Ezequiel (profeta)
Ezequiel fue un sacerdote y profeta hebreo, exiliado a
Babilonia,
que ejerció su ministerio desde el 595 - 570 a.C. durante el cautiverio
de Israel en Babilonia y, a diferencia de otros profetas, captó
importantes revelaciones en forma de visiones simbólicas de parte de
Yahvé.
Ezequiel se caracteriza por las descripciones detalladas de las
visiones que le fueron mostradas. Una primera aparición acerca de un
vehículo celestial en Ezequiel 1:4-28 han sido interpretada en varios
estudios sobre
ufología.
Sus profecías advirtieron de la destrucción inminente de
Jerusalén. También fue uno de los agoreros sobre la condenación de las naciones extranjeras y de la restauración de
Israel. Su nombre Ezequiel (hebreo:
Yejez·qé'l) significa
Dios fortalece.
Ezequiel vivió en la misma época de los profeta
Jeremías,
Daniel y
Esdras. Estaba casado (Ez:24:18), era hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Jeconías (
Joaquim) de Judá (597 a. C.) e internado en tierra
Caldea, en el actual
Tel-Aviv
a orillas del río Cobar o Queb-ar. Cinco años después, a los treinta de
su edad (cf. 1, 1), Dios lo llamó al cargo de profeta, que ejerció
entre los desterrados durante 22 años- es decir- hasta el año 570 a. C.
A pesar de las calamidades del destierro, los cautivos no dejaban de
abrigar falsas esperanzas, creyendo que el cautiverio terminaría pronto y
que Dios no permitiría la destrucción de su
Templo y de la Ciudad Santa (véase Jer. 7, 4 y nota), hechos que ya habían sucedido.
Había, además, falsos profetas. Estos engañaban al pueblo
prometiéndole, en un futuro cercano, el retorno al país de sus padres.
Tanto mayor fue el desengaño de los infelices cuando llegó la noticia de
la caída de Jerusalén y la destrucción del Templo. No pocos perdieron
la fe y cayeron en la desesperación.
La labor del Profeta Ezequiel consistió, principalmente, en someter a
la amonestación y llamar al arrepentimiento, combatir la idolatría.
Predicó contra la corrupción moral y la práctica de malas costumbres. Y
proclamó contra ideas erróneas acerca del pronto tornaviaje a Jerusalén.
Para consolarlos pinta el Profeta, con los más vivos y bellos colores,
las esperanzas del tiempo mesiánico.
Divídese el libro en un Prólogo, que relata el llamamiento del
profeta (caps. 1-3), y tres partes principales. La primera (caps. 4-24)
comprende las profecías acerca de la ruina de Jerusalén; la segunda
(caps. 25-32), el castigo de los pueblos enemigos de Judá; la tercera
(caps. 33-48), la restauración.
"Es notable la última sección del profeta (40-48) en que nos describe
en forma verdaderamente geométrica la restauración de Israel después
del cautiverio: el Templo, la ciudad, sus arrabales y la tierra toda de
Palestina repartida por igual entre las doce tribus" (Nácar-Colunga).
Las profecías de Ezequiel descuellan por la riqueza de alegorías,
imágenes y acciones simbólicas de tal manera, que S. Jerónimo las llama
"mar de la palabra divina" y "laberinto de los secretos de Dios".
Interpretaciones doctrinarias del ministerio de Ezequiel
Ezequiel según la tradición del Salvador
Israel está en pie de guerra y el Señor ha puesto al profeta como centinela para dar la voz de alarma ante el peligro.
Ezequiel carga con la responsabilidad del pueblo entero. Ningún
profeta siente una necesidad tan imperiosa de entregarse al examen
detenido de ciertos problemas y de poner en claro todas sus
implicaciones; en una palabra, Ezequiel es no sólo profeta sino también
teólogo.
Es significativa la forma como Ezequiel recibe en el momento de su
vocación el mensaje que ha de transmitir: una mano le alarga el libro
con lo que debe predicar (2, 1-3, 15).
Impureza por el pecado y la santidad de Dios
Primera visión de Ezequiel.
Con su palabra y con su silencio, Ezequiel fue el advertidor de
Israel rebelde. Todo pueblo tiene en su historia un pecado continuo,
pero lo interesante es la idea que este profeta tiene del pecado. Pecado
es la ofensa a la santidad de Dios y la transgresión de un orden
sagrado, o de unas órdenes sagradas. Degollar a un inocente, es indigno
para Ezequiel, sobre todo por la profanación del templo que ello
ocasiona (Ez 23,39). Se explica así, la responsabilidad enorme que recae
sobre los sacerdotes, guardianes del templo (Ez 22,26). Para el hebreo
había lo puro y lo impuro y Yahvéh era quien definía la esfera de lo
santo a lo puro, lo impuro y profano (Ez 8, 6-17). El problema era saber
por dónde corría o cuál era la relación de Israel con su Dios. Porque
el Pueblo de Dios iba o debía ir siempre en marcha, y Yahvé con él
alumbrándole el camino.
