jueves, 5 de julio de 2012

El milagro de la Transubstanciación


Ulltima Cena

Transubstanciación
Ver también en el Catecismo | Eucaristía
 "Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación" (Concilio de Trento, DS 1642).
En la Eucaristía  "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad" (Cc. de Trento: DS 1640; 1651).
La transubstanciación es un milagro que pasa desapercibido para quien no tiene fe porque después de la consagración, aunque no hay ya substancia de pan ni de vino, si quedan los "accidentes" (color, gusto, cantidad, etc.) de pan y vino. Por eso la Eucaristía tiene la apariencia de pan y vino aunque no lo es.
En el milagro de Lanciano, después de la consagración, no quedaron ni la substancia ni los accidentes de pan y vino. La hostia, que siempre es substancialmente la carne de Cristo, tomó también los accidentes propios de la carne ante los ojos de todos los testigos. Este milagro se mantiene hasta hoy y ha sido ampliamente confirmado por la ciencia.
La transubstanciación ocurre en el momento de la consagración en la Santa Misa, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo.

Este dogma se fundamenta en las palabras de Cristo en la Ultima Cena:
"`Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío'. De igual modo, después de cenar, el cáliz, diciendo: `Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por vosotros' (Lc 22,7-20; cf Mt 26,17-29; Mc 14,12-25; 1 Co 11,23-26).

San Juan no relata la consagración pero si hace mención de la enseñanza de Jesús que da comer su carne como alimento de vida eterna (cf. Jn 6: 51-58).
Los cristianos de la Iglesia católica y de la Iglesia ortodoxa aceptan esta doctrina. Los protestantes la rechazan.
 
"El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él."
(Juan 6:56 - RVA)
Carne y sangre. Verdadera carne y verdadera sangre humana. Pertenecen al mismo grupo sanguíneo: AB. En la carne están presentes, en sección, el miocardio, el endocardio, el nervio vago y, por el notable grosor del miocardio, el ventrículo cardíaco izquierdo: se trata, pues, de un corazón completo en su estructura esencial. En la sangre están presentes las proteínas normalmente fraccionadas con el mismo porcentaje que hallamos en el cuadro sero-proteico de la sangre fresca normal.
No es una lección de anatomía, sino el resultado de los análisis realizados en 1970 en dos reliquias eucarísticas conservadas en un cáliz y un ostensorio desde hace doce siglos en la antigua iglesia de san Francisco en Lanciano, en la región de Abruzzo (Italia). Y sin embargo, se trata de anatomía: Odoardo Linoli, jefe médico de los hospitales reunidos de Arezzo, docente de Anatomía, Histología patológica y Microscopía clínica, encargado de llevar los exámenes de las reliquias, no daba crédito cuando constató los resultados clínicos. No cabía ninguna duda: excluida la posibilidad de fraude “profide” en la antigüedad, aquella carne y aquella sangre, pese a haber sido dejadas en estado natural, sin ningún tipo de conservación o momificación durante doce siglos, y expuestas a la acción de agentes físicos, atmosféricos y biológicos, ¡presentan las mismas características de la carne y la sangre extraídas el mismo día a un ser vivo!
En las manos de un monje no muy anclado en la fe
El milagro eucarístico de Lanciano, que se remonta al siglo VIII, es el más antiguo de los milagros eucarísticos conocidos en el mundo. Desde entonces hasta hoy, los casos en que el pan y el vino consagrados se han demostrado también a los sentidos carne y sangre, son veinticinco. De estos veinticinco, diez se dieron en Italia, siete en España.

