A partir de las dificultades que tiene el laico en su vida de oración y de las 10 cualidades de la oración del laico, me pregunté: ¿qué medios le convendría a un laico poner para mejorar su comunicación con Dios?
Menciono ahora algunos medios que pueden ayudar, sin pretender ser
exhaustivo. En temas como el de la oración no hay elencos perfectos ni
completos. No se puede decir: estos son los 10 medios, ni uno más ni uno
menos... Comparto sólo algunos que considero importantes:
- Traza un plan de vida: ¿A dónde vas? ¿Qué pretendes? Al final de la vida ¿a dónde quieres llegar?
¿Quieres
una vida feliz y una eternidad más feliz todavía junto a Dios en el
cielo? Esto requiere tener visión y elegir los medios que te permitirán
alcanzar tu objetivo final. No te empeñes en vivir en miopía, sino
disfruta tu capacidad de mirar a lo lejos. Tienes que saber a dónde
quieres llegar y luego avanzar paso a paso hacia esa meta, haciendo las
opciones y las renuncias que se requieran y corrigiendo la ruta cuantas
veces sea necesario.
- Practica la virtud de la humildad: pregúntate quién eres y obra en consecuencia.
Hazte
preguntas profundas y acepta la verdad sobre ti mismo. Date cuenta de
que es absurdo vivir bajo la arrogancia de la autosuficiencia, que eres
frágil, que tu vida no depende de ti, que tus cualidades las recibiste
gratuitamente del Creador, que tu liderazgo debe estar fundado en el
servicio y no centrado en ti mismo. Podríamos decir que el hombre
soberbio tiene tapadas las coronarias, es un sarmiento que no deja pasar
la savia de la Vid y por tanto corre un grave riesgo de infarto, de
muerte espiritual. El hombre es más hombre cuando se pone de rodillas
ante su Creador y Padre.
- Busca la paz interior.
La paz interior se
construye con medios naturales como pueden ser el silencio exterior e
interior, la disciplina mental, el orden, la quietud. Evita conflictos,
pide perdón, perdónate, perdona y olvida. No ambiciones nada, no tengas
envidia. La paz interior está dentro de ti.
Y sobre todo con medios
sobrenaturales: descubre y cuida la presencia de Dios en tu alma por la
vida de gracia, verdadera fuente de paz. Cimienta tu vida sobre las
certezas de la fe, pon tu confianza en el Señor, ama siempre y a todos.
- Cultiva la vida de gracia: vida Eucarística y confesión frecuente.
-
Eucaristía: Comunión, visitas a Cristo Eucaristía, adoración
eucarística. La Eucaristía es el alimento del orante. Como laico caminas
en la selva y en el desierto, navegas en mares agresivos, tienes la
responsabilidad de confesar tu fe en ambientes difíciles: necesitas
audacia y fortaleza.
- Confesión frecuente, periódica, conversión
continua: Estar en gracia de Dios es valorar su amistad, cultivar la
fidelidad en el amor, consciente de la propia debilidad y miseria que te
lleva a hacer lo que no quieres (cfr. Rom 7,19)
- Pide a Dios el don de la intimidad con Él.
El
trato de amistad con Dios es un regalo que tenemos que pedir. Puedes
esforzarte mucho remando contra corriente sin avanzar; hay que alzar las
velas para captar el viento del Espíritu y avanzar bajo el impulso de
sus alas. "Los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas; se
remontarán con alas como águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y
no se fatigarán." (Is 40,31)
Suplícale a María que Ella, como buena
madre y como maestra de oración, interceda por ti y te obtenga de Su
Hijo la gracia de la intimidad con Dios. Pídele a la Virgen María que
cada día le diga a Jesús: "No tiene vino" (cfr. Jn 2, 3) y espera que
Jesús te haga el milagro de convertir el agua o el vinagre de la vida
ordinaria en vino de amistad con Él.
- Crece en el conocimiento de Jesucristo, sobre todo a través de la Escritura.
"La
Iglesia recomienda insistentemente a todos sus fieles... la lectura
asidua de la Escritura para que adquieran «la ciencia suprema de
Jesucristo» (Flp 3,8)... Recuerden que a la lectura de la Sagrada
Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de
Dios con el hombre, pues «a Dios hablamos cuando oramos, a Dios
escuchamos cuando leemos sus palabras»". (Catecismo 2653)
Cuando más
se conoce a Jesucristo más se gusta su presencia, más le amas, más cerca
quieres estar de Él. Para esto son de gran utilidad buenos comentarios
de la Palabra de Dios, la lectura de los padres de la Iglesia, las
catequesis del Papa, para comprender mejor su mensaje y aprender a
desentrañarlo.
