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Pedro de Anagni, Santo |
Obispo
Martirologio Romano: En Anagni, en el Lacio, san Pedro, obispo, que brilló primeramente en la observancia monástica y después en el celo pastoral, y llevó a término la construcción de la iglesia catedral (1105).
Con la Bula dada en Segni el 4 junio de 1110, dirigida a los obispos de Anagni y la Campania romana, el papa Pascual II contó a Pedro, obispo de Anagni, en el catálogo de los santos, autorizó de esta manera el culto en las diócesis de la Campania y asignó para ello que su celebración sea el 3 agosto. Por las virtudes ejercidas por el santo y los hechos milagrosos con que la divina gracia lo ilustró en vida y después de muerte, la Bula hizo referencia a la fiel narración de Bruno, obispo de Segni.
Esta narración no ha llegado a nuestros días, para conocer a Pedro ha quedado una leyenda escrita poco antes de 1181, desafortunadamente no ha sido conservada completa, le falta el prólogo y ha padecido alguna otra mutilación cuando, en 1325, fue distribuida en partes que debieron servir como lecciones para la celebración de los Oficios Divinos el día festivo del santo y en la novena previa. y en él octava. El Oficio del santo con las mencionadas lecciones es agenciado en el «Lectionarium por annum» usado en las iglesias de Anagni.
Para la composición de la leyenda el anónimo autor, que pertenece probablemente al clero de la catedral, tuvo a disposición — además del relato escrito por Bruno de Segni, que quizás sea la fuente principal — el relato, que entre 1113 y 1117 escribiera el obispo Pedro II de Anagni, de los prodigios verificados durante el doble traslado del mártir Magno y durante el reconocimiento de las reliquias de Pedro y, claro está, la tradición oral de la Iglesia de Anagni. Dando como resultado un escrito que a pesar de algunas obvias incongruencias, guarda la cronología y las circunstancias de los hechos contados, la leyenda es por lo tanto sustancialmente atendible.
Este relato nos presenta al santo obispo, animado por el espíritu de la reforma gregoriana, poniendo todos sus esfuerzos en la sede a él confiada por el Papa Alejandro II, dedicándose a la obra de restauración de la disciplina eclesiástica, a avivar el culto al mártir Magno, a recuperar los bienes de su Iglesia, usurpados por los laicos, y a reconstruir desde los cimientos el ruinoso edificio de la catedral.
Una vida de recogimiento y ruego lo prepararon para el despacho pastoral, al que fue encaminado dese niño, cuando, descendiente de la familia de los príncipes longobardos de Salerno y habiendo quedado huérfano de los padres, fue ofrecido al monasterio de San Benito. Al estudio en un ambiente rodeado de los sagrados cánones le siguió la práctica en la disertación de los asuntos eclesiásticos adquirida por su contacto con Alejandro II, a cuyo servicio como capellán, lo colocó el cardenal Ildebrando, después de lo haberlo conocido en el monasterio salernitano. Durante su episcopado Alejandro II, confía ahora en él, mandándolo como apocrisiario (legado eclesiástico) a la corte de Miguel VII emperador de oriente. Posteriormente se ausentó de su sede al seguir a Bohemundo de Tarento a las cruzadas, estando en Constantinopla cerca del emperador.
En Anagni, tuvo que sufrir mucho a causa de los clérigos hostiles a la reforma, pero cuando, después de cuarenta y tres años de episcopado, le llegó la muerte el 3 de agosto de 1105, la ardua obra estaba cumplida: reconstruida la catedral y restaurada la disciplina canónica; eclesiásticos por él formados estuvan listos a sucederle dignamente como pastores de la Iglesia de Anagni. Su amigo y colaborador, Bruno de Segni, pudo entonces, después de haber celebrado las exequias, contar la vida edificante y preparar su glorificación. En lo referente al culto, recordamos que, después de la proclamación de la santidad de Pedro, ocurrida el 4 junio de 1110, el segundo sucesor del santo, Pedro II, como es referido en la leyenda, ordenó el traslado del cuerpo de San Pedro de Anagni de la basílica superior a la inferior. Después de más de dos siglos, el canónico anagnini Jacobo de Guerra restauró el altar erguido en su honor, consagrado luego el día 11 de febrero de 1324, y, en un amplio nicho cavado en la pared de fondo, hizo pintar, noblemente sentado en cátedra, al santo obispo, entre las figuras erguidas de los santas Aurelia y Neomisia. Por fin, una constitución capitular del 15 de enero de 1325 estableció que la celebración festiva del santo fuera elevada a ritual doble con octava como las de san Magno y santa Secundina. La Iglesia de Anagni celebra todavía su fiesta el 3 de agosto, pero ya que él es uno de los patronos principales de la ciudad y diócesis, su busto de cobre cubierto de plata, que es un relicario, obra del 1541, es expuesta junto a un busto similar del mártir Magno en las celebraciones patronales del 19 de agosto.