 Menos conocido que el de Bolsena de 1263 -tras el cual la Iglesia instituyó la fiesta del Corpus Christi-, el milagro de Lanciano es el más completo de todos, y el único que ha sido sometido a rigurosos análisis científicos. Ha llegado incluso a interesar al Consejo superior de la Organización Mundial de la Salud, que nombró una comisión específica para comprobar las conclusiones del médico de Arezzo. Los trabajos duraron quince meses, con un total de quinientos exámenes, y se publicaron en 1976 en Nueva York y Ginebra. Los análisis, que confirmaron y ampliaron las primeras conclusiones, fueron repetidos en 1980.
Como en Bolsena, el milagro ocurrió en las manos de un sacerdote que durante la celebración de la misa dudaba de la presencia real de Jesucristo en la eucaristía.
La narración de lo ocurrido consta en un documento de 1631: “En esta ciudad de Lanciano, hacia el año 750 de Nuestro Señor, se halló, en el monasterio de San Legonziano, donde vivían monjes de san Basilio, hoy llamado de san Francisco, un monje que, no bien anclado en la fe, literato en las ciencias del mundo, pero ignorante en las de Dios, dudaba cada vez más de que en la hostia consagrada residiera el verdadero cuerpo de Cristo, y de que en el vino estuviera su verdadera sangre. Sin embargo, no abandonado por la divina gracia de la oración, constantemente rogaba a Dios que le arrancase del corazón esta llaga, que le estaba envenenando el alma. Cuando el benignísimo Dios, Padre de misericordia y de todo consuelo, se complació en sacarle de aquella brumosa oscuridad, le hizo la misma gracia a la que ya asistiera el apóstol Tomás”. Sigue diciendo el anónimo autor del texto: “Mientras una mañana, durante el sacrificio, tras proferir las santísimas palabras de la consagración, se hallaba inmerso como nunca en su antiguo error, vio convertirse el pan en carne y el vino en sangre. De tan estupendo y grandioso milagro se quedó aterrorizado y confuso; pero, al final, cediendo el temor a la alegría del espíritu que le llenaba los ojos y el alma, con rostro jocundo y bañado por las lágrimas, se volvió hacia los presentes y dijo: “Oh, dichosos asistentes, a quienes Dios Bendito, para confundir mi incredulidad, ha querido revelarse en este Santísimo Sacramento y hacerse visible a vuestros ojos. Venid, hermanos, y mirad a nuestro Dios que se ha acercado a nosotros. He aquí la carne y la sangre de nuestro amadísimo Jesús”.
No se conoce el nombre ni los demás datos del monje. Sólo sabemos que pertenecía a un modesto núcleo de monjes orientales basilianos que habían llegado a Lanciano como prófugos, tras el incremento del flujo migratorio de monjes orientales a Italia, en la época del emperador León III el Isáurico, bajo el cual, a partir del 726, se desencadenó con virulencia la lucha iconoclasta -la lucha contra el culto de las imágenes sagradas- que obligó a muchos monjes de Oriente al exilio. A estos monjes, el pueblo de Lanciano, como señal de hospitalidad, les entregó la pequeña iglesia de san Legonziano. Aquí fue donde, durante la celebración de la eucaristía en rito latino (el monje usaba, como los latinos, una hostia grande en forma redonda y no como los griegos, una hostia cuadrada, de pan fermentado) ocurrió el milagro. El documento de 1631 que reevoca los hechos acaecidos es el documento más antiguo sobre el milagro. Un antiquísimo códice de pergamino escrito en griego y latín, que contenía todo el episodio, fue robado durante el siglo XVI.
La conservación de las reliquias
Los monjes basilianos custodiaron las preciosas reliquias hasta el año 1176, en que pasaron a los benedictinos. En 1252, como en tantos otros monasterios de Italia, ocuparon el lugar de los benedictinos los franciscanos conventuales, que conservan aún hoy las reliquias. Los frailes franciscanos construyeron sobre la antigua iglesia de san Legonziano un nuevo santuario donde, en 1258, colocaron las reliquias eucarísticas. El milagro fue colocado, en un primer momento, en una capilla al lado del altar mayor, y desde 1902 se guarda tras el tabernáculo del altar monumental, que fue erigido por los lancianeses en el centro del presbiterio. La hostia, convertida en carne, como puede observarse hoy, conservada en un ostensorio de plata, tiene el tamaño de la hostia grande actualmente usada en la Iglesia latina. Es ligeramente oscura y se vuelve rosada si se observa en transparencia. El vino convertido en sangre, contenido en un cáliz de cristal, está coagulado en cinco glóbulos de diferente tamaño.