No basta con señalar que lo que define la santidad en Israel es su
relación con Yahvé. Hay que tener en cuenta, la jerarquía de valores de
santidad y pureza, impureza y profanidad. De esta forma lo santo es el
valor absoluto. Y toda purificación esta al servicio de la
santificación. La pureza está en apartarse de lo impuro, porque
desagrada a Yahvéh y además hay que agradar a Dios en la santidad. Por
esto Ezequiel denuncia con vehemencia las impurezas y abominaciones de
Israel.
No se puede decir que Ezequiel sea un predicador moralizante, sino un
predicador de las costumbres buenas de los hombres ante Dios.
Para descubrir y denunciar el pecado, el profeta dispone de una serie
de criterios que le ofrece la tradición sacerdotal: los mandamientos de
la Ley. Así, los mandamientos eran dados y recibidos como señal visible
de pertenencia al pecado de Dios.
Como resultado de un examen de conciencia, tras reconocer lo impuro y
malo a los ojos de Yahvéh, el profeta debe predecir la destrucción a la
ciudad sanguinaria por estar contaminada (Ez 22, 3-4).
Ezequiel cumplía su oficio encomendado de profeta, que anuncia la
ruina del templo y de guardián del santuario donde mora la gloria de
Yahvéh. Entonces la gloria y la santidad de Yahvé, habitaban en medio de
su pueblo para procurarle la vida. Después de todo, el nombre de
Yahvéh, es un nombre de gracia y perdón.
Con el destierro como castigo, Dios pretende purificar, santificar y
renovar a Israel. La santidad al hombre mismo es en definitiva lo único
que hace honor al hombre de Dios, porque no obliga a éste a recurrir al
castigo.
Si miramos bien como refiere la interpetación arriba del libro del
Profeta Ezequiel que sus profecías fueran: destrución de lo que estaba
perjudicando el pueblo, destrucción de los enemigos y por último la
restauración del pueblo, Dios no hace nada en vano todo tiene un porque y
una respuesta, Dios no destruye nada y deja su pueblo a la pérdida, no.
El siempre restaura.
Comunidad y Persona
Al sentir Ezequiel el peso crítico de la comunidad desterrada por
Dios, responde al pueblo: “el que muera, será por su propia culpa...”(Ez
18,3-4). Es interesante el contraste de Ezequiel de lo individual a lo
comunitario. Por una parte trata de la responsabilidad y libertad
personales y por otra, emite juicios globales y de grandes secuencias
históricas.
En el espíritu hebreo parece coexistir dos esquemas de pensamiento; análogos a los siguientes enunciados:
• Justicia Electiva – Dios se escoge un pueblo, le da una ley y lo
bendice. Se castiga en forma pedagógica hacia el perdón. Este sistema
concierne al pueblo. • Justicia Retributiva – Se cuenta la observancia y
las transgresiones sin dejar de ser un don divino, es un programa
humano de acciones meritorias y satisfacción por los pecados, y su
juicio particular sobre unas y otras. Este sistema concierne al
individuo.
Se puede distinguir de lo anterior dos momentos así:
• Momento de lo comunitario (Israel Antiguo) Uno no se pierde ni se
salva sólo. Esta es la primera enseñanza de Israel. En este primer
período la salvación se materializa en recompensas terrenas y el pecado
se castiga con desastres temporales. Predomina la idea de la
solidaridad, idea que se va purificando a medida que el grupo étnico se
va haciendo más comunidad religiosa.
• Momento de la persona (Destierro y Restauración) Ezequiel los hizo a
todos solidarios porque vio a cada uno comulgando con la conducta
culpable de sus antepasados, lo mismo que con la de sus contemporáneos.
Pero el proverbio de los hijos que tienden a realizar lo mismo que sus
padres, es considerado por la nueva generación como algo de lo cual se
considera independiente de sus antepasados (Ez 18,2). Y a ella le da
razón Ezequiel cuando afirma que en la nueva era, cada uno va a estar
delante de Dios con lo que es, bueno o malo y no con lo que otros fueron
o con lo que fue él mismo (Ez 18, 4). Cuando se forma un Israel más
cualitativo y lo personal aflora en variadas manifestaciones.
Finalmente a Ezequiel se le ha llamado el “Padre del Judaísmo”, por
haber inspirado y orientado, con su visión sacerdotal de Israel futuro,
la resurrección posexílica y la existencia ulterior del pueblo judío. La
temática teológica del profeta anteriormente mencionada, justifica en
buena parte este apelativo.
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Ezequiel (profeta).
EL PROFETA EZEQUIEL
Ezequiel fue un sacerdote y profeta mayor hebreo exiliado a
Babilonia. Sus profecías avisaron de la destrucción inminente de
Jerusalén. También fue uno de los oráculos sobre la condenación de las naciones extranjeras y de la restauración de
Israel. Su nombre Ezequiel (hebreo:
Yejez·qé'l) significa
Dios Fortalece. Iniciamos diciendo que Ezequiel se caracteriza como un hombre teólogo entre los profetas.
Ezequiel,
hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a Babilonia
junto con el rey Jeconías de Judá (597 a. C.) e internado en Tel-Abib a
orillas del río Cobar. Cinco años después, a los treinta de su edad (cf.
1, 1), Dios lo llamó al cargo de profeta, que ejerció entre los
desterrados durante 22 años, es decir, hasta el año 570 a. C.
