Querida Madre María,
Tras Tu acogida en el cielo Dios ha hecho de Ti nuestra Reina, que gobierna sobre cada uno de nosotros como tesorera y repartidora de gracias.
Mi Reina celestial, yo te suplico, instituye en mí a partir de hoy Tu eterno reino de amor.
Que mi corazón sea la sala del trono de Tu palacio, un lugar desde donde Tú gobiernes sobre todo mi ser.
Que mi fe y mi confianza en Ti , sea también ante mis semejantes la expresión de tu regio poder.
Que mi afán de santidad sea como la defensa fronteriza que protege a Tu reino de los ataques de Tus y de mis grandes enemigos.
Dígnate recibir mi alma como un humilde regalo del paupérrimo esclavo de Tu amor, que solamente vive para glorificarte a Ti y a Dios, para trabajar para Ti, para defender Tu honor, y para fundar y engrandecer Tu reino de amor en la tierra.
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