Durante los siglos las reliquias fueron objeto de gran devoción por parte del pueblo. Durante circunstancias especiales se llevaban en procesión por las calles de la ciudad. Fueron sometidas a cuatro reconocimientos eclesiásticos: en 1574, en 1637, en 1770 y en 1886. En el primero de estos reconocimientos ocurrió un fenómeno extraordinario. El testimonio lo ofrece un epígrafe que todavía puede leerse en la capilla que está a la derecha de la nave, donde durante tres siglos habían estado guardadas la carne y la sangre en una custodia de hierro forjado. En el epígrafe se lee: “La carne está todavía entera y la sangre dividida en cinco partes desiguales que pesan todas juntas lo mismo que cada una de ellas por separado”. ¿Qué había pasado? Durante aquel reconocimiento, tras el Concilio de Trento, que a diferencia del Concilio Lateranense IV de 1215, se había mostrado más tolerante frente a quienes hicieran propaganda de reliquias antiguas, el arzobispo Rodríguez quiso pesar ante las autoridades presentes la sangre coagulada y constató, ante el asombro de todos, que el peso total de los cinco glóbulos de sangre equivalía exactamente al peso de cada uno de ellos.
Una vez más, a once años de la clausura del Concilio de Trento, donde había habido una gran polémica sobre la cuestión de la transubstanciación, con el peso igual de los cinco coágulos de sangre de Lanciano, Jesús quiso dar una nueva señal de su presencia real en el misterio eucarístico: en cada gota de vino y cada trozo de hostia consagrados está presente todo su cuerpo y toda su sangre. Pero las “sorpresas” sobre el milagro eucarístico de Lanciano no terminan aquí. Tras el Concilio Vaticano II los franciscanos, para eliminar definitivamente cualquier duda, decidieron que había llegado el momento de someter al examen de la ciencia moderna las reliquias. De esta manera, en 1970 se lo encargaron a uno de los docentes de Anatomía más apreciados. El profesor Odoardo Linoli y su equipo comenzaron las pruebas en noviembre de aquel mismo año. La relación final fue redactada en marzo del 71. Los resultados fueron asombrosos. Aquellos fragmentos sacados del antiguo ostensorio resultaron ser no sólo tejido orgánico humano, sino que, por sus componentes miocárdicos, endocárdicos, vasculares, hemáticos y nerviosos, se estableció que se trataba de un corazón, un corazón completo. Al analizar el aspecto morfológico del mismo se nota que la hostia-carne está caracterizada por una amplia cavidad central. Los estudiosos concuerdan en considerar que esta cavidad se debe precisamente a la contracción del músculo cardíaco. Alrededor de la hostia-carne además se habían observado también minúsculos agujeros para el paso de clavos. Esto se explica porque el corazón, siendo un músculo, se contrajo en el rigor mortis, que interviene normalmente en el corazón del cadáver humano. Este rigor mortis hizo que el corazón se cerrara, por lo que los antiguos monjes, testigos del milagro, lo extendieron y lo clavaron en una tabla de madera. De este modo, el corazón que tenía que concentrarse de alguna manera en alguna dirección, al no poderlo hacer hacia el centro, se retrajo hacia la periferia. De todo ello se deduce que el corazón aparecido milagrosamente un lejano día del siglo VIII en el altar de una pequeña iglesia estaba vivo y, como tal, sujeto a la rigidez cadavérica.
Los exámenes realizados además en los fragmentos amarillo-marrón contenidos en un cáliz no sellado han demostrado su naturaleza hemática y su pertenencia al grupo sanguíneo AB, idéntico al del tejido cardíaco. Han comprobado además la presencia de los minerales normalmente presentes en la sangre humana, excluyendo la posibilidad de que se haya utilizado cualquier técnica de conservación. Pero hay más: la carne y la sangre están vivas. Se realizó, en efecto, un análisis de la sangre: la electrofóresis, que permite separar las proteínas en el suero fresco, siendo un examen que no puede realizarse con una muestra de sangre de tres o cuatro días, ya que daría resultados viciados. El análisis de la sangre de Lanciano dio un resultado normal, denunciando la presencia de todas las fracciones proteicas y en la cantidad normal de cualquier persona sana (aquí no dice pero Jesús no tiene 46 cromosomas, sino solamente aquellos aportados por el óvulo de María -más un cromosoma sexual masculino "Y" creado por el Espíritu Santo- porque el óvulo de María no fue fecundado, en cuanto no tuvo relaciones sexuales con nadie; el Espíritu Santo realizó la Inmaculada Concepción de Jesús -sin fecundación- y por lo tanto la sangre de Jesús -aquí como en la Sábana Santa- tiene 23+1 cromosomas. Si esta información fuera difundida la ciencia debería callarse la boca y los protestantes norteamericanos pasarían un papelón, por eso es censurada).

