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Adeodato, Santo |
El Papa Adeodato I, o Deusdedit, fue pontífice en un
momento en que se empezaba a sentir cada vez más
claro y fuerte el sentimiento de intolerancia y de independencia
hacia el poder bizantino.
Hubo levantamientos en Rávena, en Nápoles y
en la misma Roma. Los territorios gobernados por los Lombardos.
por lo contrario, gozaban de cierta tranquilidad.
Pocas son las noticias
históricas: hijo del subdiácono romano Esteban, fue durante cuarenta años
sacerdote en Roma antes de suceder en la cátedra pontificia
al Papa Bonifacio IV el 19 de octubre del 615.
Murió
en noviembre del 618, amado y llorado por los romanos,
que pudieron apreciar el buen corazón durante las grandes calamidades
que atormentaron a Roma durante los tres años de su
pontificado: el terremoto, que dio el golpe de gracia a
los marmóreos edificios del Foro, ya desbastados por las continuas
invasiones de los bárbaros, y una terrible epidemia llamada elefancía.
Fue el primer Papa que estableció con testamento donaciones para
distribuir al pueblo con ocasión de los funerales del sumo
pontífice. En Roma el Papa no sólo era el obispo
y el pastor espiritual, sino también el guía civil, el
juez, el supremo magistrado, el que garantizaba el orden. A
la muerte de todo pontífice los romanos se sentían sin
protección, expuestos a las invasiones de los bárbaros nórdicos o
a las venganzas del imperio de Oriente. La teoría medieval
de los "dos soles", el Papa y el emperador, que
deberían gobernar unidos al mundo cristiano, no era aceptada en
Constantinopla.
El Papa Adeodato se demostró un hábil mediador y paciente
interlocutor con el otro "sol" que en realidad de verdad
fue muy poco solícito con Italia, excepción hecha de la
vez que envió al exarca Eleuterio a dominar la revolución
de Ravena y de Nápoles. Fue la única ocasión en
que el Papa Adeodato, ocupado en aliviar la suerte de
los habitantes de Roma por las calamidades ya referidas, tuvo
un contacto, aunque indirecto, con el emperador.
Tuvo fama de
ser un taumaturgo: curaba las formas más graves de peste
con sólo apoyar sus labios sobre las llagas inmundas de
los enfermos. Baronio pone en el Martirologio Romano un episodio
que confirma la fama de santidad que rodeaba al venerable
pontífice "dado por Dios" (como dice la etimología del nombre)
como guía de los cristianos en una época tan atormentada:
durante una de sus visitas a los enfermos, los más
abandonados, esto es lo más atacados por la terrible enfermedad
de la lepra, habría curado a uno de estos infelices
después de haberlo abrazado y besado cariñosamente.
El Liber pontificalis, recordando
dos hechos de su pontificado, afirma que Adeodato amó mucho
a su clero, al que defendió respecto del clero monástico
o regular, privilegiado desde cuando Gregorio Magno les había confiado
a los monjes importantes cargos en el apostolado misionero y
en la misma organización eclesial. El segundo hecho se refiere
a la facultad de celebrar una segunda misa el mismo
día (binación).
De él se conoce el sello de plomo con
el que solía marcar los documentos oficiales: el Buen Pastor
entre las ovejas y los símbolos cristológicos de alfa y
omega. Fue el primero que lo usó. Su forma es
redonda, grande como una moneda y en latín se llama
bulla, de la que deriva bula. Dejó un regalo de
plata a cada clérigo presente en sus funerales.
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