nuestras obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal y el
ardor de los apetitos mundanos. Amén.
Octava Oración. Padrenuestro - Ave María.
¡Oh
Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu! Por el vinagre y
la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd
nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente Vuestro
Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima durante nuestra vida, y también
a la hora de la muerte para servir de remedio y consuelo a nuestras
almas. Amén.
Novena Oración Padrenuestro - Ave María.
¡Oh
Jesús, Virtud real y gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis
sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte,
insultado y ultrajado por los judíos. Clamasteis en alta voz que habíais
sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: “Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Por esta angustia, Os suplico,
Oh mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi
muerte. Amén.
Décima Oración Padrenuestro -Ave Maria.
¡Oh
Jesús. Principio y Fin de todas las cosas. Sois la Vida y la Virtud
plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de
penas, sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la
Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a
guardar, por puro amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino
de Vuestra Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que Os aman,
Amén.
Undécima Oración Padrenuestro - Ave Maria.
¡Oh
Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las llagas
que penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para
atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador,
profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado.
Ocultadme de Vuestro Rostro tan justamente irritado contra mí.
Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas hasta que Vuestra cólera y
justìsíma indignación hayan cesado. Amén.
Duodécima Oración Padrenuestro - Ave Maria.
¡Oh
Jesús! Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad. y Vínculo de la
Caridad! Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido,
desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y
enrojecidas, Oh dulce Jesús, por la efusión de Vuestra adorable Sangre.
¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por amor a nosotros,
en Vuestra Carne virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer por
nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡Oh
amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el
Fruto meritorio de Vuestros sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que
en mi corazón, Vuestro Amor aumente cada día hasta que llegue a
contemplaros en la eternidad. ¡Oh Amabilísimo Jesús! Vos sois el Tesoro
de toda alegría y dicha verdadera, que Os pido concederme en el Cielo.
Amén.
Décima-Tercera Oración Padrenuestro - Ave María.
¡Oh
Jesús! ¡Fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acordaos del inmenso
dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas, tanto
morales como físicas, inclinasteis la Cabeza y dijisteis: “Todo está
consumado”. Por esta angustia y dolor, os suplico, Señor Jesús, que
tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte cuando mi mente estará
tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.
Décima-Cuarta Oración. Padrenuestro - Ave María.
¡Oh
Jesús! ¡Unico Hijo del Padre Celestial! esplendor y semejanza de su
Esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis
de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: “¡Padre en Tus
Manos encomiendo Mi Espíritu!” Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado
Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas de Vuestra misericordia para
redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, Oh
Rey de los santos, confortadme. Socorredme para resistir al demonio, la
carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo
solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y
desterrada que regresa a Vos. Amén.
Décima-Quinta Oración. Padrenuestro-Ave María.
¡Oh
Jesús! ¡Verdadera y fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de
Sangre que tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo.
Vuestra preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el
lagar.
De Vuestro Costado perforado por un soldado, con la lanza,
ha brotado Sangre y agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota
alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la Cruz.,
la muy fina y delicada Carne Vuestra fue destrozada; la Substancia de
Vuestro Cuerpo fue marchitada; y disecada la médula de Vuestros Huesos.
Por esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra preciosa Sangre, Os
suplico, Oh dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma, cuando yo esté
sufriendo en la agonía de mi muerte. Amén.
Conclusión. ¡Oh
Dulce Jesús! Herid mi corazón, a fin de que mis lágrimas de amor y
penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, Oh mi
Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua. Y
que mi conversación Os sea agradable. Que el fin de mi vida Os sea de
tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Vuestro
Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo con todos Vuestros santos.
Amén.
Brígida de Suecia
Brígida Birgersdotter, conocida como Santa Brígida de Suecia (Skederid, actual municipio de Norrtälje, Uppland, Suecia, 1303 - Roma, 23 de julio de 1373). Fue una religiosa católica, mística, escritora, y teóloga sueca. Fue declarada santa por la Iglesia Católica en 1391; es considerada además la santa patrona de Suecia, una de los patronos de Europa, y de las viudas.
Perteneció a una familia aristócrata, emparentada con el rey Magnus Ladulás. Por medio de sus padres y de su esposo perteneció a los círculos políticos más influyentes de la Suecia medieval. Fue la fundadora de la Orden del Santísimo Salvador, vigente en la actualidad.
Considerada como santa patrona del municipio de Úmbita, Boyacá, en Colombia.
Infancia
Santa Brígida nació alrededor de 1303, según una muy antigua tradición, en la finca de Finsta, al oeste de la ciudad de Norrtälje, en la provincia de Uppland.
Finsta era el domicilio de la familia Finsta, y perteneció durante un
tiempo (aunque no cuando nació Brígida) a su padre Birger Persson. Su
padre era juez de Uppland, y su abuelo paterno, su abuelo materno y su
hermano también ejercieron esa profesión. Su esposo sería también juez, y
tendría un hijo que ejercería la misma actividad. Su madre fue Ingeborg
Bengtsdotter, y fue la segunda esposa de su padre.