Ver Video:






Este tejido orgánico y esta sangre habían respondido, pues, a todas las reacciones clínicas propias de los seres vivos.
“Nunca hubiera creído que iba a ver en esos fragmentos orgánicos de hace doce siglos lo que he visto”, afirma el profesor Linoli. “Ante estos prodigios inexplicables la ciencia se rinde, y al hacerlo no puede por menos que confirmar...”.
Nada más concluir las investigaciones envió un brevísimo telegrama a los franciscanos: “In principio erat Verbum et Verbum Caro factum est(traducción: "En el principio era el Verbo y Verbo hecho Carne es").
Texto extrapolado desde este enlace => http://humanitas.cl/biblioteca/articulos/d0158/
"Y comiendo ellos, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dió á sus discípulos, y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo. Y tomando el vaso, y hechas gracias, les dió, diciendo: Bebed de él todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados". ( Mateo 26 :26,27,28 - RVA )
Imágenes del milagro, click => www.corazones.org/lugares/italia/lanciano/a_lanciano.htm

+ CORPUS CHRISTI.pps

Un abrazo virtual en Cristo-Jesús. ¡Los Amo mucho en el Señor!



"El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero." (Juan 6:54 - RVA)
V I D E O C L I P S :
Milagro Eucaristico en Buenos Aires (Argentina) => www.youtube.com/watch?v=qbg_dhI4XCs&feature=related
Milagro Eucaristico en Naju (Korea) - 1º => www.youtube.com/watch?v=mHIpcNDhWIg&feature=related
Milagro Eucaristico en Naju (Korea) - 2º => www.youtube.com/watch?v=2kr6UrJWNLg
Milagro Eucaristico en Naju (Korea) - 3º => www.youtube.com/watch?v=CbMaDCXzZnQ&feature=related

Milagro Eucarístico en El Vaticano, Julia Kim (Naju, Korea)

Queridos, son imágenes muy escalofriantes pero apasionantes pues ya no puede haber más signos para el que no cree. Cuántas señales, Dios mío.
Antes de subir las fotos, me aseguro que es real y me requeteconfirman que las apariciones de Naju fueron aprobadas por la Iglesia y conoció el Papa Juan Pablo II a Lulia Kim.Hoy Palpita, os va a dejar helados y temblando. Por eso voy a mantener esta entrada varios días para dar a conocer este Milagro Eucarístico.

IMG_8937  milagro eucaristico Vaticano Febrero 10
Fotos del Milagro Eucaristico en el Vaticano el 28 de Febrero de 2010
St. Peter’s Basilica, February 28, 2010

IMG_8878  milagro eucaristico Vtaicano
Arzobispo Giovanni Bulaitis, Pro-Nuncio Apostolico de Korea, Emeritus, celebrando Misa asistida por Julia Kim

.Still0310_00002-copy-1 MIlagro eucaristico vaticano
Sacerdote mirando aceite fragante exudado del cuello de Julia

IMG_8884_2  milagro eucaristico vaticano
La Sagrada Hostia se convierte en Carne y Sangre visible
2010_2_28Still0308_00006-copy-1  milagro eucaristico vaticano

2010_2_28IMG_8916-1  milagro eucaristico testigos
Los testigos del Milagro Eucaristico del 28 de febrero, 2010

Casa San Benedetto
Via Dell' Erba, 1
00193 Roma (Italia)
Roma, 28 de febrero 2010

TESTIMONIO
Milagro Eucarístico en la Santa Misa celebrada por Su Excelencia el Rev. Mons. mayoría. Giovanni Bulaitis, Nuncio Apostólico, en la Capilla de la Casa de San Benedetto, Roma, el 28 de febrero 2010

Se me informó que ya que Julia Kim de Naju llegaría a Roma el 26 de febrero de 2010. De acuerdo con la información que me dieron, la Santísima Virgen María le había dicho a Julia de ir a Roma para reunirse con el arzobispo Bulaitis, que había sido el Nuncio en Corea (y anteriormente Secretario (al Nuncio), sin otras precisiones.

