viernes, 7 de octubre de 2011

LA BARCA DE CRISTO, LA BARCA DE PEDRO.


"Muchos afirman: creo en Dios pero no en la Iglesia. Pocos sustituyen en este binomio a Dios por Jesucristo, y es que muchos tienen una gran confusión entre Dios, Jesucristo, la Iglesia, etc... Creen decir algo "progre", de gran altura intelectual, una frase feliz, ocurrente, para recibir el aplauso fácil de los oyentes o para demostrar su rechazo a una institución humana sin por ello negar la existencia de Dios. Dicen sin más, Dios sí, Iglesia no. Precisamente los que suelen afirmar ésto no son creyentes de otras confesiones religiosas, sino cristianos católicos. Contraponen la Iglesia con Dios. Pero la barca de Cristo no es otra que la barca de Pedro, entendida ésta como la Iglesia. En el evangelio es significativo que la barca en la que se sube el Señor para predicar, la barca en la que ordena remar mar adentro, la barca de la pesca milagrosa, la de la tempestad calmada, ..., sea siempre la barca en la que está Pedro y los otros apóstoles. Nunca es sólo la barca de Cristo. El Señor es quien sube a la barca de Pedro, es a él a quién le dice rema mar adentro. Esa barca es la Iglesia, la que conduce Pedro y los apóstoles, la que lleva a Cristo consigo. Cristo funda su Iglesia sobre la roca que es Pedro, a él le da las llaves del Reino de los Cielos, a él, el poder de atar y desatar en la tierra y en el cielo. Pedro es quien lleva el timón mientras el Señor descansa en la barca, aunque en el momento del peligro, cuando temen hundirse por la tempestad, sea a Jesús a quién llaman y al que se acogen en busca de socorro. Es a Pedro y a los demás apóstoles, a quienes dice Jesús que los haría pescadores de hombres. A ellos es a los que el Señor confía su Iglesia. No existe en ningún pasaje del evangelio en dónde se diga: Dios sí, Iglesia no. En ningún lugar de la Escritura leemos que la Iglesia sea un invento humano. Es un "invento", sí, pero divino. Es el mismo Señor el que la crea, la funda y establece. Ni Pedro ni los demás apóstoles inventaron nada. En el evangelio y en la Tradición, nunca nadie a negado que la fundación de la Iglesia sea obra del mismo Cristo. La barca de Cristo, es la barca de Pedro, y la de Pedro, es la de Cristo. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, la Esposa del Señor. Esto no significa que al estar formada por todos los bautizados sea al mismo tiempo santa y pecadora. Los cristianos que la formamos, que estamos embarcados en ella, no somos perfectos, y como hombres estamos sujetos al pecado. Nuestras faltas y debilidades desfiguran ciertamente el rostro de la Iglesia, pero al mismo tiempo, nuestra conversión constante y la gracia de Cristo, continuamente la embellecen. Las olas podrán hacer zozobrar la barca de Pedro pero jamás la podrán hundir, porque es también la barca de Cristo. El va con nosotros y nada tenemos que temer. Su promesa nos conforta: el poder del infierno no la derrotará.

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