sábado, 14 de abril de 2012

Potenciana, Santa


Virgen, 15 de abril
Potenciana, Santa
Potenciana, Santa

Virgen

Su nombre no consta en el actual Martirologio Romano

Martirologio Romano: En la ciudad llamada Villanueva de la Reina, en la región hispánica de Andalucía, santa Potenciana, virgen, que se santificó trabajando como tejedora en su propia casa. ( s. XII/XIII).

Etimológicamente: Potenciana = Aquella que tiene una gran fuerza interior, es de origen latino.
SANTA POTENCIANA, es la patrona de Villanueva de la Reina.

Potenciana vivía en el margen derecho del río Guadalquivir, en las afueras de Villanueva, cerca de un batán, que hoy en día aún desafía las furiosas crecidas invernales. Este batán afieltraba fibras textiles mediante golpes o percusión, apareciendo como una arquitectura de sillares toscamente labrados de arenisca, unidos por una argamasa o calicanto y con cerramiento casi plano. En su base destacaron, en su día, tres canales paralelos al sentido de la corriente, a nivel del propio río, con el objeto de aprovechar la fuerza del agua para mover un mecanismo que la llevaba a unos enormes mazos que golpeaban la lana. Potenciana, patrona de Villanueva de la Reina (Jaén), la ubican en el año 1200 de la era de Cristo, en plena época mozárabe. Tuvo como oficio el de tejedora e hizo vida eremítica. Su martirio consistió en emparedamiento.

El pueblo de Villanueva y la comarca de Andújar la consideraban Santa, visitando el sepulcro situado en la ribera septentrional del río Guadalquivir para pedir su intercesión en las enfermedades y otras necesidades.

Tal vez el acontecimiento más importante en la historia de Villanueva de la Reina haya sido abrir el sepulcro. Este hecho tuvo lugar en el año 1.628 y fué ordendo por el Cardenal D. Baltasar de Moscoso y Sandoval, quien también mandó que se hiciese un proceso sobre los milagros llevado a cabo por el cura párroco de Villanueva D. Juan Acuña del Adarve. Dicho proceso culminaría en 1.638 cuando fue elevada a los altares por Urbano VIII.

Santa Potenciana: una aparoximación histórica


Mucho se ha escrito sobre Santa Potenciana, patrona de Villanueva de la Reina, sobre todo en el siglo XVII, época en la que se oficializa su culto, en un interesante contexto historiográfico provincial que coincide con una eclosión de la imprenta sin precedentes, sobre todo en la publicación de temas hagiográficos. A pesar de todos los documentos, impresos y manuscritos, que se conservan, poco se sabe sobre la Santa. Tras la maraña de memoriales, apologías, antiapologías, corografías antiguas y juegos florales modernos, se vislumbra en la bruma de la historia la figura imprecisa y desvaída de una mujer sencilla y virtuosa.

Dentro de las lógicas limitaciones que impone la escasez de datos, el presente artículo tiene por objeto hacer un intento de aproximación histórica a lo que pudo ser esta piadosa mujer, contextualizando sus circunstancias. De todo lo que se conserva podemos destacar las siguientes realidades históricas:

- Existía una sepultura con unas inscripciones en la iglesia de los Santos, en la margen derecha del Guadalquivir aguas arriba de Villanueva, que decían que allí estaba el cuerpo de Santa Potenciana.

- Había memoria histórica colectiva de que correspondía a una mujer que vivió pobremente ejerciendo el oficio de tejedora y que vivió en un aposento anexo a la dicha iglesia.

- Vivió con fama de santidad y fue enterrada en aquella iglesia.

- Se recurría al sepulcro para sacar tierra del mismo a la que atribuían propiedades milagrosas para curar enfermedades, sobre todo “ciciones” (fiebres palúdicas), endémicas en la zona.

- Se inició un proceso para amparar su culto por iniciativa del prior de Villanueva, Juan Acuña del Adarve. Algunos declarantes en el proceso recordaban haber visto vestigios del telar en el que tejía, y otros manifiestan haber oído que vivió emparedada en dicho aposento anexo a la iglesia.