Su abuelo materno era primo de Magnus Ladulás, de modo que Brígida tenía parentesco con la familia real sueca.
La "gruta de las oraciones" (construida en el siglo XX) se halla
siempre abierta a visitantes. Según la tradición, allí se apareció Santa
Brígida por vez primera. En las cercanías de Finsta se halla la iglesia
de Skederid (del siglo XIII), el templo de la infancia de Brígida.
Vida
Desde niña Brígida tuvo visiones. Una vez vio a la virgen María colocarle una corona en su cabeza. En otra ocasión vio ante ella a Jesucristo
torturado y muerto en la cruz. Estos dos temas, la profunda devoción a
María y las meditaciones sobre el sufrimiento de Cristo, marcarían toda
la vida de Brígida.
Cuando Brígida tenía unos 10 años murió su madre. Su padre se
consideró incapaz para darle una educación como la que merecía una niña
de su condición social, por lo que la envió a casa de su cuñada Catarina
Bengtsdotter en Aspanäs, junto al lago Sommen, en Östergötland.
Algunos años después, cuando Brígida tenía alrededor de 13 años, fue
dada en matrimonio, contra su voluntad, a Ulf Gudmarsson. Fue madre de
ocho hijos, entre ellos, santa Catalina de Suecia.
La devoción de Brígida influyó también en su marido. Entre otros
viajes, los esposos realizaron peregrinaciones a Nídaros (actual Trondheim) y a Santiago de Compostela. En el camino a España, en la ciudad francesa de Arras, Ulf cayó enfermó. Cuando se temía lo peor, el santo francés San Dionisio se apareció ante Brígida y le prometió que su marido no moriría en esa ocasión.
De regreso a Suecia, Brígida y Ulf se establecieron junto al convento de Alvastra, donde Ulf murió en 1344
(aproximadamente). Entonces Brígida repartió sus bienes entre sus
herederos y los pobres, para ella vivir de manera sencilla en las
inmediaciones del convento de Alvastra. En ese tiempo aumentó el número
de visiones, que representan, hasta la partida a Roma, la mayor parte de
las apariciones que tuvo Brígida.
En las apariciones, Brígida recibió la misión de llevar mensajes
tanto a políticos como a líderes religiosos. También tuvo diálogos con
santos y muertos.
Brígida viajó a Roma en el año 1349 con el propósito de tomar parte en la celebración del jubileo de 1350, y para obtener el permiso del papa de fundar una nueva orden religiosa. Los problemas con los que se enfrentó Brígida era que el papa residía entonces en Aviñón,
y que la Iglesia había prohibido el establecimiento de más órdenes. La
ausencia del papa no desanimó a Brígida, pues ella ya sabía, debido a
una visión que había tenido, que ella vería al Papa y al Emperador encontrarse en Roma.
En Roma residió primero cerca de la basílica de San Lorenzo in Damaso.
Fue testigo del decaimiento espiritual de la ciudad tras la partida del
papa. Durante su estancia en la ciudad, escribió cartas al papa, donde
le suplicaba que regresara a Roma, y se dedicó a visitar las iglesias
que contenían tumbas de santos. En la iglesia de San Lorenzo in Panisperna,
en la colina de Viminale, pidió a los transeúntes limosnas para los
necesitados. También aprovechó para viajar en peregrinación a santuarios de Asís, Nápoles e Italia del sur.
En 1368, el papa Urbano V regresó a Roma y el 21 de octubre se entrevistó con el emperador Carlos IV.
Entonces pudo Brígida entregar las reglas de su orden al papa, quien se
encargaría de examinarlas. Las reglas fueron aceptadas con varias
revisiones y fuertes cambios con los que probablemente Brígida no estuvo
nada de acuerdo. Además el papa tomó la decisión de dejar Italia
nuevamente por motivos de seguridad, situación con la que Brígida no
estuvo nada de acuerdo. Ella profetizó que el papa recibiría un fuerte
golpe de Dios, y cuando Urbano V tenía dos meses de haber regresado a Aviñón, murió.
Los restos de Santa Brígida, Vadstena, Suecia. Foto: Mikael Lindmark
En 1371, cuando contaba con unos 68 años, Brígida realizó un viaje a Tierra Santa, con un itinerario que pasaría por Nápoles y Chipre.
En Nápoles murió su hijo Carlos Ulvsson, lo que le acarreó a Brígida
grandes preocupaciones. Ella tuvo entonces otra aparición, que le
garantizó el perdón divino a su hijo gracias a las oraciones y lágrimas
de su madre.
Cuando regresó a Roma en el verano de 1373,
una enfermedad la debilitó, y finalmente murió en la actual Plaza
Farnese. De acuerdo a su propia voluntad, sus restos mortales fueron
trasladados a Suecia, específicamente al convento de Vadstena después de haber sido enterrados en la iglesia romana de San Lorenzo in Panisperna. En 1377, por orden del obispo de Jaén Alfonso Pecha de Vadaterra, amigo y confesor de Brígida, salió a la luz la primera edición de sus Apariciones celestiales. En 1378, se llevó a cabo otra aprobación sobre las reglas de la orden religiosa de Brígida, y en 1384 se consagró el convento de Vadstena.