A
pesar de las calamidades del destierro, los cautivos no dejaban de
abrigar falsas esperanzas, creyendo que el cautiverio terminaría pronto y
que Dios no permitiría la destrucción de su Templo y de la Ciudad Santa
(véase Jer. 7, 4 y nota). Había, además, falsos profetas que engañaban
al pueblo prometiéndole en un futuro cercano el retorno al país de sus
padres. Tanto mayor fue el desengaño de los infelices cuando llegó la
noticia de la caída de Jerusalén. No pocos perdieron la fe y se
entregaron a la desesperación.
La
misión del Profeta Ezequiel consistió principalmente en combatir la
idolatría, la corrupción por las malas costumbres, y las ideas erróneas
acerca del pronto regreso a Jerusalén. Para consolarlos pinta el
Profeta, con los más vivos y bellos colores, las esperanzas de la salud
mesiánica.
Divídese
el libro en un Prólogo, que relata el llamamiento del profeta (caps.
1-3), y tres partes principales. La primera (caps. 4-24) comprende las
profecías acerca de la ruina de Jerusalén; la segunda (caps. 25-32), el
castigo de los pueblos enemigos de Judá; la tercera (caps. 33-48), la
restauración.
"Es
notable la última sección del profeta (40-48) en que nos describe en
forma verdaderamente geométrica la restauración de Israel después del
cautiverio: el Templo, la ciudad, sus arrabales y la tierra toda de
Palestina repartida por igual entre las doce tribus" (Nácar-Colunga).
Las
profecías de Ezequiel descuellan por la riqueza de alegorías, imágenes y
acciones simbólicas de tal manera, que S. Jerónimo las llama "mar de la
palabra divina" y "laberinto de los secretos de Dios".
srael está en pie de guerra y el Señor ha puesto al profeta como centinela para dar la voz de alarma ante el peligro.
Ezequiel
carga con la responsabilidad del pueblo entero. Ningún profeta siente
una necesidad tan imperiosa de entregarse al examen detenido de ciertos
problemas y de poner en claro todas sus implicaciones; en una palabra,
Ezequiel es no sólo profeta sino también teólogo.
Es
significativa la forma como Ezequiel recibe en el momento de su
vocación el mensaje que ha de transmitir: una mano le alarga el libro
con lo que debe predicar (2, 1-3, 15).
Con
su palabra y con su silencio, Ezequiel fue el acusador de Israel
rebelde. Todo pueblo tiene en su historia un pecado continuo, pero lo
interesante es la idea que este profeta tiene del pecado. Pecado es la
ofensa a la santidad de Dios y la transgresión de un orden sagrado, o de
unas órdenes sagradas. Degollar a un inocente, es indigno para
Ezequiel, sobre todo por la profanación del templo que ello ocasiona (Ez
23,39). Se explica así, la responsabilidad enorme que recae sobre los
sacerdotes, guardianes del templo (Ez 22,26). Para el hebreo había lo
puro y lo impuro y Yahvéh era quien definía la esfera de lo santo a lo
puro, lo impuro y profano (Ez 8, 6-17). El problema era saber por dónde
corría o cuál era la relación de Israel con su Dios. Porque el Pueblo de
Dios iba o debía ir siempre en marcha, y Yahvéh con él alumbrándole el
camino.
No
basta con señalar que lo que define la santidad en Israel es su
relación con Yahvéh. Hay que tener en cuenta, la jerarquía de valores de
santidad y pureza, impureza y profanidad. De esta forma lo santo es el
valor absoluto. Y toda purificación esta al servicio de la
santificación. La pureza está en apartarse de lo impuro, porque
desagrada a Yahvéh y además hay que agradar a Dios en la santidad. Por
esto Ezequiel denuncia con vehemencia las impurezas y abominaciones de
Israel.
No
se puede decir que Ezequiel sea un predicador moralizante, sino un
predicador de las costumbres buenas de los hombres ante Dios.
Para
descubrir y denunciar el pecado, el profeta dispone de una serie de
criterios que le ofrece la tradición sacerdotal: los mandamientos de la
Ley. Así, los mandamientos eran dados y recibidos como señal visible de
pertenencia al pecado de Dios.
Como
resultado de un examen de conciencia, tras reconocer lo impuro y malo a
los ojos de Yahvéh, el profeta debe conminar las destrucción a la
ciudad sanguinaria por estar contaminada (Ez 22, 3-4).
Ezequiel
cumplía así su doble oficio de profeta acusador, que anuncia la ruina
del templo y de guardián del santuario donde mora la gloria de Yahvéh.
Entonces la gloria y la santidad de Yahvéh, habitaban en medio de su
pueblo para procurarle la vida. Después de todo, el nombre de Yahvéh, es
un nombre de gracia y perdón.
Con
el destierro como castigo, Dios pretende purificar, santificar y
renovar a Israel. La santidad al hombre mismo es en definitiva lo único
que hace honor al hombre de Dios, porque no obliga a éste a recurrir al
castigo.
Toda la
historia de pecados de Israel ha sido larga. Al sentir Ezequiel el peso
crítico de la comunidad desterrada y ajusticiada por Dios, responde al
pueblo: “el que muera, será por su propia culpa...”(Ez 18,3-4). Es
interesante el contraste de Ezequiel de lo individual a lo comunitario.
