viernes, 7 de octubre de 2011

GUARDA TU CORAZÓN


"Dice Casiano en sus Colaciones que el fin último de nuestro camino es el Reino de Dios, pero nuestro blanco, nuestro objetivo inmediato es la pureza del corazón. Sin ella es imposible alcanzar ese fin. Amar a Dios con todo el corazón. Debemos guardar el corazón de todo aquello que puede desagradar a Dios. Purificar el corazón y guardarlo sólo para el bien, es el camino para contemplar a Dios. Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. San León Magno afirma que nunca un corazón manchado por el pecado podrá contemplar el esplendor de la luz verdadera. La guarda del corazón es luchar contra las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne. La pureza del corazón es una exigencia del amor. Únicamente el que es puro de corazón puede amar verdaderamente. Esta guarda del corazón requiere principalmente la gracia de Dios, y también nuestra colaboración a esa gracia. No sólo debemos ser humildes y estar vigilantes, es necesario recurrir a los medios sobrenaturales, como son la oración constante, los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía, y la devoción a la Santísima Virgen María. Guardar la vista, rechazar con prontitud los malos pensamientos, evitar caer en la gula y en la ociosidad, vivir el pudor, y practicar el sacrificio y la mortificación, y ser valientes para huir de las ocasiones de pecar, nos ayudarán en esta lucha ascética por vivir la pureza del corazón. Vivir esta virtud de la pureza no es algo reservado sólo para los sacerdotes o consagrados al Señor, es para todos, solteros y casados, jóvenes o ancianos. Guardar el corazón no significa renunciar al amor, o ser un timorato, es afirmar el verdadero amor sobre los sucedáneos que nos ofrece esta sociedad. La fidelidad en el matrimonio y la entrega mutua de los esposos reafirma esta pureza del verdadero amor. El sacerdote o el consagrado que guarda su corazón para Dios y para todos sus hermanos en la entrega y el servicio, está proclamando igualmente la grandeza del amor verdadero. Guardar el corazón es, como dice el Santo Cura de Ars, guardar la más bella de todas las virtudes, que es la castidad. Ella es como una rosa que solamente florece entre espinas, y por tanto, sólo la hallaremos, como todas las demás virtudes, en una persona mortificada

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