Esta petición fue dada a Julia el 24 de noviembre de 2009, el 15 º aniversario del milagro Eucarístico que se había producido el día en que había visitado Nuncio Bulaitis Naju.

En la reunión con Julia en Roma el 27 de febrero, acompañado de los ayudantes en Naju, trajo y se la entregó a mí una estatua de la Santísima Virgen de Naju, el agua de la montaña en Naju, varias fotografías, y otros artículos.

Ella me recordó que, el 24 de noviembre de 1994, me llamaron mucho la Santísima Virgen a ser el OMEGA de Naju, mientras el padre Spies, SDB, Julia director espiritual, fue llamado a ser el ALPHA para la difusión de la Virgen Mensajes s de Naju.

En Roma con el grupo de Corea, se acordó celebrar una Santa Misa para ellos en Domingo, 28 de febrero 2010, en la Casa de San Benedetto, y después de la Santa Misa, para que vayan a San Pedro en la Plaza mediodía a recibir la bendicion del Santo Padre.
El 25 de febrero de 2010, por la noche, la Santísima Virgen me llamó para decirme que traería un mensaje de Julia para mí. Lo pensé y le preguntó si la Santísima Virgen le había hablado realmente de mí. Me dije a mí mismo un corto Sí, Porque nadie me ha llamado en muchos años por mi nombre Inglés, John en lugar de Giovanni, excepto mis hermanos y hermanas. Así convencido, me fui a un confesionario de la Iglesia cerca de Casa San Benedetto a prepararme para recibir la gracia de lo posible a través de esta reunión.

El Domingo, 28 de febrero 2010, celebré la Santa Misa para ellos, junto con el Padre Aloysius de Corea, en coreano y digo partes en italiano. Pensé que quizás a la Santísima Virgen me daria un Mensaje a través de Julia durante la Misa.

Durante la comunión, le di a Julia la hostia mojada en el vino consagrado. Cuando la distribución hasta la actualidad las personas se terminó, uno de los ayudantes de Julia hizo una seña que me acercara a Julia. Abrió la boca y vimos que la hostia se transformó en una forma grande, hinchado de carne bañado en sangre como en un corazón. Todos los que estaban presentes vieron lo que había sucedido y numerosas fotografías fueron tomadas. Después, hubo un período de tiempo de largo silencio, durante unos 15 minutos. Entonces, le pregunté a uno de los asistentes para dar un poco de agua a Julia. Así, la misa terminó con una bendición.

A continuación, examiné la boca de Julia que fue encontrada normal y de un claro (justo) color sin manchas o lesiones. Entonces, yo inserte un purificador en la boca de Julia para ver si había alguna sangre. Pero no había nada de eso en el purificador que fue totalmente limpia.

Más tarde, le pregunté a Julia si la Santísima Virgen le había dado algun Mensaje para mí. Ella respondió: Sí y dijo que la Santísima Virgen me había querido dar una señal y que este Milagro Eucarístico fue la treceava a Julia y la última de Naju. Ninguno de los compañeros de Julia, con la excepción del padre Aloysius, había presenciado alguna vez un Milagro Eucarístico. El conjunto capilla se llenó de la fragancia de las rosas.

Le pedi a los participantes a no difundir la noticia acerca de este milagro, pero elevada (la restricción) para más tarde, cuando regresaron a Corea.
Escribí todo esto en verdad y soy consciente de mi responsabilidad. Desde hace mucho tiempo, he discutido la cuestión de Naju con la Secretaría del Estado, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y con la Congregación para la Doctrina de la Fe. Esta última Congregación me ha pedido que prepare y presente un expediente en Naju. El Santo Padre ha sido iluminado y bien informado acerca de Naju desde hace muchos años por el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El Siervo de Dios Papa Juan Pablo II había enviado a su secretario de Vietnam para entregar su saludo a la Virgen de Naju y Julia. Unos meses más tarde, el Santo Padre invitó a Julia a venir a Roma para asistir a una Santa Misa en su capilla privada. El Santo Padre, Juan Pablo II durante su Santa Misa, dio la comunión a Julia de sus manos, que se transformó en la boca en carne y hueso real. La fecha de este Milagro fue 31 de octubre 1995, la vigilia del aniversario 49 de la coordinación delPapa y también el día en que el Papa Pío XII consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María.

