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Gracia (Graciano) de Cáttaro, Beato |
El beato Gracia vino a la luz en
Mula (Muo), Montenegro, una pequeña aldea en la pintoresca bahía
de Cáttaro, en las costas dálmatas, a muy poca distancia
de la capital, hoy Kotor, el centro más importante del
golfo y de la diócesis. En el año 1423 Cáttaro
se sometió espontáneamente al gobierno de Venecia, si bien manteniendo
con orgullo una relativa independencia, ya que se reservaba el
derecho de hacer sus propias leyes y elegir sus magistrados.
Como consecuencia de esta vinculación con la Serenísima, pronto se
convirtió en un puerto vivaz y rico, poblado de numerosos
comerciantes, marineros y pescadores. Inició así el período de esplendor
que aún en la actualidad se manifiesta en su arquitectura
de claro sabor veneciano.
Gracia era un hombre de
mar y como tal permaneció hasta la edad de treinta
años. En uno de sus viajes entró en una iglesia
de Venecia, donde le conmovió tanto el sermón pronunciado por
el agustino Simón da Camerino, que decidió entrar en su
misma Orden. Fue aceptado como hermano no clérigo en el
convento de Monte Ortone, cercano a la ciudad de Padua.
Este convento era la cuna de una de las nuevas
congregaciones de la Orden formadas en Italia, distinguiéndose junto a
las demás por su particular celo en el campo disciplinar.
En 1433 fue aceptado por el Prior general Gerardo de
Rímini, que de momento lo incorporó a la provincia de
las Marcas de Treviso, con la condición de no recibir
más que hermanos firmemente decididos a mantener con fidelidad los
ideales propios de la reforma.
El hermano Gracia, que
trabajaba en el jardín, no tardó en ganarse la estima
y el reconocimiento de la comunidad entera. Al incorporarse dos
conventos más al movimiento de Monte Ortone, éste quedó oficialmente
eregido en Congregación. Entre 1472 y 1474 es Simón de
Camerino quien aparece como Vicario en los registros generales. Unos
años más tarde Gracia fue trasladado a San Cristobal de
Venecia, y en esta ciudad murió el 8 de noviembre
de 1508.
Fuera de las pocos datos hasta aquí
referidos y del culto que se le siguió tributando tanto
en la Orden como en su tierra de origen, no
conocemos otras noticias de Gracia. Las biografías en lengua italiana
del Lazzerini (1643) y la latina de Eliseo de Jesús
y María (1677) carecen de fundamentos bien documentados. No obstante,
los reiterados relatos acerca de su austeridad de vida y
de la fuerza prodigiosa de su intercesión resultan testimonios válidos
de una auténtica fama de santidad.
La continuidad de su culto
fue reconocida por León XIII en 1889. Desde 1810 los
restos mortales del beato Gracia descansan en la iglesia de
Mula.
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