jueves, 7 de mayo de 2015

Evolución de la experiencia del Espíritu Santo en el NT

Espíritu Santo

Esta entrada es un último apunte al trabajo sobre el Espíritu Santo en la Biblia. No queríamos despedir este trabajo sin una reflexión acerca de la evolución cronológica del lenguaje cristiano a la hora de revelar la experiencia del Espíritu Santo.
De un modo muy resumido y esquemático quedaría así:
  1. El lenguaje espontáneo y dinámico de Pablo sigue estando todavía cerca de la vida palpitante de las primeras comunidades. En él, no siempre se distinguen las actividades de Cristo y las del Espíritu: vivir en Cristo es también vivir en el Espíritu.
  2. En el evangelio de Marcosel Espíritu sigue siendo muy discreto: dentro de la línea del Antiguo Testamento, es la fuerza de Dios que libera al hombre de los malos espíritus.
  3. En Lucaspor el contrario, el Espíritu está continuamente presente y operante,desde el evangelio de la infancia que anuncia el misterio pascual. Manifiesta a Jesús como el Hijo de Dios, hasta el acontecimiento de pentecostés en donde la iglesia nace de la resurrección de Jesús.
  4. A lo largo de los relatos de los Hechosverdadero «evangelio del Espíritu Santo», es Él el que suscita y propulsa a los testigos de Cristo. A través de las crisis, los conflictos y los bloqueos, asegura la expansión y la comunión de las iglesias dispersas. Lucas hereda el lenguaje de las iglesias paulinas, pero destaca la acción del Espíritu en las comunidades más bien que en cada uno de los cristianos.
  5. El evangelio de Juan atestigua una experiencia muy distinta. La personalidad del Espíritu paráclito queda fuertemente marcada en sus discursos: es «la actualidad de Cristo», ya que prosigue en cada creyente la obra de revelación que comenzó Jesús, el que lo envió. El es el que hace acoger en la fe la palabra del Hijo venida del Padre. El dirige a cada uno hacia la verdad entera, desplegando las riquezas de la palabra hecha carne.
  6. Al final del Apocalipsiscuando se cierra el libro y alcanza al presente de cada generación cristiana, el Espíritu hace brotar la plegaria impaciente hacia el horizonte de nuestras vidas:
El Espíritu y la esposa dicen: «iVen!». El que oye diga: «iVen!». Amén. ¡Ven, Señor Jesús! (Ap 22, 17.20)

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