Por una parte trata de la responsabilidad y libertad personales y por
otra, emite juicios globales y de grandes secuencias históricas.
En el espíritu hebreo parece coexistir dos esquemas de pensamiento; análogos a los siguientes enunciados:
•
Justicia Electiva – Dios se escoge un pueblo, le da una ley y lo
bendice. Se castiga en forma pedagógica hacia el perdón. Este sistema
concierne al pueblo. • Justicia Retributiva – Se cuenta la observancia y
las transgresiones sin dejar de ser un don divino, es un programa
humano de acciones meritorias y satisfacción por los pecados, y su
juicio particular sobre unas y otras. Este sistema concierne al
individuo.
Se puede distinguir de lo anterior dos momentos así:
•
Momento de lo comunitario (Israel Antiguo) Uno no se pierde ni se salva
sólo. Esta es la primera enseñanza de Israel. En este primer período la
salvación se materializa en recompensas terrenas y el pecado se castiga
con desastres temporales. Predomina la idea de la solidaridad, idea que
se va purificando a medida que el grupo étnico se va haciendo más
comunidad religiosa.
•
Momento de la persona (Destierro y Restauración) Ezequiel los hizo a
todos solidarios porque vio a cada uno comulgando con la conducta
culpable de sus antepasados, lo mismo que con la de sus contemporáneos.
Pero el proverbio de los hijos que tienden a realizar lo mismo que sus
padres, es considerado por la nueva generación como algo de lo cual se
considera independiente de sus antepasados (Ez 18,2). Y a ella le da
razón Ezequiel cuando afirma que en la nueva era, cada uno va a estar
delante de Dios con lo que es, bueno o malo y no con lo que otros fueron
o con lo que fue él mismo (Ez 18, 4). Cuando se forma un Israel más
cualitativo y lo personal aflora en variadas manifestaciones.
Finalmente
a Ezequiel se le ha llamado el “Padre del Judaísmo”, por haber
inspirado y orientado, con su visión sacerdotal de Israel futuro, la
resurrección posexílica y la existencia ulterior del pueblo judío. La
temática teológica del profeta anteriormente mencionada, justifica en
buena parte este apelativo.
LAS VISIONES DE EZEQUIEL (BIBLIA)
Introducción
1:1
El año treinta, el día quinto del cuarto mes, mientras me
encontraba en medio de los deportados, a orillas del río Quebar,
se abrió el cielo y tuve visiones divinas.
1:2 El día cinco del mes —era el año quinto de la deportación del rey Joaquín—
1:3
la palabra del Señor llegó a Ezequiel, hijo del sacerdote Buzí,
en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar. Allí la mano
del Señor descendió sobre él.
LA VISIÓN INAUGURAL Y LA VOCACIÓN DEL PROFETA
Visión del carro divino
1:4
Yo miré, y vi un viento huracanado que venía del norte, y una
gran nube con un fuego fulgurante y un resplandor en torno de
ella; y de adentro, de en medio del fuego, salía una claridad
como de electro.
1:5 En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes, que por su aspecto parecían hombres.
1:6 Cada uno tenía cuatro rostros y cuatro alas.
1:7 Sus piernas eran rectas; sus pies, como pezuñas de ternero, y resplandecían con el fulgor del bronce bruñido.
1:8
Por debajo de sus alas, aparecían unas manos de hombre, sobre
los cuatro costados; los cuatro seres tenían rostros y alas.
1:9 Sus alas se tocaban una a la otra, y ellos no se volvían cuando avanzaban: cada uno iba derecho hacia adelante.
1:10
En cuanto a la forma de sus rostros, los cuatro tenían un rostro
de hombre, un rostro de león a la derecha, un rostro de toro a
la izquierda, y un rostro de águila.
1:11
Sus alas estaban extendidas hacia lo alto: cada uno tenía dos
alas que se tocaban entre sí y otras dos que les cubrían el
cuerpo.
1:12 Ellos avanzaban de frente: iban adonde los impulsaba el espíritu, y no se volvían al avanzar.
1:13 Entre los seres vivientes había un fuego como de brasas incandescentes, como de antorchas, que se agitaba en medio de ellos; el fuego resplandecía, y de él salían rayos.
1:14 Los seres vivientes iban y venían, y parecían relámpagos.
1:15 Yo miré a los seres vivientes, y vi que en el suelo, al lado de cada uno de ellos, había una rueda.
1:16
El aspecto de las ruedas era brillante como el topacio y las
cuatro tenían la misma forma. En cuanto a su estructura, era como
si una rueda estuviera metida dentro de otra.
1:17 Cuando avanzaban, podían ir en las cuatro direcciones, y no se volvían al avanzar.
1:18 Las cuatro ruedas tenían llantas, y yo vi que las llantas estaban llenas de ojos, en todo su alrededor.
1:19
Cuando los seres vivientes avanzaban, también avanzaban las
ruedas al lado de ellos, y cuando los seres vivientes se elevaban
por encima del suelo, también se elevaban las ruedas.