- En 1628 fue abierto el sepulcro y sus reliquias fueron trasladadas a Villanueva hasta la construcción de una nueva ermita. Algunas de estas reliquias se trasladaron a Andujar y otras a la catedral de Jaén.

- En 1636 fue oficializado su culto por el obispo Moscoso de Sandoval.

- El 15 de abril de 1640 sus reliquias fueron trasladadas a la nueva ermita, ya reedificada. Años después, ante el temor de las crecidas del río, estas reliquias fueron trasladadas a la iglesia de Villanueva; y allí estuvieron en una urna hasta que en el expolio y devastación de la iglesia en 1936 fueron arrojadas al río.

Coinciden todos los autores que tratan el tema en que no se puede precisar en qué época vivió. Rus Puerta es el único que aventura que pudo ser en “época mozárabe”, hacia el siglo XII. Se basa para ello en una inscripción, que reproduce, que había en una piedra del edificio de la citada iglesia; pero tal datación ya fue considerada errónea por Jimena Jurado. Este historiador hace ver que Rus Puerta confundió letras latinas con cifras romanas. Don Alfredo Cazabán también desautorizó tal datación por el mismo motivo. Además la datación del edificio no sería necesariamente la misma que la del sepulcro que nos ocupa. Como ya escribimos en otra ocasión, nos inclinamos a pensar que la antigüedad del mismo no fue mucha respecto a la época en que los testigos se manifiestan en el interrogatorio (1628). Aunque los emparedamientos (reclusiones voluntarias para hacer vida de penitencia) están documentados en toda la Edad Media, el hecho de que algunos testigos de más edad alcanzaran a ver el aposento en el que vivió y vestigios del telar nos hace suponer que la antigüedad no debió ser más allá de los siglos XVI o XV, en cuyo contexto histórico, sociológico y religioso encaja perfectamente, lo que no quita un ápice a los méritos y virtudes de aquella santa mujer.

La mujer tejedora, paradigma de la virtud desde la cultura clásica, recluida en vida eremítica en aposentos anexos a una iglesia fue muy común en la Edad Media. De las mujeres piadosas solas, recluidas (emparedadas) y dedicadas a labores textiles hay muchos testimonios. Son relativamente frecuentes en estos siglos las mandas testamentarias destinadas a dar limosnas con ruego de rezos a las mujeres retiradas en anexos a las iglesias haciendo vida de penitencia.

Estas mujeres recibieron en determinados momentos protección real y privilegios especiales. De Isabel la Católica se conserva un privilegio de 1481 concediendo la exención de pago de alcabalas “a cualesquiera emparedadas de cualesquiera ciudades, villas y lugares de nuestros Reynos”. Están documentadas en la Edad Media en toda la campiña andaluza. Desde el punto de vista religioso eran mujeres solteras o viudas sin la profesión de votos religiosos; desde el punto de vista socioeconómico estas mujeres procedían en su mayoría de sectores humildes de la sociedad. Aunque en estos siglos hubo muchas fundaciones de conventos, esto no satisfacía la vocación religiosa o el afán de retiro de estas mujeres que no poseían recursos para la dote preceptiva para entrar en los mismos. Tenían que ganarse el sustento tejiendo, trabajo muy compatible con la vida recluida que llevaban, fiel al viejo principio monástico medieval “ora et labora”.

También hay bastantes alusiones a estas mujeres en la literatura medieval. Gonzalo de Berceo nos ofrece en el siglo XIII sendos testimonios literarios glosando las figuras de dos santas con el nombre de Oria: Santa Oria Silense, que vivió emparedada en el monasterio de Silos (Burgos), y Santa Oria Emilianense, que vivió emparedada en el monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja). Entre otras muchas alusiones literarias de la época podemos citar al Ciego de “El Lazarillo” que en el repertorio de oraciones populares que recitaba incluye la “oración de la emparedada”.