- Pide acompañamiento espiritual: busca un director espiritual.
Detrás
de un buen deportista hay un buen entrenador, detrás de un buen pintor
hay un buen maestro, detrás de un buen líder hay un buen mentor, detrás
de un buen empresario hay un buen consejero, detrás de un buen cristiano
hay un buen pastor...
Considerando las dificultades que tiene el laico en su vida de oración,
creo que algunas cosas que debe cuidar el director espiritual son las
siguientes:
- Conocer profundamente a cada persona que atiende,
escucharla, comprenderla, respetarla, buscar descubrir qué le pide el
Espíritu Santo a cada uno, ayudarle a encontrar su camino de vida
espiritual, su estilo propio de oración. Aquí la gradualidad y la
flexibilidad son claves.
- Compartir su experiencia del amor de Dios y ser reflejo de la misericordia de Dios.
- Hablarles en un lenguaje que entiendan, sin dar por
supuesto conocimientos básicos de la vida y de la doctrina cristiana
(sacramento del bautismo, gracia, virtudes teologales, revelación,
etc.). Corregir conceptos erróneos sobre la vida de oración y aclarar
términos que hoy día se han deformado (como el mismo concepto de oración
y de meditación).
- Ayudarles a valorar, gustar, proteger, cultivar su vida de gracia.
- Llevarles de la mano, orar con ellos, acompañarles, con sentido práctico y pedagógico, paciencia, comprensión, exigencia.
- Enseñar con el ejemplo: sin poses. Que sus dirigidos gusten la vida de oración sobre todo a través de su testimonio.
- Busca experiencias fuertes de encuentro contigo mismo y con Dios.Hay
quienes están satisfechos en los chapoteaderos porque no han hecho la
experiencia de la belleza y la inmensidad del mar. Un trampolín o rampa
de lanzamiento en la vida de oración suelen ser las experiencias fuertes
de encuentro con Dios, como son los ejercicios espirituales de
conversión, las peregrinaciones, los talleres de oración, etc. Son
actividades en las que se aprende mucho sobre la oración por el
conocimiento de la doctrina de la Iglesia, el estudio de las escuelas de
espiritualidad, el contenido de la vida espiritual, la explicación y la
aplicación de diversos métodos y modalidades de oración, el intercambio
de experiencias, la oración en común, etc. Experiencias a partir de las
cuales dices: he probado y quiero más.
- Cultiva el orden, la disciplina, la constancia.La
vida de oración es exigente y requiere disciplina. Si te propones un
objetivo que sabes que es arduo y necesario, no puedes pretender que
resulte solo. Sabes que necesitas espacios de silencio y soledad,
reservar tiempos de calidad para el encuentro personal con Dios,
perseverar en tus resoluciones, como puede ser la de no dejar por nada
la práctica de la meditación personal diaria una vez que la has
comenzado. Esto requiere determinación, constancia, mortificación.
Tienes
que quererlo: Si quieres perseverar en la lucha tienes que amar aquello
que buscas, tener pasión por lo que haces. Cada día renovar tu ilusión
por llevar a Jesús a todas partes, tener una mejor comunicación con Él,
decirle a Él y decirte a ti mismo: ¡quiero! ¡te quiero!
- Sé práctico:Pon medios prácticos que sabes que te ayudan. Por ejemplo:
- Haz el hábito de descubrir en todo las huellas del Creador. Ten contacto con la naturaleza,
asómbrate de su belleza y armonía, date tiempo para contemplar el cielo
estrellado, para sentarte junto al río, para escuchar los pájaros por
la mañana, y en todo eso descubrir las huellas del Creador.
- Camina con los lentes de la fe, con atención, para
descubrir la presencia providente de la misericordia de Dios en tantos
acontecimientos, ordinarios y extraordinarios; reconoce al Espíritu
Santo que te sale al encuentro y te ayuda de manera inesperada, que sabe
sacar bien del mal y que suavemente te va modelando.
- Trata con personas sencillas, de fe: los ancianos, los niños, los pobres; aprende de su nobleza, escúchales y descubre a Cristo en su mirada.
- Participa en un grupo de oración: El Papa ha
hablado de las "comunidades creativas" donde los laicos se apoyan entre
sí y se ayudan a crecer y perseverar en la fe. Ellos se convierten en
sal de la tierra, levadura en la masa, y desbordan y comparten el amor
de Dios del que han sido testigos en la oración personal y comunitaria.
- Busca un lugar que sea inspirador para ti: una capilla silenciosa, una ermita, un monasterio, un jardín…
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