martes, 17 de julio de 2012

El cuerpo y el alma como unidad.


“Si ambos se separan uno de la otra, ya no hay una persona, ya no hay una realidad viva y subsistente hecha a imagen y semejanza de Dios. El `matrimonio` del cuerpo y alma en una persona es una de las cosas que hacen del hombre una imagen de Dios; y lo que Dios ha unido, ningún hombre puede separar sin peligro para su cordura.”
                                                                                              New sedes of Contemplatión, 27.

                Como ser humano, tengo un alma. Es lo que me hace distinta de otras criaturas vivientes en el planeta. Tengo una naturaleza espiritual que desea alcanzar el Misterio de Dios. Tengo una naturaleza que se preocupa por mi mundo y por los demás.
                Esta naturaleza espiritual habita un cuerpo único para mí. Sin este cuerpo, no podría conectarme con el mundo tal como fue creado. El cuerpo es mi puente para contactarme con otras personas, con la tierra y con el universo. Mediante mi encarnación, puedo tocar a otras personas físicamente. Puedo dar expresión a la pasión de Dios en mí, por medio de cantos, danzas y palabras; y mis emociones tienen un vehículo en mis miembros y nervios, mediante los cuales expresan los movimientos de mi vida interior.
                Si yo fuera sólo espíritu, no tendría un modo concreto de hablar al mundo sobre mi existencia y pensamientos. Muchos filósofos y espiritualistas a través de los siglos han tratado de rebajar la importancia del cuerpo en la vida espiritual. No reconocieron la necesidad de sus propios cuerpos para registrar sus ideas acerca del viaje espiritual. Estaban confundidos y temerosos por los impulsos y los abusos de personas cuya encarnación les producía conflictos. El miedo de una mala elección los hacía negar sus cuerpos, como si éstos fueran la fuente del mal que ellos percibían.
                Pero ¿Cómo podría sentir alegría sin un corazón palpitante, sin ojos mediante los cuales ver el mundo y un cerebro a través del que puedo descifrar su mensaje?¿Cómo podría comunicar esta maravilla de mi alma sin una lengua para hablar y sin otros que escuchen desde sus propios seres encarnados?
                El cuerpo necesita de mi espíritu para ayudarlo a canalizar sus energías hacia expresiones sanas. El espíritu necesita de mi cuerpo para expresarse en el mundo, de manera que pueda tener una vida comunitaria, en comunicación con otras personas. Thomas Merton dijo: “Si los dos están separados uno del otro, ya no hay una persona… hecha a imagen y semejanza de Dios.” Este “matrimonio” es lo que nos hace humanos a imagen de Dios, capaces de trascender mediante nuestro espíritu y de expresar esa relación mediante nuestro cuerpo.
                Estamos llamados a una vida armoniosa con las variadas dimensiones de nuestra humanidad. Se nos exige que reconozcamos todos los dones de esa humanidad: cuerpo, alma y mente. Hay un constante diálogo de comunicación dentro de cada uno de nosotros, por el cual podemos ver, reflexionar y reconocer el sentido del mundo que Dios nos ha dado. Si no nos respetamos a nosotros mismos y nos ha dado. Si no nos respetamos a nosotros mismos y no apreciamos todos los aspectos de nuestra humanidad, corremos el riesgo de traicionar y degradar la imagen de Dios en nosotros.
                               “Porque tú mis riñones has formado,
                               me has tejido en el vientre de mi madre;
yo te doy gracias por tantas maravilla:
prodigio soy, prodigios son tus obras.
Mi alma conocías cabalmente,
y mis huesos no se te ocultaban,
cuando yo era formado en lo secreto,
tejido en las honduras de la tierra.”
                                                                                                              Salmos 139, 13-15.

Oración:
Amado Creador, mi cuerpo a veces me confunde con sus necesidades e impulsos. Pero en mi interior sé que este impulso es para tu honor y tu gloria, así que puedo buscarte con todo mi ser. Gracias por mis miembros, mis ojos, mi lengua y por las palabras mediante las que puedo alcanzarte en el mundo y tocar lo que has creado. Permite que tu Espíritu me guíe en mis expresiones de amor y me lleve a una armonía conmigo mismo y contigo.

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