1:20
Ellos iban adonde los impulsaba el espíritu, y las ruedas se
elevaban al mismo tiempo, porque el espíritu de los seres
vivientes estaba en las ruedas.
1:21
Cuando ellos avanzaban, avanzaban las ruedas, y cuando ellos se
detenían, se detenían las ruedas; y cuando ellos se elevaban por
encima del suelo, las ruedas se elevaban al mismo tiempo, porque
el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
1:22 Sobre las cabezas de los seres vivientes, había una especie de plataforma reluciente como el cristal, que infundía temor y se extendía por encima de sus cabezas.
1:23
Ellos estaban debajo de la plataforma con las alas erguidas,
tocándose una a la otra, mientras las otras dos les cubrían el
cuerpo.
1:24 Yo oí el ruido de sus alas cuando ellos avanzaban: era como el ruido de aguas torrenciales, como
la voz del Todopoderoso, como el estruendo de una multitud o de un
ejército acampado. Al detenerse, replegaban sus alas.
1:25 Y se produjo un estruendo sobre la plataforma que estaba sobre sus cabezas.
1:26
Encima de la plataforma que estaba sobre sus cabezas, había algo
así como una piedra de zafiro, con figura de trono; y encima de
esa especie de trono, en lo más alto, una figura con aspecto de
hombre.
1:27
Entonces vi un fulgor como de electro, algo así como un fuego
que lo rodeaba desde lo que parecía ser su cintura para abajo; vi
algo así como un fuego y una claridad alrededor de él:
1:28
como el aspecto del arco que aparece en las nubes los días de
lluvia, así era la claridad que lo rodeaba. Este era el aspecto,
la semejanza de la gloria del Señor. Al verla, caí con el rostro en tierra y oí una voz que hablaba.
Visión del libro
2:1 Esa voz me dijo: Levántate, hijo de hombre, porque voy a hablarte.
2:2 Cuando me habló, un espíritu entró en mí y me hizo permanecer de pie, y yo escuché al que me hablaba.
2:3
Él me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a un
pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mí; ellos y sus
padres se han sublevado contra mí hasta el día de hoy.
2:4
Son hombres obstinados y de corazón endurecido aquellos a los
que yo te envío, para que les digas: "Así habla el Señor".
2:5
Y sea que escuchen o se nieguen a hacerlo —porque son un pueblo
rebelde— sabrán que hay un profeta en medio de ellos.
2:6
En cuanto a ti, hijo de hombre, no les temas ni tengas miedo de
lo que digan, porque estás entre cardos y espinas, y sentado
sobre escorpiones; no tengas miedo de lo que digan ni te
acobardes delante de ellos, porque son un pueblo rebelde.
2:7 Tú les comunicarás mis palabras, sea que escuchen o se nieguen a hacerlo, porque son un pueblo rebelde.
2:8
Y tú, hijo de hombre, escucha lo que te voy a decir; no seas
rebelde como ese pueblo rebelde: abre tu boca y come lo que te
daré.
2:9 Yo miré y vi una mano extendida hacia mí, y en ella había un libro enrollado.
2:10 Lo desplegó delante de mí, y estaba escrito de los dos lados; en él había cantos fúnebres, gemidos y lamentos.
3:1 Él me dijo: Hijo de hombre, come lo que tienes delante: come este rollo, y ve a hablar a los israelitas.
3:2 Yo abrí mi boca y él me hizo comer ese rollo.
3:3
Después me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus
entrañas con este libro que yo te doy. Yo lo comí y era en mi
boca dulce como la miel.
3:4 Él me dijo: Hijo de hombre, dirígete a los israelitas y comunícales mis palabras.
3:5 Porque no se te envía a un pueblo que habla una lengua oscura y difícil, sino al pueblo de Israel.
3:6
Si yo te enviara a pueblos numerosos que hablan una lengua
oscura y difícil, cuyas palabras no entiendes, ellos te
escucharían.
3:7
Pero el pueblo de Israel no querrá escucharte, porque no quieren
escucharme a mí, ya que todos los israelitas tienen la frente
dura y el corazón endurecido.
3:8 Por eso yo haré tu rostro duro como el de ellos y tu frente dura como la de ellos:
3:9
haré tu frente como el diamante, que es más duro que la roca. No
les tengas miedo ni te acobardes delante de ellos, porque son un
pueblo rebelde.
El profeta entre los deportados
3:10 Él me dijo: Hijo de hombre, recibe en tu corazón y escucha atentamente todas las palabras que yo te diré;
3:11
después, dirígete a tus compatriotas que están en el exilio y
háblales. Sea que te escuchen o que se nieguen a hacerlo, les
dirás: "Así habla el Señor".
3:12
Entonces un espíritu me arrebató y oí detrás de mí el estruendo
de un gran tumulto, cuando la gloria del Señor se levantó de su
sitio;
3:13
oí el ruido que hacían las alas de los seres vivientes al
juntarse una con la otra, el ruido de las ruedas al lado de ellos
y el estruendo de un gran tumulto.
3:14
El espíritu me arrebató y me llevó, y yo fui, amargado y lleno
de furor, mientras la mano del Señor pesaba fuertemente sobre mí.
