miércoles, 4 de abril de 2012

Embellece tu Cuaresma con el amor






“Qué espléndido es el ayuno
que se adorna con el amor
Parte generoso tu pan con quien tiene hambre
Si no, el tuyo no es ayuno sino ahorro”

Con este canto de las Vísperas del martes de Cuaresma, la liturgia maronita, embebida de la teología de los padres siríacos, vincula estrechamente el ayuno y la Cuaresma con la caridad. En un tiempo en el que el ayuno para muchos es de hecho una forma de dieta, la Iglesia que enseña a través de la liturgia recuerda que el ayuno cristiano es mucho más que la abstención de alimentos.

El apóstol Pablo no tiene dudas sobre el hecho de que la caridad sea la corona de las virtudes cristianas, y un ayuno no embellecido por el esplendor de la caridad es vano. Y el apóstol Juan aclara que la piedra de toque de la verdadera caridad es la practicidad y la concreción, por eso exhorta: “Hijitos, no amemos de palabras ni con la lengua, sino con obras y en la verdad” (1 Gv 3,18).

La pobreza tiene diversos rostros, y la madre Teresa, que estaba tan familiarizada con la pobreza y el hambre material, afirmó un día que en el mundo occidental –donde la gente parece más rica- hay un hambre mayor y una pobreza más grave de la que se encuentra en las callejuelas de Calcuta: es la pobreza espiritual, la falta de sentido y la indigencia de quien ha renunciado a su Señor, fuente, sentido y fin de nuestra existencia.

Nosotros, en la redacción de ZENIT, tratamos de hacer lo que nos corresponde, disponiéndonos a esta caridad, definida por Juan Pablo II la “diaconía de la verdad” (Fides et Ratio, 2).

Por ejemplo, la edición árabe de ZENIT ofrece un servicio único en el mundo, tratando de llevar la palabra de Cristo, y de la Iglesia, con el intento de hacer resonar también en la lengua árabe la Buena Noticia que se dirige fresca y vivificante también al hombre de hoy.

Transmitimos así mismo la palabra de los hermanos cristianos de las otras denominaciones y de quien entre los hermanos musulmanes cree que las religiones, a pesar de sus diferencias, tienen una “palabra común” que decirse sobre el amor de Dios y del prójimo.

Nuestra actuación no es un simple trabajo; es una misión de servicio que surge de nuestra fe cristiana y de nuestro amor por el hombre, por todo el hombre y por todos los hombres.

Estimada lectora, estimado lector, usted puede participar con nosotros en extender una mano de ayuda a quien tiene sed de la palabra de Cristo, para ofrecer aquél vaso de agua fresca del que habla Jesús a uno de los pequeños.

Estamos convencidos de que nuestra época refleja de modo especial la profecía del profeta Amós: “He aquí que vendrán días –dice el Señor Dios- en los que mandaré el hambre al país, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de escuchar la palabra del Señor” (Am 8,11).

Vivimos esta Cuaresma de don para experimentar juntos la alegría doble que el canto litúrgico promete:

“A quien necesita da lo que te sobra
Y experimentarás la fecundidad de la Cuaresma
Canta el ayuno con dos bocas: ¡Una boca que ayuna!
¿Y otra que goza gracias a tu don!”

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