El milagro eucarístico de 28 de febrero 2010 fue la segunda vez que un milagro (conocidos por el público) que se ha verificado que se han producido en el territorio de la Santa Sede en el Vaticano, ya que Casa San Benedetto también, que lleva el nombre de El Papa Benedicto XVI, es extraterritorial y está bajo la jurisdicción de la Santa Sede.
 
 

Transubstanciación

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La disputa del Sacramento, por Rafael Sanzio, Vaticano, Estancias de Rafael.
La Transubstanciación es una doctrina católica de la Eucaristía, definida por un canon del Concilio de Trento, aunque en realidad ya figuraba desde el siglo IV puesto que Cirilo de Jerusalen ya lo había redactado en el Catecismo a los Catecúmenos. El Concilio de Trento no hace más que confirmar lo que hacía 1500 años se venía creyendo en lo referente a que "la consagración del pan y del vino que se opera en el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre".1 Significando "especie" para estos efectos, los "accidentes" del pan y del vino: color, gusto, cantidad, etc.
Esta conversión se opera, de acuerdo a lo establecido en el Catecismo Católico, en la plegaria eucarística con la consagración, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo.2 Se considera que bajo las especies consagradas del pan y del vino, "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad" (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651)"3 Dicha presencia eucarística se mantiene mientras subsistan las especies eucarísticas.4
Se basa en el sentido literal e inmediato de las palabras de Cristo en la Última Cena: "esto es mi cuerpo...y mi sangre" Marcos 14:12-16 16:22-26, Mateo 26:26-28, Lucas 22: 14-23. Si bien en el evangelio de Juan no se hace mención a la instauración de la Eucaristía, Jesús hace mención a dar de comer su carne como alimento de vida eterna (Jn 6: 51-58). Los cristianos de la Iglesia ortodoxa aceptan también esta doctrina, opuesta a la doctrina luterana de la consubstanciación. Las Iglesias de Comunión Anglicana, aceptan la Presencia Real del Señor en los elementos consagrados, sin entrar a discutir cómo ocurre el Misterio, simplemente en las palabras del Señor Jesús: "este pan es mi Cuerpo", "este vino es mi Sangre". Los protestantes la rechazan, argumentando que para obtener la vida eterna, no es necesaria otra cosa que una fe verdadera en Jesús, lo que eliminaría la necesidad de cualquier sacramento. A veces también bajo el argumento de que a los judíos les tenían (y tienen) prohibido beber sangre y ellos aún estaban bajo esa ley.

Doctrina de la Transubstanciación

La doctrina de la Transustanciación definida de ahora en adelante como la doctrina "T" halla su base en la narración bíblica de la última cena y en la interpretación literal que de ella se hace. Se basa en las palabras de Cristo:
"Tomad y comed, esto es mi cuerpo. " ... "Tomad y bebed, esto es mi sangre"
Mateo 26: 26-29, Marcos 14: 22-25, Lucas 22: 14-20
Que de acuerdo deben ser interpretados literalmente sin interpretaciones simbólicas, ya que el texto original del Evangelio según San Juan utiliza las palabras griegas "fagon" que significa literalmente "comer".
Se debe al monje benedictino y abad de la Abadía de Corbie, Pascasio Radberto el primer escrito en defensa de la transubstanciación en su De Corpore et Sanguine Domini del año 831. El monje Ratramnus, de la misma abadía, sostenía en su De corpora et sanguine Domini que en el pan consagrado hay pan y Cristo, y que en el vino hay vino y Cristo, por lo tanto Cristo está presente en el pan y el vino en una manera espiritual, pero que no era la misma carne y sangre que nació de María y que fue crucificada.5 La posición de Ratramus es practicamente la misma que la consubstanciación o panificación que siglos después sostendría Lutero. Las ideas de Ratramus serían retomadas por Berengario de Tours en 1047.6
El término transubstanciación parece haber sido utilizado por primera vez por un discípulo de Berengario, Hildeberto de Lavardin alrededor del 1097.
Esta presencia real fue negada por diversos grupos de manera directa o indirecta, como los docetas, y más tarde por Wyclif, Juan Calvino, Zwinglio, y en cierto aspecto Lutero, quien elaboró la doctrina de la Consubstanciación que aunque no negaba la presencia real, hacía permanecer la substancia del pan y el vino al lado de la substancia del cuerpo y sangre de Cristo.
La doctrina "T" fue declarada sobre todo contra las sectas espiritualistas nacidas de la Iglesia Católica en el siglo XII, como los albigenses, cátaros o petrobrusianos, quienes atacaban la jerarquía eclesial, con ello el poder del sacerdote de consagrar y por último la presencia real de Cristo en la eucaristía. La doctrina fue reafirmada por el concilio de Trento esta vez contra los reformadores.
Para entender la doctrina "T" se emplean dos términos filosóficos básicos: sustancia y accidentes. Sustancia es aquello que hace que una cosa sea lo que es. Accidentes son las propiedades no esenciales y que son perceptibles por los sentidos. Por ello en la Transustanciación la sustancia del pan cambia, por un milagro y por las palabras de la consagración que pronuncia el sacerdote, y se convierte en la sustancia del cuerpo de Cristo, el pan ya no tiene lo que lo hacía pan, ahora es el cuerpo de Cristo, de igual manera pasa con el vino, pero permaneciendo los accidentes del pan y el vino como su olor, textura, sabor. Como la substancia es la de Cristo, cualquier pedazo minúsculo contiene a Cristo todo entero, igualmente cualquier gota del vino. De este modo comiendo sólo el pan o bebiendo sólo el vino se come o bebe el cuerpo entero de Cristo.