San Pedro de Anagni, obispo
fecha: 3 de agosto n.: c. 1035 - †: 1105 - país: Italia canonización: C: Pascual II 4 jun 1109 (o 1110) hagiografía: Santi e Beati
En Anagni, en el Lacio, san Pedro, obispo, que brilló en primer lugar por la observancia monástica y después por el celo pastoral, llevando a término la construcción de la iglesia catedral.
Con bula fechada en Segni el 4 de junio de 1110, dirigida a los obispos de Agnani y de la Campania romana, el papa Pascual II inscribía a Pedro, que había sido obispo de Agnani, en el catálogo de los santos, autorizaba el culto para las diócesis de la Campania, y señalaba su fiesta el 3 de agosto. La causa eran las virtudes ejercitadas por el santo, así como los hechos milagrosos con que la gracia divina lo había adornado tanto en su vida como después de muerto; la bula hacía referencia a la fiel narración de Bruno, obispo de Segni.
Esta narración no ha llegado hasta nosotros, pero conocemos a Pedro por una leyenda compuesta poco antes del 1181, que sin embargo no se conservó completa. Le faltaba el prólogo y algunas partes, cuando en 1325 fue distribuida en fragmentos que debían leerse en los oficios celebratorios de la fiesta del santo y la octava. El oficio del santo con estas lecturas nos ha llegado en el Lecionario 'per annum ad usum ecclesiae Anagninae'.
Para la composición de esas lecturas el autor anónimo, que probablemente pertenecía al clero de la catedral, tuvo a disposición -además de aquella vida escrita por Bruno de Segni que mencionábamos- la relación compuesta entre 1113 y 1117 por el obispo Pedro II de Agnani de los prodigios verificados en una doble traslación de reliquias: del mártir Magno y el reconocimiento de las de Pedro; contó además con las tradiciones orales de la iglesia anagnina. Por tanto, aunque contiene algunas incongruencias cronológicas y de las circunstancias de los hechos narrados, la leyenda puede considerarse sustancialmente atendible.
Pedro fue preparado al oficio pastoral por una vida de recogimiento y oración que llevó desde jovencito, cuando, descendiente de la familia de los príncipes longobardos de Salerno, quedó huérfano, y fue ofrecido al monasterio de San Benito. Aquí adquirió el conocimiento de los cánones, y tuvo práctica en relación a las cuestiones eclesiásticas como capellán de Alejandro II, a cuyo servicio lo puso el cardenal Hildebrando (el posterior san Gregorio VII), luego de haberlo tratado en el monasterio salernitano. Ya durante el episcopado de Pedro, Alejandro II se valió de él enviandolo como apocrisiario (embajador) ante el emperador de Oriente Miguel VII, para la concordia de la fe. Participó también en la cruzada.
En Agnani tuvo también que sufrir mucho a causa del clero enemigo de las reformas, pero cuando después de cuarenta y tres años de episcopado murió, el 3 de agosto de 1105, la gran obra estaba realizada: reconstruida la catedral, restaurada la disciplina canónica, con la vida común, y eclesiásticos formados por él estaban prontos a sucederle dignamente en el gobierno de la iglesia anagnina. Su amigo y colaborador, Bruno de Segni, pudo entonces, después de haber celebrado las exequias, narrar la edificante vida y preparar la glorificación.
Traducido para ETF, con algunos cambios, de un artículo de Vincenzo Fenicchia en Enciclopedia dei Santi. La canonización de san Pedro de Agnani es una de las primeras realizadas por un proceso formal.
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