3:15
Así llegué a Tel Aviv, junto a los deportados, que habitaban a
orillas del río Quebar; y allí permanecí siete días como aturdido
en medio de ellos.
3:16 Al cabo de siete días, la palabra del Señor me llegó en estos términos:
3:17
Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de
Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, tú les advertirás
de parte mía.
3:18
Cuando yo diga al malvado: "Vas a morir", si tú no se lo
adviertes, si no hablas para advertir al malvado que abandone su
mala conducta, y de esa manera salve su vida, el malvado morirá
por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
3:19
Si tú, en cambio, adviertes al malvado y él no se convierte de
su maldad y de su mala conducta, él morirá por su culpa, pero tú
habrás salvado tu vida.
3:20
Y cuando el justo se aparte de su justicia para hacer el mal, yo
lo haré tropezar, y él morirá porque tú no se lo has advertido:
morirá por su propio pecado y no le serán tenidas en cuenta sus
obras de justicia, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
3:21
Si tú, en cambio, adviertes al justo para que no peque y el
justo no peca, él vivirá porque ha sido advertido, y tú habrás
salvado tu vida.
LA PREDICACIÓN DE EZEQUIEL ANTES DE LA CAÍDA DE JERUSALÉN
El profeta atado y reducido a silencio
3:22 La mano del Señor descendió sobre mí y él me dijo: Levántate, sal al valle y allí te hablaré.
3:23
Yo me levanté y salí al valle: la gloria del Señor estaba allí
como la gloria que había visto junto al río Quebar, y caí con el
rostro en tierra.
3:24
Entonces un espíritu entró en mí y me hizo permanecer de pie. Él
me habló y me dijo: Ve a encerrarte dentro de tu casa.
3:25
En cuanto a ti, hijo de hombre, pondrán sogas sobre ti y te
atarán con ellas, para que no puedas presentarte en medio de
ellos.
3:26
Yo haré que se te pegue la lengua al paladar y quedarás mudo:
así dejarás de reprenderlos, porque son un pueblo rebelde.
3:27
Pero cuando yo te hable, abriré tu boca y les dirás: "Así habla
el Señor: el que quiera escuchar que escuche, y el que no quiera
escuchar que no escuche", porque son un pueblo rebelde.
Anuncio simbólico del sitio de Jerusalén
4:1 Hijo de hombre, toma un ladrillo, colócalo delante de ti y graba sobre él la ciudad de Jerusalén.
4:2
Luego la sitiarás: levantarás contra ella torres de asedio,
harás terraplenes, instalarás campamentos y emplazarás a su
alrededor máquinas de guerra.
4:3
Toma en seguida una sartén de hierro y colócala como muro de
hierro entre ti y la ciudad. Mírala fijamente: ella quedará
sitiada y tú serás el que la asedia. Esto es una señal para los
israelitas.
4:4
Acuéstate sobre el lado izquierdo, y yo pondré sobre ti las
culpas de los israelitas: tú cargarás con sus culpas durante todo
el tiempo que estés acostado sobre ese lado.
4:5
Yo te he fijado un número de días equivalente a los años de su
iniquidad: por eso, durante trescientos noventa días cargarás con
las culpas del pueblo de Israel.
4:6
Al cabo de estos días, te acostarás por segunda vez, sobre el
lado derecho, y cargarás con las culpas del pueblo de Judá
durante cuarenta días: yo te he fijado un día por cada año.
4:7 Después dirigirás tu rostro y tu brazo desnudo hacia el asedio de Jerusalén y profetizarás contra ella.
4:8
Yo te ato con sogas, para que no puedas darte vuelta de un lado a
otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.
4:9
Toma también trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y espelta:
échalos en un recipiente y prepárate con eso la comida. Tú
comerás de ese pan durante todo el tiempo que estés acostado de
un lado, o sea, durante ciento noventa días.
4:10 Cada día pesarás una ración de veinte siclos, y la comerás a una hora determinada.
4:11 También beberás el agua medida —la sexta parte de un hin— y la beberás a una hora determinada.
4:12
Prepararás este alimento en forma de galleta de cebada y lo
cocerás sobre excrementos humanos, a la vista del pueblo.
4:13
Y tú dirás: "Así habla el Señor, el Dios de Israel: Así de
impuro será el pan que comerán los israelitas, entre las naciones
adonde yo los arrojaré".
4:14
Entonces exclamé: ¡Señor, yo nunca he incurrido en impureza!
Desde mi infancia hasta el presente, jamás he comido un animal
encontrado muerto o despedazado, ni ha entrado carne impura en mi
boca.
4:15
Él me respondió: "Está bien, te permito que en lugar de
excrementos humanos uses bosta de vaca para hacer tu pan".
4:16
Luego añadió: "Hijo de hombre, yo acabaré con las reservas de
pan que hay en Jerusalén: comerán angustiosamente el pan
racionado y beberán ansiosamente el agua medida.
4:17 De esta manera, al faltar el pan y el agua, todos desfallecerán y se pudrirán a causa de sus culpas".
El simbolismo del pelo dividido en tres partes
5:1
Hijo de hombre, toma una espada afilada, úsala como navaja de
afeitar y pásala por tu cabeza y por tu barba; después toma una
balanza y divide en partes el pelo que hayas cortado.