El proceso de canonización de Brígida comenzó en 1377 y culminó en 1391. En 1999 santa Brígida fue elevada, junto con santa Catalina de Siena y santa Teresa Benedicta de la Cruz a ser copatrona de Europa.
La orden de santa Brígida perdura hasta nuestros días con el nombre de La Orden del Santo Salvador ( Ordo Sancti Salvatoris), llamada comúnmente Orden Brigidina. Los restos de santa Brígida se encuentran en el convento de Vadstena.
El edificio donde la santa vivió en Roma, la Casa di Santa Brigida, contiene un templo, un convento, y un albergue.
Cronología
- 1303 - Nacimiento de Brígida.
- 1309 - El papa se establece en Aviñón.
- 1314 -
Muere la madre de Brígida, Ingeborg Bengtsdotter. Brígida se muda a casa
de su tía Catarina Bengtsdotter, en la localidad de Aspanäs.
- 1316 - Brígida se casa con Ulf Gudmarsson.
- 1319 - Magnus Eriksson, de 3 años de edad, es elegido rey de Suecia.
- 1320 - Brígida recibe siete fincas en la provincia de Småland al repartirse los bienes de su madre.
- 1321 - Birger Persson, padre de Brígida, viaja en peregrinación a Santiago de Compostela, Aviñón y Roma.
- 1322 - Crisis en el gobierno de la regencia.
- 1326 - Muere Birger Persson, padre de Brígida
- 1332 - Magnus Eriksson entra a gobernar como nuevo rey.
- 1335 - El rey Magnus II se casa con Blanca de Namur. Brígida se convierte en consejera de la reina y su esposo Ulf en consejero del reino.
- 1337 - Estalla la guerra de los cien años entre Inglaterra y Francia.
- 1339 - Brígida y Ulf viajan en peregrinación a Nídaros (Trondheim).
- 1341-1342 - Brígida y Ulf viajan a Santiago de Compostela.
- 1342 - Brígida y Ulf establecen su residencia en las inmediaciones del convento de Alvastra.
- 1344/1346 - Muere Ulf Gudmarsson, esposo de Brígida.
- 1346 - El rey Magnus y la reina Blanca deciden donar la finca de Vadstena a la iglesia para construir ahí un convento.
- 1347 - Los reyes legan en su testamento una fuerte suma para la construcción del convento de Vadstena.
- 1348 - Brígida intenta negociar la paz en la guerra de los cien años y persuade al papa de viajar a Roma.
- 1349 - Brígida viaja a Roma.
- aprox. 1353 - Brígida viaja en peregrinación a Asís.
- aprox. 1354 - Brígida se muda a una casa en la plaza Farnese de Roma.
- década de 1360 - Brígida peregrina a Italia del sur y vive un tiempo en Nápoles, donde conoce al obispo de Jaén Alfonso Pecha de Vadaterra.
- 1368 - El papa Urbano VI se entrevista con el emperador Carlos IV en Roma, cumpliéndose la profecía de Brígida.
- 1370 - El papa Urbano VI aprueba las reglas de la orden religiosa de Brígida, con grandes modificaciones.
- 1371 - Brígida viaja a Nápoles (25 de noviembre).
- 1372 - Brígida se integra a una peregrinación a Tierra Santa (14 de marzo). Se detiene en Chipre. En agosto llega a Belén, donde tiene una visión del nacimiento de Jesús. En septiembre se embarca hacia Nápoles, donde llega en diciembre.
- 1373 - Brígida regresa a Roma. Escribe sus últimas cartas al papa de Aviñón pidiéndole regresar a Roma. Brígida muere el 23 de julio. Sus restos son transportados a Suecia por medio de dos de sus hijos.
- 1374 - Los restos de Brígida son sepultados en Vadstena el 4 de julio. El arzobispo Birger Gregersson lleva a cabo la compilación de los primeros milagros de Brígida.
- 1376 - El obispo Nils Hermansson hace una nueva compilación de milagros.
- 1377 - Se llevan a cabo en Roma las primeras acciones sobre la canonización de Brígida. El obispo Alfonso Pecha publica la primera edición de las Apariciones celestiales de Brígida. El papa Gregorio XI regresa la sede papal de Aviñón a Roma.
- 1378 - Se fijan las reglas de la orden religiosa de Brígida.
- 1379 - Se abre el proceso de canonización. El papa nombra a cuatro cardenales para las indagaciones.
- 1384 - Se consagra el convento de Vadstena.
- 1391 - Se canoniza a Brígida el 7 de octubre.
-
- 1396 - Se denomina a Brígida santa patrona de Suecia.
- 1430 - Es consagrado el templo del convento de Vadstena.
- 1492 - Se imprime en Lübeck la primera edición completa en latín de las Apariciones celestiales por orden del convento de Vadstena.
- 1999 - Santa Brígida es proclamada por el papa Juan Pablo II como una de las tres copatronas de Europa.
Bibliografía adicional
Enlaces externos
santa-brigida.doc
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