Yo he vencido al mundo
Pascua
Juan 16, 29-33. Pascua. Nos toca ahora dar la cara por Cristo, como Él dio la vida por nosotros.
Del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33
En aquel tiempo dijeron los discípulos a Jesús: Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo.
Oración introductoria
Señor, mi naturaleza ansía la paz, como la felicidad perfecta, pero frecuentemente equivoca los medios para lograrla. Hoy, tu Evangelio me llena de confianza porque me invitas a encontrarla en Ti. Dame la gracia de orar para experimentar tu cercanía y tu paz.
Petición
Jesús, dame la docilidad para no buscar la paz en mis fuerzas o habilidades, sino en tu poder divino.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo dijeron los discípulos a Jesús: Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo.
Oración introductoria
Señor, mi naturaleza ansía la paz, como la felicidad perfecta, pero frecuentemente equivoca los medios para lograrla. Hoy, tu Evangelio me llena de confianza porque me invitas a encontrarla en Ti. Dame la gracia de orar para experimentar tu cercanía y tu paz.
Petición
Jesús, dame la docilidad para no buscar la paz en mis fuerzas o habilidades, sino en tu poder divino.
Meditación del Papa Francisco
No se puede ser cristiano, sin trabajar continuamente para ser justos. Una cosa que nos ayudaría mucho sería preguntarnos si ¿creo o no creo? Si creo un poco y un poco no. ¿Soy un poco mundano y un poco creyente?
Sin fe no se puede seguir adelante, no se puede defender la salvación de Jesús. Necesitamos el escudo de la fe, porque el diablo no nos lanza flores sino flechas en llamas para matarnos. Hay que tomar el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios. Los invito a rezar constantemente, a velar con oraciones y súplicas.
La vida es una milicia. La vida cristiana es una lucha, una lucha bellísima, porque cuando el Señor vence en cada paso de nuestra vida, nos da una alegría, una felicidad grande: esa alegría porque el Señor ha vencido en nosotros, con la gratuidad de su salvación. Pero sí, todos somos un poco vagos en la lucha y nos dejamos llevar adelante por las pasiones, por algunas tentaciones. Es porque somos pecadores, ¡todos! Pero no se desanimen. Valentía y fuerza, porque el Señor está con nosotros. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 30 de octubre de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
Es curioso. Cuando el Maestro ve en los discípulos un poco de lucidez para entender su mensaje, cuando parece que su fe es fuerte y su amor al Maestro ha crecido, les anuncia que le dejarán solo y que le abandonarán yéndose cada uno por su camino.
No lo hace con la intención de desalentarnos. Lo hace queriendo que veamos que nuestros buenos propósitos y proyectos están sostenidos de su mano amorosa. Aquí está la clave del gozo completo de los cristianos: sabemos que Dios está con nosotros.
Jesús no les oculta que el mundo se opondrá al mensaje del Evangelio. No les oculta la persecución. No les intenta convencer con demagogia para que le sigan. No. Jesús les anima con su ejemplo: "¡ánimo!: yo he vencido al mundo" Es de este modo como hay que entender la Muerte y la Resurrección del Señor, como el triunfo que sobrepasa totalmente los éxitos humanos: el triunfo que nos ganó la vida eterna.
Si tenemos un hermano mayor que nos saca de apuros en las peleas del colegio, no tememos las amenazas de quienes puedan comportarse poco amigables con nosotros. Así, si Jesús se ha batido dando su vida por destronar de una vez para siempre al príncipe de este mundo y ha vencido, no podemos tener miedo al qué dirán, ni sentirnos débiles frente a las insidias y las altanerías de los hombres. Nos toca ahora dar la cara por Cristo, como Él dio la vida por nosotros.
Propósito
Revisar mis actitudes y comportamientos para cambiar lo que me aleje de la luz de la verdad.