5:2
Una tercera parte, la quemarás en medio de la ciudad, cuando se
cumplan los días del asedio; la otra tercera parte, la cortarás
con la espada, alrededor de toda la ciudad; y la tercera parte
restante, la esparcirás al viento —y yo desenvainaré la espada
detrás de ellos—.
5:3 De esta última parte, tomarás una pequeña cantidad y la recogerás en tu manto.
5:4
Y de allí mismo, recogerás unos pocos cabellos, los arrojarás al
fuego y los quemarás. De allí saldrá fuego sobre todo Israel.
5:5
Así habla el Señor: Esta es la ciudad de Jerusalén. Yo la había
puesto en medio de las naciones, con otros países a su alrededor.
5:6
Pero ella se rebeló contra mis leyes con una maldad mayor que la
de las naciones, y contra mis preceptos, más que los países que
la rodean. Sí, han despreciado mis leyes y no han seguido mis
preceptos.
5:7
Por eso, así habla el Señor: Porque ustedes han sido más
rebeldes que las naciones que los rodean y no han seguido mis
preceptos, porque no han practicado mis leyes y ni siquiera han
procedido según las costumbres de las naciones que los rodean,
5:8 por eso, así habla el Señor: Yo también me pongo contra ti y haré justicia a la vista de todas las naciones:
5:9 haré contigo lo que nunca hice ni haré jamás, a causa de todas tus abominaciones.
5:10 Por eso, los padres comerán a sus hijos,
y los hijos comerán a sus padres; te infligiré justos castigos
y dispersaré a todos los vientos todo lo que reste de ti.
5:11
Por eso, juro por mi vida —oráculo del Señor—: por haber
contaminado mi Santuario con todos tus horrores y todas tus
abominaciones, también yo te arrasaré, sin una mirada de piedad y
sin compadecerme.
5:12
Una tercera parte de tu pueblo morirá por la peste y perecerá de
hambre en medio de ti; la otra tercera parte caerá al filo de la
espada en tus alrededores; y a la tercera parte restante, la
dispersaré a todos los vientos y desenvainaré la espada detrás de
ellos.
5:13
Desahogaré mi ira, saciaré mi furor contra ellos y me vengaré; y
cuando haya desahogado mi furor contra ellos, sabrán que yo, el
Señor, he hablado llevado por mis celos.
5:14 Te convertiré en ruinas y en oprobio entre las naciones que te rodean, a los ojos de todos los que pasen.
5:15
Serás oprobio y objeto de ultraje, escarmiento y motivo de
horror para las naciones que te rodean, cuando yo te inflija
justos castigos con ira, con indignación y con violentos
reproches. Yo, el Señor, he hablado.
5:16
Y cuando arroje contra ustedes las flechas siniestras del
hambre, las flechas exterminadoras que enviaré para destruirlos,
yo les haré pasar hambre y acabaré con las reservas de pan.
5:17
Enviaré contra ustedes el hambre y las bestias feroces, y ellas
te privarán de tus hijos; pasarán por ti la peste y la sangre, y
haré venir la espada contra ti. Yo, el Señor, he hablado.
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LAS VISIONES DE EZEQUIEL
EZEQUIEL 47
- LA BIBLIA ENSEÑA DE PROFETAS MAYORES Y MENORES. TRES MAYORES: ISAIAS, JEREMIAS Y EZEQUIEL.
- ISAIAS: PROFETA DEL HIJO. (IS 53).
- JEREMIAS:
PROFETA DEL PADRE. NOS ENSEÑA LA RELACION QUE TUVO CON JEHOVA, PORQUE
NO TENIA UN MENSAJE LO MANDARON A CASA DEL ALFARERO.
- EZEQUIEL: PROFETA DEL ESPIRITU SANTO. LA COMUNION CON EL ESPIRITU. FUE UN HOMBRE DE EXPERIENCIAS SOBRENATURALES.
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PRIMERA VISION.
LA DE LOS SERES VIVIENTES. CUATRO EVANGELIOS. CUATRO MANIFESTACIONES DEL HIJO.
- MATEO - REY
- MARCOS - SIERVO
- LUCAS - HOMBRE
- JUAN - DIOS.
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SEGUNDA VISION.
ABOMINACION QUE SE HACIA EN EL TEMPLO.
EZEQ 8
- OFRENDAS
VEGETALES ENCENDIDAS, SE QUEMABAN Y EL HUMO ERA ASPIRADO POR LOS
SACERDOTES (SE DROGABAN). YA NO OFRECIAN OFRENDAS ANIMALES. PERO SOLO
OFRECIAN OFRENDAS DE PAZ DIZQUE PARA DIOS, PERO NO ERA ASI.
- PORQUE ELLOS ERAN LOS QUE INHALABAN LA OFRENDA, NO DIOS.
- CUANDO ESTABAN MAREADOS ABRIAN LAS VENTANAS Y ADORABANA AL SOL, A LA LUNA, A LAS ESTRELLAS.
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TERCERA VISION.
LA MATANZA DE LOS INOCENTES.