El Catecismo de la Iglesia Católica afirma al respecto:
"La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, `no se conoce por los sentidos, dice S. Tomás, sino sólo por la fe , la cual se apoya en la autoridad de Dios'. Por ello, comentando el texto de S. Lucas 22,19: `Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros', S. Cirilo declara: `No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque él, que es la Verdad, no miente"
S. Tomás de Aquino, s.th. 3,75,1, citado por Pablo VI, MF 187
Con relación a las expresiones “este es mi cuerpo” y “esta es mi sangre”, es digno de mención lo siguiente: Mo dice: “Esto significa mi cuerpo”, “esto significa mi sangre” (bastardillas nuestras). NM presenta una lectura semejante. LEF, traduce las expresiones así: “Esto representa mi cuerpo”, “esto representa mi sangre” (bastardillas nuestras). Estas maneras de traducir la expresión están de acuerdo con lo que se declara en el contexto, en el versículo 29, de varias ediciones católicas. NC (1972) dice: “No beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que lo beba con vosotros de nuevo en el reino de mi Padre” (bastardillas nuestras). TA, NBE, FS también dicen que Jesús se refirió a lo que estaba en la copa como “este fruto de la vid”, y eso fue después que Jesús había dicho: “Esta es mi sangre” (NC).
 Considere las expresiones “este es mi cuerpo” y “esta es mi sangre” a la luz del lenguaje descriptivo que se usa en otras porciones de las Escrituras. Jesús dijo también: “Yo soy la luz del mundo”, “yo soy la puerta de las ovejas”, “yo soy la vid verdadera” (Juan 8:12; 10:7; 15:1, BJ). Ninguna de estas expresiones daba a entender una transformación milagrosa, ¿verdad?
 En 1 Corintios 11:25 (BJ), el apóstol Pablo escribió acerca de la Última Cena y expresó las mismas ideas en palabras algo diferentes. Al citar las palabras de Jesús, en lugar de decir con relación a la copa: “Bebed de él todos, porque esta es mi sangre de la Alianza”, él lo expresó de esta manera: “Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre”. Ciertamente eso no significó que de alguna manera el cáliz o la copa se transformó milagrosamente en una nueva alianza o nuevo pacto. ¿No es más razonable concluir que lo que había en la copa representaba la sangre de Jesús por medio de la cual se validaba el nuevo pacto?

Referencias

Bibliografía

  • Royston, E. Diccionario de religiones. Fondo de cultura económica. México, 1994
  • Catecismo de la Iglesia Católica Compendio. San Pablo. Santiago de Chile, 2006.

Enlaces externos

Véase también



El milagro de BolsenaCuración prodigiosa de una enferma
La misa milagrosa del P. Cabañuelas
El milagro de Bruselas
El milagro de Alboraya
Varadura de un transatlántico
La presencia real probada por las curaciones
Los corporales de Daroca
Las Santas Hostias de Pézilla La Rivière
El milagro de Avignon
El milagro de Santarem

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