viernes, 7 de octubre de 2011

COMO LAS ESTRELLAS DEL CIELO


"¿Habéis contemplado alguna vez el cielo estrellado en una noche de verano? Cuando nos alejamos de la luz contaminante de las ciudades, en la oscuridad de una noche y de un cielo sin nubes, podemos admirar la infinita multitud de estrellas que adornan la bóveda celeste. Tuve la oportunidad hace unos años de estar a varios miles de metros de altura en la cordillera andina, y poder admirar el cielo más bello que jamás he visto. Resplandecía con la luz de millones y millones de estrellas. Parecía pintado de blanco. Las estrellas me envolvían y parecía poder tocarlas con las manos. ¡Qué espectáculo tan maravilloso! Mirar las estrellas nos hace pensar en la grandiosidad del cosmos, en su infinitud y a la vez, en nuestra pequeñez, pero con todo y con eso, me hace sentir parte integrante de la Creación, de esa potencia increíble del ser y del existir. Muchas veces he pensado que los cristianos somos como esas estrellas del firmamento. Ellas nos hacen pensar sobre lo infinito, lo eterno, nos hacen mirar al cielo y extasiarnos en su contemplación, preguntarnos sobre el universo y sobre nosotros mismos, sobre nuestro origen, nuestro fin y nuestro destino. De igual forma la vida de los cristianos debe ser luminosa, coma las estrellas. Donde hay un cristiano los hombres deben interrogarse sobre sí mismos. ¡Mirad como se aman!, decían de los primeros cristianos y sentían el deseo de buscar el porqué de ello. La vida límpia, alegre, entregada, generosa, espiritual, etc..., de cada cristiano, debe ser un interrogante, una llamada clara a la conciencia, al corazón de cada ser humano. Al igual que las estrellas asombran, así debe ser la vida de los que nos llamamos discípulos de Cristo. Al igual que ellas guían al viajero o al navegante, así nuestras vidas deben ser un faro que oriente la existencia de la Humanidad hacia Dios. ¿Cuántos andan hoy desorientados y sin rumbo? ¿No será porque quien debe brillar como luz permanece escondido? Las estrellas son para el cielo y para el cielo somos los cristianos. Si durante un tiempo de nuestra existencia estamos aquí en la tierra, es para hacer el oficio de las estrellas, de la sal y de la luz. ¡Cristiano, actúa como tal! ¿No te llena de admiración que nuestro Padre que está en los cielos te haya destinado a ser una estrella en su firmamento? Allí dónde estás, en la familia, en el trabajo, con los amigos, etc..., eres una estrella que debe alumbrar y guiar. Esos ámbitos son tu firmamento, allí Dios te ha establecido y al igual que las estrellas embellecen el cielo, así tú estás llamado por tus buenas obras, a embellecer el cielo de esta tierra para que los hombres den gloria a nuestro Padre del Cielo.

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