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Herculano de Perugia, Santo |
Cuando los godos tomaron la ciudad de
Perugia, después de siete años de sitio, el rey Totila
condenó al obispo Herculano a una muerte terrible, ya que
los verdugos debían arrancarle tiras de piel desde la cabeza
hasta los pies antes de decapitarle.
El encargado de ejecutar la
tortura fue suficientemente humano para cortarle la cabeza antes de
haberle arrancado toda la piel. Era el año 547
de nuestra era.
El cuerpo del mártir fue arrojado en las
afueras de la ciudad. Los cristianos se apresuraron a sepultar
el cadáver junto con la cabeza.
San Gregorio el Grande afirma
que, cuando lo desenterraron para trasladarlo a la iglesia de
San Pedro, cuarenta días después, la cabeza estaba unida al
tronco como si nunca hubiese sido cortada.
Sobre el santo que
nos ocupa, se tiene el dato cierto de que un
joven que buscó refugio en Perugia, cuando todos tomaron Tifernum
(Cita di Castello), recibió allí la ordenación sacerdotal de manos
de San Herculano. Posteriormente, aquel sacerdote fue el obispo de
Tifernum y fue canonizado como San Florindo, a quien se
conmemora el 13 de este mes.
Los habitantes de Perugia veneran
también a otro San Herculano obispo de dicha ciudad. Según
se dice, era un sirio que había ido a Roma,
de donde fue enviado a evangelizar Perugia. Ahí murió martirizado.
Probablemente los dos Herculanos se identifican.
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