SANTA POTENCIANAOtra aclaración que consideramos oportuno destacar en este intento de aproximación histórica a Santa Potenciana es el supuesto martirio por emparedamiento que le ha sido atribuido en los últimos años en alguna publicación, con más ingenua intención piadosa que razonable argumentación histórica. Algún testigo declarante en el proceso manifiesta haber oído que vivió emparedada en un aposento anexo a la iglesia, pero ninguno hace constar que fuera tradición que tal emparedamiento fuera forzoso ni que sufriera tortura o emparedamiento por castigo alguno ni persecución religiosa. Ninguno de los historiadores sobre Santa Potenciana considerados canónicos menciona tal eventualidad. Ni Acuña del Adarve en su Memorial, ni el obispo Moscoso en el acta autorizando el culto, ni Jimena Jurado en el oficio latino que compuso para su rezo, “Officium santae Potentianae Virginis Villanovae Illiturgitanae Diócesis Gienensis in Hispania Baethica”, hacen alusión a ningún martirio. El rezo que se le asignó fue de “communi virginum non martyrum”; todo lo demás ha sido añadido innecesario, que más desvirtúa la historia que abunda en mayor gloria de la Santa local.

El contexto barroco del siglo XVII en que tiene lugar la oficialización del culto a Santa Potenciana impregna todo el proceso; la euforia vindicatoria de santos locales se deja sentir, con más o menos pasión, en los historiadores que trataron, y tratan, estos temas. Por todo ello, a veces, la objetividad y la mesura se resienten, y son inevitables las adherencias efectistas y las distorsiones apasionadas en la interpretación de los hechos históricos. De la misma manera que en la arquitectura y manifestaciones plásticas del arte barroco la profusión de elementos ornamentales tapa la simplicidad elemental de las líneas arquitectónicas, en la historiografía barroca el afán excesivo de aditamentos, con más afán de exorno que de rigor, oscurece más que aclara la realidad histórica.

Así surgieron algunos anacronismos y extrapolaciones históricas que se fueron trasmitiendo de autor en autor y, a nivel popular, de generación en generación. Y lo curioso de todo es que tales mixtificaciones históricas han llegado por inercia hasta nuestros días, y algunos pusilánimes las consideren incuestionables hasta el punto de tachar de irreverentes a quienes las pongan en duda. Como si el hecho de intentar esclarecer estos aditamentos fuese en merma del hecho esencial: la realidad histórica de una santa mujer de Villanueva. Ni antigüedades, ni prosapias remotas, ni torturas, ni martirios necesitaba la fama de virtud y santidad de aquella sencilla mujer… ni mucho menos los parentescos disparatados que a nivel popular se le atribuyen.

A modo de conclusión a este intento de aproximación histórica, podemos decir que Santa Potenciana fue una sencilla mujer que vivió pobremente ejerciendo el oficio de tejedora, haciendo vida eremítica recluida en un aposento junto a la iglesia de los Santos. Vivió y murió con fama de santidad hacia los siglos XV ó XVI y fue enterrada en dicha iglesia. Por sus virtudes mereció el aprecio, respeto y veneración de las gentes de Villanueva y comarca, fue objeto de culto popular y su memoria e invocación reconfortaba a las gentes humildes en sus tribulaciones y enfermedades. Una mujer sencilla, laboriosa y piadosa. Como en todas las cosas auténticas, en esa sencillez creemos que está su grandeza.

La incuria del tiempo y los avatares históricos borraron y oscurecieron los detalles de la vida de esta virtuosa mujer hasta dejarla reducida a indicios. Su memoria, su testimonio de vida y virtud han sido el gran legado espiritual a Villanueva; su mensaje sigue vigente, quizás más vigente que nunca en estos tiempos que corren. La vida austera y humilde, la labor manual callada, el amor a la obra bien hecha, la vida interior de oración, meditación y reflexión sobre la futilidad de la mayoría de las cosas, ponen el contrapunto a la vorágine de esta vida actual, en la que, con frecuencia, se pierden la cabeza y los valores.

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