Diálogo con Cristo
Señor, gracias por darme fe, esperanza y caridad, el día de mi bautismo, para hacerme capaz de obrar el bien, por amor a Ti y a los demás. Qué serenidad y confianza me da saber que Tú has vencido al mundo y estás conmigo, dándome esa paz, que con tu gracia, podré irradiar a los demás, especialmente a mi familia.
Es curioso. Cuando el Maestro ve en los discípulos un poco de lucidez para entender su mensaje, cuando parece que su fe es fuerte y su amor al Maestro ha crecido, les anuncia que le dejarán solo y que le abandonarán yéndose cada uno por su camino.
No lo hace con la intención de desalentarnos. Lo hace queriendo que veamos que nuestros buenos propósitos y proyectos están sostenidos de su mano amorosa. Aquí está la clave del gozo completo de los cristianos: sabemos que Dios está con nosotros.
Jesús no les oculta que el mundo se opondrá al mensaje del Evangelio. No les oculta la persecución. No les intenta convencer con demagogia para que le sigan. No. Jesús les anima con su ejemplo: "¡ánimo!: yo he vencido al mundo" Es de este modo como hay que entender la Muerte y la Resurrección del Señor, como el triunfo que sobrepasa totalmente los éxitos humanos: el triunfo que nos ganó la vida eterna.
Si tenemos un hermano mayor que nos saca de apuros en las peleas del colegio, no tememos las amenazas de quienes puedan comportarse poco amigables con nosotros. Así, si Jesús se ha batido dando su vida por destronar de una vez para siempre al príncipe de este mundo y ha vencido, no podemos tener miedo al qué dirán, ni sentirnos débiles frente a las insidias y las altanerías de los hombres. Nos toca ahora dar la cara por Cristo, como Él dio la vida por nosotros.
Propósito
Revisar mis actitudes y comportamientos para cambiar lo que me aleje de la luz de la verdad.
Diálogo con Cristo
Señor, gracias por darme fe, esperanza y caridad, el día de mi bautismo, para hacerme capaz de obrar el bien, por amor a Ti y a los demás. Qué serenidad y confianza me da saber que Tú has vencido al mundo y estás conmigo, dándome esa paz, que con tu gracia, podré irradiar a los demás, especialmente a mi familia.
lunes 18 Mayo 2015
Lunes de la séptima semana de PascuaBeata Blandina (María Magdalena) Merten, San Félix de Cantalicio
Leer el comentario del Evangelio por
Liturgia caldea: “Para que en mí encontréis la paz”
Hechos 19,1-8.
Mientras Apolo permanecía en Corinto, Pablo, atravesando la región interior, llegó a Efeso. Allí encontró a algunos discípulos
y les preguntó: "Cuando ustedes abrazaron la fe, ¿recibieron el Espíritu Santo?". Ellos le dijeron: "Ni siquiera hemos oído decir que hay un Espíritu Santo".
"Entonces, ¿qué bautismo recibieron?", les preguntó Pablo. "El de Juan", respondieron.
Pablo les dijo: "Juan bautizaba con un bautismo de penitencia, diciendo al pueblo que creyera en el que vendría después de él, es decir, en Jesús".
Al oír estas palabras, ellos se hicieron bautizar en el nombre del Señor Jesús.
Pablo les impuso las manos, y descendió sobre ellos el Espíritu Santo. Entonces comenzaron a hablar en distintas lenguas y a profetizar.
Eran en total unos doce hombres.
Pablo fue luego a la sinagoga y durante tres meses predicó abiertamente, hablando sobre el Reino de Dios y tratando de persuadir a sus oyentes.
y les preguntó: "Cuando ustedes abrazaron la fe, ¿recibieron el Espíritu Santo?". Ellos le dijeron: "Ni siquiera hemos oído decir que hay un Espíritu Santo".
"Entonces, ¿qué bautismo recibieron?", les preguntó Pablo. "El de Juan", respondieron.