- DIOS
LE ENSEÑA A PONER GUARDAS A EZEQUIEL. LA IGLESIA ES CENTINELA, TENEMOS
LA RESPONSABILIDAD DE NUESTRA FAMILIA. SI SE MUERE UNO DE NUESTRA
FAMILIA SIN HABER OIDO, ESA SANGRE CLAMARA VENGANZA.
- NOE SE LLEVO 120 AÑOS ANUNCIANDO EL DILUVIO, SIN RADIO, NI PRENSA, NI TV Y LOGRO QUE TRES GENERACIONES OYERAN DEL DILUVIO. EL TERMINO SU CARRERA CON GOZO.
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CUARTA VISION.
LA VISION DE LA GLORIA DEL SEÑOR.
- TRES GLORIOSAS MANIFESTACIONES.
- EZEQUIEL VEIA LA GLORIA DE DIOS MOVIENDOSE . Jn 17. LA GLORIA QUE ME DISTE, LES HE DADO. LA GLORIA QUE ME DISTE, LES HES DADO .
- LA
GLORIA DE LA QUE JESUS HABLA ES LA QUE HACE QUE EL Y SU PADRE SEAN UNO.
¿QUÉ ES MAS GRANDE VER LA GLORIA DEL PADRE, O AL PADRE?
- MOISES PASO VIENDO CARA A CARA A JEHOVA PERO EL PIDIO: "QUIERO VER TU GLORIA".
- JUAN 14:17-18
- AL
ESPIRITU LO CONOCEMOS. ESO FUE LO QUE EZEQUIEL VIO, EL ESPIRITU SANTO.
MOVIENDOSE DE UN LADO PARA OTRO, TOCABA UN LADO, LUEGO OTRO Y ASI…
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QUINTA VISION.
EL VALLE DE LOS HUESOS SECOS.
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SEXTA VISION.
LA VISION DEL TEMPLO FUTURO.
- LA
MANIFESTACION GLORIOSA DE LA IGLESIA. LA IGLESIA ES EL TEMPLO DEL
ESPIRITU SANTO Y ESTARA SIENDO ATAVIADA POR EL MISMO. PARA QUE TODO SEA
GLORIOSO. (RUT).
EZEQUIEL 47:1-12
- LA PALABRA VIVA EN TRES DIMENSIONES. VS 1-2.
- LA
PALABRA TIENE MLES DE PROMESAS. UNA DE ELLAS ES: POR SU LLAGA FUIMOS
CURADOS. ESTO ES LOGOS, PERO LA FE HACE QUE LOGOS SE CONVIERTA EN RHEMA,
HACE QUE ESA PALABRA ESTE VIVA HOY.
- LA
IGLESIA DEBE DE VIVIR POR RHEMA, NO POR LO ESCRITO SI SOLO VIVIESEMOS
POR LO ESCRITO, ENTONCES PONGAMOSLE UNA VELADORA A LA BIBLIA, DURMAMOS
CON LA BIBLIA ABIERTA EN EL SALMO 91, PERO EL RHEMA ES LO QUE HACE QUE
EL SALMO 23 ESTE VIVO, COMO LO ESTUVO PARA DAVID CUANDO LO ESCRIBIO. ESE
ES EL ESPIRITU DE LA PALABRA, CUANDO DESCUBRIMOS LO QUE SINTIO Y VIVIO
EL QUE LO ESCRIBIO.
JUAN 1:1
- TRES MANIFESTACIONES DEL VERBO. VERBO=ACCION.
- LA PALABRA NO FUE DADA SOLO PARA QUE ESTE ESCRITA, SINO PARA ACTUAR. SI LA BIBLIA DICE: SANARAN LOS ENFERMOS, HAY QUE PROBARLO.
- CUANDO
SE TRABARON EN COMBATE EL REINO DE LAS TINIEBLAS Y EL REINO DE LA LUZ,
LOS DOS USARON LA PALABRA PERO SATANAS USO EL LOGOS Y JESUS USO EL
RHEMA.
- TODOS LOS QUE AMAMOS LA PALABRA, DEBEMOS DE SER COMO EL SALMO 1, ÁRBOLES PLANTADOS JUNTO A CORRIENTES DE AGUAS, COMO EN EZ 47.
TRES MANIFESTACIONES EN EZ 47:1
1.- LAS AGUAS BROTABAN. PALABRA INSPIRADA. VERSICULOS QUE VAN Y SALTAN.
- SI EL ESPIRITU TOMA LA PALABRA ES ESPADA DE DOS FILOS.
- SI EL PADRE TOMA LA PALABRA ES MARTILLO .
- SI EL HIJO TOMA LA PALABRA ES TROMPETA.
- DEBEMOS DE SABER QUIEN VA A DAR LA PALABRA..
- TENEMOS QUE IR AL PULPITO CON EL REHMA.
2.- LAS AGUAS DESCENDIAN. PALABRA REVELADA.
3.-
VS 2. LAS AGUAS FLUIAN. PALABRA VIVA EN NUESTRA BOCA. EL HABLARA POR
NOSOTROS, AÑOS Y NO FLUYE LA PALABRA DE DIOS, NO ES NORMAL.
MOISES: MI PROBLEMA ES QUE NO SE HABLAR, PERO SOLO SE LOGRA EJERCITANDOSE.
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