Pablo les dijo: "Juan bautizaba con un bautismo de penitencia, diciendo al pueblo que creyera en el que vendría después de él, es decir, en Jesús".
Al oír estas palabras, ellos se hicieron bautizar en el nombre del Señor Jesús.
Pablo les impuso las manos, y descendió sobre ellos el Espíritu Santo. Entonces comenzaron a hablar en distintas lenguas y a profetizar.
Eran en total unos doce hombres.
Pablo fue luego a la sinagoga y durante tres meses predicó abiertamente, hablando sobre el Reino de Dios y tratando de persuadir a sus oyentes.
Salmo 68(67),2-3.4-5ac.6-7ab.
¡Se alza Dios!
Sus enemigos se dispersan
y sus adversarios huyen delante de él.
Tú los disipas como se disipa el humo;
como se derrite la cera ante el fuego,
así desaparecen los impíos ante Dios.
Pero los justos se regocijan,
gritan de gozo delante de Dios
y se llenan de alegría.
¡Canten a Dios,
¡Abranle paso al que cabalga sobre las nubes!
Dios en su santa Morada
es padre de los huérfanos y defensor de las viudas:
él instala en un hogar a los solitarios
y hace salir con felicidad a los cautivos.
Sus enemigos se dispersan
y sus adversarios huyen delante de él.
Tú los disipas como se disipa el humo;
como se derrite la cera ante el fuego,
así desaparecen los impíos ante Dios.
Pero los justos se regocijan,
gritan de gozo delante de Dios
y se llenan de alegría.
¡Canten a Dios,
¡Abranle paso al que cabalga sobre las nubes!
Dios en su santa Morada
es padre de los huérfanos y defensor de las viudas:
él instala en un hogar a los solitarios
y hace salir con felicidad a los cautivos.
Juan 16,29-33.
Los discípulos le dijeron a Jesús: "Por fin hablas claro y sin parábolas.
Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios".
Jesús les respondió: "¿Ahora creen?
Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo".
Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios".
Jesús les respondió: "¿Ahora creen?
Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo".
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Liturgia caldea
Himno al oficio del segundo día del «Ba’oussa», de San Efrén
Señor, tu misericordia es eterna. Y Tu, Cristo, que eres toda la misericordia, danos tu gracia; extiende tu mano y ven a ayudar a todos los que están tentados, tú que eres bueno. Ten piedad de todos tus hijos y ven a socorrerlos; concédenos, Señor misericordioso, poder refugiarnos a la sombra de tu protección y vernos liberados del mal y de los adeptos al Maligno.
Mi vida se ha estropeado como una tela de araña. En tiempo de desgracia y turbación hemos llegado a ser como refugiados, y nuestros años se han marchitado bajo el peso de la miseria y de todos los males. Señor, tu has calmado la mar con una palabra tuya, en tu misericordia aplaca también los disturbios del mundo, sostiene al universo que tambalea bajo el peso de sus faltas.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Señor, extiende tu mano misericordiosa sobre los creyentes y confirma la promesa hecha a los apóstoles: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Socórrenos como los has socorrido a ellos y, por tu gracia, sálvanos de todo mal; danos seguridad y paz para que te demos gracias y en todo tiempo adoremos a tu Santo Nombre.
Mi vida se ha estropeado como una tela de araña. En tiempo de desgracia y turbación hemos llegado a ser como refugiados, y nuestros años se han marchitado bajo el peso de la miseria y de todos los males. Señor, tu has calmado la mar con una palabra tuya, en tu misericordia aplaca también los disturbios del mundo, sostiene al universo que tambalea bajo el peso de sus faltas.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Señor, extiende tu mano misericordiosa sobre los creyentes y confirma la promesa hecha a los apóstoles: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Socórrenos como los has socorrido a ellos y, por tu gracia, sálvanos de todo mal; danos seguridad y paz para que te demos gracias y en todo tiempo adoremos a tu Santo Nombre.
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